La tecnología tiene razón de existir en tanto es puesta al servicio del hombre como medio necesario para ofrecer contenidos que promuevan la cultura y sana convivencia en nuestro mundo globalizado
La tecnología ha cambiado nuestra vida. Los celulares y tabletas crecen en inteligencia y nosotros crecemos en dependencia. Pero tal afirmación no debe significar una condena rotunda y negación de las posibilidades que nos brindan tales herramientas.
Si antes enviar un mensaje requería de una inversión de tiempo y desgaste humano considerable, ahora con un “clic” podemos felicitar a un amigo el día de su cumpleaños sin importar dónde se encuentre. Para los que estamos lejos del país que nos vio nacer, las plataformas que permiten video llamadas nos ofrecen la posibilidad de interactuar con nuestros seres queridos.
Hace tiempo descargué una aplicación que permite rastrear los mensajes electrónicos enviados, indicando la ubicación geográfica, detalles del sistema operativo de la computadora y la hora y minuto exacto en que fue abierto. Si eso puedo hacerlo con una herramienta básica y gratuita, ¿qué podrán hacer los expertos en informática?
Respecto al conocimiento podemos afirmar que todo está a nuestro alcance. Y cuando digo todo, literalmente es “todo”. La información disponible nos pone en aprietos y hace inválida la excusa de “no sabía” pues basta escribir la palabra de nuestro interés en cualquier buscador y tendremos resultados inmediatos. Al teclear “Roma”, aparecen alrededor de 428.000.000 resultados en 0,32 segundos. Si escribimos “Picasso” tendremos que decidir entre los 93.700.000 resultados proporcionados en 0,25 segundos. Podemos acceder incluso a los archivos “filtrados” de Inteligencia de varios gobiernos, jugando a “espiar a los espías”. De tal manera que si nuestra ignorancia llena una biblioteca entera, sin tomo faltante, es responsabilidad nuestra.
Pero ojalá todo lo “colgado” en la red fuera bueno y productivo. En tal comprensión debemos evitar condenar el avance del conocimiento científico, pues la tecnología no es mala en sí misma sino que todo depende del uso que le demos. Detrás de cada página web existen personas que producen información electrónica, siendo nosotros los únicos responsables de la selección y uso racional del contenido.
Salir del “analfabetismo digital” debe ser un reto. Así como hemos aprendido a leer y conducir un automóvil, así también debemos aprender a utilizar el conjunto descentralizado de redes de comunicación interconectadas (Internet) para que dejen de ser máquinas de escribir con pantalla. Me refiero a que si usamos la computadora únicamente para reproducir videos, dar “like” y “retuitear”, entonces estamos condenados a repetir como pericos lo que otros piensan.
En el colegio y universidad nos enseñan con sanciones drásticas que el plagio es malo y que “copiar y pegar” demuestra nuestra incapacidad de producir contenidos originales. Tanto acceso a la tecnología debe ayudarnos a entender que cada uno de nosotros tiene la capacidad de pensar, producir, crear y publicar.
Ante tales ventajas y desventajas, urge que reconozcamos que el poder puesto a nuestro alcance debe ser usado para el bien de todos, de tal manera que nunca un comentario nuestro sea el detonante del hundimiento emocional de una adolescente que ante tal “ciberacoso” decida suicidarse.
Evitemos a toda costa que la tecnología sustituya al ser humano y procuremos utilizar las herramientas de comunicación para el fin con que fueron creadas, elevar la calidad de nuestras relaciones humanas. Si así lo hiciéramos, ¡enhorabuena! De no ser así, ¡estamos jodidos!