Es cierto que hacer política no es solamente decir discursos, pero también es cierto que esta no puede ejercerse sin ellos.
No hablo de demagogia, más bien aludo al poder de la palabra que anima, mueve, tranquiliza, conduce a la reflexión sobre la realidad y promueve el entendimiento. ¿Quién si no un Presidente está llamado a representar y trabajar por la unidad? ¿Quién si no él debería encarnar, interpretar y proteger las aspiraciones nacionales?
En un gesto de ingenuidad, confieso que aun espero ver aparecer a Otto Pérez Molina en la tele rodeado de su gabinete de Ministros, pidiendo una disculpa pública por las torpezas cometidas en las últimas semanas, anunciando medidas correctivas serias y sentidas, llamando a la paz y la concordia.
En lugar de ello, primó el silencio de los desentendidos. Espontáneas e insustanciales declaraciones se escucharon por aquí y por allá en lugares poco apropiados, y un escueto informe trimestral fue inoportunamente publicado.
Al menos este líder, permanece ausente.
A veces, la palabra es sustituida por lo simbólico. Los políticos deciden apoyarse en acciones o imágenes cuyo mensaje asegure el impacto deseado sin tener que hacer uso de la retórica discursiva.
Si este fuera caso, me siento doblemente decepcionada. ¿Qué hace un Presidente definiendo abiertamente a los integrantes de la Junta Directiva del Congreso? ¿De qué sistema republicano estamos hablando? ¿Cómo interpretar el nombramiento de Pedro Muadi como presidente del Legislativo en un momento tan sensible como el actual? cuando las emociones y la desconfianza están a flor de piel.
Ni qué decir de las alianzas y el ajedrez parlamentario para aprobar el desfinanciado presupuesto y la compra de los seis aviones brasileños. No hay duda, Guatemala es la cuna del maratonismo mundial.
Incomprensible también es la fotografía de OPM publicada en medios escritos, en la cual aparece rodeado de intimidantes guardaespaldas, y que anuncia con satisfacción que los vecinos de la zona 18 ya pueden caminar tranquilos y alegremente por el barrio.
No lo puedo negar. Me siento profundamente decepcionada, pero aun aguardo sensatez. Este, es un post it, para recordar al Presidente que el mandante espera, que aguarda razones, acciones, propuestas; y desea vehementemente una señal de autoridad. No la autoridad que descansa en la fuerza y el autismo, sino la que deviene de la moral, la bondad y la prudencia.