Desde el 13 de marzo de 2020, fecha en que se declaró el primer caso de covid-19 en Guatemala, he escrito 36 artículos cuyo propósito principal ha sido fomentar la esperanza y disminuir la desinformación acerca de las epidemias y las vacunas a nivel mundial.
También he procurado mantener informados a los lectores acerca de los avances científicos relacionados con la elaboración de las vacunas y los antivirales, he alertado sobre la corrupción que se replica históricamente durante cada pandemia (a nivel mundial) y he compartido algunos datos acerca de las grandes epidemias documentadas en la historia de la medicina a partir de 1348-1350.
El primero de esta serie de artículos se llamó En tiempos de crisis, mucho hace el que poco estorba (23 de marzo de 2020) y el último Un armagedón (que no es la pandemia de covid-19) sí es posible (17 de enero de 2021). Y si el estimado lector (y los miembros del Ejecutivo y del Legislativo de nuestro país) vuelven a leerlos, podrán darse cuenta de que en todo momento he sostenido que ningún Gobierno ni Estado (a nivel mundial) estaba preparado para hacer frente a semejante crisis.
Pero el 10 de enero de 2021 publiqué otro llamado 2021: año de la bisagra, mediante el cual recalqué mi fe absoluta en que esta pandemia sería y será la primera que se logre vencer a pura ciencia y con una rapidez vertiginosa (postura que he sostenido desde el primer artículo) y también insistí en la necesidad de una evidencia taxativa de honradez y de buena voluntad por parte de nuestros gobernantes a fin de mantener viva la esperanza en la población. Y declaré que este 2021 sería el año de la bisagra que abre la puerta entre la vida y la muerte y, por lo tanto, el año de esa bendita esperanza.
¿Qué se necesita ahora para que ese estado de fe absoluta y de buen ánimo que llamamos esperanza se haga presente entre nosotros?
No son pocos los escenarios urgidos. Analicemos en los párrafos siguientes los más importantes.
Necesitamos tener más evidencia relacionada con la consecución de las vacunas. Precisamos ver los avances de esas gestiones porque a diario oímos noticias de préstamos millonarios, de acuerdos de confidencialidad y de consultas hechas a las casas farmacéuticas productoras de esas sustancias tan deseadas, pero nada tangible hemos tenido a ojos vistas.
Gobernantes y gobernados debemos caer en la cuenta de que los científicos ya cumplieron con su misión. Debemos estar sabidos de que ahora es el turno de los políticos y de su capacidad de gestión.
También hace falta una postura más creíble del Gobierno central. Me refiero a una postura sincera, honesta y de la cual tengamos la certeza de que al día siguiente no será cambiada por otra en ruta de colisión con la primera.
Requerimos, además, un liderazgo que nos levante de la abyección espiritual en que hemos caído. La muerte ha tomado forma, ha tomado rostros (de amigos y familiares), está muy cerca de nosotros, y nosotros ya hemos normalizado esa muerte, hemos aceptado de manera indolente la enfermedad, hemos llegado más allá de la desesperanza. Todo, a causa del engaño, del fraude, de las promesas incumplidas y de las insustanciales peroratas que a falta de discursos coherentes nos lanza la dirigencia política del país.
Asimismo, para acercarnos a nuestra anterior normalidad de vida es imprescindible tratar de vislumbrar el futuro a corto plazo. Los vecinos mexicanos y costarricenses ya están siendo vacunados. Poco a poco, pero ya están siendo inmunizados. Nosotros, en cambio, solo tenemos noticias de posibilidades, bulos y fake news relacionados con las vacunas y los antivirales.
Gobernantes y gobernados debemos caer en la cuenta de que los científicos ya cumplieron con su misión. Debemos estar sabidos de que ahora es el turno de los políticos y de su capacidad de gestión, pues la vacuna ya está a disposición de la humanidad. Necesitamos, en este momento, rapidez y honestidad. Por supuesto, de los políticos.
Como guatemaltecos en el legítimo ejercicio de nuestros derechos, debemos exigir que la vacuna sea pronta, universal y gratuita, y, mientras ese momento llega, cumplir con el distanciamiento físico, el uso correcto de las mascarillas y el constante lavado de manos a manera de salvavidas que nos libren de la enfermedad en tanto no seamos inmunizados.
Cuídese mucho, estimado lector, y cuide a los suyos.
Hasta la próxima semana si Dios nos lo permite.