Así como las abejas van de flor en flor polinizando y son vitales para sostener la vida sobre la Tierra, creo que algo similar está ocurriendo actualmente en Guatemala respecto a la (re)emergencia de múltiples iniciativas ciudadanas.
Bajo distintos signos, pero con similares actores o idearios, se observa una efervescencia de propuestas que uno quisiera imaginar, resultase en una polinización cívico-política cruzada, nutriéndose unas a otras con objetivos pro-democráticos que rompan con el patrón de la política tradicional vertical y excluyente para refundar el Estado.
Me parece que la administración Pérez-Baldetti marcará un parte aguas en la joven democracia guatemalteca. Este gobierno será recordado por el modus operandi de la lógica oligárquica-empresarial-militar llevada al extremo con lujo de menosprecio por el interés público, resquebrajando la frágil institucionalidad con su arbitraria y errática manera de gobernar. Durante la campaña electoral, el partido patriota (sí, con minúsculas) se ufanaba que llevaría a los mejores 300 para gobernar. De lo que se cuidó de decir al electorado fue para qué serían los mejores. La lista es larga y va desde la transparente corrupción; intimidar y acallar a la oposición; amordazar a la prensa; perpetuarse en el poder; y maniatar a la justicia a favor del statu quo y la impunidad, sin mencionar los magros logros sociales.
El hastío con lo establecido se viene traduciendo ya desde varios años (si no décadas) en mayor movilización social y organización ciudadana, sean éstas en la provincia, como resistencia y preservación del territorio ambiental o cultural frente a la imposición de mega-proyectos, sin un claro beneficio para las comunidades; o para exigir justicia y luchar contra la impunidad, siendo sus capítulos más insignes el juicio por genocidio contra el general retirado Efraín Ríos Montt, o el que actualmente se lleva contra el exjefe policial Pedro García Arredondo por la masacre de 37 personas (la mayoría campesinos indígenas) en la embajada española hace 34 años.
A la vez, el crecimiento de ciertas clases medias urbanas, el renovado ímpetu de los jóvenes de la postguerra y el contacto más fácil con el mundo por medio de las redes sociales, también ha abierto las oportunidades de realizar presión de múltiples formas. Van desde el arte, hasta la expresión de opinión por medios digitales alternativos o radios comunitarias, en los que una nueva generación de periodistas y colaboradores ejercen una suerte de periodismo ciudadano que reclama mayor democracia y denuncia las desigualdades que continuamente amenazan la viabilidad no sólo política, sino económica del país.
Ganas de organizarse y transformar el país nunca le ha faltado a la sociedad civil. La Revolución de Octubre que está por cumplir 70 años es la mejor prueba histórica. Saltándonos hasta la época de los Acuerdos de Paz, se constituyeron varios grupos de organizaciones de la sociedad civil como el Foro Guatemala. Hoy surge un grupo interdisciplinario e intergeneracional de profesionales y expertos bajo el nombre Grupo Semilla, conscientes que hay que abrir todavía más los espacios cívico-políticos y articularlos como una Mayoría Alternativa ante la minoría política voraz. La izquierda político-electoral nunca vivió momentos de gloria con la URNG, diluyéndose en varias vertientes. Pero ahora surge la Convergencia por la Revolución Democrática (CRD) integrada por organizaciones sociales y un partido de izquierda, la ANN.
Hace unos días, el escritor Mario Roberto Morales sugería que una buena estrategia política sería que políticos de corte tradicional (y algunos muy cuestionados en su quehacer político) como Manuel Baldizón, Sandra Torres, Alfonso Portillo y Vinicio Cerezo podrían forjar una coalición con la CRD para ser la oposición democrática al modelo prevaleciente.
En mi opinión, independientemente de que ellos puedan atraer o no el voto popular de las capas medias bajas y estratos modestamente asalariados como indica Morales, esta audacia sigue siendo esencialmente vertical y conservadora. Aunque quizás de más largo aliento que la necesidad electoral que se avecina, creo más bien en una polinización cívico-política más orgánica, no impuesta, sino que vaya germinando desde las bases, con el concurso de más y más ciudadanos conscientes de que hay más Claudias y Rigobertas entre los ciudadanos de a pie, que hay múltiples reservas morales aguardando polinizarse, articularse, politizarse.