Cuando Jean Giono pensó en escribir sobre alguien que no podía ser olvidado por quien lo leyera, pensó en Elzéard Bouffier, ese pastor que se convierte en el sembrador de árboles más silencioso y generoso de la historia de la literatura.
El narrador lo encuentra en 1913 en tierras europeas y lo ve alimentar el suelo árido con semillas. Pasan dos Guerras Mundiales, y al regresar por ese lugar, se encuentra con bosques, con ríos, con comunidades reconstruidas alrededor de campos que dan de comer a su población.
Alguna vez, alguien me dijo que el Instituto de Agricultura, Recursos Naturales y Ambiente –IARNA– era una de las pocas “comunidades epistémicas” del país. La construcción constante y colectiva del conocimiento que permite la discusión y el debate académico, para proponer a la sociedad desde lo político, lo económico y lo ambiental, es la práctica usual del equipo de investigadores. Investigadores, sin excepción, comprometidos con la realidad de nuestro país. Para mí, cada uno de ellos son como los Elzéard Bouffier de Guatemala.
Se presentó la semana pasada en la Universidad Rafael Landívar la quinta edición del “Perfil Ambiental 2010-2012. Vulnerabilidad local y creciente construcción de riesgo”. Un trabajo que demuestra, con toda seriedad, cómo las actividades económicas de este país, que son ajenas a cualquier tipo de consideración de educación mínima con la naturaleza, son la causa de nuestra situación ambiental. La falta de políticas estatales que legislen el uso racional (y humano) de los recursos naturales hace que la situación se agrave. Esta ausencia de políticas responde, como lo hace ver el Perfil, a la priorización y defensa de las necesidades de un modelo económico preocupado por la ganancia y la competencia deshonesta.
Los grandes problemas presentados por el IARNA son de carácter de urgencia. Los compartimos todos los que vivimos en el país, pero lo sufren de manera más intensa aquellos que están en una situación más vulnerable. Deforestación, procesos extractivos del agua y del subsuelo, sobreutilización del suelo, deterioro de hábitats, el mal abordaje de desechos sólidos, conllevando a su vez, problemas que no atendemos como Estado y como sociedad. El ser indiferentes a esta realidad que crece cada vez más, nos hará ser testigos de crisis alimentarias más crueles, de una conflictividad social mucho más agravada, de un deterioro del paisaje guatemalteco…
El informe centra su preocupación en la persona humana, reconociendo la relación vital que tiene esta con su ambiente, su territorio y su contexto social y cultural. Nos comparte información de ciudadana importancia, nos invita a apropiarnos de nuestra realidad y a problematizar las propuestas que se exponen dentro del informe. También nos hace preguntas a aquellos que buscamos vivir en una sociedad diferente y nos recuerda no dejar de lado a qué le debemos la vida.
Eléazard Bouffier está en el IARNA, con una voz y una acción valiente. Las palabras de Giono en una entrevista, son seguramente palabras de reconocimiento a cada uno de ellos: “Sabes, hay momentos en la vida cuando una persona tiene que apurarse en la búsqueda de la esperanza”.