Un paso atrás hacia el futuro: los nuevos líderes jóvenes

Esta semana participamos en un conversatorio para hacer un diagnóstico sobre nuestra democracia, sus instituciones y métodos para fortalecerla. Compartimos perspectivas con alrededor de 30 jóvenes, que representan a diferentes organizaciones y sectores de la sociedad. Uno de los puntos recurrentes en la conversación fue las inmensas brechas que existen dentro de nuestra sociedad, consecuencias de la falta de una conciliación social después de siglos de confrontación.

El moderador enfatizó que el mejor recurso que existe en el país es la juventud y su deseo por el cambio, lo cual me llevó a cuestionar si realmente somos la solución. De las experiencias que he tenido con diferentes liderazgos jóvenes llegué a la conclusión que encontramos a los mismos líderes de siempre, sólo que en cuerpos de jóvenes.

Nos encontramos con jóvenes que han heredado la misma retórica y el mismo discurso de previas generaciones. Discursos que son dominados por la intolerancia, la discriminación y la exclusión de muchos. No ha habido un cambio de paradigmas y mucho menos de compartimientos, con lo que reproducimos una grave polarización en nuestra sociedad.

La juventud guatemalteca a través de la historia ha logrado encontrar espacios de participación dentro del ámbito político. Una de las primeras acciones significativas que tuvieron los jóvenes fue durante la Revolución de Octubre de 1944. Muchos estudiantes universitarios se unieron a la lucha por la democracia y contribuyeron a su establecimiento.

Con el derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz (en 1954) y la regresión al autoritarismo, los jóvenes se vieron vulnerables ante la opresión e intimidación del Estado. A pesar de la represión, violencia y terror que se vivía durante los años del conflicto armado, la juventud guatemalteca conformó varias organizaciones con el fin de luchar por sus ideales. Debido a las condiciones históricas-sociales de nuestro país, nuestra sociedad se ha desarrollado en un ambiente de confrontación y desconfianza.

Estos elementos han transcendido en el tiempo y las generaciones y afectan a los futuros líderes. Me parece que nos encontramos con dos tendencias de liderazgos caudillistas que han logrado posicionarse en espacios importantes de participación.

Por un lado, encontramos los líderes juveniles que han asumido una postura radical conservadora con tintes fascistas. Prefieren la pena de muerte a un sistema penitenciario efectivo, la implementación de estados de sitio versus las estrategias de desarrollo, la censura en vez de la libertad de expresión, la sobrepoblación a una educación reproductiva integral y una seguridad ficticia a costas de un sistema democrático.

Estos elementos crean en estas juventudes una ideología de negación a nuestro proceso histórico e ignorancia para mantener un status quo que nunca a beneficiado a nuestra gran mayoría.

En el otro extremo nos encontramos con los liderazgos populistas que han tomado mucha relevancia en los últimos 10 años. Esta facción de jóvenes apoyan los asistencialismo ilimitados versus la inversión social, practican manifestaciones subvencionados en vez de seguir procesos de auditoria social, explotan las heridas del pasando a costa de una conciliación social, practican el abuso de poder a cambio de la institucionalidad y están dispuestos a romper el orden constitucional para posicionar candidatos. De esta manera se tergiversa la clásica ideología social e inclusiva por la implementación de líderes caudillistas en las instituciones.

Pero no todo está perdido. Entre estas dos corrientes predominantes existe una tendencia emergente de liderazgos progresistas. El surgimiento de nuevos líderes denominados “milenarios”. La generación de los milenarios son aquellos que nacimos entre 1980 y 2005 en la denominada era de la explosión digital. Los milenarios somos aquellos que nos desarrollamos durante la era de la globalización y tenemos acceso a la información de manera masiva y rápida.

Estos liderazgos han explotado sus capacidades y multiplicado su mensaje por medio de las redes sociales y el blogosphere. Según un estudio realizado por el Brookings Institute, los milenarios muestran mas tolerancia hacia la diversidad humana y las libertades sociales, también creen en un sistema económico productivo y sostenible, y por consiguiente apuestan por políticas innovadoras e inclusivas. El ejemplo perfecto de los líderes progresistas se puede encontrar en los jóvenes que movilizaron e impulsaron al candidato Barack Obama usando métodos no convencionales de campañas electorales.

A pesar de que los falsos liderazgos de políticos viejos con máscara de jóvenes han dominado el discurso, se multiplica la emergencia de liderazgos milenarios en el país. Estos son aquellos jóvenes que todos los días arriesgan su seguridad y comodidad por el mejoramiento de nuestra Guatemala. Los podemos ver construyendo casa en las áreas marginales del país, rehabilitando a jóvenes en las zonas rojas y recientemente los valientes que han fiscalizado las gestiones de nuestros administradores públicos. Aunque el presente pinte una imagen incierta, el futuro dependerá del  diálogo y la conciliación de todos estos liderazgos. Es hora de que rompamos con los paradigmas del pasado y nos convirtamos en los líderes que tanto ansía nuestra Guatemala.

alarconc13@gmail.com

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