Terremoto en Guatemala – 1

Hace unas semanas, Costa Rica con un terremoto de 7.6 tuvo 2 muertos. En el año 1976, Guatemala con un terremoto de 7.5 tuvo 23,000 muertos. Si el día de hoy volviera a ocurrir un terremoto de esas proporciones, ¿cuál sería el resultado?

No quiero ser ave de mal agüero, pero cuando uno “ve” lo que NO se ha hecho, en el caso guatemalteco, no queda menos que inclinarse por una triste respuesta: seguramente tendríamos cientos, sino miles de muertos.

Muchos dirán que soy un alarmista. Finalmente, un terremoto de esa magnitud solo se da una vez cada 64 años (CAPRA – Análisis Probabilístico de Riesgos en América Central, por sus siglas en ingles, 2011) y, en el caso de la falla que ocasionó el terremoto de 1976, sólo se da 1 vez cada 200 años (PNUD, 1977). Sin embargo, no hay nada seguro respecto a la regularidad de dichos fenómenos. Dejar a la suerte un fenómeno que podría causar decenas de muertos y que puede destruir 18% del PIB en un día (Di Sarno, 2008), suena a una apuesta poco responsable.

Naciones Unidas y el Banco Mundial (2010), señalan que hay una serie de estrategias que pueden ser aplicadas al momento de afrontar un desastre, más de 30, agrupadas en cuatro categorías: prevención, auto-aseguro, aseguramiento vía el mercado, y alivio y recuperación; y tres distintos actores que pueden aplicarlas: hogares, comunidades y gobierno.

En el caso de la prevención, cada actor tiene distintas estrategias que puede emprender, las cuales resumo a continuación: hogares, poseer múltiples activos y fuentes de ingresos, invertir para proteger y cuidar sus activos, migrar permanentemente a otros lugares; comunidad, relocalizarse a áreas más seguras, programas de entrenamiento comunitario, inversión en determinados bienes y servicios públicos; gobierno, sistemas de información con análisis sobre los riesgos, así como sistemas para informar a la población, inversión en obras públicas específicas, derechos de propiedad claramente definidos y defendidos.

Tomen nota de lo siguiente: hemos tenido casi una tormenta tropical de importancia cada cinco años, y aun así muchos individuos, muchas comunidades y el Gobierno, no han mostrado acciones claras por prevenir dichos desastres. Imaginen entonces, ¿qué atención le vamos a poner a un evento que ocurre cada 64 años? Ni los hogares guatemaltecos, ni las comunidades, ni el Gobierno. Es por eso que me gustaría discutir en las próximas columnas sobre algunas de las acciones que el Gobierno, nacional o locales, podrían estar tomando para reducir la vulnerabilidad de los guatemaltecos a los terremotos.

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