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  • Inseguridad alimentaria: el hambre avanza mientras los recursos se despilfarran

    Inseguridad alimentaria: el hambre avanza mientras los recursos se despilfarran

    En solo dos días el Congreso gastó casi 19,000 quetzales en alimentos para diputados y el personal que les asiste. Mientras, los funcionarios que buscan la reelección con el partido oficial aprovechan el reparto de ayudas por emergencia para promocionarse. La ración de alimentos que reciben las personas afectadas se valora en 320 quetzales y debe alcanzar para que coma una familia durante un mes. El país vive esos contrastes que generan desigualdad en el uso de los recursos del Estado, aún en tiempos de emergencia por hambre.

    En septiembre, dos entidades de la Organización de las Naciones Unidas emitieron una alerta: 19 países del mundo, incluido Guatemala, tendrán a más personas en riesgo alimentario agudo de octubre a febrero. «Inseguridad alimentaria aguda» es una clasificación que sirve para identificar a las personas que están en situación crítica  para obtener alimentos y, por tanto, corren el riesgo de padecer desnutrición. El país tiene en esa situación a 3.2 millones de personas, según este informe.

    La milpa inundada por el río Polochic, a principio de julio

    El documento se titula «Puntos críticos de hambre» e incluye a tres países de Latinoamérica y el Caribe. Haití, a la cabeza; Honduras y Guatemala. No es extraordinario que el país aparezca en este listado. Aunque no hay datos actualizados de pobreza o desnutrición crónica, porque la última vez que un gobierno realizó estas mediciones fue en 2014 y 2015, hay encuestas e informes que indican que las condiciones de la mayoría de la población no han mejorado con el tiempo, más bien se han agravado por los acontecimientos de los últimos dos años. 

    En 2020, miles de personas perdieron sus fuentes de empleo y los medios de subsistencia por la crisis económica que dejaron la COVID19 y las tormentas Eta e Iota. En 2022, la guerra de Rusia contra Ucrania ha provocado que los combustibles, los alimentos y los insumos para producirlos –como los fertilizantes– se eleven a costos que pocos pueden pagar. Como consecuencia de estos y otros factores, aumentó el precio de los alimentos y se redujo la capacidad de las personas para adquirirlos. A esta difícil situación  hay que añadir los efectos de dos tormentas tropicales que este año provocaron lluvias excesivas en poco tiempo y, ante la falta de prevención y mantenimiento, un colapso de las vías de comunicación y la pérdida de cultivos de maíz, frijol y hortalizas debido a  las inundaciones. 

    La realidad es que la asistencia gubernamental es insuficiente y los procedimientos para repartir la ayuda no son eficientes, ni transparentes.

    Aunque el discurso oficial es que el gobierno dirige la ayuda a los necesitados y, en especial, a los más vulnerables, la realidad es que la asistencia gubernamental es insuficiente y los procedimientos para repartir la ayuda no son eficientes, ni transparentes.

    Guatemala cuenta con una política, una ley y un plan  ante el cambio climático, pero apenas empieza a desarrollar proyectos con apoyo de la cooperación internacional.  En 2005 fue el primer país de América Latina en adoptar una política sobre seguridad alimentaria y una ley que reconoce el derecho a la alimentación. Sin embargo, diecisiete años después, la situación empeora para la población más vulnerable.  Un informe del Consejo Económico y Social señaló que, a pesar de una inversión de 37.4 mil millones de quetzales, de 2008 al 2014 «toda la institucionalidad del país, tan solo pudo disminuir la tasa de desnutrición crónica a una razón de 0.33% anuales».

    Los fondos para alimentos de emergencia

    La noche del 18 de octubre el jefe de la bancada Valor, diputado José Francisco Zamora Barillas, pagó con fondos del Congreso 3,040 quetzales por un churrasco  y ensalada para él, su asistente, la secretaria y el asesor. Fueron 760 quetzales por persona. No es el primero ni el único parlamentario que dispone de la caja chica para comprar comida y, mucho menos, el único funcionario que utiliza los fondos públicos como si la realidad del país fuera de bonanza. El Tribunal Supremo Electoral pagó 45,000 quetzales para que crearan un himno a la institución y los 14 integrantes de la municipalidad de Villa Nueva han cobrado en dos años y nueve meses 30.2 millones de quetzales por sesionar. El Congreso hizo 27 «compras de baja cuantía» el 18 y 19 de octubre por un monto de 18,764.90, según el portal de Guatecompras, que registra las adquisiciones estatales.

    Por segunda ocasión el país se encuentra en un Estado de Calamidad, esta vez por los efectos de la tormenta tropical Julia. Además de la parrillada del diputado Zamora y otros desayunos y comidas en restaurantes por los integrantes de varios partidos, el Congreso pagó poco más de seis mil quetzales por 177 almuerzos para los empleados que estuvieron de «apoyo» en la plenaria del 19 de octubre. Era un día hábil. 

    Crisis alimentaria en Guatemala: ¿Está el gobierno tomando medidas para atenderla?

    A 279 kilómetros del Congreso, Francisco Coc, integrante del caserío San Vicente 1 El Quinel, cuenta por teléfono que las 37 familias que componen la comunidad están albergadas en la escuela del municipio de Panzós, en la zona este de Alta Verapaz y que están «comiendo bien» porque tienen acceso a tres tiempos de comida en el albergue. La municipalidad les ha dado granos básicos para que cocinen y alguna iglesia o institución no gubernamental eventualmente les ha dado raciones preparadas. Debido a la tormenta Julia, en Panzós hubo un derrumbe que sepultó a cinco personas, incluido un recién nacido y 406 personas debieron albergarse por el riesgo de inundación o derrumbe.

    Francisco Coc cuenta que, antes de evacuar, cada familia empacó la pequeña reserva de alimentos que les quedaba para sobrevivir lo que queda del año. La colgaron a tres metros de altura para evitar que el agua la inundara o la corriente la arrastrara. Los víveres que les han dado en el albergue y lo que dejaron en las casas es lo único que tienen. En junio, perdieron toda la cosecha porque el río Polochic volvió a inundar sus terrenos y solo pudieron rescatar algunas mazorcas. 

    Costales de mazorcas recuperados tras las inundaciones son transportados en lanchas para cruzar el Río Polochic

    En septiembre, el gobierno les mandó ayuda. «Vino un diputado de Alta Verapaz que se llama Polo Salazar, pero no dijo de qué institución venían los alimentos. Solo dijo que él estaba buscando la ayuda para nosotros». Leopoldo Salazar (expulsado del partido Valor por aliarse al partido oficial)  y el alcalde Ernesto Ramírez (quien fue electo por la UNE pero que podría buscar la reelección con el partido de gobierno), les dijeron que ellos consiguieron la ayuda. En las redes sociales del diputado hay pruebas de que citó en su oficina del Congreso, en la capital, a los funcionarios del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (Maga) y de la Secretaría de Seguridad Alimentaria (Sesan) para señalar la urgencia de asistencia para los afectados por la tormenta Celia. No hay señales de que haya ido a las comunidades inundadas. 

    El alcalde hizo la gestión de alimentos para 4,009 personas. El Maga envió raciones con 10 libras de arroz, 15 libras de frijol, dos botellas de aceite, 25 libras de harina de maíz nixtamalizada, 4.4 libras de avena y 5.5 libras de azúcar valorados en 320 quetzales y que, según los cálculos de la institución, deben alcanzar para alimentar a una familia de cinco personas durante un mes. Esto equivale al 10.5% de lo que costó la cena del diputado Zamora Barillas y sus acompañantes. O, visto de otra forma, no es ni la mitad de lo que consumió esa noche cada comensal.

    «Ya nos conformamos porque no nos escuchan»

    Francisco Coc desconoce cómo se maneja el presupuesto del estado, pero le queda claro que la ayuda que les llega es insuficiente. Los alimentos que les dieron no pueden alcanzar para un mes «porque hay familias grandes» que necesitan más para alimentarse. Lo segundo que señala es que aunque en 2021 recibieron más alimentos (un quintal de maíz y casi el doble de los otros productos que ahora les entregaron), así como un estipendio de 1,000 quetzales, cada nueva tormenta les ha vuelto a dejar con lo mínimo o nada para subsistir.

    San Vicente 1 El Quinel es un caserío ubicado a unos 200 metros del río Polochic. La comunidad carece de servicios básicos. Las personas no cuentan con energía eléctrica, no hay agua potable, no hay fuentes de trabajo, deben salir de su pequeña comunidad para estudiar y sus pocos ingresos por agricultura son insuficientes para que puedan hacer una inversión de ese tipo. 

    Un niño junto a su hermana desgranan mazorcas que no podrán comer

    Ivan Aguilar, gerente Humanitario de la organización Oxfam, asegura que la «respuesta estatal no ha sido adecuada» en esta emergencia y que «la inversión gubernamental es insuficiente para evitar que la cifra de personas en riesgo alimentario escale». En 2022 el Maga destinó 360 millones de su presupuesto para comprar raciones que deben incluir arroz, frijol, aceite, azúcar, harina de maíz y avena. Los fondos fueron entregados al Programa Mundial de Alimentos (PMA) para que entregue 985,250 raciones adquiridas. De estas, 360,000 quedarán como un banco de almacenamiento, o «reservas estratégicas», como las denomina el gobierno.

    Sin embargo, estas ayudas no llegan a todos, ni van acompañadas de otras acciones de asistencia que también son urgentes. La pobreza, como ya lo han indicado diversos estudios, es multidimensional. Afecta la situación de ingresos, pero también considera el entorno en el que viven las personas, su acceso a servicios de salud, agua, educación, entre otros. 

    La ayuda no llega a todos

    En Panzós hay conflicto porque una organización señala que varias comunidades no han recibido ayuda. Mientras, la municipalidad la acusa de cobrar por armar listados y ofrecer gestiones de alimentos. Esta situación ejemplifica el desorden  en la distribución de asistencia.

    Benjamin Rax, representante de la Coordinación de Acción Social de Desarrollo Rural del Área del Polochic (Casdrap), reclama que en el reparto de alimentos por la emergencia de la tormenta Celia, ocurrida en junio, las autoridades dejaron fuera a 554 familias de las comunidades Limón Zarco, Agua Caliente, El Nazareno y Cancoy, todas de Panzós, Alta Verapaz. De las cuatro, las últimas dos no aparecen en una base de datos a la que Plaza Pública tuvo acceso y que muestra los registros de las personas que recibieron las 4,009 raciones en 58 comunidades. El alcalde Ernesto Ramírez dice que presentaron una denuncia contra Rax porque descubrieron cobros a los comunitarios por la gestión de alimentos. Al consultar cómo determinan a quién llega la ayuda, el Maga se desentiende porque asegura que su función es «entregar alimentos exclusivamente por requerimiento y no por oficio». Zanjan el tema con el argumento de que la cartera «no selecciona beneficiarios».

    Mides y Maga, la competencia por la peor ejecución en distribución de alimentos

    El registro de beneficiarios ha sido un tema polémico desde 2012, cuando el gobierno de Álvaro Colom implementó los programas sociales. Desde entonces ha habido desconfianza en la selección de los receptores de la ayuda, pero el listado de beneficiarios debería hacer más que transparentar el uso de los programas de protección social. Permitiría dar seguimiento a las múltiples necesidades individuales y comunitarias además de asegurar que nadie quede desprotegido. 

    El Maga tiene en su estructura al Viceministerio de Seguridad Alimentaria y Nutricional (Visan), que ha distribuido 1.2 millones de raciones en los casi tres años de este gobierno. A través de la Sesan atienden pedidos para asistir a familias con niños en condición de desnutrición aguda, que gestiona el Ministerio de Salud; personas en riesgo identificadas por la Comisión Municipal de Seguridad Alimentaria (Comusan), que coordinan los alcaldes. Los requerimientos a los Centros de Operaciones de Emergencias Municipales (COE), se activan con participación de instituciones de gobierno y sociedad civil. También deben tramitar las solicitudes de la Comisión Presidencial por la Paz y los Derechos Humanos (Copadeh) en cumplimiento a medidas cautelares de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

    Miembros de la comunidad se reúnen en el Salón Comunal La Playa, en Panzós. Ahí juntan algunos costales de la siembra que han logrado recuperar luego de las constantes lluvias que dejaron inundados los terrenos

    La alcaldía de Panzós explicó que el listado de personas que recibió alimentos en septiembre pasado fue elaborado por  los Consejos Comunitarios de Desarrollo (Cocodes) de las comunidades en donde la comuna, la Conred, y otras instituciones como  el MAGA identificaron daños. 
    El problema con este sistema es que hay poblados que quedan fuera del radar. Una fuente del COE, que pidió la reserva de sus datos para evitar represalias porque tiene un contrato temporal, confirmó que hay caseríos a los que no han podido ingresar porque están aislados debido a la crecida de los ríos. La municipalidad no tiene lanchas para ir a las áreas aisladas y los comunitarios no tienen acceso telefónico para comunicarse y pedir ayuda. También quedan fuera de cualquier asistencia las familias asentadas en terrenos registrados a nombre de particulares o áreas protegidas del Estado, porque al no tener «legalidad» de los territorios que habitan su organización comunitaria no es reconocida por la municipalidad. Por lo tanto, quedan excluidos. 

    Aunque las instituciones tienen el registro de personas en riesgo por eventos pasados, como las tormentas Eta e Iota, con cada evento climático que afecta a las poblaciones, deben levantar un nuevo registro para determinar el tipo de daño y necesidades que requieren atención. Además de alimentos, hay otras necesidades.  En Panzós, por ejemplo, urge la construcción de 80 kilómetros de bordas, para evitar las inundaciones, pero el Ministerio de Comunicaciones no le ha dado una respuesta a la petición de la alcaldía. Adicional a esto, aparece la «politización» del reparto de asistencia estatal, como ya lo han indicado diversos analistas, lo cual se agrava en temporada preelectoral. 

    Lideresas y lideres de aldeas en Panzós asisten a una sesión convocada por la Municipalidad y el MAGA

    El presidente Alejandro Giammattei ha estado de gira por varios departamentos del país para entregar alimentos y oficializar la incorporación de más personas al Programa del Adulto Mayor, que otorga 500 quetzales mensuales a quienes no poseen una pensión de gobierno o privada. En Santa Rosa, ante los beneficiarios dijo: «esa gestión hay que agradecerla (porque) es una gestión de los alcaldes y del diputado (Napoleón Rojas)», electo por la Unión del Cambio Nacional y que ahora busca la reelección con el partido Vamos, de Giammattei. «(Napoleón Rojas) ha sido uno de los diputados más leales que hemos tenido en el Congreso y no es de mi partido», le dijo Giammattei a los receptores de la ayuda y a los alcaldes de los municipios de Santa Rosa que escuchaban el discurso y una invitación para que mantuvieran el apoyo para la aprobación del presupuesto estatal 2023. 

    Para evitar la politización de la distribución de ayudas, como históricamente ha sucedido, la solución es contar con un registro de beneficiarios. La responsabilidad de crearlo es del Ministerio de Desarrollo Social (Mides) que funciona desde hace una década. A lo largo de varios  gobiernos, y tormentas que suceden cada año no ha levantado un censo apropiado. Melvyn Caná, nuevo ministro del Mides informó ante la ONU que desarrollan un proyecto piloto de registro de beneficiarios con ayuda internacional. 

    La organización Acción contra el Hambre, una de las 72 entidades no gubernamentales que trabajan en seguridad alimentaria en el país, realizó en mayo una encuesta en hogares de 14 departamentos del Corredor Seco afectados por las tormentas Eta e Iota. El resultado, antes de las tormentas Celia y Julia y sin considerar el aumento de precios de los alimentos de los últimos meses, era que la población mostraba un «empeoramiento» de sus condiciones.En aquella fecha ya había personas que comían menos veces al día y otras que consumían más frijoles y tortillas porque no podían costear verduras ni otros alimentos. Una de las conclusiones de esta encuesta es que en esta escasez, sin ahorros, y con la previsión de un aumento de precios, la situación de las familias será cada vez peor. 

    El representante del Cocode del parcelamiento San Vicente El Quinel, Panzós, revisa el registro de personas de la aldea

    Iván Aguilar, de Oxfam, señala otra problemática institucional. El Maga y el Mides duplican funciones al encargarse de entregar alimentos. «El Mides tendría que tener presupuesto suficiente para dar alimentos a todos los afectados, mientras el Maga se ocupa de fortalecer la agricultura familiar», dice. Las funciones del Mides son confusas: le han dado fondos para que construya escuelas, que es una atribución que también tiene el Ministerio de Comunicaciones. Y entrega becas, como lo hace el Ministerio de Educación. En tanto, las actividades de protección social son foco de denuncias. Almacena alimentos al punto de vencimiento, concentra los comedores sociales en áreas urbanas y no llega a los que padecen hambre, mientras que las transferencias monetarias están estancadas. Para este último rubro le asignaron 476 millones y la ejecución a septiembre apenas llegaba al 60%. 

    El Maga tuvo más presupuesto que el Mides en 2022: 1,607.3 millones versus 1,406.1 millones de quetzales. Ni el Ejecutivo, ni el Legislativo tienen intenciones de reorientar las funciones de los dos ministerios. El Maga programó menos presupuesto para alimentos en 2023. De 318.9 millones en el periodo actual, pasará a 187.6 millones si el Pleno de diputados no hace modificaciones. En cambio, para Servicios para el Mejoramiento de la Producción Agrícola pasará de 9 a 189 millones de quetzales, sin que se conozca el destino que tendrá la inversión de estos fondos. 

    Acciones para cambiar el futuro

    En Chicamán, del departamento de Quiché, Herculano Alvarado lleva un reporte en un cuaderno de doble línea con el nombre de cada jefe de hogar y la pérdida de maíz que cada uno tuvo por la tormenta Julia.  Como coordinador del Cocode, señala que cumple con su responsabilidad de llevar este registro para comunicarlo a las autoridades. «Hace tres o cuatro meses fui a la aldea Pancur, porque me invitaron a una reunión del Sesan y nos dijeron que iba a venir ayuda», dice.  A este líder comunitario le tiene que sobrar la paciencia. Le pidieron que llenara una solicitud, pero los víveres todavía no llegan, a pesar de la necesidad alimentaria cotidiana. La municipalidad le ofreció láminas para diciembre o enero del próximo año y espera respuesta de la petición que le hizo a la hidroeléctrica, porque el río Chixoy se rebalsa sobre los caminos, siembras y amenaza con erosionar el cerro en el que están las viviendas.

    En la aldea hay 48 familias. Aunque todos se dedican a la agricultura, no han podido incorporarse como productores de verduras para la escuela, porque ninguno de ellos tiene excedente para vender. Intentaron implementar un proyecto de hortalizas pero «le pegó el hongo» y se perdió. Una entidad internacional desarrolla un proyecto que otorgará cinco desembolsos de 700 quetzales mensuales a un grupo de madres con niños y niñas de menos de cinco años. Del gobierno no saben nada desde 2021, cuando les entregaron los alimentos por la COVID19. «Ya nos conformamos, porque no nos escuchan», apunta el líder comunitario.

    En la aldea Plan Grande, Chicamán, Quiché, elaboraron un listado de afectados por las lluvias. El reporte del líder comunitario, primero en la lista, informa del número de cuerdas que cada uno perdió y que consistía en la reserva para sus familias

    Este relato sirve para entender la visión de Rolando Cifuentes, director del Centro de Estudios Agrícolas y Alimentarios de la Universidad del Valle. Después de haber acompañado a comunidades afectadas por la sequía en 2013-2016 y de ver el impacto en la agricultura por el exceso de lluvias, señala que hay dos cosas que el Maga debería hacer para atender a quienes desarrollan la agricultura familiar: más desarrollo en investigación y mejores esfuerzos por dar asistencia técnica. «Hay poco apoyo de la Senacyt (Secretaría Nacional de Ciencia y Tecnología)» dice, cuando se necesitan esfuerzos para dar asesoría técnica a los productores porque esto «puede cambiar sus circunstancias».

    Una de las acciones que sugiere implementar es la creación de bancos de semillas criollas para que los productores puedan usarlas en caso de una pérdida. En la actualidad, cuando se pierde una cosecha desaparece la tradicional reserva de la mejor semilla para una segunda siembra y se obliga a la compra de granos modificados. Otra sugerencia de Cifuentes es ampliar las capacidades para las reservas de agua, porque con la variabilidad climática es probable que en el futuro regrese el fenómeno del Niño con ausencia de lluvias. 

    Cifuentes explica que para implementar estas acciones, el Maga debería cambiar el sistema de contratación de los extensionistas rurales, que son los encargados de ayudar a los agricultores a mejorar sus prácticas productivas. A los extensionistas les contratan como personal temporal y muchas veces son seleccionados por su trabajo en campaña política y sin contar con las capacidades técnicas requeridas. En el proyecto de presupuesto 2023, en la sección de Gestión por Resultados, el Maga indicó que otorgará estipendios a 47,412 jóvenes para que presten servicio cívico como extensionistas rurales. El presupuesto para este programa será de 34.1 millones de quetzales si el Congreso lo aprueba.

  • Crisis alimentaria en Guatemala: ¿Está el gobierno tomando medidas para atenderla?

    Crisis alimentaria en Guatemala: ¿Está el gobierno tomando medidas para atenderla?

    Mientras el gobierno despilfarra fondos en compras y proyectos cuestionados, abandona a la población más vulnerable: 400,000 guatemaltecos se encuentran en situación de crisis alimentaria y cerca de 3 millones están bajo amenaza de llegar a esta situación crítica.

    En  junio del presente año el gobierno presentó el Programa Nacional de Emergencia Conflicto Rusia Ucrania en respuesta al alza en alimentos básicos como el trigo, el maíz y el frijol e insumos agrícolas. Sin embargo, la asignación presupuestaria de más de 6,000 millones de quetzales se destinó mayoritariamente a fines distintos tales como el proyecto de mejoramiento de la infraestructura vial y el subsidio de combustibles que han sido tachados de clientelistas.  Así, sin fondos suficientes para resolverla y en manos del Maga y el Mides, la crisis alimentaria amenaza con llegar a ser crítica para cerca de tres millones de guatemaltecos sin que se avizore la acción efectiva por parte del Estado. Esta entrevista con Erick Coyoy, investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Proyección de la URL (VRIP), nos permite comprender la gravedad del problema y la ineficiencia en el uso de la suma asignada para resolverlo.

    Ha resultado evidente el impacto que la invasión de Ucrania ha provocado en el alza de los precios del petróleo y cómo esto ha incidido en los precios de los combustibles en Guatemala.  Pero quizá necesitamos comprender mejor el impacto que tendrá sobre los precios de los alimentos.  ¿Nos podría explicar qué factores afectan y afectarán el precio y producción de alimentos? 

    Como resultado del confinamiento durante la pandemia, todo el volumen del comercio internacional se redujo y, cuando se dio la reactivación económica en el 2021, las empresas no pudieron reaccionar rápidamente a la demanda. Eso trajo presiones inflacionarias. 

    En febrero del 2022 esta presión se volvió crítica debido a la intervención militar de Rusia en Ucrania.  Además de crear problemas de insuficiencia de oferta, generó especulación en los mercados mundiales y, de inmediato, un repunte en el precio del petróleo y del gas natural que es un combustible muy utilizado en los países desarrollados. 

    Es importante resaltar que el gas natural también sirve para la producción de fertilizantes directamente vinculados con la producción de alimentos. De esta cuenta, se produjo un repunte en el precio de los fertilizantes a nivel mundial.  

    Erick Coyoy, investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Proyección de la URL (VRIP)

    El bloqueo comercial a Rusia, así como las condiciones de guerra en Ucrania, generaron escasez en el suministro para el mercado mundial de alimentos.  Según el índice del precio mundial de los alimentos emitido por la FAO, entre junio y julio del 2022 el incremento ha sido de un 30%. 

    Por otra parte, tanto Rusia como Ucrania son productores muy importantes de trigo que es un alimento básico. También el maíz se está viendo afectado y, seguramente, es el producto que más impacto está teniendo a nivel local. No solamente se trata de un problema de precios altos. Para la población de más bajos recursos, es una amenaza real para su seguridad alimentaria que generalmente es precaria. Hay que considerar que, en el caso del maíz en Guatemala, el precio prácticamente se ha duplicado, desde principios del 2021 hasta mediados del 2022 subió de Q100 que costaba el quintal de maíz a Q200 en el mercado La Terminal que es un referente muy importante para el precio nacional. 

    ¿Qué debemos entender por crisis en la seguridad alimentaria? 

    Guatemala siempre tiene problemas estacionales en la disponibilidad de alimentos. Esto quiere decir que, debido a los altos niveles de pobreza, la gente no logra contar con un flujo permanente de ingresos para comprar alimentos en las épocas en las que sus propias cosechas de subsistencia no están disponibles y eso genera episodios de «hambre estacional», como le llaman las instituciones de gobierno.  
    Cuando a esta situación añadimos eventos climáticos cada vez más frecuentes y que afectan de manera más dura a los agricultores, especialmente en regiones vulnerables como el corredor seco, la capacidad de alimentarse de las familias se reduce y entran en una crisis. 

    Si a la situación añadimos lo que hablábamos antes: el fuerte incremento del precio del maíz blanco, y segundo por el incremento de precio de los insumos agrícolas como el fertilizante, resulta previsible que se agudicen los problemas de provisión alimenticia. Precios altos de productos de consumo y precios altos de insumos para la producción agrícola. La expectativa es que la producción de alimentos para el próximo año se vea disminuida pues los agricultores no contarán con los fertilizantes para generar la productividad usual en sus cultivos.

    La milpa, los árboles y una de las canoas que usaron los vecinos en la Aldea La Playa, Panzós, Alta Verapaz, para recorrer la inundación y tratar de recuperar la milpa que se dañó por el desborde del Río Polochic, en junio

    ¿Podría elevarse el récord histórico de desnutrición dadas estas circunstancias extraordinarias?   

    Sí, principalmente lo que se refiere a desnutrición aguda, derivada del hambre. El Programa Mundial de Alimentos hace un informe todos los años acerca de la situación hambruna en el mundo. La expectativa es que esta situación se deteriore el próximo año. En el caso de Guatemala, esta situación se agrava por la inestabilidad climática que hemos venido experimentando los últimos años.  La estación lluviosa apenas ha empezado y ya hemos visto situaciones de lluvias extraordinariamente fuertes, inundaciones severas que seguramente afectarán áreas de cultivo agrícola.  

    El gobierno no ha hecho nada para atender el problema y tampoco tenemos una estimación de daños. Pero, lo que es seguro es que habrá un desabastecimiento para la población. Debemos tomar en consideración que la mayoría de los guatemaltecos vive en áreas rurales y depende de los cultivos de subsistencia para su propio consumo. Al verse afectados por altos precios y una temporada altamente lluviosa, su disponibilidad de alimentos puede verse afectada. 

    ¿Cuál es el número de guatemaltecos que tentativamente estará en situación de crisis alimentaria?   

    Actualmente, unas 400,000 personas están ya en una fase de crisis de seguridad alimentaria porque no logran abastecerse de suficientes alimentos para no pasar hambre.  Lo que puede ocurrir en el 2023 es que esta cantidad de personas en situación crítica se eleve significativamente. 

    “Hasta ya le salieron raíces a las mazorcas” comentaban los vecinos de Panzós, Alta Verapaz, en junio, al observar los efectos de las inundaciones en las cosechas

    Y aun cuando no están en crisis, alrededor de 3 millones de guatemaltecos están en situación de riesgo, es decir, no se ha concretado la situación de hambruna, pero el riesgo es real. Si la situación se sigue deteriorando, por lluvias, inundaciones, pérdida de cultivos podemos llegar allí con esa cifra tan elevada de personas.

    ¿Conforme a sus afirmaciones anteriores, actualmente esos 400,000 guatemaltecos ya deberían estar recibiendo una asistencia directa por parte del gobierno?

     Sí, efectivamente, eso es lo que debería ocurrir. La misma Plaza Pública ha documentado que hay personas que apenas logran abastecerse para un tiempo de comida al día. Y es precisamente porque la asistencia del gobierno no llega. Ni el Mides, ni el Maga cumplen con su función de atender a estos segmentos más necesitados. 

    En el informe  publicado, se indica que hay áreas geográficas de Guatemala más afectadas. ¿Cuáles son los departamentos?  

    Todo el altiplano occidental: Quiché, Huehuetenango, Totonicapán, Alta Verapaz, y, además Chiquimula en el corredor seco. Pero en el altiplano occidental el problema se agrava, pues es allí donde más golpea  el cambio climático. El trastorno que ha ocurrido en el régimen de lluvias que ya no es confiable. A los agricultores les afecta seriamente esta inestabilidad pues no pueden producir sus cultivos como lo han hecho siempre. 

    En junio de este año el gobierno de Guatemala presentó el Programa Nacional de Emergencia conflicto Rusia Ucrania con una asignación de 6,741 millones de quetzales el cual se anunció como «destinado a la población más vulnerable».  ¿Realmente se está destinando a la población más vulnerable este dinero? 

    No. Lamentablemente, no hay acciones concretas nuevas para la población con alto riesgo de seguridad alimentaria que es, sin duda, la más vulnerable. Por ejemplo, dentro de esta cifra más de la mitad (Q3,191 millones) están destinados para un programa de infraestructura vial, aprobado por el Congreso de la República.  La experiencia nos demuestra que este tipo de proyectos no llegan a la población más necesitada. Inclusive, por los problemas de corrupción, quizá ni siquiera llegan a finalizar los proyectos planteados, aunque sí se pagan los fondos. 
     
    Además de esta cifra tan elevada, también se asignaron más de 2 millones de quetzales al Ministerio de Energía y Minas para el subsidio a los combustibles. La evidencia demuestra que la población más necesitada no se va a ver beneficiada por este subsidio. En el caso del diésel muy parcialmente pues se utiliza para el transporte de alimentos y de personas. Pero en el caso de la gasolina son los automóviles de lujo los que más la utilizan. 

    El tráfico intenso en el centro de Chimaltenango, al atardecer del 30 de noviembre 2016

    Apenas se anuncian 450 millones para seguridad alimentaria, pero no se sabe si son recursos adicionales a los que ya manejaba el presupuesto aprobado para este año al  Maga. Hasta junio, los tres ministerios con más baja ejecución eran Comunicaciones,  el Maga y el Mides que, desafortunadamente, se han convertido en los más ineficientes ejecutores del gasto público.

    La decisión de subsidiar los combustibles dada la magnitud de la crisis alimentaria no parece muy razonable.  Aparte, según lo demuestra su estudio, no es sostenible. 

    Efectivamente, el subsidio a los combustibles terminó en julio. En agosto, todos los usuarios quedaremos sujetos a los precios internacionales. Afortunadamente, en este momento los precios están bajando, porque los países desarrollados han empezado a tomar medidas para contener la inflación en sus países y esto ya incidió en la reducción del precio del petróleo, pero realmente quedamos sujetos a los vaivenes de los precios internacionales, no es que esta medida de gobierno haya sido una solución. De hecho, en  julio las reducciones leves que vimos fueron consecuencia de la baja internacional de los precios y no a una medida de subsidio. 

    ¿Cree usted que este subsidio resultó en una medida populista sin impacto para la gente más necesitada? Pareciera un desperdicio de los recursos. 

    Totalmente demagógica y populista. El problema mayor no es solamente lo limitado de la capacidad del gobierno para sostener un subsidio como el de los combustibles, sino que además no beneficia a la población más necesitada. Hogares con 3, 4 vehículos son los más beneficiados en lugar de apoyar a hogares donde las personas no pueden comprar alimentos para comer tres veces al día. 

    Otra cuestión que ustedes analizan es que la gente que utiliza el transporte público no ha sido beneficiada con la reducción en el precio de los pasajes. 

    Ese es otro problema. La PDH hizo una estimación de que las personas que se movilizan a pie llegan a gastar hasta Q40 en transporte al día para movilizarse a su trabajo. Se están gastando la mitad de su salario en transporte público. Esto les deja una muy reducida capacidad para sus necesidades de alimentos y otras cosas básicas. 

    El desborde del río Polochic provocó inundaciones y obstaculizó el tránsito de vehículos en las áreas más afectadas, dejando a la población más aislada de lo habitual

    ¿Cuál fue el monto de la asignación destinada a la crisis alimentaria en este programa de emergencia?

    Fue de  Q450 millones. No se anuncia si son fondos adicionales al presupuesto ya asignado al Maga y al Mides. El presupuesto aprobado por el Congreso de la República para este año no contemplaba el escenario de crisis en el que estamos. No se tiene certeza de que realmente el gobierno está atendiendo este problema con fondos adicionales, o si solamente se tomó la decisión de que los fondos ya existentes se designen a la emergencia. 

    No existe información clara de si el gobierno está haciendo algún tipo de esfuerzo para apoyar a las personas en crisis alimentaria. Hasta finales de junio no había ninguna evidencia de una asignación adicional en el presupuesto.

    ¿Hay programas específicos contemplados en el programa presentado por el presidente de la República para paliar la crisis de la guerra en Ucrania a través del Maga? 

    En el caso del Maga (que es el que debiera atender a los pequeños productores), existe un programa de apoyo a la agricultura familiar. Se supone que debe dar asistencia técnica y capacitación e insumos a los agricultores para mejorar su producción.  Este programa está destinado a cerca de 700,000 familias. Desafortunadamente, cuenta con muy pocos recursos.  Además, lo que encontramos es que el ministerio no tiene las capacidades de ejecución del magro presupuesto. 

    Por ejemplo, se habla siempre de abastecer a los agricultores de semillas, de fertilizantes e insumos para la producción, pero estos apoyos casi nunca llegan. Como antes mencioné, el Maga es uno de los ministerios de más baja ejecución del gobierno. O sea que, no solamente tiene un presupuesto insuficiente, sino que además no lo ejecuta. 

    El pasado 5 de julio, la Municipalidad de Panzós, en colaboración con el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación – MAGA – hicieron entrega de productos de siembra a lideresas y líderes comunitarios en respuesta a los daños de las inundaciones

    El Maga antes hacía distribución de alimentos. Esa función se la quitaron y se la trasladaron exclusivamente al Mides pero, hasta junio, el Mides no tenía ningún resultado concreto en relación a este tema. Esta inactividad se refleja en que, debido a que el Mides no tiene la capacidad de ejecutar esta política pública, acude al apoyo del Programa Mundial de Alimentos. Esta organización apoya al gobierno haciendo la compra y distribución de alimentos a poblaciones necesitadas. 

    Hasta este momento, no se ha iniciado ninguna acción en este sentido, a pesar de que ha sido bastante anunciado.  El mismo presidente de la República ha dado declaraciones en el sentido de que están haciendo una gran compra de alimentos, pero hasta el día de hoy no está ejecutado ese presupuesto.

    ¿Existen programas específicos en el Mides definidos para paliar la nueva crisis?

    Durante la crisis del COVID-19, la asistencia del Mides a la población más vulnerable, con ocasión de la pandemia, fue principalmente de transferencias monetarias que le llamaron Bono Familia.  Se anunció que entregaron hasta Q3,000 a los hogares más necesitados.  Por esta vía utilizaron unos Q6 mil millones. 

    Otra área de intervención fueron Q1 mil millones entregados para la compra de alimentos para los hogares de más bajos recursos.  Estos fondos se destinaron a personas que no cuentan con acceso a una cuenta bancaria o a un contador de energía eléctrica que fueron los mecanismos para identificar a quienes se les hizo transferencias. Por esta razón, el gobierno acudió al Programa Mundial de Alimentos para que apoyara en la compra y distribución de estos como mecanismo para que llegara la población más precaria. Eso solamente se hizo durante el 2020 y seguramente ayudó a estas personas a sobrellevar la situación de ese año. El problema es que solamente fue por un año. Ya en el 2021 no operó ese programa, ni el Bono Familia, ni la compra de alimentos. 

    El sistema de abastecimiento de agua de una familia en el área rural de Panzós, Alta Verapaz

    En el 2022 estamos de nuevo en un escenario de crisis para esa población y no hay ningún programa similar, a pesar del anuncio de que este programa iba destinado a proteger a la población más vulnerable. Hasta el momento no se ha ejecutado nada en este sentido.

    El presidente de la República se ufana de la buena situación financiera de Guatemala. ¿Tomando en cuenta esta crisis que opinan ustedes de esta postura? 

    Básicamente se debe al poco apoyo que recibieron las personas más necesitadas. La respuesta fue mínima en el 2020 y prácticamente nula en el 2021 y 2022. Hasta este momento, no hay ninguna respuesta para la emergencia que está viviendo la población más vulnerable por inflación en los precios de alimentos y por lluvias torrenciales que tuvimos en junio. 

    Como usted mencionaba antes, ya se ha producido con el invierno que inicia la inundación de parcelas y muchas personas se quejan de la burocracia para obtener ayuda. ¿Han ustedes determinado cómo son estos trámites que se le exigen a los campesinos con necesidad de ayuda?

    En campo no lo hemos hecho. Pero a través de entrevistas con funcionarios del Maga nos hemos enterado de que la distribución de alimentos se realiza a través de las municipalidades que elaboran los listados de beneficiarios. Lamentablemente, este procedimiento hace que estos listados puedan estar cargados con un sesgo político. Los distintos gobiernos se han negado a realizar un registro de beneficiarios de asistencia social que sería el mecanismo idóneo.  Este procedimiento es el que manejan otros países para atender crisis como la que actualmente tenemos.

    Lideresas y líderes de aldeas en Panzós asisten a una reunión convocada por la Municipalidad y el MAGA el pasado 5 de julio

    Los registros de personas necesitadas sirven para identificar fácilmente a los beneficiarios en tiempos de crisis. Debido a esta carencia, en el 2020 cuando se aprobó el Bono Familia, no sabían cómo identificar a los más necesitados y acudieron al consumo de energía eléctrica, sin embargo, un segmento importante de la población no cuenta con este servicio. Los más necesitados se quedaron sin apoyo.  A pesar de la experiencia del 2020, el gobierno no sistematizó esta información. Hoy, los ministerios del Maga y Mides carecen de sistemas de identificación de beneficiarios que les permita ser ágiles en la asistencia que deben entregar a las personas más necesitadas. 

    ¿Qué recomendaciones haría al gobierno para atender con eficacia la crisis alimentaria que se avecina?

    Lo primero sería implementar mecanismos de ejecución eficientes en el Maga y el Mides. En el 2020 se acudió al apoyo del Programa Mundial de Alimentos para la compra y distribución de estos, destinados a esa población que no pudo llegar a la transferencia monetaria. Se debería activar un mecanismo similar. 

    María Eugenia García, 61, enseña la cosecha arruinada en el campo que renta su sobrino, después del paso de la última inundación, en Suchitepéquez, a principio de junio

    En el programa sí está anunciado, pero no solamente es un tema de compra también tiene que haber eficiencia en la distribución porque muchos alimentos que se compran se pierden porque no se distribuyen. En el 2020 hubo evidencia de alimentos que fueron embodegados por los alcaldes y que se perdieron ya que no fueron almacenados correctamente. 

    Se debe contar con un mecanismo eficiente de distribución y también con recursos adicionales a los recursos aprobados para el presupuesto el año pasado por el Congreso. Porque si no estamos hablando de que no hay un esfuerzo extra. 

    El presidente habla de disponibilidad de recursos. Lamentablemente eso ya no es cierto. El año pasado terminaron con un saldo favorable de 12 mil millones de quetzales, pero prácticamente ya se gastó en la ampliación presupuestaria destinada al Micivi para el mejoramiento de infraestructura vial y para el subsidio de combustibles. 

    De esa cuenta, tuvieron que pedir la aprobación de un préstamo al Banco Mundial durante mayo que fue aprobado de manera sumamente ágil y extraordinaria por el Congreso y, ahora, el ministro de Finanzas está hablando de un nuevo préstamo de 400 millones de dólares por el BIRF (Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento) precisamente porque la disponibilidad de fondos está agotada. 

    En este momento, el gobierno solo cuenta con la recaudación ordinaria, pero con el riesgo de que, si esta crisis económica se extiende, la recaudación ordinaria también puede decaer. Por esta razón, el ministro de Finanzas sí habla de la necesidad de un nuevo préstamo, a pesar del discurso optimista del Presidente, pero no es claro que el Estado tenga esa solvencia.

    Campesinas de Panzós en un campo completamente inundado después del desborde del Río Polochic, en junio

    El presidente habla del buen desempeño de la macroeconomía en el país, sin aclarar que esto se debe en gran medida al enorme aumento de las remesas. ¿Qué piensa usted de esto?

    Las remesas son un factor que para nada depende del gobierno. Más bien refleja el abandono de la población que da lugar a la emigración y, por consecuencia, al aumento de las remesas familiares. 

    Los flujos migratorios no se detienen. De hecho, las cifras del 2022 para la población retornada por deportación se han incrementado sustancialmente respecto del año pasado. En el 2020 hubo una baja muy importante por la pandemia, pero antes de la pandemia la cifra alcanzaba unas 20,000 personas deportadas al mes. Estamos volviendo a esas cifras. Esto quiere decir que los flujos de salida no se detienen, porque las personas no encuentran ninguna posibilidad de desarrollarse en el país.

  • La Guatemorfosis alimentaria

    La Guatemorfosis alimentaria

    Bolsitas metalizadas brillan afuera de cada kiosco en Guatemala. En un país en que la desnutrición infantil convive con la malnutrición, las frituras y gaseosas de las multinacionales ocupan las tiendas y se han vuelto parte esencial de la dieta. Reemplazaron al maíz o las frutas y, bolsa a bolsa, botella a botella, construyen un futuro malnutrido.

    La carretera atraviesa por el medio del pueblo. Es uno de esos caminos impúdicos que permiten ver -de pasadita- negocios y casas de puertas abiertas. Pasan personas caminando, también algunos autos. Las pick-up que transportan pasajeros de un pueblo a otro y los tuc-tuc.

    Santa Catarina Palopó es un pueblo maya kaqchiquel junto al Lago de Atitlán, un gran espejo de aguas verde-azuladas rodeado por tres volcanes. Tierra de tejedoras, artesanos y artistas.

    Unos mil quinientos metros tiene el pueblo a lo largo y 3.924 habitantes. Junto a la carretera hay tortillerías, a mano amasan el maíz durante horas. Hay varias tiendas de artesanías donde las mujeres están tejiendo en telares de cintura. Una panadería, una pizzería, un par de pequeños restaurantes, una venta de pollo rostizado y una cerería, la fábrica de velas muy requeridas para misas y fiestas varias. También hay muchas tienditas, kioscos.

    Camino los mil quinientos metros, de una punta a la otra, en busca de frutas. Me sorprende porque en la capital hay montañas de frutas en mercados, supermercados y puestos callejeros que son como carretas. Al visitar este pueblo indígena esperaba encontrar más frutas todavía, pero no.

    En un pequeño mercado ofrecen algunas verduras, frijol y arroz. Enfrente, dos tiendas venden los únicos vestigios de fruta: mango y piña cortados, algo oxidados ya y en vasos de plástico. No hay guayabas ni plátanos ni otras opciones. Lo que sí hay son bolsas de frituras ultraprocesadas.

    Afuera de todos los negocios -no exagero, de todos- cuelgan tiras con pequeñas bolsas metalizadas que brillan más cuando les da el sol. TorTrix es la marca infaltable.

    Pequeñas bolsas metalizadas, la tentación por todas partes.

    Una empresa fundada en 1961 por los guatemaltecos René Menéndez y Nashin y Enrique Misshan. Con décadas de historia y una estrategia de marketing infalible: vincular a la marca con la identidad nacional. Aunque se sigue vendiendo como guatemalteca, ya es propiedad de la transnacional Frito Lay/PepsiCo. La marca detrás de la gaseosa y de la mayoría de los snacks que se venden en el mundo también está adueñándose de este lugar.

    Un ron emborracha (y contamina) al río Popohuá

    La tienda de Ramos Matzar Pérez está en la esquina más concurrida del pueblo: frente a la iglesia, donde la carretera cruza con el camino al embarcadero. Justo ahí donde todos pasan, turistas y locales. Ramos, de cabello encanecido y gesto serio, no espera a sus clientes detrás del mostrador sino delante. Sentado junto a una mesa mientras revisa el periódico. Lo hojea con sus manos rugosas, tiene 72 años.

    Aunque en su tienda hay largas tiras de TorTrix, enseguida advierte: “Yo no como eso porque hace daño a la panza. Se pone la panza de piedra, dura dura”. (Tal vez se deba a los ingredientes que componen el producto: glutamato monosódico, ácido cítrico, oleorresina de páprika, dióxido de silicio y fosfato tricálcico).

    Ramos Matzar en su tienda

    Ramos habla un español quebrado porque es su segunda lengua, aquí las personas se comunican en kaqchiquel, su lengua natal. “Cuando yo era niño no existía todo lo que estamos viendo ahorita”, dice y recuerda su infancia de frutas que nombra con añoranza: tecojote, matasano, zipes, guayabas, níspero, jocotes. “Sólo esa fruta comíamos nosotros, cuando estábamos en la escuela sólo eso”.

    Se producían aquí mismo, en cerros que ya no tienen los árboles o si aún existen están los frutos pudriéndose en el piso porque a nadie le interesan. Recuerda el comerciante que antes las tiendas vendían frutas, que usaban más panela que azúcar refinada, que no había plástico ni mantequilla ni aceite.

    Ahora a su tienda llegan los niños de Santa Catarina Palopó pidiendo las pequeñas bolsitas platinadas con 24 gramos de producto. Son accesibles: cuestan un quetzal, es decir unos 14 centavos de dólar. Mal negocio para el vendedor: cuando vende 12 paquetes Ramos gana sólo 2 quetzales y le genera 10 a la empresa de ultraprocesados; él gana 28 centavos de dólar y la transnacional se queda con 1.42 dólares.

    -Si gana tan poco, ¿por qué las vende?

    -Para adornar.

    Alimentos industriales potencian E.Coli

    A pocos metros de la tienda de Ramos, frente a la escuela del pueblo, por la tarde se instalan dos mesas. En una venden ultraprocesados, snacks y golosinas empaquetadas. En la otra hay plátano frito y pequeñas tortillas de maíz untadas con frijol. Los niños se arremolinan alrededor de los empaques brillantes. 

    ¿Por qué los niños guatemaltecos comen tantos TorTrix y bolsitas parecidas con sabores ajenos como Doritos, Lay’s, Cheetos? Don Ramos, con 72 años vividos y más de 40 atendiendo la tienda frente a la iglesia de este pueblo kaqchiquel, responde sin dudar: “porque es lo que hay. Porque desde que crecieron sí había ese producto”.

    Por el precio. Cuestan lo mismo que medio kilo de plátano pero en general las demás frutas tienen precios más altos: dos quetzales alcanzarían apenas para un melocotón/durazno nacional y necesitarían tener 24 quetzales -10 veces el snack- para comprar 5 naranjas (importadas). Frutas que además no se consiguen por aquí.

    El covid-19 recuerda que el modelo de producción de alimentos podría matarnos

    Es lo que el médico Joaquín Barnoya define como pantanos alimenticios. “Áreas con cuatro o más tiendas de esquina a 0.4 kilómetros de las casas”. Áreas con elevada proporción de alimentos no saludables. Llegó a ese concepto en 2020 después de mapear geográficamente la prevalencia de ultraprocesados en Guatemala: “Las tiendas de esquina en Guatemala venden principalmente refrigerios y bebidas azucaradas densos en energía y pobres en nutrientes, que son muy comercializados y consumidos por los niños de entre 8 y 10 años”, dice parte de un artículo científico elaborado junto a Aiken Chew y Alyssa Moran. Una mezcla inquietante de textos y mapas.

    Con maestría en Salud Pública, especializado en tabaquismo, obesidad y nutrición, Barnoya ha documentado el camino hacia la debacle. Desde 2014 publica artículos científicos advirtiendo sobre temas como la relación entre publicidad y obesidad en adolescentes;  el etiquetado engañoso; y en 2020 pantanos de alimentos. Sus estudios han salido en algunas de las revistas científicas más importantes del mundo como International Journal of Obesity (de la editorial Nature) pero en Guatemala nadie quiere leerlos. Aunque los ha compartido con periodistas locales, no los publican. “Wendy’s les tiene una página entera a la semana; Pepsi les tiene otra página, y como todos están acostados en la misma cama, dicen ‘No, no, no. Cuidadito con esos mapas, eso no va’”.

    Las razones del silencio son obvias: dinero, poder. Sólo por citar un ejemplo: En mayo de este año Frito Lay inauguró en Guatemala un centro de distribución que costó al menos 27.1 millones de dólares, en palabras de la corporación: “para seguir fortaleciendo el HUB de la región centroamericana”. Desde Guatemala, “nuestra planta más exportadora y grande de la región”, abastecen también a Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá, según datos que el corporativo entregó para este reportaje. Un informe que también detalla: “empleamos a más de 3,200 personas de manera directa, más de 10,000 empleos indirectos en Guatemala”.

    Aunque los ha compartido con periodistas locales, no los publican. “Wendy’s les tiene una página entera a la semana; Pepsi les tiene otra página»

    En la capital guatemalteca, con sus hijas de 10 y 12 años sentadas al lado, el doctor Barnoya dice: “Los artículos sólo han servido para agrandar mi currículum y mi ego, cambios en políticas institucionales no se han logrado. Para eso se necesita una sociedad civil organizada, medios de comunicación independientes, se necesita más”.

    Habla con la aceleración de quien tiene muchos datos para compartir. Hila un tema con otro. Muchas veces responde con nuevas preguntas. Nombra dos factores fundamentales en el pantano alimenticio que atora a niños y adolescentes: los ultraprocesados (esas bolsas metálicas) y la comida rápida (sorprendentemente exitosa aquí, tanto que fue en Guatemala donde se inventó la cajita feliz de McDonalds y en la capital es brutal la colonización gastronómica modelo estadounidense). Son enemigos complejos porque “cuando uno mira la cantidad, la fuerza y lo bien diseñado del mercadeo, nada es por casualidad. Las góndolas de los supermercados están diseñadas para eso. Los empaques de los ultraprocesados también: los colores que usan, los precios”.

    Con base en sus estudios hay datos preocupantes: “En 2015, el 28% de los estudiantes guatemaltecos de 13 a 17 años tenían sobrepeso y el 7% eran obesos. La mayoría de los estudiantes (65%) informaron beber refrescos al menos una vez al día”.

    Fíjese en la campaña de Pepsi, recomienda.

    Las montañas son verdes y el cielo bien azul. Es la Carretera Panamericana en el Altiplano Central de Guatemala.

    Un gran anuncio muestra a una mujer bebiendo una botella de Pepsi con los ojos cerrados, gesto de placer. Es indígena de piel morena, tiene cabello oscuro y lleva huipil, un vestido tradicional. En su mesa hay tortillas, platillos nacionales, detrás una iglesia colonial y junto la oferta: 2.5 litros de refresco por 11 quetzales (1.5 dólares). 

    Un megacolector para Atitlán: la disputa por las aguas negras

    Guatemorfosis.

    Así se llama la campaña publicitaria de Pepsi en Guatemala, país que ocupa el lugar 127 de 189 en el índice mundial de desarrollo humano. El parámetro que considera esperanza de vida, educación e ingresos, entre otras variables, pone a Guatemala entre los cuatro peores ranqueados del continente junto a Nicaragua, Honduras y Haití. Dentro de ese difícil vivir, quienes sufren uno de los principales problemas son los niños: uno de cada dos menores de cinco años está desnutrido.

    Desde hace décadas la desnutrición crónica en menores de 5 años oscila entre 45 y 50% y la desnutrición aguda ronda el 20%, según datos oficiales. En grupos indígenas el indicador llega al 58%: seis de cada diez niños y niñas indígenas no tienen alimentación suficiente ni adecuada.

    La desnutrición aguda es mucho peor de lo que suena: implica la muerte de bebés y niños. Y en quienes logran sobrevivir igual quedan marcas: “frena su desarrollo cognitivo y físico, con secuelas que sufren durante el resto de sus vidas (…) Es un factor de riesgo para la disminución de la supervivencia, la salud, la capacidad de aprendizaje y la productividad”.

    Hay que repensar las lecturas del problema, dice Lucrecia Hernández Mack, experta en salud pública: “Es cierto que la desnutrición crónica afecta e impacta el desarrollo de una población completa. Pero también empiezan a hablar de cosas que no son necesariamente ciertas como que la desnutrición crónica es irreversible. Que si a los dos años tú tienes una talla baja, automáticamente ya tenés problemas de desarrollo mental, ¿verdad? Eso estigmatiza un montón”.

    Abejas, aliadas en la seguridad alimentaria y nutricional

    Hernández Mack fue la primera mujer ministra de Salud de Guatemala (2016). Es médica con años de investigación, activista, diputada del opositor movimiento Semilla. Una mujer de mirar fuerte y hablar amable aunque tajante.

    Le preocupa que nacer en la pobreza sea una condena de por vida para la mitad de los niños y niñas guatemaltecos. Una visión que, dice, sostiene (y reproduce) políticas equivocadas como centrar la atención únicamente en la llamada ventana de los mil días o los primeros dos años de vida.

    Porque “son clave pero no significa que no haya oportunidades en el resto del desarrollo para recuperarlo, como en la edad escolar y en la adolescencia. El desarrollo intelectual se ha visto que no es solamente una cuestión de comida”.

    Enfocarse únicamente en los famosos mil días -y después sálvese quien pueda- evade “un perfil epidemiológico complejo”: un lugar en que entre las primeras diez causas de muerte también están diarrea, neumonía, enfermedades relacionadas con diabetes, cirrosis, heridas por arma de fuego y accidentes.

    Es decir, pobreza. El perfil epidemiológico de un país desigual donde los niños son pobres y desnutridos al mismo tiempo que comienzan a ser obesos. “La otra cara de la moneda”, dice Hernández Mack, “un problema que se oculta mucho”.

    Desnutridos y obesos, lo que se conoce como doble carga. María Fernanda Kroker, maestra y doctora en nutrición poblacional, investigadora del Instituto de Nutrición de Centro América y Panamá (Incap), ilustra la paradoja: “madre con obesidad y niños con desnutrición, aproximadamente el 20% de la población. Guatemala tiene la prevalencia de doble carga más alta de todo el continente”.

    Kroker cuenta con un largo currículum en estudios de ambiente alimentario, dieta y estado nutricional de los niños en edad escolar en las comunidades rurales. Ojos grandes, mirada atenta, se ve tan preocupada como emocionada al hablar de temas que en Guatemala parecen vedados.

    Cuenta que han visto crecer la obesidad en 25 años, primero en áreas urbanas y clases más acomodadas (ahí donde los ultraprocesados ya invadieron) pero el fenómeno se extiende ahora a los más pobres, que son mayoría: “un grupo más vulnerable, las personas que si se llegan a enfermar más van a sufrir porque no tienen cómo sufragar una enfermedad crónica como la diabetes”.

    Desde el Congreso una, desde la academia la otra, Kroker y Mack miran con preocupación el ascenso simultáneo de estos dos graves problemas de salud pública que tienen a niños y adolescentes en la mira. El referente de su miedo es el país vecino, México, donde tres de cada diez niños de entre 5 y 11 años sufren obesidad y sobrepeso, según datos oficiales. Mexicanizarse, que hasta ahora era sinónimo de tornar en país violento asolado por el narcotráfico, ha pasado a significar también epidemia de obesidad, sobrepeso, diabetes.

    De los niños, dice Kroker, “no tenemos estadísticas pero sabemos que aproximadamente el 30% tienen sobrepeso”.

    -¿Es reversible aún?

    -Hemos analizado tendencias. Vemos que a partir de los 15 años sobrepeso y obesidad crecen un 1% porcentual cada año. Vamos a ser como México, pero además no hemos salido del problema de la desnutrición.

    Y mientras todo eso sucede, épicos comerciales de la Guatemorfosis que busca PepsiCo. Con el cineasta más destacado del país (Jayro Bustamante), la actriz del momento (María Mercedes Coroy), como también científicos, deportistas, emprendedores, artesanos y cocineros. Todo ellos tomando Pepsi en videos y carteles que aparecen desde hace cinco años con el siempre complejo tono de lo nacional, la unidad y ahora también la pandemia por Covid. Con el lago Atitlán como fondo bonito, con el tono vacío de lo inspirador y sus pueblos indígenas como decorado mientras toman gaseosa.

    Directivos de PepsiCo no aceptaron realizar una entrevista para este reportaje. Sí compartieron información corporativa de ventas, numeralia y planes, así como un comunicado según el cual “Guatemorfosis nació para sembrar la idea de que todos los guatemaltecos son agentes de cambio y pueden aportar con sus actitudes, hábitos y costumbres a la transformación de Guatemala, mostrando su lado más positivo como personas y como país”.

    Pero la guatemorfosis que impulsan Pepsi y las transnacionales significa cambiar al maíz ancestral por frituras con químicos agregados. Y tal vez antes que eso significa desaparecer lo más básico, el agua.

    “Aguas” se le llama en Guatemala a las bebidas azucaradas. Así las venden, así las piden en las tiendas. Aquí las gaseosas se han instalado tan fuerte que hasta el nombre del agua borraron.

    En la única calle pavimentada hay una serpiente aplastada. Parece que algún vehículo le pasó por encima. La víbora no es pequeña, es más bien grande.

    Un grupo de niños pasa cerquita pero ni siquiera se detienen a mirarla. A ellos no les asusta, corren emocionados hacia una casa donde se detuvo una camioneta blanca y bajaron dos muchachos con una gran bolsa transparente: un cargamento de frituras y snacks de todos los colores en empaques pequeños.

    La serpiente va secándose con el sol, los niños corren hacia el depósito de comida chatarra.

    Tzununá es una aldea junto al Lago de Atitlán. Uno de los lugares más pobres de Guatemala: 89.2% de sus habitantes viven en la pobreza, sólo 3 de cada 10 asistieron a primaria, 6 de cada 10 no han tenido posibilidad de ningún estudio y el índice de desarrollo humano baja del 0.63 nacional a 0.42 (sólo tres países del mundo están por debajo de esa marca: Chad, República Centroafricana y Níger).

    Aquí la pandemia por Covid pegó fuerte, cuentan. Las autoridades cerraron caminos: nadie entraba ni salía para evitar contagios. Los campesinos aguantaban sus cosechas, los aldeanos racionaban la de por sí escasa comida. Así pasaron algunas semanas pero la situación fue tensándose porque los caminos estaban cerrados para los alimentos pero abiertos para los camiones de Pepsi, Coca-Cola y ultraprocesados.

    Organizados, algunos presionaron al alcalde para que regresaran frutas, verduras, carnes y algunos productos básicos que sostienen la frágil economía de la zona. Aunque en realidad, admiten, se consumen muchas bebidas azucaradas, TorTrix, sopas instantáneas y otros ultraprocesados.

    Lo que ocurre en Tzununá pasa también en otros pueblos, aldeas y ciudades. Lo confirman datos de Fernanda Kroker: “En niños el 30% del total de lo que comen (las infancias guatemaltecas) proviene de ultraprocesados. Es altísimo. Es esta alta disponibilidad, este mercadeo abundante y agresivo. Por los precios, comienza a ser más difícil accesar a los alimentos, la comida orgánica, saludable, que a una bolsita de ultraprocesados”.

    Tan naturalizados están esos productos que refrescos y sopas instantáneas son dos de los 27 ítems que las autoridades incluyen en el cálculo de la Canasta Básica Alimentaria

    ¿Cómo el lugar donde nació el maíz, la tierra de los mayas y el Popol Vuh, puede involucionar así? ¿Cómo las montañas verdes de volcanes y agua dan cada vez menos alimentos y cada vez más ultraprocesados a sus niños y niñas?

    Hay respuestas en el campo: un campo vaciado que ya no produce prácticamente nada. Que no es capaz de autoabastecerse. Que se expande entre monocultivos de azúcar -con exportaciones de 707 millones de dólares- y poca diversidad de alimentos reales para consumo interno. Tanto que se importan muchos productos básicos como maíz (US$254) arroz (US$43.6) o manzanas, aceite, margarina, leche, quesos, papel higiénico. Peras, uvas, naranjas, de todo: la lista parece infinita.

    “El 80% de los productores tienen menos del 10% de la tierra cultivable. Y los grandes productores comerciales, de palma africana, los exportadores, agroexportadores, concentran el resto de la tierra cultivable. Para azúcar y para lo que se exporta (café, banana, cardamomo)”, explica Jonathan Menkos, director del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales.

    Negocio redondo, la tierra en pocas manos y produciendo azúcar para luego venderla en mil formas de productos ultraprocesados aquí y en otros países, porque Guatemala se ha convertido en uno de los principales productores azucareros del mundo. Sólo en 2020, dos millones y medio de toneladas, de las cuales se exporta un 70%.

    Peor aún: la desigualdad perpetúa la imposibilidad de acceso a una alimentación nutritiva o siquiera a poder elegir qué comer, porque “el 80% de los trabajadores del país reporta un ingreso mensual de entre 52 y 450 dólares, según datos de la Encuesta Nacional de Empleo e Ingreso de 2019, antes de la crisis que vivimos. Están muy lejos de tener dinero suficiente, incluso para la canasta de alimentos”.

    Menkos, de hablar paciente y pedagógico, dice, “es una sociedad en donde hay un grupo muy reducido que todos los años se queda con el 52% de lo que se produce. Las encuestas de condiciones de vida nos decían en 2006 que el 1% más rico de la población obtenía al año 266 veces más ingresos que el 1% más pobre. En la encuesta de 2014, la brecha había incrementado a 522 veces.”

    Lucrecia Hernández Mack intenta en el Congreso destrabar el proyecto de ley de Promoción de Alimentación Saludable, que ingresó en 2018 y sigue estancado por falta de dictamen (paradójico) de la comisión de Salud

    Frito Lay inaugura su edificio de 27 millones de dólares en el mismo país en que hay enfermos de Covid tirados en el piso de hospitales públicos, sin camas siquiera. Los camiones de refresco llegan hasta la última aldea más pobre para envenenar a niños desnutridos mientras apenas un 6.8% de la población ha sido vacunada. Desde oficinas luminosas, con vidrios por paredes y mirando hacia las calles de la capital, Menkos y sus compañeros analizan impuestos, leyes, acceso a la información. Es un instituto privado que hurga en las pocas estadísticas oficiales que existen y construye datos propios. Desde esa trinchera resumen: “Guatemala tiene uno de los gobiernos más chicos en términos de presupuesto del mundo, somos el quinto país con el menor gasto público en el planeta”.

    Y ampliando la visión hacia toda Centroamérica aparece un dato a primera vista irrelevante: cerca del 75% de la población considera que sus autoridades gobiernan para alguien más. “Hay en la percepción general de los centroamericanos una idea de que la democracia no está dando los frutos que debería dar. No se está convirtiendo en algo concreto, en un plato garantizado de alimentos sanos en la mesa todas las noches”. Plato y política se cruzan. Menkos alerta sobre el peligro autoritario.

    Mientras el Estado se retrae, las corporaciones ganan terreno: tres gigantes (Walmart, Nestlé y Procter & Gamble) lanzan una campaña de promoción de “vida saludable”. Ofrecen atención médica e información. La letra chica: para participar en el sorteo hay que tener un ticket de compra cada semana y la disponibilidad es de 2,400 citas por semana para para una región con  37 millones de habitantes.

    Hoy en Guatemala existe un Viceministerio de Alimentación pero la mitad de los niños siguen desnutridos y la soberanía alimentaria, enunciada en leyes, parece inalcanzable. Como también resulta complejo avanzar lograr un etiquetado frontal y regulación de publicidad alimentaria dirigida a niños.

    Lucrecia Hernández Mack intenta en el Congreso destrabar el proyecto de ley de Promoción de Alimentación Saludable, que ingresó en 2018 y sigue estancado por falta de dictamen (paradójico) de la comisión de Salud. “En la discusión de la semana pasada, un par de diputados decían: ‘Hay que invitar a la industria, a las empresas para que nos vengan a decir cómo les afecta’. Y yo les decía: ‘discúlpeme, a mí me eligieron para poner la salud de la gente primero, no para andar ahí cuidándole los intereses a la industria alimenticia’. Los debates se atoran también por “gente que tiene mucho poder, mucha influencia. Que trabajan con los encargados de Pepsi y aguas-gaseosas. Personas que le hablan al oído al presidente”.

    El lobby que vemos en todo el continente, las estrategias de esta guerra, con un aliciente: hambre. Ese drama doloroso es usado para evitar leyes que limiten a los ultraprocesados en Guatemala. Porque “conceptualmente en un país con desnutrición, ponerle impuesto a la comida también es políticamente complicado. Nos dicen ‘se nos están muriendo los niños de desnutrición y ustedes le quieren poner impuestos’”, explica el doctor Barnoya.

    Siguen los comerciales repitiéndose en caminos y televisión. Siguen hablando empresarios y políticos en línea directa. Como espejos, las bolsitas de frituras encandilan a niñas y niños. Los refrescos son parte de la canasta básica. Las sopas instantáneas van reemplazando al maíz.

    Y el gigante de gaseosas y ultraprocesados, que acaba de lanzar una “transformación estratégica” hacia “Pep+ (PepsiCo Positive)”, con tinte ambientalista, en letras chicas también muestra que va por más: quiere “que PepsiCo sea el Líder Mundial en Alimentos y Bebidas de Conveniencia Ganando con Propósito” (sic). Eso en Guatemala implica hoy una inversión de 70 millones de dólares. La mitad para llenar el mercado con más bolsitas platinadas: 16 millones para triplicar su capacidad en línea de papas y plátano y otros 17.7 millones de dólares para…aumentar en un 85% la producción de Doritos y TorTrix.

    El pantano crece, la guatemorfosis está en marcha.

    Este reportaje es una versión ligeramente editada del original, aparecido en Bocado.
  • La pobreza extrema y el hambre marcan vidas en el campo. ¿Hay una semilla de esperanza?

    La pobreza extrema y el hambre marcan vidas en el campo. ¿Hay una semilla de esperanza?

    La dieta rural en Guatemala es limitada porque el dinero no alcanza para más. Es pobre en nutrientes. La desnutrición crónica es la primera barrera para el desarrollo de las personas. Millones de niños y niñas la padecen. La dieta poco diversa solo deja la alternativa de depender del maíz, un alimento que no cumple con los requerimientos mínimos nutricionales para desarrollarse plenamente. Y así, en situación de pobreza, este grano es todo lo que las familias agrícolas pueden producir en su tierra, que en muchos no es suficiente para todo el año. Este es el caso de Isidra y su familia. Como ella hay miles, más bien millones, en Guatemala.

    «En mi casa nunca hace falta la comida», dice Isidra con orgullo, mientras camina por el suelo de tierra de su vivienda construida de adobe. Es el hogar de Isidra y sus tres hijos en el caserío El Descombro, Camotán, Chiquimula. Está a 15 minutos caminando desde la carretera. Es inaccesible para cualquier vehículo. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) la incidencia de pobreza rural en ese departamento es de 92.5 % y 39 % de pobreza extrema. En Camotán la pobreza extrema es del 41 %.

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    Isidra, de 26 años, vive con su pareja Gabriel, de 28 años. Él trabaja durante la temporada de invierno en Petén, mientras ella se dedica a cuidar a los niños. El ingreso de Gabriel cubre todos los gastos del hogar.

    Brayan René Espino Ramírez, 8, posa enfrente de sus padres, en la su casa en Camotán, Chiquimula. Mayo 2016

    Isidra inicia el día dando de mamar al hijo más pequeño, de un año. Se llama Orlin. Aún no come alimentos sólidos y durante la última semana ha estado con vómitos. Luego, Isidra pone al fuego la media libra de frijoles y el maíz que comerán durante el día. Para el desayuno, los frijoles hervidos en caldo con arroz. Se cuecen durante unas horas y tienen una consistencia casi cruda. El almuerzo y la cena varían. Isidra, al igual que el 57 % de los hogares de Guatemala, según el Censo de 2018, cocina con leña.

    Esta lista de ingredientes parece la receta de un desayuno, pero no lo es. Son para los tres tiempos de comida. Suman unos Q 20 al día para las cuatro personas del hogar de Isidra.

    Su hijo mayor, Justin, de cuatro años, no cena todos los días porque «no le da hambre». La noche anterior no lo hizo y se fue a dormir cuando el Sol se puso. Por las tardes toman atol de masa de maíz con azúcar y de vez en cuando, para refaccionar, le compran jocotes a la vecina. En las mañanas y tardes Justin toma café con una cucharada de azúcar. Aún no va a la escuela, por eso su familia no recibe el beneficio de la bolsa de víveres que da el programa Alimentación Escolar. Ni eso ni otra ayuda del Gobierno.

    Isidra llegó a sexto primaria y Gabriel a segundo. Apenas pueden leer y escribir.

    En toneles de plástico guardan el maíz que cosechan cada año desde octubre. Con eso tienen tortillas todos los días. La media manzana que sembraron en 2020 rindió 25 quintales de maíz. Es suficiente para todo el año. ¡Con esa cantidad pueden hacer unas 35,000 tortillas!

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    ¿Cuál es el impacto de la pobreza extrema en la alimentación?

    Una dieta inadecuada no tiene el balance nutricional con proteína y micronutrientes que las personas necesitan, en especial una madre lactante y niños o niñas en etapa de crecimiento. Es una causa directa de la desnutrición crónica. La escasez de alimentos, más allá de las reservas de granos básicos, se conoce como desnutrición aguda o hambre estacional.

    Entre las causas indirectas de la desnutrición crónica está el ingreso económico. Esto incluye productividad de cultivos de subsistencia como maíz y frijol, nivel de escolaridad de la madre e ingresos del padre como jornalero. Todos bajos. Así es la situación de la familia de Isidra.

    No se trata de un problema de cantidad de calorías consumidas por las familias. Las 15 tortillas que una mujer lactante como Isidra puede comer en un día es insuficiente para recibir todos los micronutrientes que necesita. Tampoco están balanceadas con otros alimentos con proteína de fuente animal: carne, pollo, huevos o queso. Esto provoca un presente y futuro con desnutrición crónica.

    Don Armando junto con cinco de sus trece hijos: a la izquierda, Dina Marilú, de 9 años, y a la derecha, de espaldas, Mavelita Lucila, de 7. Mayo 2016

    La pobreza y la falta de acceso a educación son consecuencias de los problemas nutricionales. Pero también son sus causas. Es importante abordar el nexo que existe entre la agricultura, la nutrición y las consecuencias que tiene para el aprendizaje a temprana edad. Resulta en una espiral que limita cada vez más las posibilidades de desarrollo de la población guatemalteca. El 68 % de la población rural vive en pobreza multidimensional, siendo la mitad de la población rural, basado en la última Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2014 (Encovi).

    Un niño o niña que no recibe los nutrientes necesarios no tendrá el desarrollo cognitivo suficiente para aprovechar el aprendizaje en la escuela o siquiera permanecer en ella. La retención escolar también estará asociada a las posibilidades económicas del hogar para apoyar que los hijos vayan a la escuela y no tengan que trabajar en el campo con sus padres.

    En años anteriores, la producción promedio de la familia de Isidra fue de 15 sacos de maíz. Eso no les alcanzó para todo el año. El 2020 fue diferente. Con mejores lluvias y una semilla mejorada tuvieron 10 sacos más.

    Estas variables representan las condiciones de pobreza extrema que condenan a Isidra y a su familia a perpetuar el ciclo. El nivel educativo de los padres y la imposibilidad de adquirir proteína de fuente animal impactan en el desarrollo integral de los tres hijos.

    Tres tortillas cuelgan solitarias en la cocina de Vitalina García Erazo, en Camotán

    Una familia vive en pobreza extrema cuando no alcanza a cubrir el costo de consumo mínimo de alimentos para sus integrantes. Consume por debajo de Q 480.00 por persona al mes, según la Encovi 2014 . El Instituto Nacional de Estadística (INE) considera que la Canasta Básica Alimentaria (CBA) en 2021 cuesta Q 2,984.00 mensuales para una familia de 4.77 personas, considerando los costos de adquisición de alimentos.

    Una familia que no vive en pobreza gasta Q17,337.23 por persona al año en alimentos, para alcanzar los niveles calóricos y proteicos mínimos, más otras necesidades como vivienda, vestuario y educación, entre otros. Mientras una persona en pobreza extrema gasta Q 5,750. Además de los granos básicos, la CBA incluye proteínas de origen animal y una gama sencilla de frutas y verduras como banano, sandía, güisquil y papa, alimentos que no estaban en la dieta de Isidra y sus hijos.

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    La pobreza extrema roza la tercera parte en gasto de lo que contempla la canasta ampliada con alimentos y necesidades básicas. En el caso de Isidra es así: Al día, gastan para cuatro personas lo que la CBA estima por persona al día. Ella administra el gasto de la comida en su hogar, mientras Gabriel trabaja todo el día fuera de casa, a veces temporadas completas. Gasta unos Q 4.37 al día por cada uno de los integrantes de su hogar. Eso es menos de un dólar. Esto sin contemplar los gastos de vivienda y demás condiciones sanitarias necesarias para tener a sus hijos sanos libres de enfermedades crónicos.

    Frente a la casa, en Camotán, la mamá de Vitalina García Erazo descansa junto con la hija de los vecinos

    En condiciones normales, no de pobreza extrema, la CBA para 2021 contempla Q 31.89 al día por persona solo en carne, huevos o cualquier producto con proteína de origen animal. Para completar la dieta mínima recomendada, Isidra y Gabriel deberían gastar cuatro veces más. Algo imposible por su condición económica.

    El maíz es fundamental y de este grano depende la alimentación de muchas familias. ¿Por qué? La familia de Isidra gasta Q 3.30 en maíz cada día. Su presupuesto total para alimentación es de unos de Q 20.00 diarios cuando su pareja está fuera. Los Q 3.30 proveen casi la mitad de las calorías de la familia. La única forma de sobrevivir con un presupuesto tan bajo es consumir cantidades altas de maíz.

    Familias como la de Isidra son dependientes de su propia producción agrícola con mano de obra no remunerada en extensiones de tierra pequeñas (una manzana o menos), principalmente de granos básicos. De esta producción, guardan su grano para los meses que alcance, en toneles de plástico.

    Según la Encovi de 2011 las familias que viven de su cultivo o que incluso les sobra un excedente que pueden vender, son el 61 % de las agropecuarias, unas 790,671. En este grupo la incidencia de pobreza es del 68 %, según el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA).

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    Salarios injustos, que no alcanzan

    La situación de pobreza extrema y la falta de alimentos es consecuencia de los salarios bajos para las familias rurales en la zona. Los ingresos y la nutrición están relacionados. Los ingresos más altos van asociados a dietas más diversas y abundantes. No comer bien no es una decisión intencional. Las familias de subsistencia no ganan suficiente para una dieta nutritiva. 

    Según el INE, la fuente de ingresos de los hogares como el de Isidra son los trabajos temporales fuera de su parcela en fincas de agricultores comerciales o de monocultivos. Gabriel cuenta que el pago por jornal diario en esa región es de unos Q 40, sin seguridad de tenerlo los cinco días de la semana.

    Vista del corredor seco, en el área de Chiquimula, en mayo 2016

    Hasta 2020, la falta de ingresos impidió a Gabriel comprar una semilla mejorada. Es una inversión significativa. En años anteriores guardó semillas de la cosecha anterior, aunque esta no produce suficiente cosecha para su consumo anual.

    La actividad agrícola familiar es de alto riesgo financiero, especialmente la de subsistencia, y no permite a los agricultores acceder a créditos con facilidad. Los pequeños productores son más vulnerables a amenazas climáticas, sanitarias y de variaciones de precio en el mercado. Y sin un seguro para absorber impactos se reduce la capacidad de pago de un crédito por emergencias o desastres. Esto los condena a no disponer de medios de producción y tecnología apropiada.

    Productores de maíz, y en especial de granos básicos, generalmente no están organizados, haciéndolos más susceptibles frente a los intermediarios conocidos como “coyotes” que fijan los precios. Además, la baja fertilidad de los suelos y el manejo inadecuado de las tierras secas como las de Camotán, también provoca niveles bajos de producción y calidad de las cosechas. Hay una barrera económica para acceder a semillas mejoradas que den cosechas más productivas. Ese es el punto de partida del maíz biofortificado.

    ¿Existe algún tipo de solución viable para resolver esta problemática?

    El lugar de Totonicapán donde 7 de cada 10 padecen desnutrición crónica

    Una semilla de esperanza

    El maíz que la familia de Isidra consume en esta temporada no es convencional, es maíz biofortificado. Este maíz es un cultivo mejorado de manera natural. No son transgénicos. Logra variedades con más valor nutricional y es de mayor rendimiento. Según un estudio del Instituto de Nutrición de Centroamérica y Panamá, el consumo diario de maíz biofortificado puede cerrar las brechas de zinc y hierro para una mujer lactante como Isidra, mientras sigue aportando las mismas calorías del maíz convencional.

    En 2020 Gabriel pudo comprar 15 libras de semilla mejorada biofortificada en el agroservicio local, porque en ese año trabajó en el corte de caña. Esto le permitió sembrar media manzana de tierra. De no ser por eso hubiera acudido a sus vecinos para adquirir semilla reciclada de menor rendimiento y hoy no tendría suficiente comida para todo el año.

    En comparación con otros años, esta cosecha sí logró abastecer a la familia de Isidra, en especial durante los meses cuando inició la siembra y hay escasez del grano. Actualmente 3.5 millones de guatemaltecos tienen dificultades para poner comida en la mesa, sufren de hambre estacional. Esta situación inicia reduciendo porciones de alimento, y luego tiempos de comida. Sin liquidez para comprar maíz en el mercado, y sin haber tenido una cosecha suficiente el año anterior, hay hambre.

    El maís de color rosado en el patio de una casa en la aldea Pancuz, Alta Verapaz, el 19 de septiembre

    El maíz biofortificado puede existir como variedad de polinización libre, que se puede guardar año tras año sin perder rendimiento. También está el híbrido, que tiene un rendimiento más alto, pero solo por una cosecha. Este fue el que utilizaron Gabriel e Isidira.

    El promedio de producción por manzana de maíz blanco a nivel nacional es de 35.6 quintales, según MAGA. Esto está influenciado por el rendimiento de maíces reciclados que están adaptados a climas locales, pero en zonas secas tienden a la baja. Por ello en muchas zonas la seguridad alimentaria se vulnera con el abastecimiento de grano insuficiente para el año o ni siquiera para tener un excedente para la venta. No tienen acceso económico a semillas mejoradas.

    El rendimiento de un híbrido como este maíz biofortificado podría llegar hasta 120 quintales por manzana dependiendo de la región e insumos. En Chiquimula se tiende a llegar entre 55 a 70 quintales por manzana, porque el bajo poder adquisitivo de los productores no da para comprar suficientes insumos agronómicos que hagan la cosecha más productiva. Esto es una oportunidad para abastecer a las familias de subsistencia e infrasubsistencia.

    Además, incrementa la producción de quienes venden su excedente y con ello sus ingresos. Y en un escenario óptimo, las familias agricultoras de subsistencia puedan dar el salto y comercializar lo que ya no necesitan para su consumo.

    En este contexto de pobreza y malnutrición hay una solución. El reto está en hacerlo accesible a todos los pequeños productores. Si el problema inicial es la barrera económica por el precio, condenando hacia la infrasubsistencia con baja productividad, es donde se necesita un rol público para masificar el acceso.

    Vitalina García Erazo, 32 años, mamá de Leonel, en el patio de su casa, en Capotan, en mayo 2016

    Las semillas biofortificadas de alto rendimiento no aparecen en el mercado porque no las adoptan las empresas. Lanzar cualquier semilla nueva, y más aún las biofortificadas, implica costos significativos, que no siempre son compensados por las ventas. Las empresas las comercializarán si se aseguran beneficios económicos significativos. Sin embargo, la vía comercial no es suficiente. Es necesario un modelo público y privado que complemente los programas sociales que ya existen. Familias como la de Isidra necesitan la seguridad alimentaria durante todo el año.

    El fracaso del país para establecer un correcto equilibrio entre asegurar el crecimiento económico, luchar contra la pobreza, combatir el hambre y la desnutrición, implica frenar el desarrollo humano de las personas ahora y también el de las nuevas generaciones. La familia de Isidra es parte de esta catástrofe. Ellos son ejemplo de las condiciones para los pequeños agricultores que viven en pobreza. Al ritmo actual, Guatemala necesitaría de 100 años para erradicar la desnutrición crónica, según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).  Sin embargo, si el esfuerzo público logra implementar las nuevas tecnologías agrícolas y semillas biofortificadas, hay posibilidad de lograr una intervención efectiva en la vida de muchas personas del área rural y un avance en la seguridad alimentaria y el cierre de las brechas nutricionales.

  • Roldán: «La Compañía de Jesús propone pasar del individualismo a proyectos comunitarios vinculados con lo territorial»

    Roldán: «La Compañía de Jesús propone pasar del individualismo a proyectos comunitarios vinculados con lo territorial»

    La Compañía de Jesús lleva décadas acompañando, en México y en Centroamérica, a los refugiados y a las víctimas de la migración forzada, pero es hoy que estas dos provincias emiten «con preocupación» una postura para dotar a sus obras de un marco común que oriente su incidencia sociopolítica. Tienen ahora una particular sensación de urgencia, dice Úrsula Roldán, directora del Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales de la Universidad Rafael Landívar y miembro del equipo facilitador del documento, porque los flujos de migración «en lugar de disminuir han aumentado y cada vez con mayor crudeza».

    «Ya no se movilizan los hombres solos que lograban su objetivo de llegar a su destino», dice, y continúa: «Ahora se ven rostros de mujeres, niñez. Y estos flujos no solo muestran al que se va al norte, sino también a los que regresan con muchas frustraciones porque fueron detenidos, deportados o avasallados. Hay una mayor crudeza y complejidad en estas migraciones, que cada vez son más forzadas. Y vemos que los Estados, lejos de responsabilizarse de las causas que fuerzan a estas poblaciones a dejar sus hogares y sus territorios, lejos de establecer políticas de protección, lejos de cumplir sus obligaciones constitucionales y de convenios internacionales, cada vez más aceptan políticas convenencieras de contención migratoria, que cada vez son más violentas.

    61 menores migrantes expulsados acaban de aterrizar a la fuerza aérea guatemalteca desde San Luís Potosí, México, el jueves 26 de agosto

    La región está atravesada por gobiernos cada vez más corruptos, dictatoriales, como sucede con Nicaragua. Además, el incremento de las migraciones forzadas es debido a múltiples causas enraizadas en nuestras sociedades y sistemas económicos y políticos. Por eso la postura de la Compañía en este documento es una propuesta integral y no una que solo busca atacar las consecuencias».

    El documento, titulado Postura de la Compañía de Jesús en México y Centroamérica ante las migraciones forzadas, describe siete causas estructurales de la migración, cuyo núcleo ético, quizá, esté en la última: «el horizonte individualista de la vida unido al universalismo que prioriza las categorías globales sobre las locales».

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    Como respuesta, como forma de evitar la migración forzada, postulan un cambio de modelo de Estado y de economía movidos por una transformación ética y vital: el abandono del individualismo y del universalismo a favor del comunitarismo y las soluciones locales y propias. ¿A qué se refieren?

    Sí, proponemos pasar del individualismo a proyectos comunitarios vinculados con lo territorial. La economía capitalista global favorece vínculos a través de la virtualidad, pero nos quiere incluir en espacios cada vez más desarraigados, economías cada vez más ficticias, no vinculadas a la producción, sino a la especulación financiera y de los bienes de la vida. La migración, o lo que se ha conocido como el “sueño americano”, también genera muchas veces un horizonte de vida consumista, que no solo no permite atender el bienestar en su significado más integral sino nos afecta como humanidad. Sabemos que esta dinámica consumista nos pasa factura tarde o temprano con mayor deterioro ambiental.

    Ágner, Josué y Wilson, originarios de Copán, Honduras, descansan en el albergue de Tenosique, México, en septiembre 2016. Migran al norte en búsqueda de mejores oportunidades económicas

    El éxito se fija en términos individuales y perdemos el horizonte de lo común. Se trata de vivir y crecer en sentido de comunidad, convivir con los bienes comunes en lugar de acapararlos o destruirlos. Sí, deseamos proyectos que respeten y se acoplen con la diversidad que somos, étnica, de género, sexual; pero eso no quiere decir que rechacemos per se el universalismo, no, porque valoramos en ese universalismo los derechos humanos individuales y colectivos, la subsistencia y la paz planetaria que debiera ser un objetivo universal. Además, parte de nuestras propuestas retoman las políticas de salud y educación universales. La ética engloba todos estos objetivos y prácticas que son necesarias. La ética como principio universal en pos del bien común, el servicio, la reciprocidad y una mayor solidaridad.

    Lo que tenemos hoy son administradores cada vez más corruptos a cargo del Estado

    ¿Han visto alguna gran transformación, para bien o para mal, en los últimos años, aparte de las caravanas a la luz del día?

    Las políticas antiinmigrantes que han logrado construir no solo un muro físico sino además fronteras al sur. Esto hace que se interrumpa la migración que antes, aunque indocumentada, era más circular. Además, los inmigrantes ya no ven posibilidad de retornar a sus países de origen luego de ciertos años de trabajo y ahorro, porque las condiciones han empeorado. Estas dos condiciones, han favorecido una industria de la migración cada vez más costosa. La inversión que antes se hacia para el retorno, ahora es más bien para pagar un viaje cada vez más costoso. De entre 800 y 1,500 dólares que se pagaba antes, hemos pasado a 10,000 o $15,000.  Y los costos sociales, insistimos, son cada vez más dolorosos.

    ¿Qué es lo que más les preocupa?

    Que nada cambie en los países de origen, sino que empeoren y aumenten los éxodos masivos como los que ahora representan las caravanas. Y que frente a estas los convenios y tratados internacionales sobre derechos humanos se estén debilitando, y como consecuencia los cuerpos y vidas de las y los migrantes queden desprotegidos, que se vulnere cada vez más la dignidad de las personas. Que sus sueños se conviertan en frustraciones, pérdida de sus vidas y limitados bienes. Y aun así, si no hay condiciones en sus países de origen, el único proyecto de vida será la migración forzada.

    CARAVANA DE MIGRANTES

    ¿Cómo ven el panorama de la migración centroamericana en este momento?

    Muy complejo, porque todos los países en la región (de origen, tránsito, destino y retorno) están impactados por este tipo de migración. Y en consecuencia, producto del colapso de estos países, se están acumulando flujos como los del Caribe (Haití y Cuba), Nicaragua, y los de los países del norte de Centroamérica, que representan una conjunción de causas, desde la económica hasta la política y ambiental, la reunificación familiar y también la desesperanza.

    Los que provienen del sur, desde el sur de América y desde otros continentes (venezolanos; africanos y afganos), todos buscan Estados Unidos como país de destino.

    Migrantes tropiezan contra las barreras que recién habían derribado, al regresar corriendo fuera del espacio aduanero mexicano, en la frontera de Tecún Umán, Guatemala, en Octubre 2018

    Esto genera grandes represas de contención en la frontera de Panamá, Guatemala y México, con amenazas de rompimiento. Aunque las políticas antimigratorias vienen del norte, las ejecutan estos estados con enormes fallas de gobernabilidad y su único mecanismo es la violencia. En la gobernabilidad y democracia de toda esta región tiene Estados Unidos una alta influencia. Pero cada vez más se ven actores jugando en la misma cancha con diversos intereses (el narcotráfico, por ejemplo, las redes de trata de personas, etc). Estados Unidos influye para bien y para mal en el sistema de Naciones Unidas y los Organización de Estados Americanos, que no han tenido la capacidad de desempeñar un papel más neutral en la recomposición de las democracias, sino que han jugado del lado de la nación más poderosa, cuyos intereses inclinan la balanza. Ante el fracaso de estos organismos encargados de velar por la multipolaridad para mantener y sostener la paz y el bienestar de la humanidad, lo que se pone en juego son intereses de EEUU y sus disputas con otras potencias que comienzan a tener injerencia en la región.

    Aunque ya no estamos en la Guerra Fría, seguimos inmersos en una lucha, económica y política, por la hegemonía mundial. Las regiones pobres del sur global sufren siempre las peores consecuencias y pierden el control de sus recursos y de sus gobiernos. Por todas estas causas, la gran válvula de escape es la migración forzada, salvar sus vidas solicitando el refugio.

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    Plantean la necesidad de ceder a los intereses del grupo para repensar los acuerdos nacionales desde una perspectiva de inclusión y solidaridad. ¿De qué forma se logra eso, en vista de las rupturas y los abismos existentes en términos de confianza, creencias e intereses?

    La única manera de sobrevivir es en convivencia con nosotros mismos y con la naturaleza. Nos lo enseñan los grandes conflictos y guerras en el mundo. Tenemos que ceder en el nivel económico pero también político y cultural, pero el que tiene poder y privilegios tendrá que ceder más.

    Y frente a la realidad actual de desconfianza e intereses toca construir confianzas. Primero desde lo más cercano, porque hasta dentro de los próximos la desconfianza está instalada. Las violencias se dan también dentro de casa, en y entre comunidades. Necesitamos modificar estas relaciones y tener capacidad para abrirnos a otros pensamientos diferentes y construir juntos desde la diversidad que enriquece. Mayor capacidad de entendimiento entre más grupos y sectores. Solo así tendremos la posibilidad quizás de dialogar y negociar esos objetivos más generales que representen los intereses de todos nosotros.

    La caravana de migrantes vuelve a retomar su marcha después de haber sido detenida por horas, en la madrugada del 27 de Octubre 2018, por la Policía federal en el estado de Chiapas, México

    ¿Cómo creen que «el horizonte comunitario de los pueblos indígenas y campesinos», como lo llaman, ayuda a encontrar «caminos de esperanza, dignidad, solidaridad y justicia»?

    Creemos que los pueblos indígenas y campesinos tienen una cultura de origen comunitario que siguen practicando, a pesar de todo, muy vinculada a los bienes de la naturaleza. También quisiera decir que las mujeres, dentro y fuera de estas culturas, aportamos retomando muchos hilos que construyen la vida y las relaciones más igualitarias. Son ellos y ellas quienes mantienen las resistencias frente al acaparamiento o la apropiación de la tierra, el agua, los bosques y el subsuelo. Son estos pueblos y sectores de población que hoy están siendo más afectados frente al cambio climático, la pérdida de sus bienes de vida y quienes han estado excluidos de los beneficios del Estado. Son ellos y ellas quienes están migrando y retornando. Entonces creemos que buena parte de su cosmovisión, de sus prácticas, contiene muchos principios que necesitamos reforzar en estos proyectos de vida para el presente y futuro.

    Kenya, originaria de El Progreso, Honduras, carga a su hijo Daniel, caminando por la orilla de la carretera, mientras la caravana de migrantes sigue detenida por agentes de la Policía federal mexicana, en Chiapas, en octubre 2018

    Pero también es cierto que todos tenemos que reflexionar sobre este presente y futuro común que deseamos. Necesitamos cambiar mucho de nuestras propias prácticas y escuchar y aprender en diálogo con esas culturas. Sin esta reconstrucción o reconducción de estos grandes factores no lograremos alcanzar una vida plena. Tendremos cada vez menos sectores con un consumo cada vez más opulento, que va a querer mantener sus privilegios a toda costa. Para lograrlo solo les quedará la violencia o el convencimiento, metiéndonos en este espejismo del consumismo. La consecuencia será tener a la mayoría de la población sobreviviendo en defensa de su vida. Todos viviremos las consecuencias del colapso ambiental que provoca el tener como único objetivo de “desarrollo infinito” del crecimiento económico.

    Centroamérica ha ido perdiendo su capacidad de autoalimentarse; esa que protegen en primer término los países llamados «desarrollados»

    Proponen integrar la visión comunitaria en los planes de estudio. ¿En qué consiste esto? ¿En qué materias?

    No hemos llegado a ese punto.  Pero existe el compromiso de la Compañía de Jesús para que sus obras actúen cada vez más en sintonía desarrollando estas propuestas. Podrían parecer genéricas pero tienen un horizonte común para cambiar estas condiciones estructurales que generan migración forzada. Actuando desde abajo en comunicación con otros. Pensando y situándose desde y con las personas más vulneradas como lo establecen nuestras Prioridades Apostólicas.

    En medio de todas estas crisis, ¿abogan por alguna forma de soberanía alimentaria, o por revisar las condiciones del intercambio comercial de alimentos?

    Sí. Centroamérica ha ido perdiendo su capacidad de autoalimentarse; esa que protegen en primer término los países llamados «desarrollados». El maíz y el arroz están ahora mismo amenazados por el fin de los aranceles establecidos en el Tratado de Libre de Comercio entre los países de Centroamérica y Estados Unidos. El acceso a la tierra para la producción también está amenazado por la expansión de los monocultivos, la ganadería y los proyectos turísticos a gran escala, como es el caso de Honduras y Guatemala.

    Un migrante descansa en la acera de una calle de Arriaga, México, el viernes 26 de octubre 2018

    Uno de los grandes problemas históricos no resueltos, en los tres países del norte de Centroamérica, ha sido el acceso y regularización de la tierra; así como el abandono de las políticas de asistencia al campo y la afectación por el impacto del cambio climático. Todo ello ha debilitado la capacidad productiva alimenticia de campesinos y campesinas. Hay muchos incentivos para instalar la cultura de la comida chatarra, incluso influenciada desde la misma migración, que afecta la demanda de estos alimentos. Si la salud se constituye en un objetivo social este modelo alimenticio podría cambiarse, porque después de la pandemia, según lo que nos dicen los científicos, lo peor está por venir.

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    ¿Es el narcotráfico la mayor amenaza al aparato de los Estados, hoy por hoy?

    Sí, porque han penetrado en los territorios y las instituciones del Estado. Porque maneja tal cantidad de capital que triplica cualquier presupuesto nacional. Es capaz de comprar cualquier voluntad. Y goza de impunidad porque es un actor desvinculado de los mecanismos políticos; es control por la fuerza. Aunque otros poderes que se constituyen en paralelos al Estado, y que impiden los cambios, también pueden ser letales.

    Familias, en su mayoría mujeres y niños viajan en la palangana de un pick up hasta San Pedro Tapanatepec, México, en Octubre 2018

    “La migración de personas hondureñas, guatemaltecas y salvadoreñas hacia el norte del continente es seguramente la consecuencia de una serie de alianzas y complicidades de las élites económicas y políticas de estos tres países, que defienden intereses de grupo por encima de los intereses nacionales, sociales o comunitarios”. Es una afirmación grande. ¿Cómo se relaciona con la migración y a cuándo se remonta esta alianza, según ustedes?

    Hemos discutido todo este año en un seminario centroamericano del Apostolado Social, a propósito de la conmemoración del bicentenario. Y allí revisamos nuestra historia, la de los sueños y las acciones emancipatorias, de revoluciones y cambios fallidos. Se lograron avances con la firma de grandes Acuerdos de Paz o nuevos pactos por democracias civiles, que fueron perdiéndose en elecciones cada vez más controladas por los financiamientos privados e ilícitos, por populismos que aprovechan esa población cautiva, efecto de una educación pública paupérrima, y del empobrecimiento de las clases populares o de una clase media más alienada.

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    Hemos perdido mucho en estos 200 años. Nos han acompañado los caudillos y nos acostumbramos a esa cultura conservadora, como nos dijo el escritor nicaragüense Sergio Ramírez (hoy perseguido por el gobierno de Ortega-Murillo). Todas estas condiciones han construido un escenario para que esas élites «depredadoras» (según la expresión de Juan González, asesor del presidente Biden) y criollas, mantuvieran estos países como grandes fincas. El Estado, que debió haberse construido desde la República y desde naciones integradas, simplemente se fue desdibujando hasta perderse en el horizonte. Lo que tenemos hoy son administradores cada vez más corruptos a cargo de esa conducción.

    Axel Palacio, nicaragüense, enseña la portada del diario donde aparece la foto de su familia, encapuchada, mientras se escapa de su pueblo por la violencia desatada por el gobierno, en octubre 2018

    Y también algunos criminales, que han capturado y cooptado los sistemas. Basta leer los informes de Unodc, los informes y los procesos de Cicig, o las investigaciones de la Fundación Myrna Mack y de Oxfam. La relación con la migración es mucha porque así no hay Estados que cambien estas condiciones estructurales. Ese es el desafío: lograr que diferentes actores de la sociedad como los pueblos indígenas, campesinos, mujeres y sectores académicos, sociales, empresariales con vocación democrática, retomemos estos grandes postulados para cambiar de raíz el problema de la migración forzada. Precisamos estados de derecho reales y fortalecidos y un sistema económico y sociopolítico que tenga como referente la dignidad de las personas, el bien común, el servicio y acompañamiento a las personas vulneradas, descartadas. Esta es la condición ética.

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    ¿Cómo describen la «distorsión de la democracia» que denuncian en Centroamérica?

    Se ha perdido la independencia de los poderes. Los financiamientos privado e ilícito controlan los vehículos electorales. Las élites económicas tienen un control casi absoluto sobre las decisiones públicas y cada vez quieren un mayor control de los recursos que son necesarios para la supervivencia de todos. La ciudadanía sobrevive y es presa de ofertas populistas, que, está demostrado, pueden construirse desde la derecha o la izquierda. Y lo peor, la tendencia al autoritarismo y vuelta de las dictaduras.

    Un migrante descansa a la orilla de la carretera, en Matías Romero, Oaxaca, México, antes de salir rumbo al estado de Veracruz, en Noviembre 2018

    ¿Cómo se relaciona la desconexión entre las élites nacionales y las bases organizadas con la alianza entre las élites económicas y políticas?

    Aquí nos referimos a la desconexión de objetivos y fines en pos del bienestar en espacios comunes, como el Estado y el ejercicio de la democracia. Todos estamos perdiendo el entusiasmo y la esperanza por ellas. Algunos creen que volver a los caudillos es la solución. Otros quizás creen que se resuelve «dándole vuelta a la tortilla», es decir que los sectores «dominados» gobiernen, pero con los mismos instrumentos del dominador. La visión de la Compañía es lograr un equilibrio del poder y una cultura política de la pluralidad. La apuesta es acompañar y estar presentes en que se construya una arena política abierta a todos los sectores, sin privilegios para el más fuerte, para exponer sus proyectos de país y políticas que beneficien a las mayorías y, ¿por qué no?, lograr mayores autonomías para los pueblos y sus territorios. Más cercanía de sus gobiernos a sus vidas, a nuestros cuerpos. Mayor alternancia de los poderes para que no pase lo del agua, que al quedarse estancada se enturbia y apesta, como pasó en Nicaragua.

    Las élites tradicionales deben cambiar ya. Y tienen que empezar por aquí

    El diagnóstico acerca de la corrupción es distinto para cada uno de los tres países. Dicen que en Honduras se concentra en el Gobierno central; en El Salvador en los locales; y en Guatemala se encuentra a todo nivel. Yo hubiera dicho que en los tres países está a todo nivel. ¿Cómo se explican estas diferencias?

    Son tendencias desplegadas en el tiempo las que muestran dónde se ha concentrado la capacidad del poder para maniobrar a favor de la corrupción, pero cada vez más la corrupción se expande en todos los niveles. Este fenómeno mundial ya está siendo estudiado como uno de los más letales de este tiempo y se presenta tanto en regímenes democráticos como autoritarios, dictatoriales o populistas. La corrupción es trasnacional, como lo ilustra el caso Obredecht o los proyectos extractivos que se instalan en estas regiones. Algún historiador dirá que se vivió en otras épocas, y que veamos el caso de la United Fruit Company y la revolución del 44-52 en Guatemala. Pero la corrupción tiene hoy un concepto más complejo, más amplio, con mecanismos más sutiles pero más descarados y expansivos. 

    En el área denominada «Nido de las Águilas», en Tijuana, el muro fronterizo termina, dejando libre la vista sobre los dos escenarios poblacionales opuestos, entre México y EEUU. Noviembre 2018

    ¿Tiene consecuencias distintas?

    El nivel local es el que afecta la vida concreta de la gente y el está cambiando de forma más fácilmente perceptible su estilo de vida. Lo mismo podríamos decir del impacto de los proyectos extractivos. Pero la corrupción nacional es la que le impide lograr una buena educación, salud, comunicación, transporte… Y por supuesto contribuye a mecanismos de privatizaciones fraudulentas, como es el caso de la energía o el agua. Creo que la población se está dando cuenta de que la corrupción generalizada le impacta. El reto es la capacidad de organización y acción, que es complicada.

  • «La gente quisiera todo esto para mañana, pero la dimensión (de lo que hay que comprar) es muchísima», Laura Melo, representante del PMA en Guatemala

    «La gente quisiera todo esto para mañana, pero la dimensión (de lo que hay que comprar) es muchísima», Laura Melo, representante del PMA en Guatemala

    El gobierno consiguió que el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas se encargue de la compra de víveres para las familias afectadas por el coronavirus. De los 10 programas de la emergencia, este es el único en el que el manejo de los fondos, la elección de los proveedores, la calidad y tiempos de entrega de las provisiones no corren por cuenta de los funcionarios de turno. Los 700 millones de quetzales los gestiona esta entidad internacional.

    Laura Melo, representante del PMA en Guatemala, concedió a finales de agosto esta entrevista, en la que explica cómo han operado para comprar 80,000 toneladas de alimentos. Los recursos forman parte del Programa de Apoyo Alimentario por la Emergencia del COVID19, que fue aprobado en marzo por el Congreso.

    GRÁFICO ¿Cómo, cuántos y a quiénes llegará un millón de raciones de alimentos?

    El PMA se hizo cargo del programa en mayo, en junio recibió las primeras transferencias de dinero y en julio hicieron las primeras entregas. No obstante, el PMA encontró varios tropiezos para hacer adquisiciones.

    Afirman que tuvieron escasez de frijol de calidad y los productores locales no podían incrementar más su producción para surtir la demanda. La meta es armar un millón de raciones para igual número de personas en todo el país. El gobierno ha tenido su cuota de responsabilidad en estos atrasos, porque los listados de beneficiarios no están terminados y no hay suficientes bodegas para almacenar todo el producto ni personal estatal para gestionarlo.

    El PMA asegura que es exhaustivo en los antecedentes de los proveedores y que abrieron oportunidades para que los pequeños productores locales obtengan contratos.  Productos como el azúcar, la pasta y el Vitatol, solo pueden ser distribuidos por grandes empresas. Los nombres se mantienen en reserva.

    Costales de maíz almacenados en una bodega del programa

    Háblenos del proceso de compra. En las instituciones de gobierno excusan, entre otras cosas, que el proceso va lento porque no se pueden adquirir todos los alimentos al mismo tiempo y que hay poca capacidad para almacenarlos en las bodegas.

    Este es un programa de gobierno y lo que se estima comprar con los fondos (son) más o menos 80,000 toneladas, que significa una cantidad brutal de alimentos. Estamos hablando de arroz, frijol, maíz, harina de maíz, pasta, avena, azúcar, Vitatol (también sal y avena), diferentes alimentos y eso significa buscar diferentes proveedores para los diferentes productos.

    Imagínate lo que era salir al mercado a comprar de una sola vez 80,000 toneladas de alimentos; no hay ningún proveedor que lo tenga. Incluso, por ejemplo, el Vitatol, que es un producto (distribuido) por una sola empresa y que ya es parte de los programas del gobierno, tiene una capacidad de producción limitada. Entonces, no había cómo comprar más porque es un producto que es procesado y no hay una capacidad (más grande) de producción. Por mucho que uno quiera correr hay limitaciones en el mercado.

    ¿Cuáles son las responsabilidades del PMA?

    El PMA tiene dos grandes responsabilidades, comprar los alimentos y, una vez que todo está recepcionado y comprobado (en calidad y cantidad), y que los ministerios decidan enviar las raciones hasta los puntos de distribución, nosotros organizamos el transporte. La distribución a las personas corre por cuenta de los ministerios.

    El gobierno solo ha entregado el 7.5% de los víveres por el COVID19

    ¿Han tenido dificultades para comprar algunos alimentos?

    Una parte importante de la ración es frijol, pero justo empezamos a comprar a la mitad del periodo de hambre estacional, lo que significa que estamos al final del ciclo agrícola y que hay poca oferta. El otro (producto) fue la harina de maíz, creo que por un tema del COVID hubo una demanda muy grande (desde) el punto de vista de los compradores normales, y los proveedores nos decían que estaban con dificultad de producir toda la demanda que había de nuestra parte y de otros compradores de su mercado normal.

    ¿Cómo son los procesos de compras?

    Los alimentos son comprados por procesos de licitación pública. Tenemos una base de datos de proveedores, pero además se hizo un llamado bastante grande para que otros proveedores se registraran y participaran. La licitación es analizada por un comité de personas dentro del PMA qué es independiente, es decir que no está vinculado en la parte de finanzas, en la parte de compras y normalmente la regla es que se compra al proveedor que ofrece el producto más barato.

    *En una comunicación adicional, el PMA especificó que, si dos proveedores ofrecen el mismo precio, seleccionan a quien ofrece más calidad y un plazo rápido de entrega*

    Bodegas provisionales del Programa Mundial de Alimentos en Guatemala

    Otro tema importante es que nuestros proveedores están sujetos a una especie de verificación para garantizar que no han sido sancionados por actividades de terrorismo y otros temas criminales. El proveedor celebra el contrato, entrega en una bodega de Indeca (Instituto Nacional de Comercialización Agrícola), y para que nosotros aceptemos los productos se hacen controles de calidad y cantidad. El personal de Indeca también hace su chequeo de calidad y cantidad.

    ¿Están comprando producto nacional o es de otros países?

    Todas las compras hasta la fecha han sido hechas a nivel de mercado guatemalteco.

    ¿Por qué ha llevado mucho tiempo llevar los alimentos a las personas?

    Todo el proceso significa una coordinación muy estrecha en cada paso, entre (quienes manejan) las listas (de) los proveedores, el transporte y después las distribuciones y las juntas receptoras. Entonces, por veces te lleva más tiempo, lamentablemente más de lo que uno quisiera, porque cuando te pasa esto que no hay frijol y que el mercado no tiene (a disposición), pues se crean dificultades para tener las raciones completas. Tenemos esperanza (que esto se solucione) porque está empezando a salir la cosecha de frijol.

    Otro tema que tenemos es que hay poca capacidad de las bodegas y tienen un número limitado de personal, con el riesgo constante que en algunas aparece un caso de COVID positivo. O sea, las personas que están trabajando no son, lamentablemente, inmunes… y toda la recepción de alimentos tiene que ser con personal de Indeca, porque es personal calificado y con experiencia. Entonces, solo podemos expandir la capacidad de bodegas hasta un cierto punto porque después Indeca no tiene más personal y, aunque nosotros contratamos gente para apoyar y podemos hacerlo rápidamente, este no es el caso de las instituciones públicas.

    Al menos 16 empresas sin experiencia vendieron Q24 millones en alimentos a municipalidades

    ¿Cuál es la logística en las bodegas?

    Se decidió un sistema logístico donde los alimentos van hasta un determinado número de bodegas de Indeca, que de hecho no eran suficientes, entonces alquilamos y traemos (instalamos) algunas temporales. Es una cantidad tan grande (de víveres) que no hay bodegas suficientes en el país para acomodarlos. Esos alimentos tienen que funcionar con un sistema de rotación, tienen que salir para que después entre otra cantidad de alimentos y poder llenarla otra vez, porque no hay capacidad (espacio) suficiente. Lo otro que es importante entender es que adentro de las raciones incluye, por ejemplo, sal y maíz, pero las personas reciben menos sal que maíz y la sal ocupa mucho menos espacio (en bodega). Justamente por el tema logístico es que compramos (primero) los productos que ocupan menos espacio (y) el último producto que compramos para completar la ración es el frijol y el maíz.

    ¿Cómo son las bodegas provisionales que están usando?

    Como tiendas gigantescas, una especie de carpas que tienen durabilidad de varios años. Hay bodegas temporales que llevan aquí, en resumen, 10 años. Las donamos cuando hubo un huracán, una emergencia, pero son estructuras muy sólidas.

    Bolsas de frijol y maíz almacenadas en una bodega de Tactíc, Alta Verapaz

    ¿Qué porcentaje de los alimentos han comprado hasta este momento, tomando en cuenta que las instituciones reportan una alta ejecución de fondos?

    Creo que es diferente en los dos ministerios, desde el punto de vista de lo que está ahora comprado (y está) en proceso final de licitación. Creo que entre los dos ministerios estamos alrededor de un 70%, pero no le puedo dar un número exacto. Pero como le decía, no quiere decir que todos estos alimentos estén ya en bodega.

    Para darle una imagen de la dimensión, imagínese 25 campos de fútbol llenos de camiones repletos de comida, pegaditos unos a otros. Y bueno, la gente quisiera todo esto para mañana, yo entiendo por qué quieren todo esto para mañana, yo quisiera tener una varita (mágica) para poder hacer todo pero la dimensión (de lo que hay que comprar) realmente es muchísima.

    ¿Cuándo comenzó formalmente la adquisición de alimentos? 

    Es cierto que el Estado de Calamidad fue decretado en marzo, pero el tema de la negociación para poder comprar con el PMA empezó después. En la declaración de Estado de Calamidad había restricciones que eran problemáticas, entonces el Congreso tuvo que aprobar una especie de adenda (ajuste en el Decreto para que el PMA pudiera comprar). Parece que ha pasado mucho tiempo, pero pasaron dos meses para que se pudiera decidir si el PMA podía hacer las compras o no.

    El tema de los listados de los beneficiarios ha sido muy difícil porque no tenemos los números de beneficiarios para poder planificar la logística (de distribución), porque una cosa viene con la otra. Como estamos moviendo mucha cantidad (de productos) no podemos decir voy a poner aquí una cantidad de alimentos y luego veo; no funciona así la logística. Si tengo esta bodega, que va a servir a la comunidad a, b y c, tengo que tener (ahí) los alimentos para esta cantidad de personas. El gobierno en este sentido ha tenido dificultades para filtrar los datos de los beneficiarios, aunque ya está proveyendo las listas verificadas.

    ¿Cuándo empezaron a recibir los fondos?

    Los fondos llegaron a finales de mayo y principios de junio, y el proceso de compras empezó en junio.

    La vida debajo del puente El Naranjo

    ¿Por qué no se pueden conocer los nombres de los proveedores en este momento?

    Las fortalezas de nuestros procesos de compras es que son competitivos y transparentes, y son transparentes, pero no para los proveedores. Uno de los grandes riesgos de los sistemas de compras públicas y de compras por licitación es que los proveedores se ponen de acuerdo con precios y cuando todos ofrecen el mismo precio se llama colusión. Si yo digo que le compramos a Joaquincito Chapín y Manuelito hondureño, entonces el Joaquincito y Manuelito y Maricita van a hablar unos con los otros, se ponen de acuerdo con los precios y de esa forma dicen, así nos van a comprar a los tres.

    Hay gente que piensa que estamos haciendo secreto porque no decimos a quién estamos comprando, pero no es secreto, no podemos revelar la información para evitar que los proveedores se pongan de acuerdo unos con los otros para después manipular el precio.

    Si no se pueden saber los nombres de los proveedores, ¿puede decirnos si hay posibilidades de participación para los pequeños productores?

    Tenemos una variedad de pequeños, medianos y grandes productores. Obviamente cuando hablamos de Vitatol, como decíamos solo hay una empresa que lo produce, por lo tanto, ahí es lo que es. Productos procesados como aceite, ahí es lo que es. Sobre todo, con el frijol y el maíz es donde hay más (posibilidad de) que los pequeños productores puedan participar.

    Una beneficiaria del programa de entrega de alimentos en El Estor, Izabal, el 13 de agosto

    ¿Cuál es el nombre del proveedor único del Vitatol?

    Usted lo tiene, es la única que lo produce, Alimentos S.A. Pasa algo similar con el aceite, el azúcar, la pasta. No son productos que uno haga en casa, no es algo que un pequeño productor tenga. Pero por eso el arroz, el frijol, el maíz y la harina de maíz es más fácil (de proveer) para los pequeños productores.

    Hay algunos pequeños molinos también que han participado (para proveer) la harina de maíz. Hacemos unas (licitaciones) con mayor volumen para grandes proveedores y después hacemos otras para pequeños proveedores, para darles capacidad de participar.

    ¿Qué pasa con la fecha de vencimiento de los productos, y cuénteme si las bodegas que hay son aptas para almacenar todos los alimentos?

    Todas las bodegas fueron verificadas antes de empezar a utilizarlas. En algunos casos nosotros compramos algunos insumos para fortalecer la calidad, por ejemplo, pallets, como unas tablas para que el producto pueda respirar y no esté contra el suelo. Y todos los productos tienen un tiempo de vida garantizado, obviamente. Lo único que es un poquito más variable es la sal, porque según la humedad puede estar un poquito más húmeda o más seca.                                            

    ¿Qué vías de comunicación usan para avisar de las licitaciones a los pequeños productores?

    Usamos mucha información por internet. Nosotros teníamos (listados de) cooperativas y también le pedimos (información) al MAGA, que tiene el listado de pequeños productores para poder diseminar la información. También lo pusimos en la prensa y anuncios en la plataforma (de internet del PMA). Ahora bien, cuando hablamos de pequeños productores tienen que estar mínimamente organizados, con facturas. Aunque hemos tenido proyectos para vincular pequeños productores al mercado, donde acompañamos para que establezcan una cuenta bancaria, en este caso no tenemos tiempo para hacer ese acompañamiento; pero sí apoyamos a cómo registrarse en la plataforma o si hay algún documento que no entienden que deben presentar para la licitación.

    El país está en rojo y la responsabilidad cae en las municipalidades

    ¿Las compras que ha hecho el PMA han tenido algún efecto en los precios del mercado local?

    Curiosamente los precios subieron más al principio del COVID, cuando nosotros no estábamos comprando todavía. Después, el precio como que se estableció. Aunque sí están más altos que el año pasado, de una forma general no ha habido una variación.

     

  • GRÁFICO ¿Cómo, cuántos y a quiénes llegará un millón de raciones de alimentos?

    GRÁFICO ¿Cómo, cuántos y a quiénes llegará un millón de raciones de alimentos?

    El gobierno recibió 700 millones de quetzales para asistir con víveres a las familias vulnerables por el coronavirus. Los recursos se usarán para comprar un millón de raciones, y a la segunda semana de septiembre el balance es bajo: solo el 7.5% ha recibido el apoyo. En este gráfico explicamos cómo se ejecuta este programa, cómo decidieron a cuántos beneficiar por municipio, qué áreas recibirán más y, entre otros datos, quién decide a quiénes llega la ayuda.

    El Programa de Apoyo Alimentario y Prevención del COVID19 ha llegado a pocas personas. Aunque en el portal de rendición de cuentas de gobierno indican que los ministerios de Agricultura (MAGA) y de Desarrollo Social (Mides) han hecho anticipos por el total de los fondos aprobados, a la tercera semana de septiembre, el beneficio solo había llegado a 75,080 personas (el 7.5%) de las familias proyectadas.

    Las autoridades a cargo del programa justifican que el retraso se debe a las dificultades de comprar en poco tiempo 80,000 toneladas de productos como maíz, frijol, arroz, entre otros. Hablan de las complejidades logísticas para almacenar tantas provisiones y distribuirlas en todo el país. A esto suman que verificar la información de los receptores de la ayuda también requiere tiempo.

     

    Entrega de alimentos en el área rural del municipio de Totonicapán, el 27 de agosto. MAGA

    Quiénes sí y quiénes no

    Las entidades a cargo fijaron criterios base para incluir o excluir familias que podrían ser beneficiadas, priorizan a población vulnerable y descartan a quienes podrían recibir dos veces un beneficio de gobierno.

    Así se distribuirá la ayuda

    La distribución de las raciones beneficia casi por igual las zonas rurales y urbanas. Entre los departamentos más favorecidos la mayoría está en occidente y los menos en oriente.

     

    Un empleado transporta bolsas de azúcar en la bodega INDECA de Tactic, Alta Verapáz, el 26 de agosto. MAGA

     

    ¿A quiénes ha llegado la ayuda?

    El gobierno inauguró el programa de alimentos en junio, y distribuyó primero en El Progreso, en donde había una comunidad con casos comunitarios de coronavirus, y Suchitepéquez. Las entregas no han priorizado a todos los departamentos en donde hay más niños afectados por desnutrición. El informe «A quién No llega la ayuda», del centro de investigación Diálogos, señala que los cinco departamentos con la mayor tasa de desnutrición aguda infantil son Escuintla, San Marcos, El Progreso, Zacapa y Retalhuleu.

    Los datos detallados por departamento corresponden a las entregas realizadas en julio y agosto, las cifras están actualizadas al 28 de agosto de 2020. A la segunda semana de septiembre, la cifra incrementó en 33,808 raciones distribuidas, y elevó de 4.12 % a 7.5% las entregas de alimentos.

    Un detalle de unas bolsas de frijol encima de costales de maíz, en la bodega de Fraijanes. MAGA.

    En 9 pasos, ¿quiénes elaboraron las listas de beneficiarios?

    Las entregas de alimentos no serán repartidas por igual en todos los departamentos. El gobierno dice que usó un algoritmo que cruzó los datos del Censo 2018, la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) y el Estudio de Seguridad Alimentaria de Sesa y PMA de 2019, para establecer la cuota de alimentos para cada municipio.

    La responsabilidad de elegir a las personas necesitadas fue de los COE municipales.

    Un beneficiario de la entrega de alimentos por parte del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación – MAGA – el 15 de junio, día de la inauguración del programa, en presencia del ministro, José Ángel López. MAGA

  • Las cifras de desnutrición no son lo que parecen (así se puede mejorar el sistema)

    Las cifras de desnutrición no son lo que parecen (así se puede mejorar el sistema)

    Jorge Pernillo, coordinador de la Escuela de Nutrición de la Universidad Panamericana, conoce bien el problema de la desnutrición en el país. En este artículo nos ofrece otra manera de entender el alza en las cifras y hace sonar la alarma sobre el futuro próximo. Pero hay cosas que se pueden hacer, y él se las propone a las autoridades.

    Es frecuente la frase «a más pruebas realizadas, más casos de covid-19 identificados». Pasa algo parecido con los casos de desnutrición aguda en menores de cinco años: a más monitoreo de peso y talla, más casos.

    Este año, el Sistema de Información Gerencial en Salud (Sigsa) del MSPAS cambió. Ahora los auxiliares de enfermería, los enfermeros, los nutricionistas y demás personal que monitorea la desnutrición de menores de cinco años ya solo ingresan algunos datos básicos, y el sistema se hace cargo de la evaluación de forma automática. Este cambio se llevó a cabo sin pruebas que permitieran detectar errores y sin pensar en el efecto que tendría sobre los reportes.

    Asturias: «La estrategia no pasa por la ampliación hospitalaria, sino por la atención primaria»

    El efecto es que aumenta el registro de monitoreo de crecimiento y, por lo tanto, aumenta el reporte de casos de desnutrición aguda. Al comparar la semana epidemiológica 22 (24 a 30 de mayo) de 2019 con la correspondiente de 2020, el monitoreo de peso y talla de niños y niñas menores de cinco años aumentó 139 %. Esto hizo que aumentaran también los casos de desnutrición aguda en 122 %, que equivalen a un extra de 8,550 casos.

    7 cucharas y una olla cuelgan de la pared de palos de la familia Tiul Ac, en el caserío Monte Alegre, Purulhá, departamento de Baja Verapaz, en mayo 2014

    A más monitoreos registrados, más casos de desnutrición reportados. Por eso no es saludable comparar datos de 2019 y de 2020 en términos absolutos ni como proporción del total de niños, sino solo de los niños monitoreados. En las mismas fechas, de la infancia monitoreada, un 3 % padeció desnutrición aguda en 2014 (año de devastadora canícula), un 1 % la padeció entre 2015 y 2018 y un 2 % la sufrió entre 2019 y 2020.

    Este año podría trepar y rebasar el 3 %. Se acumulan los casos por pérdida de alimentos por las canículas pasadas, por ingresos y por interrupción del circuito de entrega de servicios como efectos de la actual crisis sanitaria. Será necesario fijar una alerta de auxilio internacional si en los próximos meses superamos el 5 % de los casos de desnutrición aguda respecto a la infancia monitoreada.

    Porcentaje de monitoreo de crecimiento y casos de desnutrición registrados en menores de cinco años (semana 22 de 2014 a 2019)

    Fuente: Elaboración propia con información del MSPAS.

    El monitoreo no implica solo tomar peso y talla, sino también entregar micronutrientes y consejería. Esto es fundamental para prevenir la desnutrición en los dos primeros años de vida. Aunque hay normas para ofrecerlos en la llamada ventana de los mil días, los esfuerzos para capacitar al personal y otorgarle recursos, insumos y pago puntual han sido mínimos.

    Tenemos más monitoreo, pero menos presupuesto que en el año 2015.

    El sistema de información debería ser la brújula para atender de mejor manera la desnutrición en Guatemala. El gasto se tendría que planificar bajo rigurosos análisis bioestadísticos en cada unidad ejecutora con actividades relacionadas con la seguridad alimentaria y nutricional en Guatemala. Pero la gestión ha sido errática en los últimos seis años, y en 2020 el presupuesto es 39 % menor que el de 2015, el año de presupuesto más alto. En resumen, tenemos más monitoreo, pero menos presupuesto que en el año 2015.

    Ejecución en millones de quetzales de la actividad de monitoreo de crecimiento del MSPAS de los años 2014 a 2020

    El diagnóstico y tratamiento de la desnutrición aguda tiene un presupuesto de 17,545 millones de quetzales. En 2015, el año con mayor presupuesto, se invirtieron 17,098 millones. Cada caso registrado costó 1,116 quetzales. Si la tendencia conservadora continúa en 2020 y el incremento de los registros es de 130 %, se invertirán 495 quetzales para recuperar a cada niño o niña con desnutrición.

    La situación se complica aún más, dado que le quitaron 131 millones al programa 14 del Ministerio de Salud, que concentra las actividades de la ventana de los mil días.

    ¿Qué pueden hacer las autoridades de Salud?

    Pueden asegurar insumos y recursos para la recuperación de menores; contratar al menos un 30 % extra de personal local de salud para el primer y segundo nivel de atención y asegurar el pago oportuno (es común que las personas encargadas del monitoreo de crecimiento pasen de tres a seis meses sin pago); actualizar los protocolos de atención de menores desnutridos con complicaciones (no es recomendable ingresar niños y niñas a los hospitales; se deben crear y mejorar centros de recuperación de menores desnutridos); capacitar al personal de salud en el registro de información, normas y atención en contexto de covid-19; agilizar la entrega del alimento complementario a menores de dos años; proveer los recursos necesarios para movilizarse, equipos de protección de personal EPP y cambio de equipo antropométrico en todas las áreas y distritos de salud del país; invertir lo necesario en tecnología para agilizar la captura de información y hacer posible la tan anhelada información en tiempo real, y reprogramar y modificar el presupuesto del programa 14 para por lo menos reintegrar los 131 millones de quetzales reducidos.

    El corredor seco, en mayo 2016, una de las áreas más crítica del País donde mas casos de desnutrición aguda se concentran

    No hace falta poner en peligro a las comunidades y a los brigadistas en estos momentos críticos de la pandemia con los tradicionales barridos nutricionales. Se puede depurar y mejorar el control y tratamiento nutricional invirtiendo en las anteriores recomendaciones. Además, es necesario vigilar el porcentaje de infancia desnutrida en relación con la cantidad de monitoreo realizado.

    Con un poco de voluntad política se puede pasar la zancadilla y salir de la crisis con un sistema preventivo de salud fortalecido, una de las claves para tratar la desnutrición. Sin embargo, el hambre y sus causas estructurales serán cuestión de una reforma profunda pendiente.

  • Redes, complejos agro-industriales y virus mortales: América Latina en el corazón de la pandemia

    Redes, complejos agro-industriales y virus mortales: América Latina en el corazón de la pandemia

    Mariel Aguilar Støen, profesora de geografía humana de la Universidad de Oslo, analiza la evolución de la industria agroalimentaria mundial, su relación con la aparición de enfermedades zoonóticas, y cómo nos acercamos al fin de la naturaleza barata.

    No todo lo que es verde es bosque

    (Notas de campo)

    Es un océano verde. Se extiende en el horizonte hasta donde alcanza la vista. Es todo lo que se puede ver mientras se avanza por la carretera BR-020 que conduce de Brasilia al estado de Bahía. Aparte de, por supuesto, letreros de la agroindustria y camiones cargados con productos agrícolas. La soya se expande cada vez más adentro en la sabana de El Cerrado. El Cerrado es el escenario de la aventura brasileña de la soya, una aventura que ha colocado a Brasil en la cúspide de los juegos olímpicos de la agroindustria.

    COVID19 La crisis (de fondo) es ecológica. Pero podemos abordarla ya en tres niveles

    Los flexibles serán los elegidos, y de ellos será el reino agroindustrial

    (Extracto de una conversación que tal vez mantuve con Saturnino Borras y sus colegas durante un encuentro académico en 2012)

    Mariel: Imaginen un cultivo que pudiera tener múltiples usos, alimento humano, alimento animal, combustible, fibra, material industrial, y que esos usos puedan ser intercambiados en las cadenas de abastecimiento. ¡Imaginen las posibilidades de acumulación que eso abriría!

    Las palmeras ocupan mas de un tercio de toda la región del municipio de Sayajché, Petén. Mayo 2017

    Saturnino: ¡Esos cultivos ya existen! La soya puede ser usada como alimento, como alimento animal o como biodiesel; la caña de azúcar como alimento o como biocombustible; el aceite de palma para alimentación, como biodiesel y tiene usos industriales. Los llamamos «cultivos-flex». Además, su rentabilidad puede potenciarse de muchas maneras, por ejemplo, como hemos visto, por cambios en los precios del mercado, cambios en los marcos de políticas regulatorias, o el avance tecnológico. Son cultivos con pocos riesgos ideales para las inversiones de capital financiero.[1]

    Si COVID19 es la respuesta, ¿cuál es la pregunta?

    La pandemia del COVID19 parece sugerir el fin de la naturaleza barata.[2] La rentabilidad de la agroindustria descansa sobre la constante expansión de las fronteras agrícolas[3] por medio de procesos que integran naturaleza y fuerza de trabajo a los circuitos de acumulación de capital, y que implican el descubrimiento o la invención de nuevos recursos comercializables. La naturaleza «se hace» barata y accesible a través de cambios en la legislación, a través de registrarla en catastros y capturarla en mapas y clasificarla en censos, de otorgar títulos de propiedad, etcétera. Estos procesos transforman la tierra en objeto de inversión.[4] De tal manera que alguien pueda reclamar el derecho de excluir a otros del espacio físico que ocupa una parcela cualquiera de tierra y de apropiarse de las ganancias que explotarla le reditúe.   

    ¿Regreso a clases en la nueva normalidad? Sí, pero con más igualdad

    Puesto de manera muy simple, cuando los recursos disponibles en un lugar —agua, suelos, nutrientes— se agotan, o cuando el costo de la fuerza de trabajo crece, la extracción se mueve a otros sitios en los que se puede continuar a menor costo.

    Nuevas porciones de tierra tienen que ser transformadas en objetos invertibles. Pero estas tierras nuevas nunca han existido. Transformarlas en objeto de inversión requiere «ensamblar» la tierra como recurso disponible.[5] Es decir, alinear y juntar discursos, tecnología, materialidades y relaciones.

    Una finca de caña recién cosechada en la costa del departamento de Suchitepéquez. Febrero 2012

    Ensamblar la tierra afecta a diferentes actores que operan en las escalas local, regional y global: agricultores, científicos, abogados, burócratas, pueblos indígenas, corporaciones, que tienen diferentes ideas, percepciones y aspiraciones sobre qué es la tierra (su ontología), lo que se puede o no se puede hacer con ella (su asequibilidad) y la manera en que los humanos deben interactuar con ella[6].

    Ensamblar la tierra también descansa en alinear diferentes instituciones[7]. Terra Nullius[i] dirigió el primer esfuerzo global para ensamblar la tierra a través del despojo, el genocidio indígena, el colonialismo y el imperialismo. Desde hace unos cincuenta años, las industrias extractivas (principalmente la agroindustria y muy en particular la producción de carne) han estado ensamblando tierra a lo largo y ancho del planeta.

    Sin embargo, la crisis climática, y ahora la pandemia del COVID19, sugieren que los sitios de donde se pueda extraer naturaleza barata quizás ya no existan.

    El tráfico ilegal de fauna silvestre lo manejan carteles criminales sofisticados y bien organizados, que también persiguen apropiarse de la naturaleza al más bajo costo.

    Aunque no sepamos cuál será el costo en vidas humanas o en dólares de la pandemia, sabemos que ese costo será extremadamente elevado. Las zoonosis, las enfermedades transmitidas de otros animales al ser humano, no son nada nuevo. Sin embargo, durante los últimos cincuenta años, la ocurrencia de zoonosis que implican saltos entre especies silvestres y humanos se ha incrementado notablemente[8].

    Cuando se rompen las barreras que separan a los seres humanos de animales silvestres, es decir cuando los seres humanos se ponen en contacto con animales con los que normalmente no se relacionan, también se ponen en contacto con sus patógenos —virus, bacterias, etcétera—. Las barreras se rompen cuando físicamente nos acercamos a la vida silvestre. Y nos acercamos a la vida silvestre cuando los bosques son talados para dar lugar a plantaciones de, por ejemplo, cultivos-flex: palma aceitera, caña de azúcar, soya.

    El camino entre potreros prestados a la cría de ganado en el Parque Nacional Laguna del Tigre, Petén. Junio 2017

    El COVID19 se originó de un virus que normalmente tiene a murciélagos como hospederos. Pero también muchas zoonosis, como la gripe porcina y la gripe aviar, se originan de animales domésticos.

    Los medios occidentales, la ignorancia racista y amarillista de los memes, Trump y otros, le han atribuido al mercado húmedo en la provincia de Wuhan y a la cultura culinaria china la culpa del brote del COVID19. Un absurdo en al menos dos dimensiones.

    Primero, tendríamos que empezar preguntándonos cómo y por qué llegan a parar animales silvestres a los mercados. Detrás está el comercio ilegal de fauna silvestre, una industria con un valor aproximado de entre siete y 23 millardos de dólares anuales. Es la cuarta industria ilegal más lucrativa en el mundo después del tráfico de drogas, humanos y armas. El tráfico ilegal de fauna silvestre lo manejan carteles criminales sofisticados y bien organizados, que también persiguen apropiarse de la naturaleza al más bajo costo.

    Cómo funciona el comercio en el altiplano suroccidental y por qué es importante tenerlo en cuenta ahora

    Los mercados de fauna silvestre se caracterizan por el hacinamiento y las condiciones poco higiénicas en las que se mantiene a los animales. Y los riesgos para la salud humana asociados al tráfico ilegal de vida silvestre son significativos[9]. El comercio ilegal de vida silvestre es otro ejemplo de cómo la naturaleza barata se incorpora a circuitos de acumulación de capital.

    Segundo, actualmente circula —en palabras del biólogo evolutivo, Rob Wallace— un zoológico de subtipos de influenza que pueden infectar a los humanos[10]. Uno de estos, el H1N1, presenta segmentos genómicos de cerdos de todo el mundo[11]. ¿Cómo se juntaron estos segmentos? La H1N1, por cierto, se originó en Veracruz, en un área donde se crían cerdos a gran escala.

    Necesitamos examinar nuestras prácticas de producción y consumo en general, y de producción y consumo de carne en particular, para entender el costo que el fin de la naturaleza barata tiene para nuestras sociedades.

    Un apetito insaciable por la carne: América-Latina y el complejo agroindustrial global

    En promedio, el consumo de carne en el mundo se ha duplicado desde la década de los 60s. Hay dos correlaciones muy claras que nuestro insaciable apetito por la carne revela a lo largo y ancho del mundo. Una entre los ingresos y el consumo de carne y la otra entre la urbanización y el consumo de carne. Así, los ingresos y la urbanización en los países en vías de desarrollo son frecuentemente propuestos como las razones que explican el incremento tanto del consumo como de la producción de carne. Sin embargo, las correlaciones son inadecuadas para explicar relaciones complejas de causa y efecto, y en este caso, solo ofrecen una burda simplificación y un retroceso al tiempo en el que se pensaba que el desarrollo de los países «evolucionaba» de manera lineal descontextualizado de la historia de cada territorio y desligado de la economía política global[12].

    Aun cuando es correcto señalar que el consumo de carne se ha incrementado entre las clases medias urbanas de regiones fuera de Europa y EE.UU. es un fenómeno espacialmente asimétrico, que ocurre en ciertas regiones, pero no en todas. Por ejemplo, el aumento es muy marcado en ciertos países de Asia y América Latina, así como en Sudáfrica, pero está ausente en la mayor parte de África[13].

    ¿Cómo explicar entonces, el incremento en el consumo y producción de la carne? Retomemos la aventura brasileña de la soya. Y la expansión desigual del capitalismo.

    Grandes extensiones de terreno quemadas o convertidas en potreros en el Parque Nacional Laguna del Tigre, Peten, abril 2017

    En menos de treinta años, Brasil pasó a ser el segundo productor mundial de soya. Este ascenso debe entenderse dentro del contexto global de la postguerra, en el cual la soya se fue convirtiendo en la fuente clave de proteína para el alimento de animales de crianza y de aceite para la industria alimentaria[14]. La soya fue originalmente domesticada en la China hace unos 5,000 años. Durante la segunda guerra mundial, la exportación de soya de China se detuvo, pero los agricultores estadounidenses empezaron a cultivarla para satisfacer la demanda nacional de aceites y lubricantes durante la guerra.

    Al terminar la guerra, la soya se empezó a utilizar en la creciente industria avícola y fue convirtiéndose en el ingrediente preferido de las dietas de animales criados industrialmente. La cultivaban migrantes japoneses en el sureste brasileño para consumo familiar desde inicios del siglo XX. Pero para la década de los 1980s los científicos brasileños habían desarrollado una variedad que podía darse en áreas tropicales[15]. Para completar el despegue de la aventura brasileña de la soya fue necesario también ensamblar la tierra.

    El elevado uso de antibióticos en la crianza industrial de animales se asocia con la prevalencia de bacterias resistentes a los antibióticos.

    El área con mayor potencial en Brasil era el Cerrado. Una región de 200 millones de hectáreas de matorrales naturales con irrigación natural y con patrones predecibles de lluvia. El ecosistema del Cerrado ocupa el 25 % del territorio brasileño, es la sabana más biodiversa del mundo, y está considerado un polo mundial de diversidad biológica por sus altos índices de endemismo[16].

    Sin embargo, se calcula que entre el 30 y el 40 % de la vegetación del Cerrado ha sido destruida y el índice de deforestación es el doble que el de la Amazonia. La minería, hidroeléctricas, ganadería y la agroindustria son responsables de la degradación del ecosistema del Cerrado, así como de los cambios en las relaciones sociales que han forzado a millones de campesinos a migrar a las ciudades desde los años 70[17].

    Área quemada de la Mestiza – Peruito, en el Parque Nacional Laguna del Tigre, Peten, abril 2017

    El gobierno brasileño había clasificado el Cerrado como un área «vacía» en los años 60, uno de los primeros pasos para ensamblar la tierra en proyectos productivos de gran escala es, a falta de la existencia de tierra disponible, construir discursivamente ciertos territorios como deshabitados[18].

    Pero el Cerrado no estaba «vacío» lo ha habitado durante siglos el pueblo indígena guaraní, quienes han ido perdiendo su tierra en ciclos recurrentes de despojo durante los últimos cien años. Un fenómeno que se ha repetido en Centro América[19] y en otras partes del mundo[20].

    Una democracia que enferma durante la pandemia

    El gobierno puso en marcha programas de colonización, regularización de la propiedad, créditos, subsidios y excepciones fiscales en lo que se conoce como «la gran marcha hacia el occidente». Al esfuerzo de «desarrollar» el Cerrado se agregó también la construcción de infraestructura para la industrialización de la región: carreteras y ferrocarriles. La infraestructura y la tecnología verde aceleraron la ocupación del Cerrado y el despojo violento de tierras indígenas. La dictadura militar lo legitimó en los 60[21]. Hacia los 70 el gobierno facilitó las inversiones internacionales, e intensificó la investigación agrícola en el Cerrado.

    La soya es el cultivo más importante del mundo en la actualidad, a juzgar por su producción, el área de tierra que se le dedica y el volumen de comercio internacional.

    Desde los 60 la «frontera» de la soya se ha extendido: su producción se ha multiplicado por diez y se ha cuadriplicado el área de tierra en que se cultiva[22].

    Indígenas del pueblo Satere-Mawe protestan el 03 de junio frente a una sala del Hospital Nilton Lins, en Manaos (Brasil) porque no reciben atención especial del Gobierno del Estado

    Aunque la agroindustria de Estados Unidos aún domine la producción, el comercio y la tecnología de la soya, desde los 90, la geografía política de la soya se ha transformado. El Cono Sur de América produce el 57% de las exportaciones mundiales, y solo Brasil provee el 40%.

    Por otra parte, el este de Asia, que actualmente importa el 65% de la soya, es el consumidor principal desde el año 2000, cuando desplazó a Europa[23].

    La soya desempeña un papel geopolítico central para el sector agroindustrial brasileño. Su cultivo es la base de la compra y propiedad de la tierra por parte de la agroindustria brasileña en otros países sudamericanos. La soya es central para expandir la influencia política y económica de la agroindustria brasileña en África, pero sobre todo para su principal socio comercial: China, y para fortalecer la posición política del sector agroindustrial en Brasil[24].

    VIDEO Conteo de banderas blancas: Decenas piden ayuda en la carretera

    Brasil representa un ejemplo clásico del régimen corporativo de la alimentación, estructurado por el poder y la influencia política de corporaciones agroindustriales transnacionales y las persistentes y cercanas relaciones entre el estado y el sector agroindustrial[25]. Este modelo le está dando forma a las condiciones de producción, al desarrollo de la infraestructura y a un nuevo espacio geoeconómico que une a Brasil, con Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay en una gran «República Soyera»[26]. El régimen corporativo de la alimentación también se caracteriza por su creciente multipolaridad[27].

    La producción de carne de aves de corral y de cerdo se ha incrementado tanto en China como en India desde principios de los 80, pero la escala es masiva en China comparada con la India.

    Además de estos países, la producción de carne ha aumentado en la otra economía socialista de mercado de la región: Vietnam[28].

    Simone Dalmasso

    Tanto en China como en Vietnam se ha observado la tendencia de sustituir agricultura campesina de pequeña escala por operaciones industriales, financiada tanto con fondos estatales como de capital corporativo privado[29]. El comercio de carne en el Este de Asia se caracteriza por las conexiones interregionales de importación y exportación, aunque también se importa carne de Brasil y los EEUU y ganado en pie de Australia[30].

    Una de las características que definen la producción de carne en Asia es su dependencia de alimentos procesados para animales. Aproximadamente el 70 % de la soya para producir alimentos para animales que importa China proviene de América del Sur. Japón y Corea también son importadores de soya producida en Norte y Sur América. El flujo bilateral que ha crecido más rápido es el que conecta a Argentina y Vietnam, pero también las relaciones entre Brasil y Tailandia y entre Argentina e Indonesia se cuentan entre los flujos mayores[31].

    En cifras: Guatemala tiene uno de los sistemas de salud más débiles del continente

    El monocultivo de pollos y cerdos trotamundos

    Si la «República Soyera» trasciende las fronteras de una sola nación en el mismo continente, la producción de carne de cerdo y de aves de corral lo hace a nivel global.

    Durante los últimos cincuenta años el consumo de aves de corral, particularmente el pollo, pasó de ser un lujo a un alimento cotidiano y se incrementó tanto en los EE.UU. y Europa como en Asia y América Latina.

    Los sitios de producción también se movieron hacia otros países. El cuarto productor mundial de pollo, el Grupo CP con base en Tailandia, produce y procesa en Turquía, China, Malasia, Indonesia y los EE.UU. y produce alimento para animales en India, China, Indonesia y Vietnam. CP Group solo es menor que las firmas Tyson, Perdue y Goldskist, con base en los EEUU[32].

    Entre 2005 y 2015 la producción porcina se incrementó hasta constituirse en el 42.8% de toda la carne producida en el mundo. Su producción industrial se concentra en tres clústers: América del Norte, Europa y Asia. Corporaciones chinas, europeas, estadounidenses y brasileñas, producen juntas el 84 % del cerdo mundial. De esto, China aglutina la mitad.

    Transporte de pollos por el río Suchiate, entre la ciudad de Tecún Umán, Guatemala, y Ciudad Hidalgo, México. 15 de enero 2016

    Este incremento en China se asocia con la transición de producción de animales en patio a producción industrial y al desplazamiento de millones de personas de áreas rurales a ciudades[33].

    El mayor productor mundial de cerdo es la compañía WH Group, de capital chino, que opera en China, los EE. UU., México y Europa, e integra la crianza de cerdos, el destace y el procesamiento con la distribución de carne de cerdo y productos derivados. En 2018 WH Group destazó 48 millones de cabezas.

    En 2013, WH Group adquirió la compañía Smithfield Foods, con base en los EE.UU. que era el mayor productor de cerdos y sus subproductos en el mundo. La transacción costó 4.7 millardos de dólares y supuso la mayor adquisición china de una compañía estadounidense en la historia.

    Las elites empresariales chinas y el estado han trabajado concertadamente para la consolidación del sector agroindustrial tanto en términos de su potencial como motor del desarrollo rural y económico nacional como en el desarrollo de nuevas fronteras y mercados internacionales. El estado chino ha apoyado a la agroindustria en sus inversiones internacionales, tanto para establecer plantas de procesamiento, como para exportar productos agrícolas y adquirir compañías[34].

    El desprecio a los deportados de Estados Unidos

    La producción industrial de animales se basa en procesos de selección de razas y variedades que crezcan y engorden en el menor tiempo posible, al menor costo posible y que tengan ciertas características biológicas que permitan incrementar las ganancias. Genéticamente, los animales mantenidos para la producción industrial son homogéneos. Al igual que sucede con las plantas, los monocultivos animales requieren mayor cantidad de insumos que los cultivos diversos. En el caso de los cerdos y los pollos, un elevado uso de antibióticos.

    Los animales se mantienen en espacios muy pequeños, y la producción se desvincula totalmente del medio ambiente colindante. Los animales no salen a forrajear a ningún sitio, el alimento concentrado producido con soya se les proporciona muchas veces de manera mecanizada en el encierro. Son fábricas de carne y estiman el espacio donde se mantienen a los animales, no por número de animales, sino por kilogramos de carne. Esa cifra varía de 30 a 46 kilogramos por metro cuadrado. Los deshechos (heces, orina, carcasas) son fuentes de contaminación para las fuentes de agua cercanas si no se tratan adecuadamente.

    Un restaurante en Bejing, China, el 30 de mayo, en época de relajamiento de medidas post pandemia Covid19

    El hecho de que una corporación extienda su línea de producción a lo largo y ancho del mundo (como por ejemplo CP Group y WH Group) les permite hacer ajustes rápidamente en caso de que una enfermedad brote, sin perder su espacio en el mercado.

    Por ejemplo, cuando un brote de gripe aviar ocurrió en una granja del CP Group en la provincia de Heilogjiang, China, y Japón prohibió la importación de pollos de China, las fábricas del CP Group en Tailandia pudieron responder rápidamente y proveer los pollos a Japón[35].

    En 2009 hubo un brote de gripe porcina (H1N1) en México. La Organización Mundial de la Salud declaró la gripe porcina H1N1 como la primera pandemia del siglo XXI. El Centro de Control de Enfermedades Infecciosas de los EEUU estima que entre 151,000 y 575,000 personas murieron por el virus H1N1. El niño mexicano de cuatro años que fue el primer infectado de H1N1 vivía en un área en la que la compañía Smithfield Foods opera ocho enormes granjas porcinas. Smithfield Foods empezó a operar en México en 1994 después de que entrara en vigor el tratado de libre comercio NAFTA.

    Las fábricas porcinas como las que llegaron a México generan enormes cantidades de deshechos de heces fecales que contaminan las fuentes de agua locales. Quienes hayan estado cerca de estas granjas en Veracruz pueden dar fe que el olor pútrido que emiten se percibe a kilómetros de distancia. Los enjambres de moscas en el área son enloquecedores. Las regulaciones ambientales y sanitarias en México son más laxas que en los EEUU[36]. Los deshechos fecales pueden ser la fuente original del contagio de H1N1, también pudo haber sido contagiado por uno de los trabajadores de las fábricas[37]. Nunca sabremos con exactitud la fuente del contagio. El gobierno de México no investigó, pero sí exoneró de responsabilidades a la compañía Smithfield Foods.

    «Los países pobres deben pensarse dos veces las estrategias de distanciamiento», dicen economistas de Yale

    El elevado uso de antibióticos en la crianza industrial de animales se asocia con la prevalencia de bacterias resistentes a los antibióticos. No existen datos adecuados sobre el consumo de antibióticos en animales y seres humanos en los países latinoamericanos. Tampoco existen programas de monitoreo para seguir la difusión de las bacterias resistentes a antibióticos o los mecanismos que generan resistencia. Pero muchos países de la región tienen prácticas poco estrictas de prescripción de antibióticos, o no requieren receta médica[38]. Las bacterias resistentes a los antibióticos que se desarrollan en animales de crianza se transmiten también a los seres humanos. La resistencia a los antibióticos amenaza la vida de los animales y de los seres humanos, y esta resistencia se engendra en la producción industrial de animales.

    Esta producción se sostiene también sobre relaciones institucionalizadas de violencia y explotación. Violencia ejercida no solo contra los animales destazados sino también contra las personas que trabajan en fábricas y granjas.

    Cada año se matan 55 millardos de animales en la industria de producción de carne, aproximadamente doscientos millones cada día, ocho millones cada hora, ciento treinta y ocho mil cada minuto, más de dos mil por segundo.

    Cada día, todos los días.

    Las personas que trabajan en la industria de la carne trabajan en condiciones brutales, bajo regímenes de explotación y riesgos que afectan no solo su salud física, sino mental y emocional. La mayoría de los trabajadores en las destazadoras estadounidenses son inmigrantes latinos expulsados de sus territorios[39].

    En México, la industria porcina se presentaba como una que crearía millones de empleos, pero la realidad es muy diferente. Al final, desplazó a los agricultores que criaban en sus patios.

    Si la pregunta es el futuro ¿hay alguna respuesta?

    El Centro de Control de Enfermedades Infecciosas ha clasificado 16 tipos de influenza como particularmente peligrosos. De estos, 11 pertenecen al grupo H5 y H7, es decir que han sido transmitidos de aves de corral a humanos. 37 de los últimos 39 contagios de estos virus ocurrieron en lugares en los que operan fábricas de carne de pollo[40].

    Entre la pandemia de la gripe española H1N1 (1918-1920) y la de la gripe asiática H2N2 transcurrieron cuarenta años. Entre esta última y la de la gripe de Hong Kong (1968-1968), diez años. Entre el VIH (1981) y la de la fiebre porcina H1N1 (2009) transcurrieron veintiocho años. Entre la del H1N1 y la del ébola (2014) cinco. Entre el ébola y COVID19 (2019), cinco. La próxima pandemia está ya cocinándose. Es sólo cuestión de tiempo, de eso no hay duda.

    Un cortador de caña durante la zafra, en la costa del departamento de Suchitepéquez. Abril 2012

    En 2018, un grupo de investigadores calculó que los costos de una pandemia de la severidad de la gripe española podrían elevarse a 500 millardos de dólares anuales. Las mayores pérdidas económicas ocurrirían en países de bajos o medianos ingresos[41]. El Banco Mundial y la Organización Mundial de la Salud estiman el costo en tres trillones de dólares, y creen que la región más afectada del mundo será el sur de Asia y el África subsahariana[42]. Las poblaciones vulnerables, en particular los pobres, sufrirán de manera desproporcionada por no tener acceso a servicios de salud ni ahorros.

    COVID19 llegó y aún no sabemos cuál será el costo de esta pandemia, pero sin duda transformará la economía mundial[43].

    La geografía económica de la producción de carne nos ayuda a entender las relaciones que conectan a América Latina con otras regiones del mundo en los circuitos de acumulación de capital. Es en estos circuitos que también circula el COVID19.

    COVID19 no es un desastre natural: surge de cambios en la economía y la geografía políticas en marcha desde el fin de la segunda guerra mundial.

    La economía global prioriza el crecimiento económico basado en el consumo sobre el bienestar de las personas y la naturaleza. La acumulación de deshechos y material tóxico es una barrera para continuar la estrategia de expandir las fronteras para apropiar nuevos recursos[44].

    Nuestra propia sobrevivencia, postCOVID19, dependerá de las formas en que imaginemos nuevas relaciones sociales, incluidas las relaciones económicas, y nuevas relaciones animales, incluidas con animales no humanos[45]. Nuestra sobrevivencia depende de relaciones que son mayores y más complejas que la economía y que implican virus que pueden aniquilarnos si no los dejamos en paz.

    El fin de la naturaleza barata está aquí, y nos está matando.

     

    Este es uno de los textos seleccionados para formar parte de la compilación que el Instituto de Investigación y Proyección sobre Dinámicas Globales y Territoriales de la Universidad Rafael Landívar y Plaza Pública elaborarán sobre el COVID19.
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    [17] Oliveira, «Land Regularization in Brazil and the Global Land Grab.»
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    [19] Edelman and León, «Cycles of Land Grabbing in Central America: an argument for history and a case study in the Bajo Aguán, Honduras.»; Mariel Aguilar-Støen, «Beyond Transnational Corporations, Food and Biofuels: The Role of Extractivism and Agribusiness in Land Grabbing in Central America» (paper presented at the Forum for Development Studies, 2016).
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    [45] Harvey Neo and Jody Emel, The Thanatopolitics of Industrialised Animal Life and Death, 1 ed. (Routledge, 2017).

    [i] Terra nullius significa “tierra que no pertenece a nadie”. El término fue acuñado al inicio de las cruzadas en la bula papal “Terra Nullius” del Papa Urbano II en 1095. La bula permitía a los príncipes y reyes europeos “descubrir” o reclamar cualquier tierra ocupada por pueblos no cristianos en cualquier parte del mundo conocido o por conocer. En 1452 la política fue extendida por el Papa Nicolás V. El término significa el derecho de los cristianos de posesión y propiedad sobre el territorio y excluye de ese derecho a los no cristianos. La bula inspiró la “Doctrina del Descubrimiento”, una de las ideologías detrás de las expediciones de Cristóbal Colón en 1492. Terra Nullius y la tesis de las fronteras han estado implicadas en la expansión de los imperios ingleses y españoles. Los territorios declarados Terra Nullius eran también declarados territorios “vacíos” y los nativos no eran considerados aptos de poseer la tierra. Por lo tanto, quedaba disponible para que se la apropiaran los europeos. Terra Nullius no es solo un término legal, también es un proyecto cultural. La alienación de las prácticas culturales, ya sea en la agricultura, la música o el arte, permitió también la proclamación de la tierra como desprovista de memoria, herencia cultural, historia y por lo tanto de civilización. Terra Nullius es una idea cultural de “naturaleza pura” en la que los pueblos indígenas no pertenecen a la misma categoría humana que los europeos. Por lo tanto, la civilización europea era la primera en arribar a dichas tierras (Nayar 2015)
  • Tres microhistorias: ¿por qué migran en el Corredor Seco?

    Tres microhistorias: ¿por qué migran en el Corredor Seco?

    Olopa, Camotán y Jocotán, en Chiquimula. Tres familias, hambre, falta de agua, pobreza, sol y abandono. Aquí hay desolación.

    TITUQUE: «Por el dinero, a veces se desintegra la familia»

    Dejar todo atrás y conseguir trabajo en Estados Unidos era la última opción para Hilda, una mujer de 23 años, madre, esposo ausente. Desde que él se fue debía hacer frente sola a los cuidados y gastos de su único hijo, Wilmer, un niño que sufría parálisis en las piernas desde nacimiento. 

    Hilda sabía algo: si se nace pobre, se muere pobre. Si no hacía algo el mismo destino alcanzaría a Wilmer. Su papá era la prueba. La vida no era sencilla en Tituque, una pequeña aldea de Olopa, Chiquimula, justo en el corazón del Corredor Seco: trabajo mal pagado, agua poca, y casi siempre contaminada. 

    En los últimos dos años, los habitantes de Tituque vieron cómo se perdieron las siembras por la sequía, sin poder hacer nada o muy poco para evitar el hambre. Las súplicas de ayuda hacia los alcaldes fueron desoídas.

    Sin alternativas, pidió prestado dinero para viajar lejos, a un lugar con agua, comida y dinero.

    De pobres a prósperos, y de regreso

    Hilda dejó su casa en marzo, su hijo tenía dos años. En los departamentos con más escasez de comida y agua —específicamente en el Corredor Seco—, es más frecuente migrar a la capital o a otros departamentos.  De Jalapa, Chiquimula, Baja Verapaz, Quiché, Sololá, Chimaltenango, Retalhuleu y Huehuetenango, según Oxfam, se va la gente por esos motivos.

    Decir que Hilda y su bebé migraron por falta de agua es reducir una historia de vida compleja a un solo factor, pero es uno importante, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), aunque su efecto no sea directo. «La falta de seguridad hídrica aumenta significativamente el potencial de migración, en gran parte debido a su impacto sobre el bienestar y los medios de subsistencia», dice en un informe.

    Andrea Godínez

    Por cuatro meses, madre e hijo estuvieron en un centro de detención de migrantes. Wilmer enfermó. Hilda pidió prestado más dinero con la promesa de pagarlo con el sueldo que ganaría en Estados Unidos. La deuda creció, Wilmer no mejoró. Murió al poco tiempo.  

    Sola y en un país extraño, todo lo que quería era regresar a casa, a todo lo que conocía. No podía. Debía pagar el préstamo o sufrir las consecuencias, así que se quedó. Llegó a Pennsylvania, hace tres meses que su familia tuvo noticias suyas, les contó que trabaja limpiando casas. Sus papás, Sixta Castillo y Elisandro Vásquez, de 50 y 52 años, lloran por su nieto y la separación forzosa de su hija. 

    «Ella quisiera, pero no puede venirse. Para salir de la deuda le puede llevar dos años, lo mínimo». Elisandro dice que nunca ha intentado ni deseado migrar a Estados Unidos. «Por el dinero, a veces se desintegra la familia».

    ***

    Para llegar a la casa de Hilda en Tituque se baja un camino de tierra. En él permanecen los restos de las mazorcas que no prosperaron por la sequía. Dobladas por la mitad, secas, tristes y grises. La plantación que les daría de comer por unos meses, ahora es lo más parecido a un cementerio. Abajo empiezan los matorrales verdes de los cafetales. 

    Elisandro corta el café maduro. Saluda, para conversar invita a sentarse en una banca de madera que hace de antesala a los dormitorios. No quiere hablar de su hija, resignado dice que nada cambiará contando su historia. Prefiere hablar de sus siembras.

    «Por el dinero, a veces se desintegra la familia»

    Si sus siembras se dieran, dice, no tendría que comprar maíz y frijol por otro lado. Cuenta que sus tierras no son para todo tipo de granos, y tiene razón. Solo un 20% o 30% de las tierras del Corredor Seco son fértiles, según Oxfam. Tampoco ayuda que ahí donde vive, es uno de los lugares donde menos llueve y donde más hace calor en el país.

    Que llueva menos no es una percepción de sus habitantes, sino un hecho comprobado. Datos históricos del Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh) registran que los días y la cantidad de lluvia han decaído. 

    En el mejor de los casos cuando sus cultivos se logran, no le alcanzan para alimentar a toda la familia. Las siembras no crecen por la falta de lluvia y así «ya no pegan», dice. Vive con su esposa y dos hijos hombres. Uno de 17 años y el otro de cinco. Cuando se acaba la comida, él y su hijo más grande salen a buscar trabajo cerca, aunque no siempre consiguen. Una vez al año, su hijo viaja a la Costa Sur para trabajar unos pocos meses en las cañeras. Mientras, Elisandro lleva algunos años trabajando en diferentes fincas de Olopa. 

    Su historia como cortador inició cuando tenía 12 años, su padre lo llevaba a las algodoneras que luego se convirtieron en cañeras. Hace 20 años, migraba para el corte del café en Copán, Honduras. Se iba un mes entero pero cada año le pagaban menos, así que ya no migró hasta allá. Tanto en Honduras como en Guatemala, las fincas bajaron sus precios y ahora contratan a menos personas para las épocas de corte. Un quintal de café hoy cuesta cerca de 98 dólares. Hace diez años se vendía a 136.7 dólares, de acuerdo a la Asociación Nacional del Café (Anacafé). Con menos trabajo y menos agua, el futuro no promete mejorar.

    Andrea Godínez

    CAPARROSA: «Aquí no llueve, por eso aquí es pobre»

    «Aquí no llueve, por eso aquí es pobre», es lo primero que le sale de la boca a Silveria Pérez Ramírez, de 29 años. Es madre de cuatro niños y vive junto a su esposo, Bernardino Pérez Pascual, 13 años mayor que ella, en Caparrosa, una aldea de Camotán. Su casa se oculta detrás de los cafetales de fincas privadas. Para llegar hasta allí, a menudo hay que empujar ramas. 

    Los dos han vivido allí desde siempre, y desde siempre su vida ha sido la misma. Siembran dos veces al año. Una vez frijol, otra vez maíz. El año pasado sembraron ocho tareas de terreno (media manzana) y apenas les dio dos sacos de maíz. Dos sacos no les dura ni el mes. «Hay veces que no llueve. Ahorita cayeron poquitos de agua, pero ya se pasaron todas las cosechas», dice Silveria. Para poder comprar el maíz y frijol que les falta, Bernardino sale a buscar trabajo.

    Andrea Godínez

    A veces sus propios vecinos, los que tienen más posibilidades, lo llaman para que limpie los terrenos, los siembre y fumigue. Al día le pagan 40 quetzales, pero el trabajo se acaba pronto. «Si no tienen cómo pagarnos nos dan maíz en vez de dinero», cuenta Bernardino quien regresaba de fumigar un terreno. 

    —¿Es difícil conseguir trabajo por aquí?

    —No se consigue tan fácil. Lo que piden es el estudio. Y uno no tiene un título de sexto primaria que se diga, para trabajar.

    Bernardino no terminó de estudiar la primaria porque siendo muy joven empezó a trabajar en las fincas. Cada abril viaja a Chiapas, México. Se va por un mes completo para cortar banano y papaya. Tomó ese trabajo hace cuatro años cuando oyó en la radio que buscaban gente en una finca. «Uno se va al corte para ganarse unos centavitos para irla pasando», comenta. Y la vida en Caparrosa también es así para los vecinos: Irla pasando.

    Bernardino empaca sus cosas y gasta 25 quetzales para llegar a El Rancho. Ahí se junta con otros hombres que migran para trabajar. Se van juntos hasta la frontera de Tecún Umán, donde los espera el bus del contratista mexicano.  Al llegar, les dan de comer y los llevan a un rancho. Ahí les dan tarimas, cartones y un colchón para dormir, además de unas sábanas para pasar la noche. Bernardino come mejor en ese mes que en lo que resta del año. Les dan caldo de pollo, sopa de verduras, repollo, rábano, papá, huevos y frijoles, entre otros. Gana 140 pesos mexicanos al día, el equivalente a 55 quetzales. Cuando el mes termina y regresa a su casa, lo hace preocupado. Sabe que los demás empleos que consiga serán temporales y peor pagados. Ese es el único mes en el que gana 1,300 quetzales.

    Andrea Godínez

    En su ausencia, Silveria y sus hijos se alimentan de los brotes de pepino y rábanos que tienen en su huerto. La dieta consiste en hierbas y tortillas, y cuando puede, algo de frijol.  Ella y sus dos hijos más grandes, uno de 9 y otro de 6 años, caminan una hora para encontrar agua. Ella llena los tambos pequeños y ellos los sostienen. Al día hacen dos viajes. 

    El maíz y frijol de subsistencia es solo un 40 % de la alimentación anual de las familias. El otro 60 % lo consiguen mediante el jornaleo agrícola en trabajos temporales que tienen un alza entre noviembre y febrero de cada año. De abril a agosto es el período de «hambre estacional», esto quiere decir que no hay trabajo de jornaleo y las siembras tampoco se han desarrollado para ser consumidas. En estos meses las personas tienden a comer una vez al día. En promedio, una familia de 5 a 7 integrantes incluyendo a sus animales de patio, deberían de consumir 32 quintales de maíz al año, dice Omar Ramírez, de Oxfam. 

    Al menos un 62 % de la población de Chiquimula cuenta con empleo.

    Andrea Godínez

    «La sequía, un riesgo natural devastador, afecta a una porción significativa de la población mundial, particularmente a aquellos que viven en regiones semiáridas y áridas. Las consecuencias para las comunidades agrícolas pueden ser severas, frecuentemente revirtiendo los logros en seguridad alimentaria y reducción de pobreza», según Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).

    Cuando Bernardino regresa todos en la familia comen mejor, pero el dinero no aguanta mucho. Algunos vecinos se han aventurado a cruzar la frontera, pero él no. 

    —¿Ha pensado en migrar a Estados Unidos?

    —Ahí sí no me da valor. Capaz uno se muere, ahí sí me da miedo. Mejor quedarse aquí que pasar 50,000 de billete. 

     

    QUEBRADA SECA: «Aquí tiene que morir uno» 

    En una champa de lámina y madera que no mide más de 3 x 3 metros, viven Yojana Hernández, su esposo Arnoldo Pérez y sus hijos, de entre 8 meses y 5 años, dos niños y una niña. El menor es tan joven que su mamá todavía lo mantiene en brazos. 

    Andrea Godínez

    En ese espacio solo caben dos camas pequeñas sin colchón, y un fogón. 

    Yojana tiene 23 años, pero su cuerpo parece el de una niña de 12. De los tres hogares visitados, es en este en el que resulta más evidente la desnutrición de las familias del Corredor Seco. 

    La casa tiene piso de tierra, está en el medio de un cerro que se descubre solo después de pasar una quebrada que da nombre al lugar, la Quebrada Seca. Es un caserío de Jocotán, en Chiquimula.  

    Una vivienda sin infraestructura de saneamiento, a menudo hogares con piso de tierra, sin inodoro y agua entubada, es señal de que dichas familias viven en pobreza y, los más pequeños tienden a tener bajo peso y estatura, según el Diagnóstico de Agua, Saneamiento e Higiene y su relación con la pobreza y nutrición en Guatemala del Banco Mundial.

    Andrea Godínez

    En su regazo, Yojana sostiene al más pequeño de sus hijos mientras calienta el comal para preparar las tortillas. Son más de las cinco de la tarde y en unos minutos esa será toda la cena, con sal. Esa es su dieta la mayor parte del año. Cuando no hay suficiente comida la racionan, de una libra de maíz logran hacer de ocho a diez tortillas. Eso lo reparten entre cinco personas, en tres tiempos.

    «Mi papá era pobre, yo soy pobre. Me casé con una mujer pobre. Por lo tanto, mis hijos seguirán siendo pobres»

    Lo poco que tienen depende de que se logren sus siembras. En diciembre debería estar listo el maíz, pero llevan entre cuatro y dos años sin que este pronóstico se cumpla. En el pasado, aun cuando sus cultivos se dieron, tuvieron problemas para alimentarse. No tienen el suficiente terreno para sembrar una cantidad que cubra sus necesidades a lo largo del año, y tampoco tienen los insumos para que se desarrollen sus plantaciones, como el abono y el agua. 

    Oxfam estima que para 2019 las pérdidas de maíz superan el 78 % y el  70 % en la producción de frijol. El año anterior, los departamentos del Corredor Seco reportaron una pérdida del 70 % en sus cosechas de maíz. 

    Este caserío tiene una reserva de agua, pero solo pueden usarla quienes pagaron para instalarla. La familia de Yojana no es una de ellas.

    Andrea Godínez

    A menudo, Arnoldo no encuentra trabajo y sueña con migrar a Estados Unidos. Su sueño es simple. Quiere irse para trabajar, guardar dinero y poder regresar para comprar un terreno y compartirlo con sus hijos cuando crezcan. Lo quiere así porque su padre hizo lo mismo con él cuando se casó con Yojana. 

    Sale todas las mañanas a preguntar si algún vecino necesita sus servicios. «Le digo a mi esposa: «quiere ganas estar en este lugar porque no hay trabajo. Uno hace el esfuerzo de mantener a los hijos. Uno no puede dejarlos morir. Uno necesita comida día a día». Su hijo más grande está sentado en una roca, escucha la conversación y come una tortilla.  

    El único empleo «estable» que tiene es en el corte del café. Cada enero migra a la Costa Sur, pero las fincas solo lo contratan un mes. En ese tiempo gana 800 quetzales. «Pagan a 10 quetzales la lata. Donde no, pagan de 6 a 8 quetzales. Ya viniendo acá compro las cosas frijol, maíz. Todo lo que se necesita», dice.

    La separación de la familia no es algo que se discuta en su casa. Yojana sabe que su esposo debe salir a conseguir dinero y solo volverán a verse un mes después. Toda la responsabilidad del hogar recae en los hombres de la mamá. Ella se encarga de acarrear el agua y colarla con una servilleta porque «trae basura». Se asegura de buscar comida para sus hijos, cuando hay, y de dejar a los más grandes en la escuela. 

    Los 800 quetzales se gastan rápido, es casi la cuarta parte del salario mínimo establecido en el país. Con lo que gana, alimenta a cinco personas y paga 200 quetzales anuales por el alquiler de un pequeño terreno donde siembra el maíz y el frijol. «Es poquito dinero. Las cosas son caras. El quintal de maíz está valiendo de 130 a 140 quetzales y eso lo tiene que pagar uno». 

    Cuando los niños se enferman los lleva al centro de salud que está a 20 minutos de caminata. 

    Admite que esa es una de las razones por las que no le gusta vivir en la Quebrada Seca. Con pesadez dice: «Aquí tiene que morir uno».

    Andrea Godínez