«Trinidad», de Viernes Verde

Un grupo de tres gatos negros ronda la mesa donde estoy escribiendo estas líneas, pero de alguna manera todo tiene sentido y está en contexto mientras escucho Trinidad, el álbum más reciente de la banda de mi juventud, Viernes Verde.

Esta sería la tercera vez que escribo sobre Viernes Verde en este espacio. Es lógico: es la banda guatemalteca más longeva, la banda con la que crecí, y es probablemente a la que más veces he visto en vivo. Es una banda con la que, además de mantener una amistad (un tanto lejana y a veces cercana), también he tenido una relación amor-odio respecto a su música y a sus presentaciones en vivo.

No es la primera vez que escucho Trinidad. Llevo ya más de tres días dándole muchas más de tres vueltas. Con esta producción Viernes Verde da por concluida una trilogía conceptual que empezó en 2017 con P. M. y que siguió en 2018 con el sólido y visceral La ruta, del cual pueden leer mi reseña original aquí.

En Trinidad, por primera vez en muchos años, la banda da un salto de fe. Si bien con La ruta recuperó la intensidad que tenía perdida desde Con piedras, palos y flores (2004), con este material abre sus pulmones a nuevos aires y lo hace sin pretensiones.

El álbum muestra un lado de la banda que no se conocía. Un lado mucho más producido; melódico pero espeso; oscuro, pero con un tipo de intensidad diferente; un tanto más pop, pero sin dejar de ser la banda que ha sido durante más de dos décadas. No es fácil arriesgarse, como tampoco es fácil salir avante después de hacerlo.

«Trinidad» es la forma como Viernes Verde abraza no la niebla, sino el futuro.

Lo mejor de Trinidad es escuchar a Viernes Verde con nuevas ideas, explorando nuevos caminos sin miedo y con honestidad. Los cinco temas del disco narran la conclusión de una historia que musicalmente comenzó tambaleante, que después logró reencontrarse con su esencia y que al final, con esta producción, se cierra de forma inesperada.

Con este disco la banda deja de repetir muchas de sus fórmulas habituales y presenta canciones bien producidas, con ambientes sonoros que les dan profundidad y un brillo especial. Las melodías son más atractivas y los ganchos más efectivos que en los últimos dos discos. Así, Trinidad es la forma como Viernes Verde abraza no la niebla, sino el futuro.

El disco fue producido por Gerry Rosado, ganador de un Grammy Latino y gestor principal de la disquera independiente Intolerante. Rosado, además, les ha producido a bandas como Santa Sabina, La Gusana Ciega, Descartes a Kant y, de Guatemala, Easy Easy.

Vale la pena destacar canciones como la balada Ya te imaginaba, pieza nostálgica y potente, e Infinito, tema que cierra el disco y cuenta con una melodía hermosa de intensidad única. Sin embargo, también hay que mencionar que la locución que cuenta el final de la historia de la trilogía e interrumpe esta última canción destruye la experiencia tan limpia y profunda del disco y le resta valor lírico a una historia cuyo gran atractivo era la ambigüedad.

Tres gatos negros rondan la mesa donde escribo estas líneas. Mientras Trinidad sigue sonando, elijo como favorito a uno de los tres. Pienso en el futuro y sonrío. ¿Comenté que no tengo gatos?

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