Contra todo pronóstico, en particular de las encuestas de intención de voto, el movimiento Semilla disputará la presidencia en segunda vuelta. De acuerdo con los resultados preliminares del Tribunal Supremo Electoral (TSE), el rios montismo quedó sepultado en primera vuelta. Zury Maitté Ríos Sosa, hija del sentenciado por genocidio Efraín Ríos Montt quedó en el sexto lugar de votaciones.
Pese a que durante años trabajó tejiendo alianzas con un variopinto abanico de sectores, incluido el rancio empresariado que le era hostil, no logró llegar al balotaje. Los sectores que le apoyan o apoyaron, en particular los vincilados a graves violaciones a derechos humanos y al desmantelamiento de la lucha contra la corrupción y la impunidad, siguen en shock. No dan crédito a lo sucedido. Literalmente se sentían en palacio nacional y la arrogancia con que operaban destilaba certeza absoluta de alcanzar el poder. Se elevaron tan alto que la precipitada caída les ha dejado atolondrados.
En su encumbrada soberbia confiaron en la desmemoria que tanto han estimulado. Sin embargo, ha sido la memoria en sus dos dimensiones la que les ha derrotado. La memoria del dolor y la tragedia del genocidio, la tierra arrazada, las masacres en las aldeas, los cientos de miles de vidas arrancadas por un ejército que se armó contra su pueblo. Esa memoria del dolor reflejado en los rostros roturados por años de sufrimiento, de duelos alterados, de angustias acumuladas y de ausencia de justicia. Ese pueblo que ha guardado el sufrimiento por casi cuatro décadas, con el ejercicio más sencillo del derecho a elegir, les dijo basta.
La madurez es esencial para entender que el voto emitido no es un cheque en blanco ni una ganancia automática.
Porque a la memoria del dolor se asoció la memoria de la primavera que una vez vivieron las generacaiones pasadas. La memoria transmitida de generación en generación que mantuvo a los representantes de esa etapa de luz, a resguardo del olvido. Esa memoria de luz que ahora empieza a dibujar un trayecto de esperanza.
Esas dos vertientes de la memoria encontraron eco en el empuje de un partido joven. Joven por los pocos años desde su nacimento y joven por la composición de la gran parte de su liderazgo. En conjunto, ambos elementos, memoria y juventud han hecho posible lo que hasta el fin de la campaña parecía inalcanzable, utópico, imposible.
Vienen los momentos más duros. Generar las alianzas necesarias para robustecer lo hasta ahora logrado. La rival a vencer tiene un largo recorrido en la política y no escatima escrúpulos a la hora de aliarse con cuanto sector le de un chance. Quienes han sostenido el pacto de la corrupción y el crimen, muy probablemente harán de tripas chorizo y buscarán acuerdos a fin de impedir la consolidación del proceso que empieza a germinar.
Por ello, la madurez es esencial para entender que el voto emitido no es un cheque en blanco ni una ganancia automática. Al contrario. El voto que la ciudadanía otorgó y con este la posibilidad de llegar a la presidencia, reclama humildad y sensatez para tejer alianzas. Pero la sensatez no solo es menester en el lado de Semilla y su liderazgo. También es requerido para el espacio total del movimiento progresista y democrático.
Hacer a un lado lso egos y los intereses individuales y poner en el frente los únicos intereses que hoy por hoy deben prevalecer: los intereses de los pueblos de este adolorido país que tanto ha sufrido.
El 25 de junio Guatemala sonrió y vio una luz al final del túnel, con un milagro llamado pueblo. Ahora toca a los liderazgos asegurar que esa luz guíe hacia la ruta de la recuperación de nuestros derechos y nuestro destino. El pueblo ha dicho basta, ustedes, dirigentes, tienen la palabra.