La tragedia ocurrida en Quetzaltenango durante el Festival de Independencia Gallo pudo prevenirse o al menos reducirse si hubieran cumplido con las normas establecidas por Conred. Son requisitos que pueden salvar vidas y que existen en todo el mundo, pero que en Guatemala intentaron ser anuladas por cines, grupos empresariales, e incluso el Ministerio de Economía bajo el argumento de que bloqueaba la competitividad.
Plaza Pública constató que los organizadores del Festival de Independencia Gallo 2022 mintieron en los protocolos que debían garantizar la seguridad de los asistentes. No cumplieron con los requisitos mínimos solicitados por Conred; tampoco limitaron el aforo, las salidas no estaban señalizadas y eran mucho más pequeñas de lo estrictamente necesario.
Esa madrugada murieron seis personas, los testimonios cuentan que las malas condiciones de terreno y falta de supervisión provocaron la tragedia.
Antes de 2011, en Guatemala no existían lineamientos establecidos para la prevención de desastres en la construcción de obras o edificios o la realización de eventos masivos. Fue a partir de la última década, bajo la gestión del exsecretario de la Conred, Alejandro Maldonado, cuando se dieron algunos pasos en esa dirección.
Las normas para la reducción de desastres vigentes tienen como objetivo ser un mecanismo de preservación de la vida, seguridad e integridad de las personas estableciendo los requisitos mínimos que deben cumplir las edificaciones e instalaciones a las cuales tienen acceso los distintos usuarios. Esto incluye edificios privados, públicos, instalaciones para eventos o actividades con gran afluencia de personas, etcétera.
La aprobación de las normas NRD tomó alrededor de siete años y, aunque establecen criterios mínimos de prevención, en comparación con los requisitos aplicados en otros países, el cumplimiento fue un desafío para las autoridades tras varios intentos de bloqueo por parte de grupos empresariales, cines, la Municipalidad de Guatemala o el mismo Ministerio de Economía.
En total han sido cinco los intentos para eliminar las normas de prevención, cada uno documentado por Conred. Las peticiones estuvieron orientadas a eliminar requerimientos solicitados por la NRD1 y acuerdos relacionados a esta, este conteo no incluye a muchas otras peticiones para eliminar las normativas hechas de forma verbal.
Uno de estos fue presentado por una unidad de la Municipalidad de Guatemala. En diciembre de 2019, la Dirección de Control Territorial se opuso a la modificación del acuerdo 2-2019 publicado por la Conred, que básicamente regulaba normas de seguridad estructural dentro del marco de la NRD1, en el que se ampliaban requisitos técnicos para la construcción o modificación de obras utilitarias y ordinarias, y no solo en las obras importantes o esenciales. Es decir, ampliaron las exigencias a todos los tipos de obras incluyendo modificaciones a viviendas particulares, por ejemplo.
La dirección argumentó que afectan «al vecino que desea construir una obra menor », argumentaron representantes de la Municipalidad para solicitar la derogación de la nueva norma. Por su parte, arquitectos e ingenieros interpretaron esta normativa como una restricción para que pudieran autorizar planos estructurales para obras.
En 2020, el Colegio de Arquitectos y el Colegio de Ingenieros de Guatemala manifestaron «profunda preocupación» por la normativa ya que representaban una restricción para los arquitectos e ingenieros colegiados activos para ejercer su profesión pues, según indicaron, exigía que profesionales con cierto nivel de expertis (no solamente con el título de arquitectos o ingenieros) avalaran si una estructura era segura o no. A ese clamor se sumó la Asamblea de Presidentes de Colegios Profesionales. Las peticiones fueron atendidas pues dicha normativa quedó derogada y se eliminó esa limitación. Sin embargo, en otros países, como Estados Unidos, explicó Maldonado, sí hay limitaciones estrictas de quién puede firmar los planos estructurales. Se exige cierta especialización y experiencia.
En esta entrevista Maldonado cuenta cómo diferentes grupos se opusieron a implementar las normas mínimas que deberían garantizar la seguridad de las personas en eventos o construcciones.
— ¿Quiénes y por qué razones se han resistido a cumplir las normas?
Cuando empezamos a sacar las normas hubo mucha resistencia para cumplirlas. La administradora de un edificio en zona 10, por ejemplo, dijo que le daba lo mismo si le ponían multa pero que no iba cumplir con nada. Prefieren pagar la multa, pero nunca se ha impuesto ninguna.
En su momento, quienes se opusieron a la NRD4 fueron los cines, se resistían a proyectar un mensaje para anunciar las medidas de seguridad ante una emergencia. Decían que la gente se iba a asustar, que la gente ya no iba querer ir al cine, no querían dar la información en caso de emergencias.
En una foto del 2010, el Presidente de la República, Álvaro Colom, junto con Maldonado en una reunión de emergencia por la erupción del volcán Pacaya
—¿Quiénes han intentado derogar estas normas y bajo qué argumentos?
Cuando estaba en la Conred me mandaron a llamar para pedirme que quitara las normas. Por ejemplo, del Ministerio de Economía me citaron para decirme que era contra la competitividad del país estar pidiendo requisitos para la construcción de edificios, que no era posible y que eso limitaba la competitividad del país, que era un retroceso. Un argumento sin sentido porque si usted quiere construir en Nueva York debe cumplir 33 normas, hay normas específicas para todo. En todas partes del mundo hay que cumplir normas de seguridad.
También al salir yo de Conred hubo un intento para quitar las normas. En esa época, hubo una iniciativa de desarrolladores de proyectos para quitarlas. Afortunadamente, el Consejo Nacional de Conred votó a favor de dejarlas.
— ¿Cómo interpreta esta resistencia?
Hay varios elementos, uno es la parte económica. Representa una inversión no solo en señalización, salidas de emergencia, herraje, tipo de chapas para las puertas. El otro elemento es la seguridad; por ejemplo, como la norma pide que las puertas estén abiertas las personas los ven como un riesgo a la seguridad en el caso de asaltos, robos. Pero hay herrajes especiales que permiten abrir solo desde adentro y no desde afuera. Y se pueden conectar a sistemas de alarma. Eso representa una inversión para las personas y por eso hay resistencia.
Luego, el otro tema que puede ser es el desconocimiento de las normas, la falta de información hacia el público y la cultura que no tenemos en Guatemala y que no se cumplen. Hay personas que saben que hay una ley pero no la cumplen.
Hay problemas legales para la aplicación de las sanciones que están definidas. La gente no ve consecuencias aunque sí debería de haber.
Hay problemas legales para la aplicación de las sanciones que están definidas. La gente no ve consecuencias aunque sí debería de haber. Un caso muy triste fue el del Hogar Seguro, hubo incumplimiento de las normas pero no hubo ninguna consecuencia al respecto.
O el caso del concierto en Quetzaltenango. El equipo de normas de Conred es pequeño y por eso delega responsabilidades del cumplimiento de las normativas a autoridades competentes como el Ministerio de Cultura y Deportes y las municipalidades. Pero estos tampoco hacen un esfuerzo por cumplir la normativa.
Alejandro Maldonado frente a la foto de su padre, quien cumplió con las funciones de Presidente de la República ad interim en 2015
— Si no es a través de multas o sanciones, ¿cómo disuadir a las personas para cumplir con las normativas?
El problema es que las empresas ven las normas como un gasto y no como una protección. Si todo sale bien, no hay ningún problema, pero ¿qué pasa cuando alguien pierde la vida? Los organizadores y propietarios pueden ser acusados de homicidio culposo pero se pueden proteger si cumplen con la norma. La norma no es garantía de que no vaya a pasar nada, sino de que se hizo lo razonable para evitar que se de una tragedia. Es una garantía para el público, para el organizador, de que se están haciendo bien las cosas.
— ¿Hay normativas pendientes por aprobar?
No ha habido seguimiento a las normas. Al salir de Conred dejé tres propuestas para la aprobación de la NRD5, que es la relacionada a la prevención contra incendios en edificios de todo tipo. Actualmente, no existe ninguna protección de este tipo en el país. La aprobación de normativas está a cargo del Consejo Nacional de Conred y es potestad del secretario de la institución plantear el tema.
Plaza Pública tuvo acceso a los protocolos presentados por Calavera Producciones, organizadora del festival de música patrocinado por Cervecería Centroamericana. En los documentos la empresa aseguró a las autoridades que no asistirían más de 15,000 personas —se estima que fueron 30,000— y la Municipalidad de Quetzaltenango lo avaló con una categoría que requiere menos de los requisitos solicitados por Conred. Por su parte, la representante del Ministerio de Cultura aceptó que aprobó el permiso sin revisar el expediente.
Era la medianoche del 15 de septiembre de 2022, Cristian Espinoza sumaba 18 horas vendiendo ceviches en uno de los toldos instalados en el Festival de Independencia Gallo. Esperaba a que las miles de personas empezaran a salir para poder recoger la basura, mesas, sillas e insumos utilizados durante la jornada. La comida se había agotado.
Esa cevichería era una entre un estimado de 20 ventas de comida y cerveza instaladas al costado y al frente del escenario. Alineados para formar un cuadrado de 22 mil metros cuadrados, los toldos funcionaron como muralla para delimitar el área del concierto de acceso gratuito. El evento comenzó desde la tarde, estaba abarrotado, el suelo era un fango y la música sonaba a todo volúmen.
Terminó el show de Bohemia Suburbana y entró al escenario un DJ. El cambio fue la señal para que buena parte de los asistentes caminaran hacia la salida. Junto con su compañero, Cristian notó un tumulto. Las personas caían una sobre otra, se empujaban y, de golpe, mujeres, niños, niñas y hombres pedían ayuda a gritos, todo era caos y angustia a su alrededor.
Los organizadores del Festival de Independencia Gallo 2022 declaró que asistirían 15 mil personas, se estima que eran 30 mil.
El saldo de esa noche fue devastador.
Nueve personas fallecieron cuando intentaban salir del concierto donde la cantidad de asistentes sobrepasó lo previsto para el evento. Entre las víctimas fueron identificados dos niños que asistieron junto a sus familias: Ashley Sánchez, de 12 años, y Pedro Ramírez, de 13. El resto, mayores de edad, fueron identificados en las primeras horas del 15 de septiembre como: César González Escobar, de 24 años; Ruth Pérez Lucas, 28 años; Vilma Sánchez Figueroa, de 40 años; Saira Ana Santizo Morales, de 34 años; Génesis Tamara Gutiérrez Barrios, de 17 años; Matilde Saquic Renoj, de 38 años y Gustavo Sebastián Morales Molina, de 20 años.
Ya pasaron cinco meses desde entonces y el Ministerio Público (MP) identificó a seis posibles responsables.
Un expediente lleno de inconsistencias
El Festival de Independencia Gallo 2022 fue patrocinado por Cervecería Centroamericana y llevado a cabo por dos empresas subcontratadas: Calavera Producciones, como la organizadora, y Personal para Eventos, como encargada del orden, control y, muy importante, diseñar el protocolo de prevención de desastres.
Palza Pública examinó y contrastó el expediente de los permisos, licencias y el protocolo de seguridad presentados por los organizadores a las autoridades. Los documentos evidencian que las empresas no cumplieron con la estimación de la audiencia máxima, con los requisitos para garantizar la evacuación segura, y mintieron con un dato relevante en el informe posterior. Por su parte, las instituciones de gobierno a cargo incumplieron con verificar los requisitos establecidos por la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred) para prevenir catástrofes en eventos con más de 2,000 asistentes.
Así ocurrió la tragedia en XelaFer Quetzaltenango, al finalizar un concierto, los asistentes empezaron a empujar hacia las salidas cuando provocaron una avalancha humana. RRSS pic.twitter.com/5KNq0RUmDc
Al analizar el expediente y contrastar las acciones posteriores, puede determinarse que el Ministerio de Cultura y Deportes y la Dirección Técnica Municipal de Gestión de Riesgo, de la Municipalidad de Quetzaltenango, dieron luz verde sin corroborar que el evento sería seguro.
Las medidas de prevención no se cumplieron ni en papel ni el día del evento.
Los testimonios de quienes estuvieron presentes lo confirman. Según relató uno de los vendedores que participó en el rescate de víctimas, durante las últimas horas del evento no hubo policías o guardias a cargo del orden.
Además, las vallas (con la marca de Cerveza Gallo) que debían servir para trazar el camino de ingreso y salida, fueron uno de los principales obstáculos para las personas. Los testimonios señalan que las estructuras metálicas no estaban aseguradas, más bien cayeron al suelo lodoso, bloquearon el paso de quienes al intentar salir se tropezaron.
Además de distribuir comida y cerveza, los toldos funcionaron como muro para delimitar el área del concierto, reduciendo así los puntos de salida.
Minutos más tarde esas mismas vallas sirivieron como escudo para resguardar los cuerpos que quedaron sobre el suelo, el resto de asistentes seguía saliendo sin percatarse de lo ocurrido.
La norma que pudo evitar la tragedia
Clevver Ramos es un joven de 18 años, los cumplió en junio del año pasado y desde que tiene 12, tras la muerte de su papá, decidió trabajar para apoyar a su mamá y sostener juntos a sus otros cinco hermanos más pequeños. El 14 de septiembre de 2022 tuvo que cubrir un turno nocturno.
Esa noche salió de casa y sintió un vacío en el estómago. Creyó en un principio que había olvidado alguna de sus pertenencias pero revisó y todo iba con él. Minutos antes tuvo una conversación con su mamá, le dijo que se portara bien «que nada le costaba». Fue el último consejo que recibió de ella. Saira Ana Santizo Morales, fue una de las víctimas mortales durante el Festival de Independencia Gallo 2022.
«Hasta el día de hoy cuando veo lugares con muchas personas me recuerdo de ese evento y no me siento cómodo».
Desde su creación, en 1996, la Conred fue pensada como un sistema de prevención de riesgos naturales o provocados. Una de sus principales funciones es elaborar procedimientos y normas para evitar catástrofes. En ese marco, desde hace unos años implementaron dos normativas que se deberían aplicar en el montaje de eventos masivos y actividades sociales: La NRD2 y NRD4. Ambas debieron tomarse en cuenta para un concierto como este.
La NRD2 es la que rige todo lo relacionado con normas mínimas de seguridad. Es decir, manejo de salidas de emergencia, rutas de evacuación, señalización, entre otras. En tanto, la NRD4, señala una serie de requisitos que los organizadores y encargados de eventos masivos deben cumplir.
La rigurosidad de las medidas de prevención son proporcionales a la magnitud del evento y, según este criterio, se dividen en tres categorías (de menor a mayor riesgo):
A) Para eventos pequeños incluidas las reuniones familiares o fiestas de hasta 500 personas.
B) Para eventos de hasta 2,000 asistentes.
C) Los más grandes como debió ser declarado el Festival de Independencia Gallo 2022 por llevarse a cabo en un terreno de 22,000 metros, gratuito, con bebidas alcohólicas y 30,000 participantes aproximadamente.
Pese a la clara distinción, el evento fue aprobado como tipo B. Desde ese momento el protocolo comenzó a incumplirse.
Para los clasificados en la categoría C hay requisitos indispensables, desde contar con recursos para la administración de primeros auxilios y permitir el ingreso de autoridades para la verificación del evento, hasta la creación de un protocolo de seguridad previo. Sin embargo, a esta categoría se le exigen dos requisitos que no aplican para los eventos A y B: la presentación de un informe posterior al evento y una póliza de responsabilidad civil, es decir, un seguro que ampara los daños ocasionados a un tercero en el desarrollo de las actividades.
Toldos e infraestructura precaria en la mañana siguiente a la tragedia de la madrugada del 15 de septiembre.
Pero esta no fue la única anomalía en el expediente.
Cristian recuerda que las personas empezaron a llegar a eso de las 15:00 horas a la Explanada zona 9, así bautizaron al terreno rústico ubicado a un costado de la avenida Las Américas en Xela y en donde se instalan conciertos, ferias o circos. A esa hora un grupo de personas uniformadas con ropa tipo militar estaban a cargo de revisar a los asistentes.
El área del evento estaba rodeado de ventas instaladas en toldos con el logo de Cerveza Gallo. Al mismo tiempo que funcionaban como puntos para comprar comida y cerveza, también cercaron la explanada y redujeron la salida a tres puntos.
No permitían el ingreso de bebidas, objetos punzocortantes o armas. Las vallas promocionales de la Cerveza Gallo —las mismas que más tarde obstaculizaron el paso— estaban instaladas dentro del área del concierto para guiar el ingreso.
Después de las 20:00 horas —recuerda uno de los vendedores, otro testimonio corrobora lo mismo a partir de las 22:30 horas—, ya no había guardias que revisaran a los asistentes, no existía control en el ingreso. Cada vez había más gente y el concierto principal era a media noche. Sin supervisión, las vallas quedaron tiradas en el suelo, no había iluminación y la lluvia acaparó el lugar por varios minutos.
El lodo era demasiado, relata Cristian, lo tiene muy presente pues lo mandaron a repartir cerveza en medio del público. Era difícil movilizarse porque llevaba tenis. No le advirtieron de las condiciones del terreno, dice que hubiera preferido llevar botas. Cuando se desplazaba entre la multitud los pies se le hundían, no podía avanzar, se resbalaba por la suela plana de su calzado. También tuvo que meterse a empujones, el espacio para caminar era estrecho. Su uniforme era blanco y las manchas de tierra le llegaron hasta las rodillas, sus zapatos también quedaron embarrados.
Durante los días previos, vecinos del lugar observaron cómo con máquinas removieron la tierra para intentar aplanar el terreno y remover la grama. Pero la lluvia —casi una tradición cada 14 de septiembre en Quetzaltenango— convirtió el área en una masa lodosa en la que los pies se hundían con cada paso. Además, las fotografías evidencian que había varias zanjas.
El terreno era hostil.
El evento no fue catalogado en la categoría de mayor riesgo
En agosto de 2022, Calavera Producciones e Hilaturas Centroamericanas, empresa propietaria del terreno en el que se realizó el concierto, informaron al Ministerio de Cultura y Deportes y a la Dirección Técnica de Gestión de Riesgo que pretendían realizar un evento en un terreno de 22,000 metros cuadrados, con un aforo de 15,000 personas.
El 5 de septiembre, Rony William Álvarez, jefe de la Dirección Técnica Municipal de Gestión de Riesgo, de la Municipalidad de Quetzaltenango, aprobó la realización del concierto a través de un dictamen. «Revisado el plan de respuesta por evento socio organizativo, cumple con los requisitos mínimos que establece la Ley de Conred según normativa NRD4 (…) clasificado como categoría B, por ello se emite dictamen favorable», indica el documento.
Al clasificar y aprobar el evento como uno de categoría B y no C, los organizadores quedaron exentos de incluir entre los requerimientos un seguro en caso de que se suscitaran inconvenientes que dañaran a terceros. En tanto, la Dirección de Espectáculos Públicos emitió la licencia para el evento con un aforo autorizado de 15,000 personas.
Sumado a eso, en el protocolo del evento, realizado Miguel Ángel Toledo Cáceres, gerente administrativo de la empresa Personal para Eventos, existen inconsistencias en relación al aforo pues el número reportado fue menor.
En la parte inicial el protocolo señala que la ocupación máxima sería de 15,500 personas, principalmente adultos jóvenes. Esto implicaba para los organizadores implementar protocolos de orden, control y seguridad para no superar ese aforo. Sin embargo, en el mismo documento, en el anexo de clasificación del evento la empresa reportó una cantidad de asistentes distinta: 3,000. Esto implica una reducción proporcional en la cantidad de personal listo para atender emergencias, así como una calificación menor.
El área del concierto sobrepasada en su capacidad máxima, la noche del concierto. Los testimonios indican que en las últimas horas ya no había agentes de seguridad que controlaran el ingreso.
Según la NRD2, para calcular la carga de ocupación, capacidad de un área para albergar dentro de sus límites físicos una determinada cantidad de personas, se utiliza la siguiente fórmula: Área del terreno / 0.65.
En este caso, el área de la Explanada es de 22,000 metros cuadrados, es decir, la carga máxima era de 33,846 personas. Al observar las fotografías aéreas del concierto se puede constatar que está completamente lleno.
«El permiso se emitió para un aforo de 15,000 personas, supuestamente con protocolos de seguridad, pero fue evidente que lo sobrepasó. No hubo 15,000 personas, incluso se habla de más de 30,000», dijo la diputada Ligia Hernández, de la bancada Semilla, quien dio seguimiento al caso en una citación.
Las autoridades autorizaron sin revisar el protocolo
En dos oficios de fecha 21 de septiembre de 2022, seis días después de la tragedia, Marylena Calderón Martínez de Medina, directora de Espectáculos Públicos del Ministerio de Cultura, solicitó a Luis Enrique Susbielles, representante legal de Calavera Producciones S. A. y a Toledo Cáseres, gerente administrativo de la empresa Personal Para Eventos, una copia del protocolo de seguridad elaborado previo al evento.
Según la diputada Hernández, en una citación realizada el 22 de septiembre a la delegada del Ministerio de Cultura, esta reconoció que autorizó el evento sin antes haber tenido acceso al protocolo pues no lo había recibido de parte de la empresa. Entregarlo es uno de los requisitos fundamentales solicitados previo a la aprobación de cualquier actividad masiva. La diputada solicitó una copia a la Dirección de Espectáculos Públicos, respondieron que no contaban con este documento.
«Ella autorizó un evento para 15,000 personas sin cumplir el protocolo. Debe asumir la responsabilidad porque recibió días después de la tragedia un protocolo que tuvo que ver antes de autorizar el evento», aseguró la diputada.
Las salidas de emergencia no cumplían con los requisitos mínimos
La noche del 14 de septiembre Alejandra Teleguario, sus tíos y otros familiares fueron al concierto, eran cerca de las 22:30 horas. Recuerda que la entrada principal solo tenía un letrero que decía «Bienvenidos».
Vieron a El Clubo, a Viernes Verde y a Bohemia Suburbana, esta última era la banda principal y la que se presentaba a media noche. Alrededor de las 00:10 horas Alejandra decidió salir, antes que más personas lo hicieran porque sabía movilizarse sería difícil.
Lo mismo hicieron otros asistentes, no esperaron a que terminara la última canción de Bohemia. La familia de Alejandra caminó por el lugar, era difícil transitar entre tanta gente. Faltaba iluminación en todo el terreno, no podían ver por dónde caminaban, no había ninguna señalización hacia la salida y además el lodo provocaba resbalones. Sus pies se hundieron en el terreno blando.
Lograron salir y llegaron hasta su carro. Cuando ya esta en casa (no muy lejos del concierto) y dispuesta a dormir, escuchó gritos en la calle. Al inicio creyó que era alguna pelea, algo común en estos espectáculos y en esa fechas. Pero los gritos siguieron y mostraban algo más, notó que eran de auxilio. Encontraron a una joven desmayada en la calle y otras personas que gritaban más, les dieron agua y café.
La tragedia ya había ocurrido.
Para ese momento Clevver, el joven de la corazonada, seguía trabajando. Su celular sin carga lo mantuvo alejado de la reciente noticia, cuando lo encendió recibió la llamada de su hermana, le dijo que su mamá, Saira Ana Santizo Morales, estaba desaparecida.
Elementos de la Policía Nacional Civil levantan los cadáveres de las nueve víctimas del concierto Gallo, la mañana del 15 de septiembre, para transportarlos a la morgue de Quetzaltenango.
El tío de Clevver tenía una carreta de tortas y su madre lo fue a ayudar. Se llevó a sus dos hijos de tres y seis años con ella.
Esta carreta estaba en la parte exterior del terreno, del lado que coincide con el Centro Comercial Paseo Las Américas. Saira aprovechó el concierto para recolectar latas que después intercambiaría por efectivo. El tío de Clevver le comentó que dejó a sus hermanos con él mientras ella recolectaba.
El 19 de septiembre de 2022, Marylena Calderón Martínez, directora de Espectáculos Públicos del Ministerio de Cultura, solicitó a Personal para Eventos y Calavera Producciones un informe detallado posterior al concierto realizado en Quetzaltenango. Este es un requisito establecido en la normativa de Conred para los eventos de categoría C.
En el informe realizado por Toledo Cáceres, gerente administrativo de Personal para Eventos, no se explican detalles de la organización y cumplimiento de medidas en el concierto.
«Durante la realización del evento el público se comportó de manera ordenada, por lo que al finalizar la participación de la banda Bohemia Suburbana los asistentes tomaron la decisión de retirarse del lugar, en las diferentes salidas asignadas, desconociendo el motivo que organizó el incidente en las afueras del evento», señala el documento. Testimonios y fotografías muestran que la tragedia ocurrió dentro. Además, según la normativa, la organización del evento incluye el protocolo de salida y parqueo.
En tanto, la empresa Calavera Producciones informó lo siguiente: «El día jueves 8 de septiembre, a las 10 horas, personal de Calavera Producciones, ingresó al área prevista del evento para iniciar con el montaje de escenario, lo cual duró hasta el 13 de septiembre, fecha en la cual se inició el montaje de toldos e imagen de la marca patrocinadora, así como los puntos de venta, mantas y baños portátiles. El 14 de septiembre, alrededor de las 9 horas, el equipo de control y orden de la empresa verificó los puntos de ingreso y salida, los cuales eran tres, ubicados dos a los costados y uno en el ala sur con una apertura de quince metros, y se realizaron los filtros y puntos de control para el ingreso y salida de los asistentes».
Esta declaración, según el expediente acusatorio del Ministerio Público, es falsa.
«La autoridad competente tenía que haber estado ahí antes del evento, durante el montaje del evento y verificar el cumplimiento de las cuatro normas»
La normativa de Conred utiliza fórmulas matemáticas para calcular, según el área del evento, la cantidad de salidas de emergencia necesarias. De igual forma, se ordena que las puertas estén señalizadas, iluminadas y que no exista ningún obstáculo que obstruya las puertas.
Esto tampoco se cumplió.
Cristian Espinoza, el trabajador en la cevichería, contó que para percatarse mejor del desorden que se generaba cercano a la venta donde estaba, se subió a un carretón. Ahí fue donde notó que las personas se estaban empujando y caían una sobre otra.
Recordó que no había nadie de la empresa organizadora. Tampoco había policía o guardias, además las vallas con publicidad de la cerveza Gallo dificultó el paso, los asistentes se tropezaban y caían.
Fueron 30 o 45 minutos los que tardaron en sacar a las personas que pedían auxilio, rescataron al menos a siete personas pero era insuficiente. Cristian recuerda que la entrada era muy pequeña, calcula que era de unos 10 metros y en todo el alrededor estaban los toldos de ventas de comida y cerveza. Cada locatario cerró su espacio con lazos y plástico, así evitaban que las personas salieran por estos puntos.
El cálculo de Cristian fue generoso. Según el expediente elaborado por el MP, la salida donde ocurrió la tragedia medía seis metros de ancho. Según los lineamientos de la Conred, para un aforo de 15,000 personas —al Festival Gallo 2022 se estima que asistieron 30,000— el evento debía contar con cuatro puertas que en total sumaran 75 metros de ancho. El croquis presentado por Calavera Producciones solo contempló tres salidas.
El área del concierto, la mañana siguiente a la tragedia, repleta por agentes policiales y fuerzas del orden.
A eso de la 1 de la madrugada Clevver recibió la llamada de una de sus hermanas y fue cuando le contó que su mamá estaba desaparecida. Ahí emprendió la búsqueda junto a otros familiares.
Fueron al concierto y nadie les daba información, se trasladaron a la estación policial de la zona 8 y tampoco recibieron respuesta. Llegaron al Hospital Regional de Occidente, al puesto de salud y a otros hospitales privados para buscarla. No la encontraron.
Probó suerte en la estación policial en Pacajá —a 1 kilómetro del lugar aproximadamente— y fue ahí donde un agente les dijo que tenían a unas personas identificadas. Les mostró una fotografía, era su madre. Clevver dice que sintió una tristeza profunda y se culpó por haber salido de casa en vez de acompañarla. En ese momento se trasladaron hasta el Instituto Nacional de Ciencias Forenses en donde esperaron al menos seis horas para que les entregaran el cadáver.
«Al finalizar la banda Bohemia Suburbana —se lee en el informe posterior hecho por Calavera Producciones— inició la presentación de Pako Rodríguez, con la cual se finalizaría el evento. Siendo las 0:30 horas, recibimos la notificación del personal de Control y Orden asignado por la empresa, que había desorden en la parte de afuera del área delimitada de lo que tuvo saldo trágico del fallecimiento de nueve personas. Desconocemos el motivo por el cual se provocó ese incidente, y no obstante sucedió fuera del área del evento en mención, de parte de la empresa se tuvo inmediato acercamiento con el Ministerio Público para dar declaraciones y todo el apoyo e información necesaria de manera incondicional».
Tanto en este informe como en un primer comunicado, la organizadora hizo énfasis en que la tragedia ocurrió afuera del evento. Alejandro Maldonado, promotor de las normativas de prevención y exsecretario de la Conred, explica que el área de salida del evento también es responsabilidad de los organizadores y autoridades a cargo, por lo que no hay forma de distanciarse de lo ocurrido.
En su artículo 15, la NRD4 señala que para eventos de categoría C los responsables «deberán presentar ante la Autoridad Competente un Informe Posterior al Evento Socio-Organizativo que incluya como mínimo la descripción del evento; detalle de las emergencias atendidas incluyendo número de heridos, número de fallecidos y sus causas; las fortalezas y los aspectos por mejorar; un plan de mejora indicando acciones correctivas y preventivas, los nombres y datos de contacto de quienes realizarán dichas acciones y las fechas límite para concretarlas».
En este caso, los informes presentados no cuentan con estos detalles.
Nadie detuvo el concierto
Alejandra recuerda que el lugar en donde fue el concierto era inseguro.
A las 22:30 horas cuando ella llegó, no había personal que vigilara el ingreso, tampoco agentes policiales para controlar el desorden. El terreno estaba encerrado con carpas y toldos, los accesos eran poco visibles por la falta de iluminación. Recuerda que tampoco había señal de teléfono y no hubo coordinación de parte de los organizadores para el momento en que las personas empezaran a salir.
Cuando supo el motivo de los gritos, llamó a los Bomberos para auxiliar a quienes estaban cerca de su casa. La respuesta de la operadora fue que no podían porque todas sus unidades estaban apoyando en la avenida Las Américas en donde se rumoraba que había personas muertas.
En el lugar donde se realizó el concierto tampoco hubo apoyo para rescatar a las personas que quedaban debajo de otras. Cristian relató que el ruido de la música nunca bajó y por esto mismo no se escuchaban los gritos de auxilio. Encontró a un guardia de seguridad a quien le pidió que ayudara con los cuerpos tendidos de las personas, pero solo le respondió que no podía y se fue del lugar. La Policía Nacional Civil empezó a llegar después de la tragedia, una hora después aproximadamente, recuerda. El Ministerio Público llegó a recolectar información hasta pasadas las 3:00 horas.
Antes de la aprobación de la NRD4, prevenir accidentes en eventos organizados por empresas privadas implicaba un desafío para las autoridades. La norma actual exige a los organizadores darle acceso al sistema de prevención implementado por Conred. El propósito de brindar acceso es que las autoridades puedan hacer una verificación previa a la realización del evento, durante y posterior a ello.
La función de supervisión recae en la Dirección de Espectáculos Públicos y al Departamento de Gestión de Riesgo de la Municipalidad de Quetzaltenango, son las entidades con la potestad de dar luz verde a la realización de la actividad. «La autoridad competente tenía que haber estado ahí antes del evento, durante el montaje del evento y verificar el cumplimiento de las cuatro normas», señala Maldonado. En el expediente de la actividad no hay constancia de que hubo una revisión previa.
Elementos del Ministerio Público cubren los cadáveres de las nueve víctimas de la tragedia con lonas negras, en la madrugada del 15 de septiembre.
La idea de verificar el cumplimiento de normas incluso durante los eventos, explica Maldonado, es evitar que estos excedan la capacidad oficial.
Según la norma, cuando esto ocurre las autoridades tienen la facultad de suspender la actividad bajo el argumento de que al exceder la capacidad anunciada, las instalaciones, salidas y rutas de evacuación dejan de ser funcionales y representan un riesgo para las personas presentes. Esta autoridad la ejerce la Conred a través del Departamento de Gestión de Riesgo, Ministerio de Cultura, PNC y bomberos.
«Al observar que un evento clasificado para 15,000 (en realidad) tiene 30,000 personas debieron suspenderlo en ese instante porque además era un terreno de tierra, había llovido, había lodo, había niños. Todo pintaba para que pasara una tragedia y nadie hizo nada», sentenció la diputada Hernández.
Acepta que no supervisaron el concierto
La NRD4, en el artículo 5, señala que «en todos los casos en los cuales se incumpla al menos uno de los requisitos que se establecen en la presente normativa, el evento no se podrá llevar a cabo. Las acciones y omisiones que constituyan infracciones o incumplimiento de la presente norma serán sancionadas». Además, indica el reglamento, si durante la ejecución del evento se incumple uno o más de los requisitos el evento se suspenderá inmediatamente y se podrá reanudar cuando se hayan cumplido los requisitos.
Esta es una de las grandes deficiencias del país en la prevención de desastres, pues para realizar estas verificaciones es necesario contar con personal suficiente a nivel nacional. Precisamente por eso, aclara Maldonado, los eventos están divididos en tres categorías: A B y C, pues la idea es enfocarse en las actividades que representan un mayor riesgo. Para que esto se cumpla, todo expediente debe abrirse al menos 30 días antes del evento para que se puedan programar las inspecciones antes, durante y después de la actividad.
En una citación, Marylena Calderón Martínez de Medina, directora de Espectáculos Públicos, confesó que el personal del Ministerio cuenta con cuatro encargados de verificar eventos y lo hacen únicamente en la ciudad, especialmente en lugares como discotecas, «barra shows» y clubes nocturnos.
«Yo le pregunté a la directora cuántas personas habían ido a supervisar el concierto y ella dijo: ‘No podemos porque somos cuatro, apenas nos cubrimos en la ciudad’», declaró la diputada Hernández.
Es decir, confirma que nadie del Ministerio de Cultura verificó el lugar ni el aforo.
Lo ocurrido en Quetzaltenango, agrega la diputada, es que «se están autorizando eventos que nadie tiene la capacidad de supervisar. Nadie es consciente de los riesgos a los que está sujeto al ir a un evento».
Tras lo ocurrido, la Cervecería Centroamericana se limitó a emitir un pronunciamiento para externar un pésame a las familias. En tanto, Calavera Producciones hizo público que estarían en disposición de colaborar con las investigaciones y anunció la cancelación de dos eventos que estaban programados para ese mismo mes. Plaza Pública intentó comunicarse con el representante de Personal para Eventos, Toledo Cáseres, sin embargo, señaló no estar autorizado para brindar declaraciones. Por su parte, la oficina de Calavera Producciones y la Cervecería Gallo no atendieron a una solicitud de entrevista.
El lunes 20 de febrero, después de más de cinco meses de la tragedia, se tiene programada la audiencia de primera declaración. La investigación del MP refiere que son seis personas las sindicadas provisionalmente por el delito de homicidio culposo.
Los citados para declarar en este proceso son Luis Enrique Susbielles Ruiz, Administrador único y representante legal de Calavera Producciones, S.A.; Miguel Ángel Toledo Cáceres, gerente administrativo de Personal para Eventos; Steven James Potter Díaz, Coordinador operativo del evento; Marylena Calderón Martínez de Medina, Directora de Espectáculos Públicos del Ministerio de Cultura y Deportes; Rony William Álvarez, Director Técnico de Gestión del Riesgo de Conred, en la Municipalidad de Quetzaltenango; y Erick José Mario Tzún de León, exgobernador departamental.
Agentes de la PNC en el lugar de la tragedia, en la mañana del 15 de septiembre.
El expediente del ente investigador refiere que los últimos dos funcionarios omitieron el cumplimiento de sus funciones. El exgobernador no cumplió con la coordinación de la PNC para supervisar y garantizar el orden en el lugar. Rony Álvarez dictaminó favorable la realización del evento a pesar de ser una categoría que no cumplía con las características del evento.
Los seis ya fueron notificados de este proceso y las familias de víctimas y sobrevivientes deben acudir al juzgado en Quetzaltenango porque son querellantes adhesivos.
Esa madrugada, al terminar de ayudar al rescate de personas, la ropa blanca de Cristian quedó manchada completamente, tenía lodo hasta las rodillas y hasta la marca de una mano le quedó en la playera. Logró sacar a una joven que estaba siendo aplastada debajo de una de las vallas de metal. Otro joven estaba queriendo ingresar de nuevo al lugar para buscar su zapato, entre la tragedia parecía algo absurdo, pero Cristian entendió que en realidad estaba en shock.
La policía empezó a llegar, tomaron datos y se quedaron parados viendo la escena. Por la impresión se tomaron un vaso de cerveza y los agentes de la policía los amenazaron con que, si el Ministerio Público los veía tomando, los iba a detener. «Estaban buscando culpables» explica.
«Me sentí muy mal, fui con una compañera, lloré y me desahogué. Me quedó la imagen en la cabeza. Hasta el día de hoy cuando veo lugares con muchas personas me recuerdo de ese evento y no me siento cómodo».
Clevver y sus hermanos están recibiendo apoyo de sus tíos y su abuela. Su hermana de 15 años decidió que este 2023 nuevamente no ingresaría a estudiar, trabajará por sus hermanos pequeños. A él le hace falta su mamá a quien le contaba sus temores, angustias y quien le daba consejos. Sus hermanos pequeños en algunas ocasiones siguen preguntando por ella y cuándo va a regresar.
«Me dolió tanto porque siento que me quitaron algo y es lo más valioso que he perdido. Es muy difícil perder a la persona a quien le tenía la confianza de contarle mis cosas. Ella me decía que además de ser mi mamá era mi amiga y cuando me pasaba algo se lo contaba, porque no esperaba que me juzgara», dijo Clevver.
La responsabilidad de la planificación familiar recae en las mujeres. La diferencia entre cirugías definitivas es contundente: Por cada diez ligaduras de tormpas de Falopio solo hubo una vasectomía, a pesar de ser un procedimiento simple del que ellos pueden salir caminando. En Quetzaltenango, la pandemia limitó estos servicios lo cual prevé para 2021 y 2022 más embarazos no deseados.
Ella es escritora y él es propietario de una editorial. Se conocen porque coinciden en actividades como que en la editorial de él se publicó un libro de ella.
Tienen más en común, hace algunos años se plantearon la misma pregunta: ¿Tener o no tener hijos? Ambos se respondieron para sí mismos, no. Ella es Hael López y él Manuel Rodas, 27 y 29 años.
En internet buscaron información y el algoritmo hizo el resto, recibieron en sus redes sociales información y así se enteraron de Alas. La organización está presente en Quetzaltenango desde 2001 y se dedica al tema de la planificación familiar, ya sea para espaciar o nunca tener hijos.
Realizan dos jornadas mensuales para evitar procrear, en una de esas Hael se ligó las trompas de Falopio y Manuel se hizo la vasectomía. Para ambos, los procedimientos fueron gratuitos en el Hospital Regional de Occidente (HRO).
En los servicios de salud se ofrecen métodos anticonceptivos, en su mayoría, para mujeres
En 2005, el Instituto de Estadística (INE) registró en Quetzaltenango 19,789 nacimientos, en 2020 fueron 20,631.
Roxana Ramírez, ginecóloga encargada de la clínica de Planificación Familiar del Hospital Regional de Occidente, explica que la cirugía para mujeres (Oclusión Tubárica Bilateral, OTB) es más compleja y laboriosa: Utilizan anestesia epidural que abarca desde la cintura hasta las extremidades inferiores. Trazan una incisión en la cavidad abdominal para ligar las trompas de falopio. Este procedimiento puede tener efectos secundarios en las pacientes.
En tanto para la vasectomía se utiliza anestesia local, realizan una pequeña incisión en el escroto y al localizar los conductos deferentes se ligan.
En el HRO, las OTB se recomienda luego de una intervención postparto, cesárea o legrado, se debe informar a la mujer sobre el significado de este método el cual es irreversible, y firmar un consentimiento que no requiere de la aprobación o permiso del esposo o pareja.
Hael nunca se vio como madre, aprendió sobre el embarazo como un proceso físico duro y la maternidad con todas las cargas sociales y políticas que conlleva. Al comienzo de su vida sexual temía quedar embarazada a pesar de «cuidarse». «Miles de veces escuché a cualquiera decirme que ya iba a madurar, que era cuestión de edad y que era natural, pero todo eso me hacía eco y de tantas veces que lo repitieron, ya parecía algo importante», sostiene.
Manuel Rodas, 29, decidió optar por la vasectomía y se operó en el 2020. Dedica parte de su tiempo a la encuadernación artesanal de libros
Un día antes de la cirugía volvió a pensar si era lo correcto, buscó algo que la hiciera dudar o alguna posibilidad de querer ser mamá, pero no lo sintió.
Manuel escuchó durante su niñez y adolescencia a su padre decir que él no quería tener hijos, pero a pesar de eso los tuvo. El editor no quería repetir ese patrón para luego recriminar la existencia de alguien. Además, se resigna desde un plano moral a que sus hermanos ya tienen hijos por lo tanto no recae en él hacer abuelos a sus padres.
Él nunca había sido intervenido quirúrgicamente, tuvo una fractura de brazo nada más y la vasectomía le provocó miedo. «Mi cita fue en enero del 2020, lo comenté en mi casa y hubo un pequeño conflicto con mis padres, vengo de una familia tradicional que dice que “hay que tener hijos”. Me fui sin su aprobación, aunque ya no la necesitaba, soy mayor de edad».
A Hael le colocaron anestesia local, sintió dolor cuando el personal médico realizaba el procedimiento. Intentó contar el tiempo que duró la cirugía, pero el dolor la desconcentró, probablemente fueron dos minutos. La dieron de alta ese mismo día y tuvo pocas molestias en las siguientes horas. Su ciclo menstrual fue irregular, pero nada grave.
En Quetzaltenango, alrededor de 30 mujeres buscan cada mes este método definitivo de anticoncepción, contra tres o menos hombres la vasectomía. Hay más opciones para ellas porque la ciencia ha estudiado más su cuerpo en este aspecto.
El Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), a través de una solicitud de Acceso a la Información Pública, enumera los métodos de planificación familiar proveídos en los Centros de Atención Permanente (CAP), puestos de salud y la red de hospitales. En todos, la vasectomía y el condón son las únicas opciones para hombres. Los destinados para cuerpos femeninos son las cirugías permanentes, píldoras, inyecciones, implante subcutáneo y dispositivos como la T de cobre.
Para NohemÍ Racancoj, coordinadora de la Red de Organizaciones de Mujeres Indígenas, el Estado Guatemalteco violenta la Ley de acceso universal y equitativo de servicios de planificación familiar, al no tener disponibilidad de los 16 métodos aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA por sus siglas en inglés).
Tampoco hay personal capacitado y disponible para aplicar estos procedimientos y dar el plan educacional con pertinencia cultural, o incluso en el idioma materno de las personas. Salud debe priorizar la profesionalización del recurso humano, la adquisición de insumos y no depender solo de oenegés para cubrir esta necesidad en la población, dice.
En la última década, en el departamento de Quetzaltenango se aplicaron 262,378 métodos de planificación familiar en mujeres, contra 9,538 en hombres. O sea: nueve de cada diez personas que buscan métodos anticonceptivos son mujeres, y uno es hombre, según el MSPAS.
La antropóloga y feminista, Silvia Trijullo, responde que es una noción histórica que representa que las mujeres tienen un cuerpo para otros, es decir, que son usados solo para reproducir o gustar.
El sistema patriarcal mantiene los cuerpos tutelados y controlan la sexualidad de las mujeres, con el único fin de reproducción. «Es una violencia institucional, estamos pensadas por el sistema de salud como seres para reproducir y encarna una violencia, pero como está naturalizado no lo vemos como tal».
El Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva (Osar), realiza monitoreos constantes con respecto al acceso de métodos de planificación familiar. Mirna Montenegro, su directora, afirma que hay más opciones para las mujeres porque históricamente se ha investigado más la fisiología de las mujeres y por lo tanto es más fácil impedir la ovulación y otras formas de evitar embarazos. Para hombres solo se ha querido estudiar cómo cortar los conductos deferentes para la vasectomía.
Falta investigar más la fisiología reproductiva masculina.
La planificación es atribución de las mujeres y pocos hombres se involucran, porque lo asocian a la infidelidad y machismo, sabe Montenegro. Por lo tanto, su intervención es la prohibición del uso de los mismos.
Laura Robles menciona que desconocía el tipo de métodos anticonceptivos que ofrecen en el CAP de Quetzaltenango
Más condón que vasectomía
Hasta 2016, el Consejo de Investigación Médica (ICMR por sus siglas en inglés) inició la investigación y elaboración de una inyección anticonceptiva para hombres. Tres años después se incluían las pruebas científicas y permisos para sacar al mercado este medicamento llamado Vasalgel. Medios de comunicación internacionales reportan que aún se desconoce cuándo podría usarse.
De los 9,538 hombres registrados en Quetzaltenango entre 2011 y 2021 que buscaron la anticoncepción, solo 55 optaron por el método permanente. En esos mismos diez años, 12,057 mujeres se acercaron a prevenir embarazos, entre métodos modernos y tradicionales.
Jaime Ajtún, de la Red de Hombres de Quetzaltenango, quienes trabajan en temas de salud sexual y reproductiva, y paternidad responsable, no entiende aún por qué existe resistencia para someterse a métodos anticonceptivos. Han abordado la importancia de planificar con grupos de hombres desde el ámbito económico, pero no es suficiente.
«Se necesita más acompañamiento. Con una charla de 45 minutos no es suficiente, debería ser como una escuela para que los hombres lleguen y aprendan», asegura.
La ginecóloga, Roxana Ramírez, resalta que la efectividad en ambas cirugías, tanto para hombres como para mujeres, es similar y representa un 0.5 % de probabilidades de un embarazo. En la vasectomía hay una leve diferencia, los resultados no son inmediatos porque pueden quedar restos de espermatozoides en los conductos y deben utilizar condón al menos en las siguientes 20 eyaculaciones, después pasar por un examen llamado espermograma.
Los hombres que entienden que la planificación familiar es cosa de dos es cuando deciden operarse, dice Montenegro.
Para la activista feminista e integrante del colectivo Beradfem en Quetzaltenango, Alejandra Teleguario, es de vital importancia una educación integral en sexualidad para hombres y mujeres. La prevención de los embarazos no es solo responsabilidad de las mujeres sino un proceso a realizar en acompañamiento de ambos así tomar decisiones conscientes y a largo plazo. Ello promueve una vida integral y digna.
En la Asociación Pro Bienestar de la Familia de Guatemala (Aprofam), la cirugía para no tener hijos para mujeres tiene un costo de 4,200 quetzales y la de hombres, la vasectomía, 750 quetzales.
El Osar verificó en Quetzaltenango los servicios de salud y de los seis CAP del departamento, solo en el de la cabecera tienen personal para realizar vasectomías; las OTB de mujeres, en los hospitales nacionales. Han solicitado personal y equipo para el de San Juan Ostuncalco que cuenta con la infraestructura, pero no el recurso humano.
El Centro de Atención Permanente de Quetzaltenango donde se ofrecen métodos anticonceptivos en su mayoría para mujeres
En Guatemala existe desde noviembre de 2005 la Ley de Acceso Universal y Equitativo de Servicios de Planificación Familiar. El artículo 3 dice: «el destinatario es para la población en general, pero hace énfasis en “mujeres, adolescentes, parejas y hombres del área rural que no tengan acceso a servicios básicos de salud promoviendo y asegurándose el acceso equitativo de servicios de planificación». Pero las estadísticas distan de ser equitativas y reflejan la desigualdad entre hombres y mujeres para hacerse cargo de la planificación familiar y el uso de métodos anticonceptivos.
El informe de Oxfam Entre el suelo y el Cielo, de marzo de 2019, aborda el tema de la desigualdad en Guatemala en el ejercicio de los derechos reproductivos. Alguien con escolaridad universitaria y un nivel socioeconómico alto tiene más probabilidades de emplear métodos anticonceptivos. Lo atañen a un privilegio, a tener la información al alcance sobre las posibilidades para planificar e incluso evitar embarazos en adolescentes.
El mismo estudio evidencia que el porcentaje de embarazos en adolescentes sin mayor escolaridad es cinco veces mayor al de las universitarias, y eso lo condiciona a violencia contra la mujer.
«Vengo al control de mi hijo, pero mi esposo me pregunta qué hice, controla lo que hablo porque dice que las enfermeras quieren que ya no tengamos más hijos y que ese no es el plan de Dios», cuenta una joven de 23 años y con dos hijas con dos años de intervalo entre ambas. Hasta ahora no ha utilizado métodos para evitar un tercer embarazo.
Desde marzo de 2021 se suspendieron servicios de consulta externa en los hospitales y otras especialidades en los centros y puestos de salud, miles de cirugías y atenciones especializadas programadas se cancelaron. También se cerraron las clínicas de planificación familiar.
En el Hospital Regional de Occidente de enero a mayo de 2019 se realizaron 953 cirugías, en los primeros tres meses de 2020 contaron 874. De enero a mayo de 2021 fueron 253. El MSPAS declaró alerta roja en hospitales de la red de servicios públicos para priorizar la atención en caso de COVID-19. Las cirugías electivas están suspendidas.
El jefe del Centro de Atención Permanente en Quetzaltenango, Salvador Soto, informó de la interrupción del convenio con Aprofam para realizar cirugías gratuitas de planificación familiar para mujeres. Las vasectomías, sin embargo, sí las realizan incluso en un CAP (los viernes) porque requiere menos equipo quirúrgico por su sencillez.
El personal de salud en el CAP de Quetzaltenango se ha concentrado en el proceso de vacunación contra el Covid 19, dejando con menor atención otros servicios
En el mes destinaban dos días para llevar a cabo operaciones de ligadura de trompas de falopio, significaba 40 mujeres contra siete hombres en busca de la vasectomía.
En un análisis de Osar sobre el impacto de la pandemia respecto al acceso a servicios de salud, profundizó las desigualdades e inequidades en la salud sexual y reproductiva. Los meses de confinamiento redujeron la atención y consejería en temas de anticoncepción.
En la revisión comparativa de marzo a diciembre de 2019 y 2020, se nota la disminución del uso de métodos anticonceptivos un 40 % y esto llegará a 2021 y 2022 convertido en embarazos no deseados.
A Manuel le quedó pendiente el espermograma porque la pandemia cerró esos servicios, su pareja lo entendió.
Hael opina que la sociedad machista ha hecho creer que las mujeres tienen como última y mayor meta ser madres, pero ella tuvo la oportunidad de decidir. Enfatiza que esta cirugía representó un gran cambio en su vida, que no está ligado al sexo siquiera, sino en la autonimía sobre su cuerpo, quitarse un miedo impuesto y sentir una pertenencia completa.
* Esta publicación es parte del programa de formación para periodistas departamentales Plaza Pública 2021. Para conocer cómo ser parte haz click aquí.
Estas mujeres tienen alta incidencia en la salud del área rural del país. Más allá de atender partos, sus actividades se extienden a nuevas prácticas, tal es el caso de la salud sexual y reproductiva. Pero el apoyo estatal es escaso y crea puntos de conflicto. Es una oportunidad desaprovechada.
Para Angela Colop de 58 años, hablar de salud sexual y reproductiva es cosa de dos, de él y de ella. Conversan desde cómo cuidarse para evitar embarazos, hasta del tiempo de calidad con los hijos. «De eso les hablo», dice con resignación pues su labor como partera se extiende a estas charlas.
Recibe a las parejas en una habitación de seis por tres metros donde al fondo, en una esquina, reserva espacio para imágenes religiosas: Un Cristo crucificado, un cuadro de la virgen, la última cena y un póster de Juan Pablo II.
El altar doméstico en el cuarto de visitas de la casa de Angela Colop. Sobre la mesa destacan dos retratos de su abuela, quien también fue partera en Cantel
Ahí mismo citó en 2004 a dos padres de ocho hijas vivas, más seis abortos. Un total de 14 embarazos. «Ella tenía poco menos de 40 años y el esposo la obligaba a tener relaciones porque quería tener un niño», recuerda. Les habló de la salud de la madre, los gastos que implica educar a los hijos y las limitaciones cuando son muchos.
La conversación terminó cuando él se levantó, la amenazó en quiché y se marchó.
Ellas son un recurso humano desaprovechado.
Ella es una de las 37 comadronas registradas en Cantel, Quetzaltenango. «En realidad somos 64», rectifica, se refiere a las 37 más 18 que realizan su trabajo sin pertenecer a esa lista, y otras nueve que el Ministerio de Salud Pública (MSPAS) ni siquiera localiza.
En el occidente del país uno de cada tres partos es atendido en casa por alguien como Ángela.
Además de palpar vientres y reconocer embarazos de riesgos, estas mujeres se capacitan para hablarle a los jóvenes. Les preocupan los embarazos en adolescentes: durante la cuarentena de 2020, en Cantel se registraron 141 en menores de 18 años, uno nuevo cada tres días.
El invernadero de Antonia García, donde la comadrona cultiva diferentes hortalizas y plantas con propiedades específicas para la atención de sus pacientes y para la venta al por menor
Ellas conocen el espacio íntimo de las parejas de Cantel, desde las más jóvenes.
Andrea Salanic Xitimul recibe a sus pacientes en un patio cubierto de flores de buganvilia, la acompaña su gata. Ella es comadrona y fue intérprete quiché-español en las reuniones mensuales con el personal de salud.
Suspira al recordar el caso de una pareja menor de edad que solicitó su ayuda hace dos años. «La mamá de la joven me contó: “Se casó mi hija, pero el licenciado nos dijo que no debe tener familia todavía”. Entonces tuve que intervenir».
Alude al decreto aprobado en 2015 el cual prohíbe matrimonios entre menores de edad. «Los apoyé con métodos anticonceptivos naturales, así lo quisieron ellos». La relación de las comadronas con la población es de confianza, por eso las prefieren por sobre el personal de salud.
Collar de control de fechas utilizado como herramienta para enseñar el ciclo ovárico a hombres y mujeres
Andrea, de 67 años, es de complexión delgada y voz serena, recibió formación técnica en salud desde 1972 y es conocida en varios municipios por el servicio que presta. «Atiendo hasta cinco consultas todas las mañanas, de lunes a domingo. Vienen de San Juan Ostuncalco, Olintepeque, San Carlos Sija… de varias partes», enumera.
Al igual que Angela, Andrea prefiere citar a las parejas y no solo a la mujer, considera que la maternidad y paternidad deben ser responsables y conscientes. Procura involucrar y enseñar a los hombres cómo cuidar de sí mismos y su pareja. «Les hablo de la planificación familiar, del ciclo de ovulación, el coito interrumpido y en qué momento pueden embarazarse ellas, les regalo un collar para que lleven el control de esas fechas».
En Guatemala existen alrededor de 23 mil comadronas y realizan múltiples tareas de acompañamiento en todo el territorio. A pesar de eso, el Estado no les provee insumos básicos o especializados para realizar su labor. Tampoco les brinda algún incentivo económico.
Ya se ve que ellas pueden ser la clave de llevar educación sexual a sus municipios y disminuir los embarazos a temprana edad o no deseados, ellas son un recurso humano desaprovechado.
La Ley para la Maternidad Saludable (artículo 17) establece que los proveedores comunitarios y tradicionales deben cumplir manuales y protocolos para prestar servicios de salud. En el caso de las comadronas, deben coordinar capacitación técnica con el Ministerio de Salud para lograr su acreditación y trascender de comadrona empírica a tradicional.
En tanto, La Ley de Desarrollo Social (artículos 25 y 26) nombra al MSPAS y al Mineduc como entes reguladores de la actividad y formación a todos los promotores de salud sexual y reproductiva.
Antonia García sostiene la política nacional de comadronas aprobada en 2015. La reglamentación contempla deberes y obligaciones del Estado para garantizar las condiciones operativas mínimas para los promotores rurales de salud
Esmeralda Coyoy, enfermera del distrito de Cantel, es la promotora a cargo de la formación y registro de comadronas. Una de las fortalezas en el municipio es la colaboración interinstitucional, dice: «En marzo de este año regresamos a celebrar las reuniones mensuales con las comadronas registradas (37 de las 64 existentes), empezamos de nuevo a capacitarlas según nuestras guías en la atención al recién nacido, métodos anticonceptivos, planificación familiar y otros temas».
La Guía Nacional de Planificación Familiar es un manual creado en 2018 dirigido a todos los proveedores de salud, uno de sus objetivos es «servir como apoyo a la realización de los derechos sexuales y reproductivos, facilitando a las y los usuarios contar con información y orientación asertiva para tomar decisiones adecuadas», se lee.
Este texto solo existe en español, aunque en el país se hablan más de 24 idiomas, además, no contempla como proveedores a las comadronas no capacitadas.
El carné de Angela Colop donde destacan las asistencias de la comadrona a las reuniones mensuales celebradas en la cabecera municipal
En Cantel, desde 2012 hay dos grupos de comadronas debido al espacio para reunirse. «Es más fácil coordinarlas así. Varias abuelas comadronas no saben escribir y solo hablan quiché, así no pueden llenar informes de nacimiento», explica Aurelia Sacalxot, presidenta de uno de los grupos donde la mayoría no está registrada.
María Antonia García, comadrona tradicional desde hace 30 años y presidenta del segundo grupo, explica orgullosa que formaron el colectivo llamado Nim Alaxic, como una demanda «por la lucha del reconocimiento de las prácticas ancestrales y el apoyo integral que damos a la paciente y su familia. Nosotras buscamos atender la salud de una forma integral», reitera.
Además, explica García, «no solo atendemos parejas o mujeres embarazadas, como guardianas de la comunidad atendemos a la persona que lo necesita: madre soltera, jóvenes, hombres, mujeres que no ven menstruación y todo tipo de consulta. Procuramos referir casos con médicos de nuestra confianza».
Antonia García señala los diplomas de reconocimientos logrados a través de los años. Resalta el diploma de alfabetización que obtuvo a los 21 años
Alejandro Chan, politólogo especializado en gestión para el desarrollo local y pueblos indígenas, asegura que la división y registro de comadronas es un punto de conflicto: «Si lo analizamos desde el poder, habrá confrontación entre las comadronas, por decir, yo soy más porque soy reconocida y tu no, o al revés».
Sobre la integración de las demandas de pueblos originarios, explica y cita un ejemplo en Noruega, donde la población indígena también es mayoría: «El Estado de Guatemala integra desde la visión del ciudadano individual y no desde lo colectivo. No comprende ni hace el esfuerzo por comprender a los pueblos indígenas. Busca la homogeneidad».
En Noruega, cuenta, el pueblo Sami fue reconocido en 1989, se organizaron y a través de una lógica de partidos políticos accedieron al poder. El caso es importante porque es el Estado quien se integra a las prácticas ancestrales e indígenas, aquí sucede lo contrario.
En un cuarto separado del resto de la casa, Angela Colop permanece de pie junto al altar donde celebra ceremonias mayas de agradecimiento por su labor en la comunidad
No hay un esfuerzo por conocerlas a ellas sino de imponerles modelos de trabajo. Sobre la coordinación e integración que existe entre el sector público de salud y las comadronas, el personal del distrito resaltó que la normativa específica se respeta y acata: «Las comadronas refieren a los embarazos delicados y de alto riesgo porque ellas no deben atender estos casos. A las comadronas que lo cumplen se les acredita e incentiva con reconocimiento público», relató Brenda López, enfermera profesional.
El MSPAS estableció métodos de atención diferenciada que todos los promotores deben cumplir en el trato con adolescentes, se caracterizan por guardar la privacidad y confidencialidad en los procesos de atención. «Esta estrategia tiene resultados positivos porque existe mayor afluencia a los servicios y ya no registramos muertes maternas», destacó López.
El apoyo es casi nulo a la labor de estas mujeres. A pesar de que existe un proceso abierto en cada uno de los organismos del Estado, y una sentencia de la Corte de Constitucionalidad que ordena al MSPAS adoptar medidas consensuadas con las comadronas para garantizar el respeto e inclusión de su trabajo. O para formular planes que garanticen la salud sexual y reproductiva con pertinencia cultural
En ausencia del respaldo estatal, estas mujeres buscan llevar a la práctica varios de los fundamentos que contiene la Política Nacional de Comadronas. Entre ellos la promoción de su conocimiento y la atención con pertinencia cultural.
El Libro Azul
En occidente, un grupo de comadronas empíricas recopilan los conocimientos ancestrales para no perderlos en el tiempo. La intención es, dice Angela Colop: «reunir el conocimiento de las abuelas comadronas en un solo lugar para que las generaciones venideras sepan dónde buscar. Un manual propio de conocimiento y prácticas naturales para el tratamiento de las pacientes que no pueden ni podrán pagar un hospital privado».
Durante el proceso de colonización se quemó todo escrito, incluso a los escritores. El conocimiento quedó disperso y la única forma de acceder a él es a través de la historia oral. «Es ciencia, pero por el proceso de hibridación que sufrimos somos incapaces de comprenderlo, estamos bombardeados por el pensamiento occidental y ya no sabemos cómo identificarnos con el pensamiento indígena», enfatizó Chan.
Tomate destinado al menudeo y comercio comunitario en el invernadero de Antonia García. Gracias a la venta de sus productos, la comadrona logra mantener su compromiso voluntario de asistencia en salud
Parte de las prácticas compiladas buscan la reivindicación de la pertinencia cultural. Antonia García lo explica: «Así como se engendra en pareja, buscamos incluir a los hombres en el cuidado de un niño y la esposa embarazada para que valoricen el trabajo que realiza una mujer durante el embarazo, parto y postparto».
En cada consulta, estas consejeras refuerzan la identidad y fraternidad de cada pareja para que el alumbramiento se programe y sea acompañado por el calor humano, es decir, el círculo familiar más cercano. En Cantel, una familia promedio tiene tres hijos, según el Censo 2018.
«Es necesario que cada una (de las comadronas) se capacite y escuche atenta las preparaciones que nos da el centro de salud, porque hay muchas cosas que pueden salir mal en un parto. La gente busca más a las comadronas que a las enfermeras, tenemos la confianza de la gente, por eso, debemos prepararnos», justifica Angela mientras se levanta de su silla para atender el teléfono, una mujer llama en busca de sus servicios.
* Esta publicación es parte del programa de formación para periodistas departamentales Plaza Pública 2021. Para conocer cómo ser parte haz click aquí.
Hablar de los Juegos Florales Hispanoamericanos de Quetzaltenango es palabra mayor. Es el certamen literario vigente más antiguo del mundo. Virgilio Rodríguez Macal y Werner Ovalle López dan testimonio de ello.
Como si fuera ayer, como si estuviésemos en la fecha 12 de septiembre de 1916, pareciera verse en el también centenario Teatro de Quetzaltenango a don Osmundo Arriola y a don Manuel Sáenz Mérida organizando la premiación del primer concurso de poesía. Concejal el primero y alcalde el segundo, ambos propiciaron la creación de las justas literarias que hoy, 12 de septiembre de 2016, arriban a sus 100 años.
La edición de este año es la número 79. Durante la dictadura de Jorge Ubico Castañeda se suspendieron todo tipo de actividades que supusieran al mandamás peligro para su gobierno. Ubico, a diferencia de Manuel Estrada Cabrera, era alérgico a este tipo de actividades. Veía en ellas una posible fuente de crítica a su persona. Mas, como un ave fénix, renacieron con mucho ímpetu durante los diez años de primavera del gobierno de Juan José Arévalo Bermejo.
El certamen es internacional. De acuerdo con el periodista Julio Rodolfo Custodio, presidente de la Comisión Permanente de los Juegos Florales, los ganadores en el orden jerárquico que maneja la comisión fueron: «Poesía: Oteando la paz, Eduardo Hugo Jaramillo Muñoz, Ecuador. Ensayo: La poesía mística en la vida y obra literaria de León Felipe, Juan José Guerrero Pérez, Guatemala. Novela: Las huellas de Rubén, Francisco Javier Sandoval Recinos, Guatemala. Cuento: Terminal, Alberto Fernández González, España. Teatro: Puerto Soledad, Camilo Alberto Vergara Peña, Colombia».
Así que este humilde servidor de ustedes, estimados lectores, obtuvo el premio en el género de ensayo.
La celebración será monumental. El 12 de septiembre, durante la velada, se presentará la Marimba de Concierto de la Municipalidad de Quetzaltenango y el Ballet Clásico de Jalisco. El día 13 se realizará un conversatorio literario en la Biblioteca Municipal Alberto Velásquez. Este año conducirá dicho programa por la licenciada María Elena Marroquín, y el conversatorio estará a cargo del escritor y periodista José Luis Perdomo Orellana.
De esa manera, en medio de tanto caos, noticias rojas, angustias de existencia y otras noxas que dañan la psique de los guatemaltecos, la intensa actividad desplegada por la Comisión Permanente de los Juegos Florales, la Casa de la Cultura y la Municipalidad de Quetzaltenango viene a ser como un oasis para el espíritu desasosegado.
Recientemente, cuando estructuraba mi discurso para esa magna noche, una alumna me preguntó: «¿Por qué razón participa usted en certámenes literarios? ¿Por qué no publica sus obras de una sola vez?». Yo le respondí con tres razones. La primera, analizar, a la luz de la lectura de las obras ganadoras, cuál es la tendencia literaria del momento. Generalmente los miembros de los jurados son de una estatura académica enorme. La segunda, aquilatar la obra propia con las premiadas para aprender. La tercera, de ganar, aprovechar la ocasión para que la obra sea publicada, ya que en Guatemala editar a título personal es poco menos que imposible.
Le conté también que en esta ocasión yo tenía una cuarta razón: el deseo de ganar. Un deseo muy humano devenido de la trascendencia de esta septuagésima novena edición. Se trata del centenario de los Juegos Florales vigentes más antiguos del mundo. Y, habida cuenta de que el poeta León Felipe era una de las opciones que las bases indicaban para escribir un ensayo acerca de su obra, bajo la égida del tema genérico cien años de poesía viva, me decidí por investigar acerca de los orígenes de su poesía mística, pues la vida del poeta, su ser y su quehacer político estuvieron siempre, o casi siempre, en ruta de colisión con las religiones.
Los hallazgos fueron fascinantes. Espero compartírselos en breve en una edición de la obra.
La edición del certamen en este centenario está dedicada a don Manuel Sáenz Mérida y a los fundadores del certamen, así como a Adrián Inés Chávez, Alberto Fuentes Castillo, Julio César de la Roca y Juan Morales Gavarrete.
Cierro con una cita de don Julio Rodolfo Custodio: «Los Juegos Florales son algo intangible que es nuestra responsabilidad y que está dejando al pueblo cosas tangibles, obras físicas como los libros de recopilaciones de obras ganadoras. Los Juegos Florales le corresponden por historia a Xela y se deben promover para que perduren».
Cuatro militares retirados guardan prisión por la desaparición, hace 34 años, de Marco Antonio Molina Theissen, un niño de 14 años a quien hombres armados secuestraron luego de que su hermana, Emma Guadalupe, escapara del cuartel donde permanecía detenida de forma ilegal. Uno de los casos paradigmáticos de la guerra sucia que padeció Guatemala.
“Yo no espero nada, no puedo hablar de esperanza”. Ana Lucrecia Molina Theissen, está sentada en los fríos escalones del edificio de tribunales. Espera, escéptica. Momentos después un juzgado de primera instancia ligaría a proceso penal a cuatro militares de alto rango retirados, acusados por la desaparición de su hermano Marco Antonio, secuestrado de su residencia en 1981, cuando tenía 14 años.
La suya y la de su familia ha sido una larga espera. Lucrecia, su mamá y sus dos hermanas han aguardado durante 34 años que se haga justicia y se revele quiénes son los responsables de la desaparición de Marco Antonio. El miércoles 13 de enero, tras una larga investigación del Ministerio Público, el Juzgado Quinto Penal consideró que existen indicios suficientes de que Francisco Gordillo, Edilberto Letona y Hugo Zaldaña, militares que en 1981 estuvieron asignados a la Brigada Militar de Quetzaltenango, cometieron delitos contra los deberes de la humanidad. Y que los tres, junto a Manuel Antonio Callejas Callejas, entonces director de la Dirección de Inteligencia Militar (G2), participaron en la desaparición forzada de Marco Antonio Molina Theissen. Los cuatro militares retirados fueron ligados a proceso penal y enviados a prisión preventiva mientras la Fiscalía de Derechos Humanos, en un plazo de dos meses, construye la acusación formal en su contra.
“Se está logrando justicia”, dijo conmovida Emma Theissen de Molina, la madre de Marco Antonio, al salir del tribunal.
El último recuerdo de Marco Antonio
Mediodía del 6 de octubre, 1981. Un picop se detiene frente a la casa de la familia Molina Theissen, en la colonia “La Florida”, zona 19 de la capital guatemalteca. Llaman a la puerta y Marco Antonio —quien cursaba tercero básico en el colegio Guatemalteco-Israelí— abre. Eran tres hombres armados.
Uno de los hombres sube a la marquesina de la casa para vigilar desde ahí los movimientos de los habitantes de la casa y de sus vecinos, mientras los otros ingresan por la fuerza. Uno empuja y engrilleta a Marco Antonio; el otro sujeta a su madre a quien utiliza como escudo humano mientras recorre toda la casa. Con la boca sellada con cinta adhesiva el niño es retenido en un sillón de la sala.
Los intrusos cierran la puerta del patio, encierran a los perros y a la mujer que ayudaba con los quehaceres de la casa. Revisan cuarto por cuarto; en uno encuentran un álbum con fotografías de Emma Guadalupe Molina Theissen, la hermana mayor de Marco Antonio. Arrancan algunas fotos y las guardan. Después de registrar todas las habitaciones, en una de ellas empujan hacia adentro a la mamá de Marco Antonio, pero ella logró salir y correr hasta la entrada para ver una última vez a su hijo, acostado en la palangana del picop, y un sujeto algo gordo sentado encima de él. La madre del menor también vio el número de la matrícula del vehículo en que se llevaron a su hijo: O-17675.
Ana Lucrecia no se encontraba en casa cuando todo aquello ocurrió. Minutos antes había salido, contenta de contarles a su mamá y a su hermano que Emma Guadalupe, retenida por el Ejército nueve días antes, había escapado de sus captores.
El secuestro de Marco Antonio fue considerado, por su familia y la Fiscalía, una venganza de los militares por la escapada de su hermana Emma Guadalupe de una base castrense.
El secuestro de Marco Antonio fue considerado, por su familia y la Fiscalía, una venganza de los militares por la escapada de su hermana Emma Guadalupe de una base castrense.
La huida de su hermana
Mañana del 27 de septiembre, 1981. Emma Guadalupe Molina Theissen viste un pantalón de vestir y un sudadero de lana. Escondidos entre sus ropas hay dos periódicos de la Juventud Patriótica de Trabajo, otro del Comité Central del Partido Guatemalteco de Trabajo (PGT), y un “Documento Interno para Estudio y Discusión y Aplicación”. Viaja de regreso a Quetzaltenango, en donde vivía. El autobús en que viajaba fue obligado por un retén militar a detener su paso, a la altura de la Escuela Normal de Santa Lucía Utatlán, en Sololá. Emma Guadalupe pertenece al Comité Regional de Occidente del PGT.
Los soldados que paran el autobús, la registran minuciosamente y descubren los documentos que lleva entre sus prendas. La llevan hasta una casa abandonada, ubicada en las cercanías, en donde la interrogaron. Emma Guadalupe miente sobre su nombre. Los soldados la vendan, engrilletan y llevan a una instalación militar que no logra identificar. Durante al menos nueve días permanece engrilletada a los barrotes de una litera en al menos dos habitaciones distintas. Elementos del Ejército, vestidos de civil, la someten a interrogatorios violentos. La acusan de subversiva y le exigen que de información sobre otros integrantes del PGT. Le muestran fotografías de varios jóvenes, y le preguntan si los conoce, si son miembros de la Juventud del PGT. Le piden que delate casas, carros, nombres. Emma Guadalupe calla. Resiste.
Torturas. Golpes. Patadas. Descargas eléctricas. Agujas calientes en la cabeza y en los ojos. Violaciones simultáneas, colectivas. Hambre, sed.
La mentira del falso nombre dura apenas un par de días. Los oficiales de Inteligencia Militar descubren su verdadera identidad: “Usted es Emma Guadalupe Molina Theissen. Su familia vive en la colonia ’La Florida’. Usted fue novia de Julio César del Valle Cobar” —dirigente estudiantil torturado en 1980—, le increpan sus captores y le muestran fotografías en las que aparece retratada.
En la tarde del 3 de octubre de 1981, los militares ordenan a Emma Guadalupe que se bañe; le entregan ropa limpia, lentes oscuros, una peluca y un pañuelo. Cubren sus manos para que los grilletes no queden a la vista, y a bordo de una Land Cruiser, es llevada a hacer rondas por Salcajá y Quetzaltenango. Emma Guadalupe reconoce la Zona Militar General Manuel Lisandro Barillas de Quetzaltenango como el lugar donde la recluyen. Emma no delata a nadie por lo que la regresan al cuartel.
Uno de los captores juega con su arma y se la ofrece para matarse. Emma Guadalupe la toma, apunta el cañón contra su cabeza, cierra los ojos, jala el gatillo. Un seco “clac” retumba en sus oídos. La pistola no estaba cargada.
Durante las dos noches siguientes nadie la visita a en su encierro.
Debilitada, con 20 libras menos, Emma Guadalupe saca fuerzas de la flaqueza y logra zafarse de los grilletes. Una ventana abierta, seguramente por descuido de sus vigilantes, le permite escapar. Salta al pasillo, pasa por el auditorio, varios militares la ven pasar. Camina hasta llegar al puesto de control de la sede militar. El vigilante le pregunta con quién estaba. “Con el canche pelón”, responde. El guardia la confunde con una las prostitutas que acostumbraban llevar al lugar, y Emma Guadalupe aprovecha la confusión para salir. Toma un taxi que la lleva a casa de unos amigos suyos, también militantes del PGT, en donde se refugia.
Ana Lucrecia, su hermana, es la primera en enterarse de que Emma Guadalupe había escapado y que se encontraba a salvo. Viaja a casa de su familia para darle la buena nueva a su madre.
“Hablé con mi hermano también”, dice Ana Lucrecia al recordar ese 6 de octubre de 1981. “Le llevaba unos casetes le gustaba mucho la música: Bee Gees, Pink Floyd, ese tipo de música”. Marco Antonio también estaba feliz. “Qué buza, que valiente mi hermana”, se enorgulleció al escuchar la noticia.
Emma Guadalupe huyó a México para ponerse a salvo, y luego se exilió en Costa Rica. Es ingeniera en Sistemas. No regresó a Guatemala para estar en el inicio del proceso judicial en contra de los señalados por la desaparición de su hermano y su captura ilegal. Un peritaje psicológico advierte sobre los riesgos que volver al país supondría para su salud mental. Quiso constituirse como querellante adhesiva en el caso, pero por carecer de documentos legales que certifiquen su existencia en Guatemala tuvo problemas para hacerlo. La jueza del tribunal Quinto de Primera Instancia, Judith Secaida, aceptó de forma provisional que sea representada en el proceso por su madre, Emma Theissen de Molina, a pesar de oposición de los abogados de los militares.
El testimonio de Emma Guadalupe es la goma que termina de pegar la acusación que el Ministerio Público presentará en contra de los procesados.
La búsqueda
Los padres de Marco Antonio le buscaron el mismo día que fue secuestrado por los militares, como prueba el Archivo Histórico de la Policía Nacional.
La intensa búsqueda llevó a la familia del niño por la Corte Suprema de Justicia, el Ministerio de Defensa, los hospitales, las iglesias. Incluso con tramitadores que ofrecían tener contactos con militares para realizar canjes.
Los Molina Theissen eran una familia de clase media. Carlos, el papá de Marco Antonio, ya fallecido, era contador, y Emma, su madre, maestra de escuela pública. Además del hijo que les desaparecieron tuvieron tres hijas: María Eugenia, Ana Lucrecia y Emma Guadalupe. La familia estuvo involucrada en asuntos públicos y de participación política. Carlos Molina fue detenido y expulsado de Guatemala en 1955 y 1960, por oponerse al gobierno militar instaurado tras el golpe de Estado de 1954 encabezado por Carlos Castillo Armas. Ana Lucrecia fue dirigente estudiantil, de magisterio y del Comité de Occidente del PGT. María Eugenia trabajó en la Universidad de San Carlos y se casó con un exdirigente estudiantil. Emma Guadalupe militó en la Juventud Patriótica del Trabajo, junto a su entonces novio, Julio César del Valle. Fue detenida en 1976 cuando tenía 15 años, mientras realizaba un censo en un asentamiento de la ciudad, luego del terremoto que ese año sacudió el país. Cuatro años después mataron a su novio, quien apareció torturado y baleado dentro de un automóvil. Luego de ello se mudó a Quetzaltenango.
Ambos padres renunciaron a sus trabajos para dedicar todos sus esfuerzos a encontrar a su hijo. Agotados, recurrieron a la justicia internacional. “Pero nunca abandonamos la decisión de continuar ante la justicia guatemalteca”, explica la hermana del desaparecido. La familia que ha esperado una respuesta por 34 años, continúa el largo camino en un proceso judicial que avanza de a pocos.
Aunque los supuestos responsables intelectuales de la desaparición ya han sido capturados y se ha iniciado el proceso judicial en su contra, aún se desconoce dónde se encuentran los restos de Marco Antonio.
En el año 2000, el Estado de Guatemala aceptó ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), su responsabilidad en la desaparición de Marco Antonio. En 2004, la CIDH ordenó que Guatemala investigara la desaparición forzada del menor y ubicara sus restos. La familia Molina Theissen recibió de parte del Estado guatemalteco 698 mil dólares en concepto de reparaciones, que contemplaban los gastos en los que incurrieron tanto para los procesos judiciales como para cuidados psicológicos, así como por el por daño inmaterial, patrimonial, emergente y la pérdida de ingresos que sufrieron como consecuencia de la desaparición de Marco Antonio.
“Recibir dinero por un niño desaparecido es de lo peor que me ha tocado vivir”, dice Ana Lucrecia. Describe la experiencia emocional como “durísima”, porque sentía que hacía una transa monetaria: la familia por una suma de dinero. Para aquellos que le dicen que lo que en realidad busca es dinero, Ana Lucrecia tiene una respuesta: “No. Quiero a mi hermano, y si no puedo eso, quiero justicia y que me devuelvan sus restos”. “Es muy cruel, muy injusto, muy perverso, que sea uno, que quiere a quien ha desaparecido… quien tenga que matarlo”, dijo ante la CIDH sobre la esperanza de encontrarle, aunque sea muerto.
Una escuela pública del municipio de Villanueva lleva el nombre del niño desaparecido. Su madre y su hermana, ambas maestras, vieron el gesto con ilusión.
Desde 1997 la ruta que siguieron para buscar a Marco Antonio es mucho más clara. Con la paz firmada y una democracia estable, la familia Molina Theissen interpuso ante la Corte Suprema de Justicia (CSJ) un recurso de exhibición personal a favor de Marco Antonio, que no tuvo respuesta positiva. Un juzgado de Mixco ordenó que los ministerios de Defensa y Gobernación respondieran si tenían información del niño que a esta altura ya tendría 30 años. Ninguno de los Ministerios tenía algún dato sobre Marco Antonio.
En 1998 se inició un procedimiento de averiguación especial ante la CSJ, con la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH) como responsable. La PDH intentó citar a los mandos altos de cuando fue el rapto, sin mayores frutos, desde el presidente Romeo Lucas García; el jefe del Estado Mayor del Ejército, Benedicto Lucas; y así por cuatro oficiales más hasta llegar a uno de los sindicados en 2015: Francisco Luis Gordillo Martínez, comandante del cuartel Manuel Lisandro Barillas de Quetzaltenango en 1981.
Es por esas pesquisas previas que los abogados defensores de los cuatro militares señalan al Ministerio Público de tener una ventaja de muchos años para juntar las pruebas que ligarían a proceso a los tres militares de la Brigada de Quetzaltenango: Francisco Luis Gordillo Martínez, comandante; Edilberto Letona Linares, segundo comandante y Hugo Ramiro Zaldaña Rojas, el oficial de Inteligencia (S-2) del Estado Mayor; y al Director de la Sección de Inteligencia (G-2) Manuel Antonio Callejas Callejas. La investigación de la Fiscalía —que incluye peritajes militares, archivísticos, psicosociales y en derechos humanos; así como testimonios— comenzó hace 10 años, luego de que la CIDH ordenara averiguar sobre los responsables de la desaparición de Marco Antonio.
El dedo que apunta a los militares
En la audiencia de primera declaración, el MP señaló a Gordillo Martínez, Zaldaña Rojas y Letona Linares como responsables de los delitos de desaparición forzada, violación agravada y delitos contra los deberes de humanidad, por lo sucedido a Marco Antonio y a su hermana Emma Guadalupe. Callejas Callejas solo fue acusado del delito de deberes contra la humanidad.
La teoría de la Fiscalía es que desde la Zona Militar de Quetzaltenango, los supervisores debieron estar al tanto de la detención de Emma Guadalupe, y que conocieron sobre las torturas a las que fue sometida pero no las denunciaron. Tampoco pusieron a la víctima ante un juez, como establece el procedimiento legal de capturas. Al enterarse de la fuga de Emma Guadalupe, el jefe de inteligencia Militar, Manuel Antonio Callejas Callejas, ordenó un operativo para recapturarla, el cual incluyó el secuestro de Marco Antonio con la posibilidad de canjearlo por su hermana.
Las pruebas presentadas por la Fiscalía de Derechos Humanos, la base por la que los sindicados fueron ligados a proceso por el Juzgado Quinto, son los testimonios Emma Guadalupe, y de su madre, Emma Theissen de Molina, que fueron recopilados en 1999, 2006, 2011 y 2013; así como una fotografía robótica basada en sus descripciones; el Manual de Guerra Contrasubversiva —publicado por el Ejército para la formación militar—, documentos del Archivo General de Centroamérica y el Archivo Histórico de la Policía Nacional; el Plan de Campaña Victoria 82 y oficios del Ministerio de Defensa, del Estado Mayor del Ejército y del Ministerio de Gobernación; y un peritaje psicosocial realizado en 2014.
El Juzgado también dio validez a un peritaje militar realizado por el general peruano Rodolfo Robles Espinoza, que señala que “el comandante es responsable de lo que haga o no haga su comando”, según la doctrina militar, como defendieron ante la jueza Judith Secaida los fiscales Erick de León y Jerome Hernández.
“Si se basan en cadena de mando militar, el Presidente y Ministro de Defensa de entonces también deberían de estar acá”, alegó José Anaya, abogado que defiende a Callejas Callejas. El peritaje militar, indicaron los defensores, no puede ser válido, porque Robles es un general peruano que no conoce sobre Guatemala.
Según el MP, el Manual de Guerra Contrasubversiva del Ejército, explica cómo la teoría del enemigo interno se enseñó en las estructuras militares del Estado y que tanto Emma Guadalupe —una joven involucrada en el movimiento estudiantil y el PGT— como su hermano, Marco Antonio, fueron considerados como tales.
Emma Guadalupe reconoció en la foto de Hugo Ramiro Zaldaña el rostro del oficial que la engrilletó, dijo el MP. ¿Cómo es posible que primero diga que le vendaron los ojos y luego reconozca a quien supuestamente la engrilletó?, contraatacó la defensa.
En 1981 Zaldaña Rojas, era el oficial S-2 del Estado Mayor en la Zona Militar de Quetzaltenango; luego fungió como segundo comandante en las zonas militares de Playa Grande Ixcán (1986) y Jalapa (1987). En 1999 fue sindicado por falsificar placas para vehículos.
De los cuatro militares retirados, sólo Edilberto Letona aceptó declarar en la audiencia. Las preguntas que hizo Alejandro Rodríguez, el abogado de la querellante adhesiva, intentaron probar que Letona, como supervisor, era responsable de lo que ocurrió en la Zona Militar Manuel Lisandro Barillas de Quetzaltenango.
—¿Ha oído hablar del derecho internacional humanitario?
—Yo creo que cualquier persona ha oído eso, aunque no sea militar.
—En 1981, ¿en Guatemala había un Conflicto Armado Interno?
—Por supuesto.
—¿Era obligatorio observar las leyes de la guerra durante ese conflicto?
—Siempre fue obligatorio respetarlas. Pero era un “conflicto”.
—Como jefe de la plana mayor ¿tenía que supervisar el cumplimiento de las leyes que regulan la guerra y los conflictos?
—Eso no era de mi incumbencia.
* * *
A partir de 1981, la carrera militar de los ahora sindicados fue en ascenso.
Edilberto Letona Linares pasó de ser el segundo comandante en la Brigada de Quetzaltenango, a comandar la Brigada Militar Mariscal Zavala (1983), lugar en donde actualmente se encuentra encarcelado. En 1984 ascendió a General de Brigada y en 1987 fue nombrado jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional. Ese mismo año fue dado de baja.
Francisco Luis Gordillo fue miembro de la Junta Militar de Gobierno que en 1982 llevó al poder a Efraín Ríos Montt. Durante ese gobierno de facto fungió como Ministro de Comunicaciones. El día del golpe, el 23 de marzo de 1982, el coronel Gordillo se encontraba vestido de uniforme camuflado, a la par de Ríos Montt. Treinta y tres años después, el lunes 11 de enero, los procesos judiciales de ambos militares por delitos contra la humanidad iban a la par en los tribunales nacionales, avanzando —en el caso de Gordillo—, o dando vueltas en círculos, en el caso de Ríos Montt.
Manuel Antonio Callejas Callejas dejó la Dirección de Inteligencia Militar en 1982. En 1986 fue nombrado subjefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional, y jefe del Estado Mayor Presidencial al año siguiente.
Cuando el fiscal del MP comenzó a señalar a Callejas Callejas, tuvo que hacer una lista de seis combinaciones de su nombre, sus apellidos, sus iniciales, separados o no por una “y”. Su nombre aparece registrado en documentos de diferentes maneras, y aunque es considerado uno de los “oficiales duros” de la contrainsurgencia, también se le conoce como creador y fundador de la estructura criminal conocida como “La Cofraída”, que desde la década de los 80, a partir del poder que concedía el Ejército, se dedicó a saquear el Estado.
El cable “Corrupción en el servicio de aduanas guatemalteco” del Departamento de Defensa de Estados Unidos cuenta que Callejas colocó a oficiales en puestos clave de aduanas cuando fue director general de dicho ente.
Agentes especiales de la DEA detectaron en 1986 que oficiales de Guatemala colaboraban con el trasiego de drogas por las aduanas, según documentos obtenidos por la ley de acceso a la información pública de Estados Unidos. En los nueve años siguientes, estos agentes detectaron al menos 31 oficiales en servicio traficando drogas.
En 2002, la administración de Bush sancionó a los militares guatemaltecos que creía que participaban en el tráfico de drogas. “La visa del exjefe de inteligencia de Guatemala, Francisco Ortega Menaldo, fue revocada”, confirmó el portavoz del Departamento de Estado. Ocho meses después, Estados Unidos también revocó la visa a Callejas Callejas.
El futuro del caso
La jueza Judith Secaida ligó a proceso penal a Francisco Gordillo, Hugo Zaldaña y Edilberto Letona por los delitos contra deberes de la humanidad. La judicatura coincidió con la defensa de los sindicados al considerar que ninguna prueba indica que cometieron el delito de violación sexual en contra de Emma Guadalupe, por lo que declaró falta de mérito por ese señalamiento. Pero eso, matizó Secaida, no impide que la Fiscalía recabe las pruebas para demostrarlo en el futuro.
Callejas Callejas y Hugo Zaldaña fueron ligados a proceso por desaparición forzada, un delito continuado mientras que Marco Antonio no aparezca y que por lo tanto, aunque no estaba tipificado en 1981, sí se puede aplicar al caso.
La Fiscalía de Derechos Humanos tiene dos meses para continuar la investigación. El 11 de marzo debe presentar el acto conclusivo del caso y la audiencia de etapa intermedia se programó para el 22 de marzo.
El viernes 15 de enero el MP tenía previsto presentar a la CSJ sus argumentos para que este caso se traslade a un Juzgado de Alto Riesgo, pero la audiencia fue suspendida a última hora. Aún no hay fecha para el seguimiento.
Mientras esto sucede, los militares continuarán en la prisión recién inaugurada y con pocos controles, en la Brigada Mariscal Zavala, en donde hace muchos años uno de ellos era el comandante.
En ZOOM, los autores tienen una vinculación afectiva con el lugar del que hablan (o al menos eso intentaremos), y toman como punto de partida e hilo conductor un lugar concreto, un microcosmos, para hablar más ampliamente de esa región.
Cuando Cardoza dijo que ser guatemalteco era tirar el libro de Job al infierno, quizá también estaba diciendo que había que tirar la culpa a la mierda, ahí metida en el libro.
La ventana
Esta foto la tomé con un teléfono cualquiera desde la ventana del bus camino de la cumbre de Alaska, en uno de los tantísimos viajes que hecho saliendo de mi pueblo. Siempre que salimos en la mañana tenemos una vista parecida, y siempre nos volvemos a mirar. Creo que para muchos es la imagen del irse, del salir. De alguna manera esta es la imagen-mojón, de ahí para allá estamos fuera y así se siente, como si el volcán le diera un beso de despedida a uno, así bien abuelo él, ellos, ahí los tres: el Cerro Quemado, el Santa María y atrás jugando con las piedras el Santiaguito. Publiqué esta foto en mi Facebook con el comentario “de ahí soy yo”. Al pie dejaron más de un comentario que decía “yo también”, y quienes compartieron la foto también volvieron a ver esos volcanes al fondo cuando se estaban yendo.
No supe cómo entrar a Xela en este texto, quizá porque lo que fui perfeccionando durante ya buenos años es precisamente salir: irme y encontrarme con todos los que nos fuimos. Quizá lo que pueda escribir de Xela es precisamente diaspórico, un poco la presión de los volcanes, magma expulsado en piedra. Lo que en realidad también puede leerse como la historia de un retorno y ahí ya vamos hablando de algo que puede que nos resulte más familiar, regresar.
De ahí soy yo.
De ahí somos nosotros.
Los distintos grises de la ceniza
Estudié en un colegio bastante facha, el Liceo Guatemala (siempre a los exalumnos nos toca hacer la salvedad: “el de Xela”). Un colegio cercano a una correccional, pero nadie lo iba a decir. (Justo me reía con mi hermano de un castigo que me pusieron en 1998, escribir tres mil veces “no debo de meter mi cuchara donde no me importa” y me parece que ahora, al leer esto, más de uno de mis compañeros me mandaría a escribir de nuevo las tres mil putas veces por “hablar mal” del colegio, ya qué.) Nuestra educación es realmente mala y eso no es característica del colegio., Tampoco aquello de gritar “puro indio” cuando alguien pateaba muy fuerte la pelota, o de salir a marchar los 15 de septiembre con un traje militar, botas, comandantes, castigos y toda la gloriosa parafernalia de la feria, la retórica quetzalteca. Y sí, yo fui “subcomandante general” del desfile de los niños de parvulitos, primero y segundo grados. Recuerdo los alaridos con que dábamos las “órdenes”, y luego le decíamos a un pelotón de chiquitos: “tres vueltas a la cancha de castigo!” y los nenes salían corriendo felices, risa y risa, a darle tres vueltas “de castigo” a la canchita de futbol del Liceito.
El Liceito era el anexo del colegio donde estudiábamos esos tres años y donde nació mi papá y, vaya coincidencias de la vida, era la misma casa de mis abuelos que después pasó a propiedad de los salesianos. Ahí jugamos a ser soldaditos, y hasta la fecha, cuando todos los colegios tocan versiones cumbieras y batucadas gozosas, el glorioso Liceo sigue tocando Esclavo y amo. La legendaria y alegórica Esclavo y amo. Me queda muy claro escribiendo esto que las cosas no son blanco y negro, nos la disfrutamos, seguimos siendo grandes amigos, nos seguimos abrazando y todos tomamos nuestras rutas, me refiero al colegio, me refiero a mis compañeros y a toda esa retórica quetzalteca.
Me tomó muchos años entender dos cosas: que somos una sociedad facha y tenemos un parque lleno de columnas grecorromanas, y un megalómano templo a minerva y unas fiestas de independencia que son en realidad codependencia pura y dura. La otra, pues, que me sigue emocionando escuchar la tal Esclavo y amo y me eriza la piel la barra del Sexto Estado en el Glorioso Mario Camposeco, y sí, el Sexto Estado es esa “invención criolla, sueño ladino, pesadilla indígena” que enuncia Taracena, y también es esa barra gloriosa del graderío donde hemos cantado Luna de Xelajú como si la vida se nos fuera en ello.
Me quedan claras las contradicciones pero sobretodo, en estos últimos días, me quedan bastante más claras las reconciliaciones. Cuando Cardoza dijo que ser guatemalteco era tirar el libro de Job al infierno, quizá también estaba diciendo que había que tirar la culpa a la mierda, ahí metida en el libro. En fin. Estudié en el Liceo Guatemala como muchos de mis amigos, y estoy seguro de que todos nos hemos visto parados frente a la puerta ante esa crisis brutal del irse o del quedarse, y entonces también toca decir: como si uno realmente pudiera irse.
Más allá de los volcanes
Siempre me ha causado risa ese concepto de “el interior”, los del interior. Durante años siempre repetía que el interior es ese lugar donde naciste vos, donde nacieron tus papás o tus abuelos. Y no sé, ahora mismo pienso que el interior es ese lugar donde nacemos. Así. A secas. El Útero. Y todos regresamos a ese lugar, tarde o temprano, hasta los capitalinos 😉
De alguna manera Xela tiene su propia diáspora. Hay toda una cultura entorno a los que se van, a los que nos vamos. En el fondo pareciera estar diseñado. Como si nos mandáramos a nosotros mismos a conquistar algunos terrenos más allá de los volcanes. Por ejemplo, en Guatemala de la Asunción existe algo que se llama Fraternidad Quetzalteca, una institución de quetzaltecos radicados en la capital y que tiene por lema “por nuestro Pueblo y por la Patria”. Qué cosa. Una vez salí con una amiga al Bar Granada (zona 2 capitalina) y para suerte mía me encontré con un amigo poeta que estaba SOLO en su mesa. Dos horas después él estaba con mi amiga y yo SOLO. Entonces se me acerca a hablar una de las personas de la mesa de a la par. “Julito, yo soy el hermano de Paco, ¿te acordás de mí?”. Paco, uno de mis mejores amigos del colegio, más quetzalteco que el pache. Segundos después estaba yo sentado en la mesa bebiendo con un buen número de miembros de la Fraternidad Quetzalteca.Otra noche, en casa de Carmen y Luis nos juntamos la diáspora cultural quetzalteca a ver la final de la liga mayor de fútbol en la que el Xelajú MC fue campeón. Nuestro amigo Marvin, que sí estaba en el estadio, nos llamó para contarnos que cuando llegó el minuto 90 del partido, todo el estadio se agarró de las manos y se puso a cantar Luna de Xelajú, hablamos de más de 10 mil aficionados agarrados de las manos, cantando.
No sabría decir con claridad de dónde nace ese sentido de pertenencia, esa relación intensa con la historia. Xela es un sentimiento: siempre había querido escribirlo.
El pequeño fuego en la noche
El parque central. Parque a Centroamérica.Originalmente este texto empezaba en la carreta de hotdogs que, religiosa y solidariamente, está todas las noches en la esquina del parque, frente al pasaje Enríquez, pero le ganaron los volcanes. De cualquier modo hay que reconocer que esta carreta es una especie de máquina del tiempo, el DeLorean altense. Esta carreta ha sido para nosotros esa luz que siempre está prendida ahí en medio de la noche, y es que la oscuridad de la noche acá es distinta sí. Ahí, alrededor del vapor de los Chéveres, cohabitan un danés, una japonesa, un judío de Nueva York, un buen número de quetzaltecos y más de uno con la mano en la cintura del otro, del visitante o el residente.
Siempre me ha causado risa ese concepto de “el interior”, los del interior.
Supongo que una ciudad cosmopolita es una ciudad donde viven muchas personas de orígenes e identidades muy diversas, lo que nos hace pensar que somos un pueblo cosmopolita. Y entonces entra en la sobremesa el cómo nos ven desde afuera, la famosa Lonely Planet, las páginas amarillas de los turistas, describe así a Xela:
Quetzaltenango may well be the perfect Guatemalan town – not too big, not too small, enough foreigners to support a good range of hotels and restaurants, but not so many that it loses its national flavor. The Guatemalan ‘layering’ effect is at work in the city center – once the Spanish moved out, the Germans moved in and their architecture gives the zone a somber, even Gothic, feel.
Quetzaltenango is big, like its name – which the locals kindly shorten to Xela (shell-ah), itself an abbreviation of the original Quiché Maya name, Xelajú – but by Guatemalan standards, it is an orderly, clean and safe city. It tends to attract a more serious type of traveler – people who really want to learn Spanish and then stay around and get involved in the myriad volunteer projects on offer.
Que el google translator traduce tan literariamente, tan como escucharíamos a un compañero gringo diciéndolo en español:
Quetzaltenango bien puede ser la ciudad de Guatemala perfecto – no demasiado grandes ni demasiado pequeñas, lo suficiente como extranjeros, para apoyar una amplia gama de hoteles y restaurantes, pero no tantos que pierde su sabor nacional. El efecto de Guatemala ‘estratificación’ es en el trabajo en el centro de la ciudad – una vez que el español se mudó, los alemanes se trasladaron en su arquitectura y da una zona sombría, incluso gótico, se siente.
Quetzaltenango es grande, al igual que su nombre – que los lugareños se acortan amablemente a Xela (shell-ah), en sí misma una abreviatura del nombre original Quiché Maya, Xelajú – pero para los estándares de Guatemala, es una ciudad ordenada, limpia y segura. Se tiende a atraer a un tipo más serio de viajero – personas que realmente quieren aprender español y luego se quedan alrededor y se involucran en los proyectos de voluntariado que se ofrecen innumerables.
Así volvemos a la esquina del parque de Shell-ah, y ahí todos cosmopolitanos alrededor de la carreta de hotdogs como en torno al fuego. La noche empieza justo después de esta carreta, y es distinta, sí, y con esto me refiero a que en la oscuridad, no exagero si digo que uno de los principales problemas por acá son los fantasmas. Hablo de antiguos espectros que cohabitan en distintos espacios de la ciudad. Hablo de espíritus que se apoderan de nosotros, que aparecen en toda la línea familiar, seres que por las noches entran en las habitaciones de las sobrinas silenciosamente, entes extraños que se ocultan en la intimidad de las casas, que dicen que golpean a la gente, que tiran las cosas en silencio para quebrarlas pero no para que se enteren los vecinos, que hasta acuchillan silenciosamente a sus propios familiares, así quedito, para que nadie se entere, para que nadie diga nada. Los fantasmas quetzaltecos están ahí en el seno de las familias y cuando la gente habla entredientes y susurra cosas como “es que ellos son shucos, son haraganes y mañosos” dicen que no, que no es uno, sino es el fantasma. Y en la noche nomás se mezclan con todo el mundo y ni parecen fantasmas y se parecen a uno, mucho, nomás que no siempre se reconocen: una vez en torno al fuego de la carreta de hotdogs apareció un entrañable personaje de parque, el Flexi, un chico flexero que vivió muchos años en el parque hasta que murió en él (y ahí sí ya no es real maravilloso sino realismo trágico). Y entonces llega Flexi a la carreta y alguien le dice “te invito a un pan si te cogés a ese travesti que está ahí”, señalando a una travesti bastante alcoholizada que estaba recostada en una esquina , dormida. Y entonces Flexi hace el intento, y los chavos ríen y sus carcajadas suenan grotescas con la boca llena de pan y las caras rojas y uno viendo ahí, inútil, cómplice silente. Está avanzada la noche y le invitan al pan al chico, con el más testosterónico gesto del campeón, con palmada en el hombro y todo. Ah, fantasmas hijos de la gran puta.
Un cuerpo que atraviesa la montaña
Para llegar a Xela desde la capital hay que atravesar el Cinturón de Fuego del Pacífico, el que empieza en Chile y termina en Nueva Zelanda, subir subir subir y luego bajar. Alizabeth viajó con su chelo desde Wisconsin hasta acá, un chelo que le regaló su abuela y que pasó de la barriga de un avión a la parrilla de una camioneta. Ali me cuenta la historia mientras tomamos café. En el intermedio salen cosas como: “siempre va a ser más fácil conectarnos con los pequeños espacios, es más fácil que te diga que la historia de mi abuelo se parece a la de tu abuelo”. Entonces me cuenta que toma el bus en la Roosevelt a eso de las cinco de la tarde, y que por ahí por las ocho de la noche, empezando a subir el Cinturón de Fuego, digamos que en algún punto entre Tecpán y Nahualá, un derrumbe tapa totalmente la carretera y se lleva la vida de un grupo de personas que iban en un picop. Se quedan ahí en medio de una cola inmensa, duermen en el bus. “Tiene lo suyo pensar en comunidad. Una comunidad te deja entrar, te conectás, podés llegar a pertenecer a una aunque no seás de ‘ahí’, pues, comunidad y nacionalidad son peras con manzanas”. En la madrugada, cuando vuelve la luz, luego de una noche muy, muy fría, el derrumbe aún tapa toda la carretera, pero hay un camino por en medio de la montaña que se puede hacer a pie y llegar hasta el otro lado para tomar un bus hasta Xela. Ali y Hafid, su acompañante, músicos ambos, él de Barrios, toman sus mochilas e instrumentos y se lanzan a caminar a la montaña. El chelo no viaja con un estuche duro sino con uno de tela impermeable para protegerlo de la lluvia, lo que implica cargarlo como si se cargara un cuerpo. (La Piedad, digamos, nomás que el chelo no iba muerto, pero sí en brazos, subiendo por la montaña en una vereda.) Dirá: “No hay mérito en tomar posición entre blanco y negro, posicionarse en ese puntito hermoso que te tocó del Pantone, eso es otra cosa”. En la vereda se encontraron con varios lugareños que bajaban la montaña y la miraban cargando el chelo (ese pequeño cuerpo al que solo basta abrazar, tal como ella dijo) y le decían “eso pesa mucho, espérenos acá, regresamos en media hora y le ayudamos a cruzarlo”. Y la gente que subía como ellos por la montaña, atravesando el derrumbe, ahí donde ya no se podía pasar más, esos que caminaban con ellos para arriba, se turnaban el chelo y lo cargaban entre varios, y la verdad no pesaba mucho aquel yacente, pero era un cuerpo que había que cargar al otro lado de la montaña, y los que bajaban volvían a decir que esperara, que ya regresarían, que la ayudarían al volver. Y bien, manos más, manos menos, esas manos desenterraron el picop y enterraron a los muertos, las mismas que cargaron el chelo en medio de la vereda, las mismas que dijeron que volverían para ayudarla.Lleva ya varios años viviendo en Xela esta chica de Wisconsin, y la última vez que la escuché tocar el chelo fue en medio de una antigua estación de tren, que luego fue una base militar.
El espacio azul que quedaría
En una ocasión oí a un distinguido y respetado caballero altense comentar que un geólogo le había dicho que, en algo así como los próximos veinte años, el volcán Santa María perdería la cima por el deterioro que el Santiaguito ha ido generando en la ladera sur, y que en algo así como cien años el hijo se comería a su madre y el Santa María desaparecería. Los mitos más comunes por estos lados están los relacionados con los volcanes. Todo el mundo sabe que cada siglo toca terremoto y siempre toca en más o menos el rango en el que uno recuerda el mito (claro, calcularemos la frecuencia de los terremotos, mmm), o que el Cerro Quemado era el volcán más grande de Centroamérica pero que explotó y por eso quedó así. Y bueno, en 1902 el nacimiento del Santiaguito destruyó todo por acá cerca con un terremoto tremendo y largas jornadas de ceniza.
“Aún después de nueve días, no sabíamos qué había pasado. El volcán Santa María había explotado, eso era un hecho, después de todo habíamos sido testigos de la luz de fuego y las nubes de humo. ¡Que el cielo nos proteja de tales aflicciones!”
Así termina una carta que manda Ida Hoepfner a su familia alemana en 1902. Que en ese 1902 hubo terremoto en abril y erupción en octubre, así que no fue poca cosa, en octubre precisamente durante las fiestas de las minervalias. En su libro Memorias del fuego, Eduardo Galeano titula una entrada Decide el gobierno que la realidad no existe. El uruguayo narra muy literariamente lo que Arévalo Martínez en su Ecce Pericles relató bajo el título Era preciso celebrar las fiestas de minerva:
“En la ciudad de Quetzaltenango hacia fines de 1902 se leyó el texto de un bando en el que se afirmaba que el epicentro de los recientes sismos existía en un distante lugar de América y por esta razón los guatemaltecos no deberían de abrigar ningún temor. El encargado de la lectura tuvo que hacerla a la luz de una mala linterna porque en ese preciso momento el humo, la arena y las cenizas arrojadas por el volcán Santa María producían una densa oscuridad que abarcaba una extensa zona. Con bandos semejantes se intentó calmar la quietud de otras muchas poblaciones de la república.”
Y el titular de Galeano vuelve a sonar —Decide el gobierno que la realidad no existe—, digamos algo así como el Congreso de la República en mayo de 2014, an con la ceniza sobre la cabeza, sobre los hombros, aún con al densa oscuridad en el cielo, aprueban punto resolutivo:
“No obstante que la legislación imperante da cuenta que los elementos que conforman los tipos penales señalados resulta jurídicamente inviable que se dieran en Guatemala, principalmente en cuanto a la existencia en nuestro suelo patrio de un genocidio durante el enfrentamiento armado interno”
“Tiene lo suyo pensar en comunidad. Una comunidad te deja entrar, te conectás, podés llegar a pertenecer a una aunque no seás de ‘ahí’, pues, comunidad y nacionalidad son peras con manzanas”
Digamos también del Cerro Quemado que, según Francis Gall en Cerro quemado, volcán de Quetzaltenango, las últimas erupciones registradas del coloso son del 24 de octubre de 1765 (mismas fechas que en 1902, o sea que también le hubieran cagado las minervalias a Estrada Cabrera 137 años antes) y en 1818, y que aquello del volcán que explotó parece ser otro mito, y el volcán es, por decirlo de alguna manera, un volcán flor en el que las cúpulas de lava serían algo así como los pétalos; la memoria del planeta, el pistilo; y,de ahí para abajo, los ancestros .
Entonces le pregunto a mi amigo Rudiger Escobar, un gran vulcanólogo quetzalteco, sobre la desaparición del Santa María, para lo que pido al estimable lector, lea la respuesta pensando en que el volcán podría ser Guatemala y su abrumadora realidad:
«El flanco sur del Santa María es un caso extremo de pendiente inclinada, y a largo plazo en algún momento lo mas probable es que esa pendiente deje de ser tan inclinada. Cómo el volcán llegue a resolver su problema de la pendiente inclinada depende de muchos factores, de los cuales no tenemos ni idea (pero seguro que son muchos). El caso más espectacular sería un colapso de gran tamaño digno de una película de ciencia ficción. De que se puede colapsar el Santa María, pues sí, se puede,.De hecho, es muy común que eso suceda una o incluso varias veces durante la vida de un volcán como el Santa María. Muchos volcanes colapsan porque a muy largo plazo las pendientes empinadas de las laderas volcánicas no son tan estables. Pero ‘largo plazo’ es un concepto relativo (“depende”, dijo Pepito), porque en promedio y a ojo de buen cubero, colapsos grandes suceden una vez cada varias decenas de miles de años, así que no es que sea cosecha de mangos.
Por otro lado también se puede dar de forma menos espectacular, por ejemplo como una serie de colapsos más pequeños, o debido a la erosión constante por acción del agua, etc.
En el primer escenario del colapso repentino, eso podría suceder ¡en cuestión de minutos! Pero la probabilidad de que suceda en los próximos veinte años es muy, pero muy pequeña. El segundo escenario (que el flanco se vaya gastando de a poquitos) tomaría muchos años (decenas de miles a cientos de miles de años); de hecho, desde 1902 hasta el día de hoy la cosa no ha cambiado mucho, por ejemplo si uno ve las fotos de los primeros años posteriores a la erupción y las compara con el aspecto que tiene hoy en día el flanco sur del volcán.
En conclusión, es muy poco probable que en nuestros breve paso por estos rumbos veamos cambios significativos, y si los vemos será como ganarnos la lotería (y para la gente que vive al sur del volcán, ¡todo lo contrario!). Esperemos en todo caso que no suceda de forma catastrófica.
Y quizás aquí valga la pena hacer la aclaración de que aunque la probabilidad de que un gran colapso ocurra es muy pequeña, las consecuencias serían muy, pero muy grandes, así que quizás no está de más preocuparse por investigar un poco más al respecto y tratar de entender qué podría pasar y debido a qué se podría dar un colapso así”.
El regreso que algún día llegará
Viajábamos con mi papá camino a Xela en bus, nos anocheció en el camino. En el bus proyectaron la película Tres veces mojado, con Los Tigres del Norte y Mario Almada (el Clint mesoamericano). Justo cuando íbamos subiendo hacia la cumbre de Alaska, en medio de la oscuridad empezó una escena de la película en la que el protagonista (el gran Jorge Hernández) empieza a cantar Luna de Xelajú subido en el bus de Fidel Funes. Entonces el silencio del bus en el que íbamos se empieza a romper en un suave tarareo de algunos de los viajeros y a mi lado mi viejo empieza a acompañar cantando suavecito. Para entonces ya los dos estábamos llorando, viendo la pequeña pantalla en el bus. Y sentí eso de la pertenencia, y sentí eso de la identidad, y sentí el amor con mi viejo y el amor por el cine. Después me dijo mi papá: «Por eso prefiero estas películas que parecen obras de teatro de escuela a esas matacingas de Hollywood». El bus subió Alaska, empezó a bajar y seguíamos viendo la peli y cómo se lleva la gran puta a los Centroamericanos en México, y en algún momento mi papá me preguntó sobre los 43 estudiantes desaparecidos y empezamos a hablar de que aquellos cuerpos podrían estar enterrados junto a otros centroamericanos y sobre la miseria humana, y justo llegamos a cuatro caminos y dice el ayudante «¡los que van para la Mesilla!» y se bajan dos chavos migrantes y en la pantalla seguía la película justo en una parte donde se ponen a cantar Sin ti, y me papá me recuerda que esa canción la cantaba mi abuelita y nos quedamos escuchándola.
Una ventana más grande
Recinos dice que Gagxanul, el volcán desnudo, es el Santa María. Sam Colop dice que no. La Wikipedia se queda con el dato de Recinos, y entonces fantaseamos e imaginamos a Zipacná jugando con el Santa María. Villacorta, en su traducción del Popol Wuj, añade que quizá Macamop, el cerbatanero extinto, fuera el volcán Zunil, y Juliznap el Cerro Quemado, cráter que arroja vaho. Digamos que la curiosidad surge por nombrar a esos grandotes que nos observan desde arriba, curiosidad elemental de quetzalteco sentado en el parque haciéndose cualquier cantidad de preguntas raras que no son las que se hace cuando se está yendo.
Sentarse en las bancas del parque es una acción colectiva. Caminar alrededor, tomarse un helado, fumarse un cigarro, hablar, sentarse y hacerse preguntas raras. Mi amigo Martín me dijo que una vez vio al Vega sentado en una banca con una mariposa posada en su cabeza. Digamos que en el parque pasan esas cosas. A mí me cagó un pájaro tres veces en mi primera cita, Lili iba con su hermano, y yo en medio, los tres en la banca como pajaritos en un cable que tenían más pajaritos encima y que deciden cagar tres veces en el mismo instante. Pasan esas cosas en el parque, pasan.
Me explicaba Marvin que las diez columnas que están frente al palacio municipal son una alegoría de ese Lajuj Noj que es parte del nombre de este nuestro pueblo. Bajo las diez sabidurías, Xelajuj Noj. Son piedras del volcán, me cuenta Marvin que le contó don Daniel, que es fundador de la Liga Maya, y que una vez me dijo: “No, usted, el norte que lo busquen los noruegos, nosotros mejor al oriente, ahí donde nace el sol, hay que orientarse”. Una red de conocimiento sutil y cotidiana está ahí: es fácil imaginarse a Marvin y a don Daniel tomando un café, como he visto a muchas personas hablar con mi papá, o ir a la boutique de mi mamá, o como he ido a tocar el timbre de mis amigos. O como sentarse en el parque de Las Enfermeras (que en realidad es un parque conmemorativo del Sexto Estado, detrás de la casa de Otto René, a la vuelta de mi casa) durante dos años sin falta a leer sus poemas como el grupo de chavos que terminó armando un festival de poesía, una editorial y publicando algunos libros, y luego, diez años después, conocer a un grupo de chicos que se juntaban en el Cunoc a leer sus poemas y a fundar su editorial y así, a qué vamos, a otras lógicas para organizarnos, vamos a cierta cotidianidad para transmitir conocimientos que nos son familiares, como cuando el montón de chavos pusieron en sus muros de Facebook Noche de luna entre ruinas para el terremoto de San Marcos. Y entonces hablo desde el presente, hablo de que más que una generación somos un tiempo, y acá estamos, acá seguimos, somos parte de algo, o eso sentimos.