La Asociación de Estudiantes Universitarios Oliverio Castañeda de León (AEU) cayó en un abismo administrativo cuando la gestión del 2010 convocó a elecciones de forma secreta en su afán de retener la asociación y dirigir de facto los grandes ingresos que genera la tasa estudiantil y la Huelga de Todos los Dolores, así como las capacidades políticas que ejerce como máxima asociación de estudiantes en la Universidad de San Carlos y en la vida política del país.
Estas elecciones, acusadas de poco transparentes, fueron las últimas que se convocaron para elegir un secretariado. No volver a convocar a elecciones provocó que la AEU cayera en la ilegalidad. Así, para salir de ella, este grupo, ante la postura cómplice del Consejo Superior Universitario (CSU), creó en 2013 una Comisión Transitoria y Reguladora para normalizar su condición. Dicha comisión es una figura que no existe en los estatutos de la AEU, cuya última versión entró en vigor el 4 de mayo de 1990 como resultado de una reestructuración impulsada por los líderes estudiantiles sobrevivientes del terrorismo de Estado junto con la comunidad sancarlista ante la desarticulación y el debilitamiento que había sufrido el movimiento estudiantil.
El CSU ignoró la situación ilegal de la AEU, continuó sus relaciones con la Comisión Transitoria y Reguladora y financió sus operaciones a través de la tasa estudiantil. A todas luces fue otra ilegalidad cometida, pues el CSU no puede financiar con dinero público una asociación de facto. Con la entrega de recursos públicos logró la lealtad de este grupo para conseguir, junto con ellos, los apoyos necesarios en las unidades académicas de la universidad con el fin de llevar a cabo prácticas clientelares y lograr aplanadoras en las elecciones de representantes estudiantiles y autoridades universitarias, aunque a contracorriente aún existían y existen expresiones estudiantiles organizadas y no organizadas que han buscado durante estos 16 años diversas formas de recuperar la AEU, que han hecho política estudiantil autónoma y que han recuperado y democratizado representaciones estudiantiles y asociaciones estudiantiles.
El artículo 20 de los estatutos de la AEU establece que, «en caso de desintegración del comité ejecutivo, seis asociaciones, en consenso unánime, podrán asumir las funciones de este y presidir el Consejo Consultivo Estudiantil Universitario (CCEU)». Algunas de las atribuciones de este consejo, uno de los tres órganos de dirección que los estatutos reconocen, son cumplir y hacer cumplir los estatutos y elegir a los miembros del Consejo Electoral (CE). El CE es el encargado de la realización de las elecciones para elegir el secretariado de la AEU, que está integrado por el comité ejecutivo y por las comisiones de trabajo, que tendrán a su cargo la administración y la operatividad de la gestión.
El martes pasado, después de recibir el primer período de clases de la mañana, estudiantes de diferentes unidades académicas marchamos con mucho entusiasmo desde la Plaza de los Mártires hasta la sede de la AEU, donde se convocó la integración del Consejo Consultivo con un representante de cada una de las seis asociaciones estudiantiles[1] que alcanzaron el consenso. Además, se desconoció a la Comisión Transitoria y Reguladora con base en que no existe dicha figura en los estatutos de la AEU y porque ha fracasado durante tres años en su tarea de normalizar la condición administrativa y operativa de la asociación, con lo cual se han perpetuado la ilegalidad de la AEU, el comité ejecutivo desintegrado, una larga distancia con la problemática nacional y una ruptura con las asociaciones estudiantiles que han sido elegidas democráticamente.
Después de cinco años en la alma máter me encuentro a semanas de cerrar pénsum y de terminar mis funciones como secretario de organización de la AECP. A pesar de que trabajamos para hacerlo realidad, no creí que llegaría el día en que otros estudiantes universitarios y yo volveríamos a casa a solicitar su democratización. Nunca pensé que lo viviría como estudiante ni que la voz de Mercedes Sosa retumbaría en mi cabeza cantando: «Uno vuelve siempre a los viejos sitios donde amó la vida». Y justo el martes decidimos asumir nuestra responsabilidad histórica y regresamos a buscar la democracia en el lugar donde los estudiantes asesinados y desaparecidos amaron y defendieron la vida. Tomamos las calles de la ciudad universitaria desde la unidad estudiantil por lo que fue y por lo que vendrá, porque ir tras la democratización de la AEU es ir desde la paz por la transparencia y por la autonomía de la política estudiantil. Esa política estudiantil de alto nivel que siempre ha sido la amenaza más grande para los poderosos que protegen la corrupción en el Estado.
Lo que se vivió el martes no habría sido posible sin los estudiantes y su energía, sin las organizaciones estudiantiles y su poder de convocatoria, sin la capacidad cohesionadora de Ventura y sin los esfuerzos de los representantes de las asociaciones: William, Gabriel, César, Elliette, Pablo, Lynn y Talía. Se desvaneció el miedo y fue el día más importante de mi vida estudiantil y de los estudiantes que vienen atrás. Solo fue el inicio concreto de la esperanza por la democratización de la AEU y de la USAC. Se quedan grandes líderes estudiantiles y comprometidos estudiantes universitarios. ¡Nos verán volver! Aunque quizá nunca nos fuimos, aunque a veces parecía que sí.
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[1] Asociación de Estudiantes de la Escuela de Ciencia Política (AECP), Asociación de Estudiantes de la Facultad de Agronomía (AEA), Asociación de Estudiantes de Veterinaria y Zootecnia (AEVZ), Asociación de Estudiantes de la Facultad de Arquitectura (AEDA), Asociación de Estudiantes de Ingeniería (AEI) y Asociación de Estudiantes de Historia, Antropología, Arqueología y Archivística (AEHAA).