Nacionalismo “light”

Autor: Mariano González magopsi@yahoo.com.mx

Se levanta una ola de protestas por criticar a Ricardo Arjona o a Emilio Méndez, pero la indignación frente a la Ley Tigo, algo verdaderamente pernicioso para el país, es prácticamente inexistente.

¿Qué es lo “nuestro”? ¿Cuáles son nuestras prioridades como colectivo? ¿Cómo definimos lo nacional? Lo que demuestra la disociación señalada entre la airada reacción al criticar a ciertas figuras mediáticas y la indiferencia por algo que afecta de forma más profunda los intereses colectivos es que colocamos nuestra atención en lugares equivocados.

La nación es una comunidad imaginaria dice Benedict Anderson, sin embargo, existen varias formas de imaginar la nación. Se puede construir un nacionalismo espurio dirigido a venerar figuras mediáticas, que apoyan proyectos empresariales y que muestran una serie de valores como el “éxito” y la “proactividad”, como se advierte en diversas campañas como “GuateÁmala”, “Yo Asumo” y otras parecidas.

En el fondo, al establecer una distinción implícita entre los “buenos guatemaltecos” y los “malos guatemaltecos”, estas campañas contribuyen a ignorar y mantener las condiciones de exclusión e injusticia que han configurado la nación efectivamente existente. Es, en un sentido fuerte, una operación ideológica que legitima las desigualdades forjadas en el seno de la patria del criollo, mientras que le apuesta, discursivamente, a construir un país de empresarios y “buenos trabajadores”: puntuales, serviciales, obedientes, que no protestan… 

Por otra parte, existe la posibilidad de imaginar una nación más justa, que se caracterice por un proyecto más igualitario de convivencia. Pero esto requiere, más que vender imágenes tipo Inguat o promover valores para el consumo de la clase media, una transformación significativa de ciertos aspectos básicos de la configuración social del país. Entre otras cosas, ahora incluye la defensa de los recursos naturales, el pago de impuestos justos, el respeto y la promoción de las diferencias de género y étnicas en condiciones de equidad, etc.

Se trata de establecer prioridades y dirigir los emprendimientos colectivos hacia asuntos que puedan ser significativos para el desarrollo de un proyecto de nación distinto al que nos ha llevado al lugar (desastroso) en el que estamos.

Lo verdaderamente equivocado del nacionalismo light que se indigna cuando se critican imágenes mediáticas y proyectos empresariales, es que impide enfocarse en la construcción de esa otra nación necesaria y posible (aunque difícil).

Un nacionalismo menos light puede apostar por la construcción de un proyecto político popular en el que se defienda la soberanía de los recursos y los bienes nacionales, como lo concerniente a las frecuencias televisivas y de telecomunicaciones. Entre otras cosas, la llamada “ley Tigo”, además de favorecer desvergonzadamente a ciertas empresas, disminuye la posibilidad de control político y de contar con recursos que pueden ser dirigidos a la equiparación de oportunidades de los que siempre han sido excluidos.  Aquellos que son olvidados por ese nacionalismo light de cancioncitas e imágenes.

* Docente de la escuela de Psicología, USAC e investigador de ODHAG. Ha dado algunos cursos en la URL.

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