Hasta cuándo entenderemos que permitir ataques en contra de la prensa independiente es como una bomba de tiempo que nos alcanzará. Que en un régimen autoritario y antidemocrático como el de Giammattei, todos terminaremos perdiendo.
Un indicador inequívoco de un régimen dictatorial y antidemocrático es el ataque a la prensa independiente, sin la cual, no puede haber democracia.
Como en todo, la prensa es diversa y uno puede simpatizar o disentir de la línea editorial de un medio periodístico. Y por esta razón, el respeto pleno y el ejercicio del derecho fundamental a la libertad de expresión del pensamiento se materializa y refleja en la existencia justamente de esa diversidad, en la que pueden coexistir medios con posiciones a lo largo y ancho del espectro ideológico, afines u opositores al gobierno, progresistas o conservadores, laicos o religiosos, etc. Como expresión material de la libertad de prensa, el único determinante de la existencia de un medio debe ser la demanda o el consumo de la información que produzcan, y con ello, la contribución económica que su audiencia o sus lectores hacen para su funcionamiento.
Los ataques a la prensa independiente se tornan más agresivos y descarados
Sin embargo, durante los gobiernos de Jimmy Morales, y cada vez más en el de Alejandro Giammattei, los ataques a la prensa independiente se tornan más agresivos y descarados. Han destacado casos como la captura y agresión al periodista Sony Figueroa, quien junto a Marvin del Cid publicaron el año pasado el libro ¡Yo no quiero ser reconocido como un hijueputa más!, en el cual recopilaron varias de sus investigaciones sobre los escándalos de corrupción del presidente Alejandro Giammattei y sus allegados. En septiembre de 2020, en Joyabaj, Quiché, las fuerzas de seguridad capturaron a la periodista Anastasia Mejía Tiriquiz, directora de Xol Abaj Radio y Xol Abaj TV, en represalia por la cobertura de las protestas en contra del alcalde de Joyabaj, Florencio Carrascoza Gámez, electo y reelecto por los partidos Libertad Democrática Renovada, de Manuel Balidzón, y Unidad Nacional de la Esperanza, de Sandra Torres, un típico cacique local, de los que abundan.
Todos tienen como característica común la actuación de diversas autoridades corruptas
Solo dos ejemplos de muchos casos que siguen acumulándose de agresiones en contra de periodistas, medios de comunicación y violaciones al derecho constitucional de libertad de expresión del pensamiento. Todos tienen como característica común la actuación de diversas autoridades corruptas, desde el propio presidente de la República, pasando por la fiscal general y jefa del Ministerio Público, diputados, alcaldes, jueces, agentes fiscales y policiales.
Cada noticia de un nuevo ataque a la prensa independiente causa enojo, frustración y estupor. Tal el caso de la denuncia pública que la semana pasada reiteró Emisoras Unidas de Guatemala, medio radial que señala estar en riesgo de una intervención espuria, basada en la ejecución de un título ejecutivo amañado y la acción corrupta de Karin Sorelly Gómez Girón, Jueza Quinta de Primera Instancia Civil del Departamento de Guatemala. En su denuncia pública, advierten que el pacto de corruptos busca silenciar ese medio y controlar su línea editorial, un caso cuya gravedad deviene de la cobertura nacional y la enorme audiencia del medio atacado.
Este ataque en contra de Emisoras Unidas no es el primer caso y por la orientación dictatorial y antidemocrática que está se consolidando en el régimen de Giammattei, lamentablemente no será el último ataque a la prensa independiente y al derecho de libertad de expresión del pensamiento. Pero una vez más, tan grave es la acción de los agresores como la indiferencia, pasividad, negligencia y apatía de la ciudadanía guatemalteca, que ve el problema de la consolidación de un régimen dictatorial y antidemocrático como ajeno, lejano de las preocupaciones y las angustias cotidianas.
Hasta cuándo entenderemos que permitir ataques en contra de la prensa independiente es como una bomba de tiempo que nos alcanzará. Que en un régimen autoritario y antidemocrático como el de Giammattei, todos terminaremos perdiendo.