Surcir para sanar

Este 2022, el Equipo de Estudios Comunitarios y Acción Psicosocial (Ecap), cumple 25 años de fundación. Suman 300 meses que contabilizan 9,131 desde el momento en que un grupo de personas decidió darle vida.

Pero, ¿qué es el Ecap y por qué vale la pena conmemorarlo? Hablamos de una organización de derechos humanos que ha desarrollado su trabajo directamente con las comunidades que han enfrentado procesos de violencia sociopolítica. Una organización que no se plantea la imposición de recetas o acciones prescriptivas para el afrontamiento de las secuelas de dicha violencia. Más bien, construye en conjunto con los grupos y comunidades con los cuales trabaja, el camino a seguir para la resiliencia social y comunitaria. 

Se trata de un método de aproximación que es esencial en sociedades como la guatemalteca, que ha vivido procesos continuados de violencia socio política. Misma que se expresa en los impactos de la inequidad estructural y también en las gravísimas violaciones a derechos humanos por acción del Estado, no solo durante el Conflicto Armado Interno sino en aras de sostener las condiciones de exclusión sistémica.

De allí que para el Ecap haya sido casi natural estar presente en acompañamiento a las comunidades durante la emergencia por el derrumbe en El Cambray II o por la erupción del Volcan de Fuego, a la vez que presentaba peritajes especializados en procesos de justicia transicional. 

El Ecap ha reunido una experiencia y riqueza de conocimiento que le hace también una organización de referencia nacional e internacional

Durante estos 25 años de presencia y despliegue nacional, el Ecap ha reunido una experiencia y riqueza de conocimiento que le hace también una organización de referencia nacional e internacional. Un motivo de orgullo para Guatemala en materia de construcción y aporte de conocimiento científico en diversidad de espacios. 

Sin publicitarlo en vallas o en anuncios en radio y televisión, el Ecap ha brindado un invaluable aporte a los pueblos en Guatemala. Su acompañamiento ha sido esencial para generar capacidades y equipos de promotores de salud mental comunitaria. Una necesidad más que sentida en una sociedad que aún tiene a flor de piel el trauma de la violencia y el terror de la guerra y sus secuelas. 

El doloroso aprendizaje social que significa vivir durante décadas bajo el yugo del recurso del miedo, tatúa huellas profundas en el tejido social. Los pueblos hicieron uso de sus recursos para afrontarlo y seguir adelante. Con su llegada, el Ecap acompañó los procesos de poner en manos de todas y todos en cada espacio, la posibilidad del aprendizaje social comunitario para sanar las heridas individuales y colectivas.

Con su llegada, el Ecap acompañó los procesos de poner en manos de todas y todos en cada espacio, la posibilidad del aprendizaje social comunitario para sanar las heridas individuales y colectivas

Como una especie de hormiga facilitadora, paso a paso contribuyó a llevar la carga de personas y comunidades, hasta que estas pudieron levantarla por sí mismas. En ese camino, conoció de primera mano las experiencias y las vivencias. Recogió los testimonios y observó los impactos de lo sucedido. De allí que sus peritajes tengan la fuerza de la valoración científica y la contudencia del aprendizaje de primera mano con las y los afectados.

Esto lo refleja la profusa y profunda riqueza editorial que se refleja en las múltiples publicaciones que el Ecap ha puesto a nuestra disposición. Desde materiales para la formación de personas promotoras de salud mental comunitaria, análisis de los impatos individuales y colectivos de la violencia sociopolítica, hasta la guía para la atención psicosocial de la violencia de género, son tan solo algunos títulos de esa enorme riqueza editorial. Un legado que representa un enorme aporte al conocimiento científico nacido de la experiencia directa con el trabajo comunitario. 

Celebrar los 25 años del Ecap es muchos más que festejar una fecha simbólica. Es, más bien, reconocer y agradecer el trabajo cotidiano de identificar los impactos de la violencia sociopolítica y acompañar a personas y comunidades en el esfuerzo de surcir las heridas para sanarlas.

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