Esta es la elección, de las que he participado, en la que me siento más decepcionada y sin interés por votar; creo que ese sentimiento es un lugar común hoy día en la población guatemalteca. He reflexionado el voto con toda la información que me fue posible obtener. Y tras el listado de 10 candidatos a presidente, no hay uno solo que me convenza y en el que vea la posibilidad de cambiar o mejorar nuestra situación en general.
La oferta electoral de los diputados fue igual. En los listados encontré abogados que han defendido a gente que ha violado las leyes de este país, ex fiscales del Ministerio Público, familias que han repartido hasta cinco miembros en los diferentes listados a elección popular. Ni los que se dicen más buenos quedaron exentos y ninguno con propuestas reales, ni siquiera ficticias para por lo menos hacerme la ilusión.
Ninguno de los candidatos a presidente dijo cómo hará para que el millón de niños que ha dicho Unicef sufren hambre en el país tenga comida en su mesa, solo seis de los 10 candidato fueron a exponer sus planes sobre educación. Esos son algunos de los puntos a tomar en cuenta al momento de reflexionar el voto.
Leí cada uno de los nombres de los candidatos de cada partido que quieren tener una curul en el Congreso de la República. Encontré algunos de apellidos rimbombantes postulado por algunos departamentos, ojalá por lo menos conozcan esas comunidades, que hayan aprendido algo en las giras y hasta se hayan manchado, alguna vez, de lodo los zapatos para experimentar las grandes necesidades que tiene la población, y que por suerte o por un extraño milagro hayan entendido que las cosas aquí deben cambiar.
Sin embargo, es importante que a pesar del poco contenido de la campaña y el abuso en su financiamiento —que a la larga ha sido un desperdicio de dinero, quizá a excepción de quien gane— vayamos a las urnas a votar.
La discusión sobre los candidatos a elegir ha sido larga y entretenida, a veces hasta agresiva, cada uno tendrá su preferencia por algún candidato o por uno u otro ofrecimiento de campaña. Más allá de todo esto es importante ir a votar, si quieren nulo, no importa, también es un derecho.
En mi caso el voto será dividido. Sigo creyendo que son necesarios los contrapesos entre el Congreso y el Ejecutivo para que se fiscalicen mutuamente y no puedan realizar acciones o pasar leyes que violenten nuestro sistema de justicia, nuestro medio ambiente, nuestra frágil democracia. Creo que el alcalde debe ser y hacer mucho más de lo que hasta ahora se tiene y se ha hecho. He decidido que anularé una de las papeletas en donde no encontré nada que nos produzca un beneficio.
Esta vez no me siento representada por nadie. Sin embargo, contrario a alejarme, me alienta a exigir más desde mis trincheras. Creo que lo único que me alegra es que finalice tanta contaminación auditiva y visual que hay y el agobio que nos han hecho pasar estos meses los políticos.
El domingo 11 de septiembre siéntanse los dueños y dueñas de Guatemala, siéntase los jefes. Parafraseando a un amigo: “Piense en que está dándole trabajo a toda esa gente que intenta elegirse”. Al final, serán nuestros empleados. Por eso vote por el que crea es el mejor. Y pasado ese día, participe y exija que por lo que usted votó se cumpla.