Ante un gobierno de papel

Autor: Renzo Rosal renzo@plazapublica.com

En un escenario impredecible, las elecciones se acercan a manera de engaño predefinido. Al otro lado de esa realidad, los partidos viven en su mundo.

Si nos quedáramos solo con esa dimensión, se creería que en Guatemala se vive bajo total certidumbre, entre lo estable, con instituciones y candidatos creíbles, todos pensando en función de fortalecer eso llamado democracia, donde las elecciones se presentan como el indicador fundamental de la sociedad y la forma privilegiada de relacionar a la ciudadanía con la política. Como una expresión de que los partidos y sus mediocres candidatos van en línea contraria a las demandas de amplios sectores sociales, vemos una precariedad generalizada en todo lo que dicen proponer. Sus planes no son más que pliegos de intenciones lanzadas al aire, sin un mínimo de análisis de su viabilidad. Muy poco se dice sobre las apuestas de los partidos, sobre sus visiones del Estado, sobre el necesario recambio en el cual se inscribe el momento actual que experimentamos como sociedad. Además, no se dice mayor cosa sobre el estado de los recursos públicos, las instituciones venidas a menos, los altos niveles de porosidad al ser un Estado hundido en una profunda corrupción que se reproduce a alta velocidad. Nadie habla de que el siguiente gobierno tendrá que convivir con un Congreso infestado de actores representativos de los intereses más oscuros posibles, que juegan a clusters de extorsionistas. Aunque el nuevo gobierno obtenga una bancada de cierto peso, queda claro que los diputados son actores que van con la propia: intentarán someter al Ejecutivo y buscarán legitimarse por la vía de continuar respondiendo mejor a los intereses de estructuras cuestionadas, varias de orden criminal. Por el lado de los poderes locales, el nuevo gobierno se enfrentará con dimensiones amorfas, en crecimiento, de alta movilidad, que juegan a leales por conveniencia solo en el arranque, pero que posteriormente se moverán según sus determinantes. En la nueva correlación es altamente probable el peso clave de alcaldes mafiosos, cuestionados, interesados en apuntalar estructuras de control territorial. Frente a tal posibilidad, el margen de maniobra de quien llegue será el más reducido y caracterizado por ser un adefesio, una ficción deplorable, un cascarón de dominación. De ahí que todo lo que ahora proponen, además de ser carente, pierde total sentido de concreción.

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