La pobreza en un país rico

Autor: Carlos Mendoza carlos@plazapublica.com

Los Estados Unidos de América (EE.UU.) se ubica en el cuarto puesto del ranking mundial de desarrollo humano, solo por debajo de Noruega, Australia y Holanda.

Si lo vemos en términos de PIB per cápita desciende dos puestos, debido a países petroleros como Qatar y los Emiratos Árabes y a dos ciudades-Estado como Singapur y Luxemburgo.

El ingreso medio de un hogar en 2011 fue de US$50 mil, un 8 por ciento menor que el ingreso medio previo a la recesión. Esto nos indica que, a pesar de ser una potencia económica, los EE.UU. no son inmunes al vaivén de los mercados. De hecho, la crisis afectó a todos los hogares, sin importar su etnicidad o nivel de ingresos. Los hispanos, por ejemplo, que antes de la recesión ya habían alcanzado el nivel de US$40 mil por hogar, ahora tienen en promedio ingresos anuales de US$38 mil 600. Por cierto, en el último año los hispanos y los asiáticos sí lograron mantener su nivel de ingresos, mientras que los blancos y negros lo vieron disminuido en más del 2 por ciento. Sería interesante investigar si las redes familiares más fuertes y extensas en los primeros dos grupos tiene algo que explicarnos al respecto.

Aunque los indicadores de empleo del último año muestran signos de recuperación, el saldo de la recesión es un nivel de pobreza nacional del 15 por ciento, equivalente a más de 46 millones de personas viviendo en dicha condición. No obstante, después de tres años consecutivos de aumento en la pobreza, la que afectó a más de 6 millones de personas que pasaron a ser pobres, el año pasado se detuvo dicha tendencia. En los hispanos, incluso, se revirtió en 2011 comparado con 2010 en un poco más del 1 por ciento (pero de manera estadísticamente significativa). La pobreza es un problema que afecta principalmente a los menores de 18 años, segmento de la población donde la tasa sube hasta el 22 por ciento (en las décadas de 1960-70s la pobreza afectaba más a los mayores de 65 años). Sin importar el rango etario, la pobreza afecta más a las mujeres que a los hombres. En términos de hogares, el 12 por ciento de los hogares en el país son pobres, es decir 9.5 millones de hogares, siendo más afectadas las familias donde una mujer sola es la cabeza del hogar.

Aunque la pobreza permaneció constante en el último año, la desigualdad sí aumentó. Fue la clase media la que fue afectada. El tercero y cuarto quintil vieron una reducción en su porción de ingresos, mientras que el quintil más rico disfrutó de un aumento. En la cúspide de la pirámide, el cinco por ciento más rico del país recibe más del 22 por ciento de los ingresos anuales, mejorando en casi 5 por ciento su posición respecto al 2010. Así que los pobres no se hicieron más pobres, pero los ricos sí que se hicieron más ricos. Es la primera vez que el Índice de Gini muestra un aumento anual desde 1993, fecha más lejana para la cual se cuenta con dicha medición de desigualdad. Se ubicó en 2011 en 0.477 (se estima que el de Guatemala es 0.537 en 2006 y el de Brasil 0.539 en 2009, según PNUD, considerados dos de los países más desiguales del Hemisferio Occidental). Los hogares pobres en el quintil inferior tienen ingresos anuales de unos US$20 mil o menos, mientras que en el quintil superior los hogares ricos tienen ingresos superiores a los US$100 mil (arriba de US$186 mil para el top 5).

Todos estos números para reflexionar un poco sobre el informe recientemente publicado por el U.S. Census Bureau sobre Ingreso, Pobreza y Cobertura del Seguro Médico en los EE.UU. 2011. Y también para reforzar mis argumentos vertidos en el anterior artículo, en el cual cuestionaba la llamada “excepcionalidad americana”.

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