Dos frases se vuelven especialmente relevantes en este año electoral: «la información es poder» (information is power) y «todo el poder a la gente» (all power to the people).
La primera se la escuché por primera vez a la mundialmente reconocida periodista Christiane Amanpour. La segunda proviene de una expresión cultural y fue un eslogan político utilizado por las Panteras Negras (Black Panthers) en Estados Unidos en los años 60 y 70. Aunque de contextos diferentes, ambas frases hacen reflexionar sobre el papel que la información tiene en la toma de decisiones para que la ciudadanía asuma un rol activo y ejerza su poder en la demarcación de límites a quienes la representan.
En su libro El fin del poder, Moisés Naím define dicho poder como «la capacidad de lograr que otros hagan o dejen de hacer algo». Agrega que este está fluyendo de quienes tienen más fuerza bruta a quienes tienen más conocimientos. «El poder que tienen es […] de vetar, contrarrestar y limitar el margen de maniobra de los grandes actores. Es un poder que nace de la innovación y la iniciativa».
Son precisamente la innovación y la iniciativa las herramientas de las cuales la ciudadanía debe apoderarse en 2019, año clave para Guatemala por el proceso electoral que permitirá la elección de nuevas autoridades gubernamentales para los próximos cuatro años. Para emitir un voto responsable, una condición previa es que la ciudadanía cuente con toda la información posible y necesaria para tomar la mejor decisión sobre, por ejemplo, quién será su representante en el Congreso de la República. Pero ¿cómo incentivar a la ciudadanía electora para que se informe sobre sus candidatos? Una de las propuestas es modificar el formato de la lista de elección de candidatos distritales.
Actualmente solo se permite votar por la lista que presenta el partido político, la cual muchas veces es solo un sinfín de nombres desconocidos. El problema de este formato es que desincentiva al elector a informarse sobre las opciones que tiene para elegir, puesto que el orden ya está dado por el partido y no puede modificarse. Asimismo, al candidato que resulta electo no lo incentiva a realizar un buen trabajo en el Congreso, sobre todo a los de las primeras casillas, las cuales son elegidas automáticamente por la cantidad de votos que recibe el partido.
Actualmente solo se permite votar por la lista que presenta el partido político, la cual muchas veces es solo un sinfín de nombres desconocidos.
Hasta hace unos meses, con ayuda de información teórica y de ejemplos como el de El Salvador se podía tener una aproximación y una vaga idea de qué se podría esperar en Guatemala de darse una modificación de esta naturaleza.
Gracias a la implementación de metodologías innovadoras que buscan hacer prototipos de políticas públicas se realizaron simulaciones de voto con tres formatos de lista para elegir diputados distritales: listas cerradas y bloqueadas, con las cuales votamos actualmente; cerradas y desbloqueadas —voto preferente—, con la opción de votar por uno de los candidatos de la lista que presenta el partido, y listas abiertas, con la opción de votar por tantos candidatos como lo permita la magnitud del distrito e incluso mezclando opciones de los partidos en contienda.
El fin último de esta propuesta de modificación es que la ciudadanía logre incidir, por medio del voto, en las decisiones que toman los representantes durante la legislatura por la que fueron elegidos. La dinámica de simulación de voto permitió que los participantes conocieran y escogieran la que a su juicio era la mejor opción para, a priori, conocer mejor a sus candidatos y, a posteriori, castigar o premiar a los diputados según hubieran representado dignamente o no los intereses y las necesidades de sus electores.
El llamado en este año electoral es a informarse sobre las opciones para elegir a las autoridades que gobernarán el país durante los próximos cuatro años, así como a exigir las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos que beneficien al usuario final, la ciudadanía electora, brindándole herramientas para premiar o castigar, en este caso, a los diputados. Como las Panteras Negras solían decir: «¡Todo el poder a la gente!».