Perspectiva de las elecciones del 2019

Autor: Luis Mack luismack@gmail.com

«La ignorancia no discierne: busca un tribuno y toma un tirano. La miseria no delibera: se vende. Alejar el sufragio de manos de la ignorancia y de la indigencia es asegurar la pureza y [el] acierto de su ejercicio» (Juan Bautista Alberdi).

El proceso electoral ha entrado en su fase final de desarrollo, por lo que estamos a pocas semanas de conocer a quienes dirigirán nuestra nación, aspecto que profundiza la sensación de incertidumbre que desde hace meses domina el imaginario colectivo de la sociedad. Parece que todas las certezas se han esfumado, de modo que va emergiendo la conciencia de que Guatemala está a las puertas de una nueva crisis, esta vez quizá más profunda y duradera que todas las anteriores. Y no es para menos. Luego de la salida de dos de las principales competidoras en el proceso electoral, las perspectivas electorales empiezan finalmente a aclararse. No obstante, para sorpresa de muchos que esperaban un repunte de opciones partidarias novedosas, lo que ha terminado de emerger son más bien los representantes de la vieja política, mientras que la promesa del combate de la corrupción, que sería el foco principal de discusión y de análisis ciudadano, según se creía, simplemente se ha venido disolviendo con el paso del tiempo. Además, el análisis de la posible composición del Congreso de la República termina de pintar un panorama muy parecido al que vivimos los guatemaltecos en los últimos años. En ese sentido, ya se están articulando las fuerzas conservadoras que pretenden dar marcha atrás a muchos de los aspectos incluidos en la reforma electoral del 2016, especialmente los relativos al régimen de medios y a los controles al financiamiento electoral.

Lamentablemente, cuatro años de conciencia y de trabajo en torno a la lucha contra la corrupción parece que terminarán en más de lo mismo, por lo cual, ante tal panorama, bien vale la pena preguntarse qué aspectos privilegia el votante guatemalteco a la hora de tomar una decisión, cómo es posible que figuras y partidos ampliamente cuestionados sigan hegemonizando el panorama electoral y si encontraremos la combinación de reformas que evite la vuelta de las redes clientelares al poder.

Incentivar el voto consciente, informado y crítico es una prioridad que debe impulsarse desde ya para que el 2023 nos encuentre preparados.

Una primera hipótesis que podemos lanzar es que el principal desafío para cambiar sigue siendo apostar a la conciencia ciudadana. La calidad de la democracia depende de la calidad del ciudadano. Así, mientras sigamos teniendo ciudadanos pobres, con poca educación cívica y profundamente pasivos, el panorama electoral seguirá validando a candidatos que han demostrado hasta la saciedad que no son aptos para promover un futuro mejor, por lo cual los problemas que padecemos seguirán reproduciéndose hasta el infinito. Que el sistema electoral y de partidos políticos es la puerta de entrada a tantos y tan variados males que padecemos ya es un hecho plenamente comprobado, lo cual nos condena cíclicamente a malos gobernantes que seguirán usando los recursos públicos para favorecer intereses privados. La agenda progresista para rescatar la institucionalidad pública, por tanto, seguirá siendo sistemáticamente relegada o, en su defecto, adulterada para producir avances parciales que no modificarán la matriz excluyente, autoritaria y clientelista de siempre.

Apostar por procesos de concientización ciudadana en todo el territorio nacional es, por tanto, una prioridad muy importante que debemos extraer como conclusión principal, ya que, de lo contrario, el panorama electoral de los próximos años seguirá siendo igual de sombrío que siempre. De ese modo, incentivar el voto consciente, informado y crítico es una prioridad que debe impulsarse desde ya para que el 2023 nos encuentre preparados.

 «Eres libre de tomar las decisiones que quieras, pero eres prisionero de sus consecuencias» (Pablo Neruda).

  • Luis Mack

    Autor:

    Luis Mack luismack@gmail.com
scroll to top