Sandra Torres y las dinámicas territoriales del voto

Autor: Luis Mack luismack@gmail.com

«Una de las características más generales de los países subdesarrollados es la estructura dual o plural de sus sociedades, la heterogeneidad cultural, económica y política que divide a cada país en dos o más mundos» (Jaques Lambert).

Desde que se inició el proceso electoral 2019 ha habido un intenso debate sobre los pronósticos electorales, especialmente desde que empezaron a conocerse los detalles de las primeras encuestas sobre intención de voto. Para sorpresa de muchos, Sandra Torres fue emergiendo como la candidata puntera en la intención de los votantes, algo que sorprendió a muchos, ya que durante mucho tiempo había prevalecido la opinión de que la UNE era un partido moribundo por las siguientes razones: 1) la aparente debacle de Torres en las elecciones del 2015, cuando se pensó que había pasado a segunda vuelta de milagro (Contrapoder, 120), y 2) el análisis del antivoto, pues supuestamente hay muchos ciudadanos que nunca votarían por ella. En ambos análisis se consideró a Sandra Torres un cadáver político, por lo que desde el 2016 hubo muchos cuestionamientos internos y externos que pedían un cambio en la conducción del partido, aspecto que nunca se concretó. La miopía analítica reinó durante esos años, por lo que, al inicio del 2019, la opinión mayoritaria era que la campaña se iba a centrar en Thelma Aldana y Zury Ríos, mientras que a Sandra se la minimizaba con el argumento de su supuesta debacle. Por eso las primeras encuestas no provocaron más que incredulidad.

Ciegos y sordos, algunos especularon que la reforma electoral del 2016 se había hecho a la medida de los intereses de la UNE, ya que las restricciones a la campaña le dieron la ventaja a Torres. Este razonamiento más bien esconde el hecho de que desde el 2015 se han menospreciado sistemáticamente el alcance y las posibilidades reales de la UNE. Más que conspiraciones, el problema fue analítico: los analistas también pecamos cuando les creemos más a nuestros pulcros razonamientos que a la búsqueda seria y concienzuda de diversos ángulos que expliquen los fenómenos políticos. El resurgimiento de Torres parece ser el ejemplo perfecto.

Los análisis, las tendencias de opinión y los debates de la capital son una burbuja que pretende hegemonizar el rumbo del país, pero en el interior las dinámicas políticas pueden ser francamente diferentes.

En vez de sostener la hipótesis de la debacle del 2015, se pudo haber hecho el análisis del comportamiento electoral de la UNE desde el 2003, cuando compitió por primera vez como partido, hasta el 2015. La evidencia demuestra que el partido movilizó en cada elección un caudal regular de votantes: 707,635 en 2003, 912,630 en 2007 y 948,809 para la elección presidencial de 2015, más 993,198 para la elección de diputados del listado nacional en 2011. Ello, pese a que en el departamento de Guatemala la UNE fue perdiendo terreno al punto de que, entre 2003 y 2015, 130,000 ciudadanos le dieron la espalda al partido. En contraposición, la UNE mantuvo un caudal estable en toda la república, y en los departamentos de Quiché, Alta Verapaz, San Marcos, Huehuetenango y Chiquimula su voto incluso fue creciendo de manera espectacular. Por ejemplo, en Alta Verapaz la UNE obtuvo 21,511 votantes en 2003, 37,883 en 2007, 76,513 en 2011 y 120,944 en 2015. La UNE y Sandra Torres construyeron un voto duro estable durante 15 años, caudal electoral que es suficiente para posicionar a Torres en un año atípico como este.

Intuyendo esta realidad, en un análisis posterior a la segunda vuelta electoral del 2015 escribí: «Una lectura superficial de los resultados electorales minimizarían a Sandra Torres y a su partido; una lectura muy cuidadosa demostraría que, pese a la derrota, Sandra Torres se visualiza como el partido del futuro, si es que sigue cuidando el caudal y el trabajo realizado a partir de los programas sociales» (Diálogo, 11 de noviembre de 2015).

La lección de este caso es evidente: los análisis, las tendencias de opinión y los debates de la capital son una burbuja que pretende hegemonizar el rumbo del país, pero en el interior las dinámicas políticas pueden ser francamente diferentes, como parece demostrarlo el resurgimiento de Sandra Torres, quien seguramente trabajó de forma sostenida para mantener el caudal electoral cuando todos la daban por muerta políticamente hablando. Está por verse si ese caudal electoral le alcanzará a Torres para alzarse con la victoria electoral, pero está claro que, al día de hoy, la UNE es el partido más estructurado y con mejor manejo territorial de todos los que compiten en el actual proceso electoral. Y ese músculo estructural puede ser la diferencia clave en el 2019.

  • Luis Mack

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    Luis Mack luismack@gmail.com
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