¿Por qué la inseguridad que se vive en la ciudad de Guatemala no ha motivado a mayores emigraciones hacia otras ciudades del país?
¿Por qué los alcaldes y los gobernadores de otras localidades no se han puesto las pilas para buscar atraer más población, recolectar más impuestos y generar más actividad económica en sus localidades? Dada la violencia que existe, así como otros problemas de que adolece la ciudad, como la calidad del transporte público, la falta de espacios de recreación y los problemas de agua, entre otros, debiera ser algo relativamente sencillo, ¿no? Razones abundan, pero creo que es importante que se puedan explorar porque detrás de ellas se esconden muchas de las causas por las cuales la descentralización productiva del país es tan difícil de lograr. Si pudiéramos listarlas, profundizar en ellas y priorizarlas, podríamos generar mejores políticas públicas para el país.
Primero, faltan buenos servicios municipales en otros lugares del país. Respecto a esto, creo que ha existido falta de involucramiento de los ciudadanos en demandar una mejor calidad de los servicios públicos que proveen sus municipalidades y sus Cocodes. Si la gente no reclama, si los medios de comunicación no denuncian, si la gente no está dispuesta a exigir mejores servicios, es difícil que las cosas cambien. Los malos alcaldes seguirán siendo reelectos y tomando decisiones que solo benefician a sus conocidos. Este tema es una cuestión de números. Un ciudadano, una maestra, un periodista o un medio de comunicación son fáciles de intimidar. La fuerza reside en la capacidad de organizarse y exigir mejoras. Este tema también es cuestión de influencia. Si las élites de la ciudad están aliadas (o compradas) por el alcalde, es difícil que los cambios se generen. Así que es necesario también convencer a algunos miembros de dichas élites de que el cambio les conviene. Claro, esto no es fácil. La historia de Guatemala ha consistido en limitar estos cambios, pero ello no implica que sea imposible.
Segundo, faltan buenos servicios nacionales en otros lugares del país. Esto requiere organización a nivel nacional para exigir dichos cambios y alianzas diversas. Los empresarios formales del occidente del país se benefician de un IGSS que funcione en sus departamentos, tanto como los trabajadores. Pero nadie les va a dar a ellos el acceso regalado. Hay que organizase para exigirlo, tanto con el IGSS como con otras entidades públicas nacionales que no prestan servicios de calidad en el interior del país y que llevan a muchas personas y empresas a no querer mudarse al interior.
Tercero, faltan oportunidades económicas en otros lugares del país. ¿Qué tantas opciones hay para un ingeniero químico o en sistemas en Huehuetenango, San Marcos o Jalapa? Hay, pero son contadas. Encontrar empleo será difícil, y seguramente el salario no será competitivo en comparación con lo que podría ganar en la ciudad, dado que también hay poca competencia por ingenieros en el interior. Puede poner una empresa, pero el producto debe ser altamente rentable para superar los problemas de falta de buena electricidad, de carreteras o de puertos en el país. Además, para levantar la empresa falta capital, el cual difícilmente será provisto por el sistema financiero en dichos lugares. Mientras tanto, ni los Consejos de Desarrollo ni las municipalidades generan propuestas en dicho sentido. Si bien algunas iniciativas tiene el Gobierno nacional, el presupuesto es limitado y no se ha creado la institucionalidad necesaria para implementar las decisiones necesarias.
Cuatro, falta el liderazgo en el interior del país para que se den estas decisiones. Liderazgo de los ciudadanos, así como de las autoridades. Mientras tanto, ese vacío de liderazgo lleva a que, pese a los niveles de violencia, nadie quiera mudarse lejos de la ciudad de Guatemala.