El salario mínimo: fuente de desarrollo

Autor: Guillermo Pineda pplaza@plazapublica.com.gt

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) define el salario mínimo como el que constituye el piso de la estructura de los salarios. Su objetivo es proteger a los trabajadores que ocupan la posición más baja en la distribución de salarios (ILO, 2008, p. 34).

Al respecto, en el artículo anterior comentaba que era necesario realizar estudios que contextualicen esta teoría y estos conceptos para entender cómo el salario mínimo afecta y beneficia a esos trabajadores de las posiciones más bajas en la distribución de salarios del país, pues actualmente estos datos no existen.

Otros estudios realizados en América Latina demuestran que el salario mínimo está relacionado con un nivel de supervivencia que se considera básico en una sociedad y tiene el propósito de salvaguardar los ingresos y las condiciones de los trabajadores considerados como los más vulnerables en el mercado de trabajo. Esto significa que es necesaria la inserción de una dimensión moral o ética en la formación de precios (a través de la introducción de un límite que sea inferior al precio dado a la fuerza de trabajo) sobre la base de criterios filosóficos para establecer el valor del trabajo y las condiciones de vida razonable en nuestras sociedades (Medeiros, 2005)[fn]Referencias:

  1. Hoffmann, R. 2008. «Rent Distribution in Brazil and its Relationships with Economic Development», Ricardo Tolipan y Arthur Carlos Tinelli (eds.): A controvérsia sobre a distribuição de renda e desenvolvimento (Río de Janeiro, Zahar), pp. 105-123.
  2. ILO. 2008. Global Wage Report 2008/09: Minimum Wages and Collective Bargaining: Towards Policy Coherence (Génova).
  3. Medeiros, Carlos Aguiar de. 2005. «Minimum Wage and Economic Development», P. Baltar, C. Dedecca y J. D. Krein (eds.): Salário mínimo e desenvolvimento (Campinas, SP, Unicamp. IE), pp. 13-26.
  4. Souza, Paulo Renato; Baltar, Paulo. 2009. Minimum Wages and Income Taxes in Brazil. Pesquisa e Planejamento Econômico, Río de Janeiro, vol. 9, no. 3, pp. 217-272. [/fn].

El salario mínimo tiene una difícil historia en Guatemala. En el curso de su larga y azarosa vida ha pasado por diferentes etapas en los intentos por conseguir diferentes objetivos políticos y económicos, siendo a veces aumentado o reducido. En el período más reciente, sin embargo, centrales sindicales y grupos de la sociedad civil han movilizado a sus miembros con el fin de obtener un valor de salario mínimo que esté de acuerdo con el precepto constitucional. Como consecuencia, el Gobierno finalmente se ha visto obligado a revalorizar el salario mínimo y ajustar las políticas socioeconómicas.

El debate público sobre la revitalización de los salarios básicos en el país se ha vuelto a encender con el reciente aumento de los salarios mínimos (enero de 2015), que vio el aumento de tarifas en la tasa de inflación y su impacto en las finanzas públicas, especialmente en el bienestar social. Algunos sectores de la población se han resistido a este aumento debido a la presión que ejerce sobre las familias que contratan a amas de casa y sobre los gastos de las empresas. Pero, como el problema de la desigualdad de ingresos sigue siendo grave en Guatemala, el salario mínimo es en realidad una herramienta fundamental para mantener la revitalización de la economía del país en vista de que no es un factor aislado, sino parte integral de la economía del país. Así, la reducción del tamaño del Estado y la disminución de la injerencia de este en las actividades privadas promovidas por los conservadores y liberales económicos más radicales del país no deberían enfocarse en estrangular a las personas más pobres de la cadena productiva del país, sino en atacar a los grupos corporativistas que se han beneficiado con la explotación del Estado en beneficio de sus intereses clientelares.

La principal función del salario mínimo es proteger a los trabajadores que están en la parte inferior de la jerarquía salarial de Guatemala. Esa es su razón de ser. Pero esta no es su única función en la economía y en la sociedad del país: tiene muchas otras funciones de beneficio para todos los guatemaltecos. La evolución de los salarios mínimos cumple otras funciones en la definición de salarios de ingresos de los trabajadores: a) el efecto de faro, que consiste en la asociación de la remuneración de los trabajadores menos cualificados, incluso de los que están en el mercado informal (Souza y Baltar, 2009); b) un efecto de contagio, que se corresponde con el ajuste automático de los salarios entre el anterior y el nuevo valor del salario mínimo; y c) un efecto numerario, que sostiene que el salario mínimo afecta directa e indirectamente la relación con remuneraciones más elevadas.

El rol del salario mínimo en la economía guatemalteca es fundamental para la construcción de una jerarquía de remuneración de acuerdo con una estructura de ocupaciones que nos permita crear una sociedad más competitiva, capacitada, mejor educada y mejor alimentada (Hoffman, 2008) en el contexto global de economías mixtas, en las que debemos intentar sobrevivir y competir. Entender el impacto beneficioso del salario mínimo parecerá anacrónico para muchos. Sin embargo, quizá sea bueno dar un paso atrás y recapacitar respecto a qué es lo que estamos buscando cambiar en el país. Podemos buscar y fomentar políticas que perjudican principalmente a los trabajadores de salarios más bajos o podemos fomentar políticas con una proyección al futuro más civilizada. Continuar con el proceso de valorización del salario mínimo es de beneficio para todos los guatemaltecos si este se acompaña de una mejora de las políticas ya existentes que están creando riqueza. Sean ustedes, lectores, quienes juzguen qué proyecto político es verdaderamente sostenible y beneficioso para el país ahora que las elecciones se acercan y los demagogos de izquierda y de derecha se empiezan a jalar de los pelos.

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