La crisis política desencadenada por las acciones del MP y de distintas cortes en contra de la democracia y los resultados de las elecciones generales, ha desembocado en un paro nacional que ha durado varios días y muestra distintas posiciones políticas, pero también morales e intersubjetivas.
Distintas ideologías y posicionamientos políticos se expresan y condensan en dos grandes polos. Por un lado, la crisis ha sido causada por actores y sectores que velan y defienden exclusivamente sus intereses personales y sectoriales. Los más notorios son Consuelo Porras, Rafael Curruchiche, Fredy Orellana y Alejandro Giammatei, pero también representantes de sectores políticos y económicos poderosos, así como personas que, por su posición de clase o su ideología, viven como amenaza la organización ciudadana que se está expresando.
Ejemplo de esto último, son los hechos de violencia, las amenazas en actos o palabras que se miran en lugares como Cayalá o Carretera a El Salvador. Silvana Ravinovich, una filósofa argentina, señalaba que la afirmación «este es mi lugar bajo el sol» es el principio de toda usurpación. La defensa de los propios intereses, sin la consideración por el otro, tiene un nombre moral: egoísmo. Tiene un nombre cognitivo: egocentrismo. Tiene un nombre psicológico: narcisismo.
Esta posición se expresa en la defensa a ultranza de los que se consideran «derechos» (y que en muchos casos son privilegios), pero también en la imposibilidad de ver la situación de otras personas y el bien colectivo, así como el ataque agresivo a todo lo que se considera una «amenaza» a lo «mío». No hay más realidad afectiva que la inmediata y personal (que se extiende a la familia y al sector o clase al que se pertenece, y entonces se configura como narcisismo grupal).
La defensa de los propios intereses, sin la consideración por el otro, tiene un nombre moral: egoísmo.
Por otra parte, existe la posición solidaria de las personas y colectivos que se dan cuenta del ataque a la democracia, que la corrupción y la impunidad les afectan a ellos y a muchas personas más. Esta posición tiene a sus representantes en la figura de los 48 cantones, pero también en las personas que participan de una u otra manera en las protestas de estos últimos días.
Esto se expresa en las muestras de solidaridad y creatividad que se han visto en los distintos puntos de bloqueo que se han producido en los ámbitos rurales y urbanos. Compartir comida entre todos, recibir a quienes llegan (estudiantes, comunitarios, pobladores) con muestras de alegría y un vaso de café, darle de comer a los integrantes de la Policía, organizar bailes y espectáculos públicos para todos, etc. Sé de colonias en las que se han organizado para llevar comida a otros sectores o incluso a sus propios guardianes, pequeños actos que componen este tejido motivado por la indignación en contra de quienes atentan contra la democracia, pero también por la solidaridad con el prójimo.
Nada está escrito y la crisis puede terminar inclinándose para uno u otro lado. Pero los testimonios de solidaridad y egoísmo que se están viendo sirven como lección y brújula moral de quienes tienen la razón y de quienes están errados.