¿Abaratar el despido para generar empleo?

Autor: Míchel Andrade mandrade@correo.com.gt

La receta patentada por el PP español para combatir la crisis incluye reducir sueldos y derechos para los trabajadores, y abaratar y flexibilizar el despido para los empleadores.

De esta forma, un trabajador despedido cobrará una tercera parte de lo que actualmente le correspondería como indemnización. Un empleador podría despedir a sus trabajadores con base a una reducción de las ventas por tres trimestres consecutivos, y pérdidas actuales o previstas. Inclusive, se autoriza a los trabajadores a negociar condiciones distintas por aparte de los pactos colectivos. La ecuación parece ser combatir el desempleo, a través de hacer más fácil despedir a los que ahora todavía trabajan, y reactivar la economía a través de reducir los sueldos.

Este paquete de reformas laborales, que fue aprobado hace apenas una semana por el congreso español, constituye uno de los capítulos más tristes de la actual crisis de la zona euro.  Pese a que los sindicatos españoles no convocaron a una huelga general, las reacciones han recorrido un amplio espectro entre la incredulidad de la clase media, ya afectada por la subida de impuestos, y la alegría de quienes ven desde Berlín y Bruselas una muestra de la voluntad política del gobierno de Mariano Rajoy.

Flexibilizar el despido y reducir las compensaciones no es un argumento nuevo en el mundo laboral. De hecho, ha formado parte del credo de quienes sostienen  que los derechos laborales representan barreras para la competitividad. Esta posición, amparada incluso en la visión de algunas agencias de cooperación, encontró su auge en los años noventa, en medio de una fiebre por reducir los marcos de garantía en las legislaciones del trabajo. Los autores, literatura y estudios que justifican la implementación de este tipo de medidas, forman parte de una abultada bibliografía respaldada por prestigiosos economistas, universidades e institutos del Primer Mundo, que nos recetaban, especialmente a los latinoamericanos, lo que debíamos hacer.

Y por un momento, parecieron tener razón. Países como Eslovaquia, previo a su ingreso en la UE, aplicaron normas de flexibilización, que incluyeron abaratar el despido, reentrenar trabajadores para nuevas competencias, reducir el número de sindicatos y generar empleos a tiempo parcial. Los indicadores eslovacos luego de estas medidas apuntaban hacia arriba, con reducciones impresionantes de los índices de desempleo. En 2005, el informe Doing Business citó a Eslovaquia como un líder en las reformas para mejorar el clima de negocios. Sin embargo, hay que recordar que este informe incluye una advertencia en su metodología, que señala que uno de los puntos de la medición viene dado por la flexibilidad en las normas para la terminación del empleo, trabajo en fines de semana, trabajo nocturno y vacaciones pagadas, en una forma consistente con el cumplimiento de los convenios internacionales de la OIT, es decir, de las Normas Internacionales del Trabajo.

Las lecciones – ojalá aprendidas– de la crisis económica argentina del año 2001 no parecen aportar evidencia que este tipo de reformas influyan positivamente en la reactivación económica. Lo que sí permanece, son las consecuencias sociales de poner en los hombros de los trabajadores asalariados, los costes de un aumento de impuestos combinado con reducción de salarios y despidos express.

La reducción de sueldos merece una mención especial en este paquete de reformas. El impacto sobre los asalariados será innegable, y seguramente se traducirá en una contracción de la demanda, que reflejará la disminución de la calidad de vida. Resulta un contrasentido el querer reactivar la economía a través de reducir la capacidad de gasto de los individuos. Ciertamente, la combinación parecería destinada a generar pobreza.

Y todo esto no ha sido aún suficiente. Al escribir esta columna, El País da cuenta de una nueva caída de los mercados y un incremento en la prima de riesgo española. Hace unos meses, Ignacio Ramonet, entrevistado por Público.es, preguntaba, palabras más o menos, qué va a pasar cuándo no quede nada más que recortar. Creo que muchos españoles estarán empezando a hacerse esa pregunta…

scroll to top