El divertido dinosaurio que todavía estaba allí

Autor: Mónica Mazariegos monica.mazariegos@plazapublica.com.gt

El martes por la mañana buscaba un libro obstinadamente, cuando la dócil voz de Patricia de Arzú en las bocinas de la radio, me distrajo.

Respondía ella muy dulcemente a una de esas entrevistas rápidas que hacen los periodistas, con las mismas preguntas, a todos los candidatos a la presidencia, supongo yo que para medir y comparar su capacidad de improvisación y sus “conocimientos generales” sobre el país. En este caso eran ocho preguntas, nueve conceptos y siete palabras. Lo que llamó mi atención (más allá de sus conocidas posiciones religiosas y homofóbicas) fueron algunas de sus respuestas, que me parecieron pintorescas e inolvidables:

 “¿Cuál es el episodio más glorioso de la historia de Guatemala?”: —La venida de Cristo a la tierra, porque eso nos vino a salvar;

 “La calle donde tu vives”: —Es lindísimo donde yo vivo, hay muchos árboles;

“El Señor Presidente”:  —Respeto. Mucho respeto al señor Presidente;

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”: —Pues… qué le puedo decir… eso… me parece divertido…

Sí, ¡divertido! tal cual. Seguramente, esta vez no tenía a alguien soplándole las respuestas a la oreja, como en otras ocasiones. Después de escucharla también en otros espacios, me pregunto si al menos por protocolo habrá algo que esta mujer sepa responder sobre Guatemala, su historia y su realidad nacional. ¿De qué hablaría siendo Primera Dama, en esas elegantes cenas en el Palacio Nacional? Hasta el momento no la he oído decir nada que no pueda encajarse con algún personaje o versículo bíblico, o con alguno de los 10 mandamientos.  

Dejo de buscar el libro que me interesaba y saco de la estantería las “Obras Completas” de Tito Monterroso, quien alguna vez declaró “nada me desilusiona más que la consabida frase con que alguien me informa entusiasmado de lo mucho que se rió con mi cuento tal o cual”. Releo “El Dinosaurio” y “Mister Taylor”, este último, el cuento suyo que más me sigue gustando. Y en ese momento recuerdo que al igual que esta candidata, en los días pasados, varios de sus contrincantes desconocían al dinosaurio que sigue allí. Sin embargo, bien que saben del teje y maneje de la reducción de cabezas a lo Mr. Taylor (ese hombre que sale de la pobreza lucrando con la transacción de cabezas humanas reducidas) seguro que sí. Y a eso van.

Vaya escenita la que se han montado los candidatos en estos meses. No han dado pie con bola ni en entrevistas “rápidas” como esta, ni en foros para los que seguramente si se preparan con tiempo. Entre las acusaciones personales y la invocación a la Biblia y a la Constitución no hay quién se aguante un foro completo.

Cuando termino de escuchar a esta mujer, pienso que entre sus cómicas respuestas, su marido gobernándole la candidatura y la repartición de cartas con los 10 mandamientos (su plan de gobierno) entre sus “fans”, ya ni ponerse de mal humor vale la pena. Prefiero, mejor, dejar mis pensamientos con el dinosaurio que sigue allí y que Monterroso decidió dejar a la imaginación de cada quien. Recordar a la pluma que lo escribió. Releer su genial manera de parodiar este mundo hipócrita, su moral y sus buenas costumbres. Su manera de ridiculizar a las clases dominantes y al poder, tal como lo hace en el cuento de la “Primera Dama”, aquella que practicaba para recitar y señalaba con papelitos sus poemas favoritos; personaje que me recuerda a Patricia de Arzú pronunciando mensajes bíblicos, como dice un gran amigo “con voz de mensaje motivacional”.

Prefiero dedicar mi pensamiento a Augusto Monterroso, a la vigencia de sus palabras, a su compromiso con las generaciones “que empiezan a luchar” —como él decía— y a los que, como él, se tomaron a la humanidad en serio en aquello que hacían cotidianamente. ¡Ah! e invocarle a ese gran maestro una buena dosis de sarcasmo que reemplace a la frustración, para poder sobrevivir esta época electoral.

 

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