Haciendo justicia con esta bestia de carga, ingratamente injuriada, pretendo exponer ante ustedes una serie de cualidades que presenta esta hija de yegua y burro. Una primera virtud de la mula es su fuerza y resistencia. Cuando un campesino necesita arar terrenos difíciles o cargar artículos pesados, no duda en seleccionar a la mula. Su andar firme y su capacidad para adaptarse a la dureza de los caminos la hacen muy confiable. Difícilmente, la mula se da por vencida, ella es perseverante y audaz. En mención a esta tenacidad y perseverancia surgió la frase “más terco que una mula”, la cual nosotros erróneamente adjudicamos a la tozudez de la persona y no a su constancia. La mula cumple con la tarea para la cual se le solicita, es confiable y segura.
Además, la mula es mucho más cautelosa que el caballo, por eso cuando una mula no se anima a cruzar un río se dice “por algo ha de ser” y la fragilidad de su huella es un buen barómetro para cotejar el clima. La mula no se arriesga en terrenos peligrosos. Son precavidas. Sin embargo, en tierras pantanosas y quebradas, la mula es capaz de definir con astucia y seguridad la ruta a seguir.
También es característica de este animal su lealtad. Defiende al jinete de perros y otros animales y es capaz de patear en cualquier dirección, lo cual la convierte en una guerrera de mucho cuidado.
En resumen, la mula es confiable, tenaz, leal y capaz de llevarnos sanos y salvos por caminos difíciles. Ahora yo me pregunto: ¿cuántos de nuestros políticos tienen esas cualidades? ¿Es acaso Baldizón confiable, con su prole de ofrecimientos, que incluyen hasta devolverle el hijo a La Llorona? ¿Serán capaces doña Sandra o Pérez Molina de llevarnos sanos y salvos por este camino marcado por el narcotráfico, la corrupción y el crimen organizado? ¿Son leales aquellos diputados que anteponen sus intereses particulares a los del pueblo que los eligió? En lo único que estos políticos se parecen a las mulas es que son tercos en aferrarse a puestos públicos que acaparan para ellos y su “divina descendencia”, convirtiendo a esta democracia en un nepotismo escandaloso.
Así las cosas, yo quiero para Guatemala un político bien mula, un trabajador fuerte y resistente que no le ponga peros a las tareas que se le presenten. Que tenga la astucia de pisar con cuidado en esos terrenos suamposos de la corrupción, el narcotráfico y el crimen. Y que sea fiel a su jinete. Es decir, al pueblo que lo eligió o lo elegirá.