El álbum que lo cambió todo cumple medio siglo.
Sin embargo, si nos atenemos al inicio de la canción («It was twenty years ago today. / Sgt. Pepper taught the band to play…»), el Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band es uno de los septuagenarios que goza de mejor salud en el mundo.
Rolling Stone lo define así: «El álbum más importante del rock and roll, una aventura sin igual en el concepto, el sonido, la composición, la portada y la tecnología de estudio por el mayor grupo de rock and roll de todos los tiempos».
Palabras más, palabras menos, escribí sobre esto hace casi dos años recordando a un Charly García que tocó A Day in the Life antes de un concierto en los 80 en Quito.
Así que, haciendo uso de una licencia poética, que no dudo en concederme a mí mismo la tarde que supe que pasé un par de horas en un tráfico infernal gracias al suicidio de un loro, que en su escape se estrelló contra un transformador y dejó sin energía eléctrica a la mitad de la ciudad, voy a autoplagiarme para ubicarme en junio de 1967.
Los Beatles, después de algo más de tres meses de grabación en los estudios de Abbey Road, que se habían convertido en algo semejante a una guarida en la que no se admitían ni extraños ni esposas ni novias, nos legaron la historia de una banda cuasimilitar, de uniformes multicolores, que se convertiría en un componente fundamental de nuestra cultura. La idea de crear una especie de alter ego habría sido originalmente de Paul McCartney.
En palabras de Rolling Stone, el Sgt. Pepper’s definió «el opulento optimismo revolucionario de la psicodelia, que al instante difundió el evangelio del amor, el ácido, la espiritualidad oriental y las guitarras eléctricas en todo el mundo».
La portada del Sgt. Pepper’s es parte importante de ese mito. Bob Dylan, Marlene Dietrich, Marilyn Monroe, H. G. Wells, Oscar Wilde, Lewis Carroll, Dylan Thomas, Albert Einstein, Sigmund Freud, el doctor Livingstone y un reconocido especialista en magia negra (una fuente de inspiración para los Black Sabbath) están entre las personalidades del montaje creado por Jann Haworth y Peter Blake.
Los Beatles declararon que las personas en la portada eran a quienes profesaban mayor admiración, razón por la cual procedieron, sin ninguna modestia, a incluirse a sí mismos dos veces: en la vestimenta multicolor de los miembros de la banda del Sgt. Pepper’s y en las figuras de cera de un museo.
El Sgt. Pepper’s fue también el primer álbum desplegable de la historia. Y su contenido forjó la leyenda. Ringo probó que podía cantar en With a Little Help from my Friends. Lucy in the Sky with Diamonds es la glorificación hasta la inocencia de una alucinación inducida con LSD, que continúa en la melancolía de Fixing a Hole («I’m fixing a hole where the rain gets in / and stops my mind from wandering…»).
La cítara de George Harrison hace de Whitin You, Without You un espacio para la experimentación cuya posta recogería Brian Jones poco después con Paint It Black. When I’m Sixty-Four se inspira en la historia del padre de Paul McCartney. Lovely Rita es un acto de venganza contra la irrupción de los parquímetros y las mujeres policías que extendían multas por no pagarlos.
Y A day in the Life es esa creación inquietante y desafiante que eleva el Sgt. Pepper’s a la categoría de una obra maestra. La banda sonora de mis días incluye A Day in the Life en el primer lugar del lado B (debo advertir que de todas formas no existe un lado A).
La leyenda dice cinco días, cuatro pianos. Diez manos tocándolos. La orquestación de A Day in the Life me lleva a memorias tan mundanas como un viaje en tranvía (que ni por casualidad se llamaba deseo) una tarde perezosa de otoño en Melbourne o la visión del Cotopaxi desde Limpiopungo al amanecer.
Recomendación para millennials: si todavía no lo has hecho, dale una oportunidad al Sgt. Pepper’s. Cincuenta no se cumplen todos los días y significan algo. Dale un vistazo a sgtpepperat50.com y mira lo que Liverpool prepara por el aniversario (sí, Liverpool es algo más que el sitio donde se encuentra el estadio de Anfield).
Lo mínimo que puedes hacer es escuchar a los Beatles para entender cómo esa sociedad occidental que salía de la guerra contra el fascismo se detuvo frente al precipicio, respiró y dio un decidido paso adelante.