Una realidad que no debe ser controversial

En las últimas semanas he reflexionado mucho sobre el proceso histórico de nuestro país y cómo las consecuencias de este se ven reflexionadas en el desarrollo de nuestra sociedad.

Hace unos días estuve en una reunión de trabajo con varios grupos de jóvenes en donde estuvimos planificando proyectos enfocados en el desarrollo de la participación ciudadana. La preocupación que todos compartíamos era la apatía que observábamos en toda la población, específicamente en los jóvenes. Todos teníamos diferentes perspectivas sobre este fenómeno. Sin embargo, las conclusiones eran las mismas: el miedo y la desconfianza.

Estábamos de acuerdo con que estos sentimientos nacían por el ambiente de incertidumbre y violencia en el cual nos encontramos. Sin embargo, el origen de la violencia variaba entre nosotros:  algunos aseguraban que la violencia era producto de las maras y el crimen organizado y otros mencionaban las consecuencias del conflicto armado. De estas aseveraciones partió un debate muy interesante sobre la relevancia o importancia que tienen las consecuencias del conflicto armado en el desarrollo de nuestro tejido social.

Me pareció interesante que un tema que es considerado controversial o non grato se discutiera tan abiertamente en un grupo de jóvenes. La mayoría de personas que estábamos sentadas en la mesa no vivimos este conflicto de cerca y muchos ni siquiera habíamos nacido. Sin embargo, la temática se abordó de una manera muy madura y abierta. Por las implicaciones que rodean este acontecimiento, cualquier debate relacionado a ello siempre va levantar pasiones y posiciones muy afanosas a favor y en contra. Esta vez no fue la excepción y aunque siempre se mantuvo la línea del respeto las perspectivas eran drásticamente diferentes.

De un lado del debate estaban los que pensaban que el conflicto armado fue un acontecimiento que debía permanecer en el pasado y darle relevancia en nuestro presente sería una regresión innecesaria. Esta perspectiva argumenta que no hay razón para exhumar los acontecimientos de este evento, ya que sólo abrirá heridas ya sanadas. Especialmente, cuando ya ocurrió un proceso de conciliación social con la firma de los acuerdos de paz.

El conflicto armado fue un capítulo triste de nuestra historia, pero más allá de historia no es, las consecuencias se enterraron en el momento que se firmó la paz y un nuevo orden social emergió. Por lo tanto, no ven la razón por la cual nosotros los jóvenes debemos conocer los acontecimientos y las consecuencias de este conflicto. Lo importante para las personas que apoyan esta tendencia es transcender el contexto histórico y avanzar con una sociedad nueva. Dentro del debate los jóvenes mencionaron el deseo de innovar y superar las congojas y heridas del pasado. Es más importante progresar como sociedad, con nuevos parámetros y nuevos proyectos de vida, que continuar cargando el peso del pasado.

Del otro lado del debate estaban los jóvenes que resaltaban la importancia de la guerra civil y sus consecuencias y cómo este proceso histórico cambió radicalmente la fibra de nuestra sociedad. Este argumento parte de que la sistematización de la violencia se forma durante el conflicto armado con la militarización de la sociedad. Señalan que es durante este período cuando se destruye todas las instituciones democráticas que habían sido establecidas en la primavera de la democracia (1945-1954). Se forman grupos paramilitares y organizaciones paralelas que atentan en contra de ciudadanos inocentes.

Argumentan que este punto es cuando cambia el carácter de la guerra, ya que no es entre ejército y guerrilleros, sino que los inocentes se transforman en las principales víctimas. Dada todas las atrocidades y crímenes de violencia que sufre la población guatemalteca ocurre una transformación psicológica dentro de nuestra sociedad, la violencia se vuelve cotidiana.

Estos participantes argumentan que nunca ha existido una conciliación real dentro de las víctimas y los victimarios. Por lo tanto, es imposible transcender el conflicto. Argumentan que actualmente las víctimas son vecinos de sus victimarios y esta tendencia ha creado un sentimiento de desconfianza dentro de nuestra población. Concluyen que los acuerdos de paz no han sido transcendentales, ya que no se han realizado las acciones necesarias para matizarlos.

En mi opinión, las dos perspectivas tienen puntos muy válidos, pero creo que la dimensión del contexto no es tan simple. Estoy de acuerdo con que a los jóvenes nos toca trascender este capítulo tan oscuro de nuestra historia. Sin embargo, creo que es importante nunca olvidar que sucedió y que hay víctimas que todavía no han recibido la justicia que se merecen. La lección aprendida de este debate es que la conversación de nuestro contexto histórico no debe ser controversial, sino que debe ser otro ejercicio más para mejorar nuestro dialogo nacional y llegar a esa conciliación tanto deseado.

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