En América Latina, donde el crecimiento de la productividad siguió rezagado aun durante el reciente auge de las materias primas, alentar el surgimiento de empresarios dinámicos es esencial para la preservación y ampliación de los avances económicos y sociales logrados en la última década.
Se trata de una región de emprendedores. De hecho, la proporción de emprendedores, empleadores y negocios formales es mayor que en otras regiones con un nivel de ingreso similar. Uno de cada tres trabajadores en América Latina es autónomo o es un pequeño empleador e inclusive la proporción de empresas registradas también es comparativamente grande.
Pero no todos los emprendedores fueron creados iguales. De acuerdo a un nuevo informe del Banco Mundial, “El emprendimiento en América Latina: muchas empresas y poca innovación”, el hecho de que existan tantas empresas pequeñas puede en realidad ser el síntoma de un desequilibrio dañino —los empresarios “transformadores” no generan suficientes puestos de trabajo de calidad.
En América Latina son pocos los empresarios que generan empleo. Siguen siendo muy pequeños incluso tras décadas de operación. Las empresas con 40 o más años de actividad emplean a alrededor de 110 personas, mientras que en Asia oriental a más de 170, en Europa oriental alrededor de 220 y en países de alto ingreso, a 250.
Los empresarios exitosos son aquellos individuos que transforman ideas en empresas comerciales rentables —un proceso que requiere la capacidad de innovar, introducir productos nuevos y explorar nuevos mercados.
Para prosperar, los empresarios transformadores requieren de un ambiente económico e institucional favorable que acentúe los resultados esperados de sus ideas innovadoras. Empero, la baja innovación caracteriza la realidad empresarial regional.
Con la excepción de Brasil, que invierte el 1 por ciento de su PIB en Investigación y Desarrollo (I+D), la región invierte mucho menos (menos de 0,5 por ciento), es decir un tercio del nivel de China y apenas un cuarto del nivel de los países de ingreso alto. Asimismo, las empresas formales en América Latina lanzan productos nuevos a un ritmo menor que en otras regiones en desarrollo.
No sorprende que en Bolivia, Honduras, El Salvador, Guatemala, Paraguay y Perú, el número de patentes por millón de habitantes otorgadas en los Estados Unidos es menor a uno, muy por debajo de lo que debería ser para su nivel de desarrollo.
Una nueva investigación patrocinada por el Banco Mundial constató que las empresas con más de 100 empleados no utilizan los sistemas más actualizados de gestión de talento basado en desempeño. El estudio reveló que la proporción de empresas familiares prácticamente duplica a la de Estados Unidos.
El número de firmas que ingresan al mercado exportador también es muy bajo. En Chile, Colombia y México, el porcentaje de empresas que eligen exportar es mucho menor que en países como Bangladesh, Pakistán o Tanzania.
Hasta las notorias multilatinas del sector manufacturero invierten en promedio apenas US$0,06 por cada US$1,000 de ingreso en I+D. Mientras tanto, las multinacionales invierten US$2 por cada US$1,000 en China y US$2,6 por cada US$1,000 en países de ingreso alto.
En los últimos años, las políticas latinoamericanas se enfocaron en la asistencia a pequeñas y medianas empresas. Pero estos esfuerzos también deben dirigirse a las nuevas empresas. Son las empresas jóvenes las que suelen crecer. Fortalecer el capital humano, alentar la competencia y mejorar los derechos de propiedad intelectual también puede ayudar a inclinar la balanza.
Pero hay desarrollos prometedores. Las agencias de promoción de exportaciones están aumentando el número de empresas exportadoras en varios países, mientras que los avances científicos han transformado positivamente a la agricultura en otros países.
Hoy en día, quienes toman decisiones tienen mayores posibilidades de centrar sus esfuerzos y recursos en fomentar el crecimiento. Luego de años de lidiar con debilidades macro-financieras, ahora pueden centrar su atención en construir las bases para aumentar la productividad. Los empresarios transformadores serán cruciales en este esfuerzo y, si bien no existe un número ideal de éstos, lo cierto es que el futuro de América Latina dependerá de tener muchos más.
* Hasan Tuluy es el vicepresidente del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.