En estas últimas semanas he estado analizando los resultados de la Primera Encuesta Nacional de la Juventud en Guatemala, realizada en conjunto por CONJUVE, INE y la Secretaria Ejecutiva de Servicio Cívico.
Las problemáticas señaladas por los jóvenes van en función del contexto en el cual se encuentran, por lo que vemos variedad en las respuestas y actitudes.
Uno de los capítulos de dicha encuesta se enfoca en la “familia y sexualidad” de los jóvenes y como estas afectan su desarrollo. A diferencia de algunas encuestas, esta toma como referente la estructura familiar de los jóvenes y en especial las relaciones de poder para entender la construcción de su vida sexual. A mi criterio, esto nos brinda un panorama mas claro, ya que en la mayoría de los casos los jóvenes están más propensos a repetir en su vida sexual patrones y comportamientos que han heredado.
El estudio analiza “la composición que tienen las familias de la juventud guatemalteca” para entender su desarrollo sexual individual. Por ejemplo la educación o información que se le proporciona al joven en su hogar afecta cómo se percibe sexualmente y qué decisiones toma para su salud sexual. Los resultados reflejan lo que vive el país: la mayoría de familias se abstienen de proporcionar a los jóvenes una educación sexual. A pesar de que la sexualidad es un derecho humano, nuestra cultura conservadora de desinformación permite que muchos jóvenes queden en riesgo de llevar una vida sexual y planificación familiar irresponsable.
La juventud guatemalteca entra a relaciones de pareja a una temprana edad. Según la encuesta “un 3.2% de la población entre los 15 y 18 los años se encuentra casada y un 18.5% entre los 19 y 24 años”. Es una tendencia natural que los jóvenes al entrar a una relación también inicien una vida sexual y según esta encuesta el 44.7% de la juventud guatemalteca está sexualmente activa. Los jóvenes en Guatemala inician sus experiencias sexuales a los 12 años. En los datos recogidos en este estudio se descubre que 13% de los jóvenes tuvieron su primera relación entre los 12 y 14 años y el porcentaje más alto se encuentra entre los jóvenes de 15 a 18 años con un 58.3%. Los datos también apuntan a que las mujeres no solo son las que por lo general comienzan su vida sexual a una temprana edad, sino que también son las más sexualmente activas.
El problema de una vida sexual temprana es que en la mayoría de casos también representa una sexualidad irresponsable por la falta de educación e información. Esta desinformación propicia que los jóvenes sean vulnerables a los abusos, embarazos no deseados y el contagio de enfermedades venéreas como el VIH/SIDA. Una cifra alarmante que presenta dicha encuesta es que 40,000 entrevistados han tenido una relación sexual contra su voluntad. La maternidad infantil o los embarazos tempranos son un grave problema que afecta a nuestro país, pues 44.7% de jóvenes que son sexualmente activos un 61.7% han experimentado un embarazo. De esta cifra el 37% de los embarazos ocurren entre los jóvenes de 15 a 18 años. Este fenómeno se puede explicar por la falta de conocimiento del uso de los anticonceptivos y una planificación responsable. Solo 4 de cada 10 jóvenes guatemaltecos sexualmente activos usan algún método anticonceptivo, principalmente el condón masculino. Los anticonceptivos femeninos administrados oralmente o vía inyección son los que menos se usan, lo que nos da la idea de que el mando de protección sexual está en manos del hombre. Los entrevistados aseguran que usan el condón solamente para prevenir los embarazos pero desconocen la propagación de las enfermedades venéreas.
Lo que nos deja esta encuesta es que los jóvenes no contamos con una vida sexual y reproductiva sana y responsable. Iniciamos nuestra vida sexual a una temprana edad sin entender nuestra propia sexualidad ni los riesgos y responsabilidades que esta conlleva. Esto puede ser atribuido a nuestra cultura conservadora, hipócrita y desinformada en relación al sexo y la reproducción. Los porcentajes más bajos de embarazos, violaciones y contagio de enfermedades venéreas, pertenecían a los jóvenes con mayores índices de escolaridad. Es hora de que nos quitemos la venda de los ojos y aceptemos una educación sexual integral en las instituciones educativas.