Se propone lo siguiente “Que la participación en la lista de postulación de candidatos a puestos de elección popular deberán de incluir, en la misma proporción numérica y en forma intercalada, a mujeres y hombres”.
La utilización de cuotas es bastante controversial, no sólo aquí sino en todas partes. Y con razón. El principal argumento en contra es que las personas que ocupan puestos políticos con cierto poder, deberían alcanzarlos a partir de sus capacidades y habilidades, no por su género. Otro argumento es que las cuotas violan los principios fundamentales de la democracia, pues imponen un patrón de por quién deberán votar los ciudadanos. Estos son puntos válidos. Del otro lado, quienes abogan por un sistema con cuotas argumentan que éste abre las puertas a mujeres que de otra forma no tendrían oportunidad de participar en el Congreso. Además, las cuotas permiten una representación política realista a la proporción de hombres y mujeres en la población. Puntos también válidos.
Hoy en día, el 20.4% de los miembros de parlamentos nacionales alrededor del mundo, son mujeres. En las últimas elecciones del país, 20 mujeres lograron un puesto en el Congreso, el 12.6% de los 158 escaños. Haciendo una pequeña revisión de la situación actual del Congreso, leo los nombres de las 20 congresistas mujeres y tengo un poco de problema con reconocerlas a todas. Es cierto, conozco a Nineth Montenegro, Delia Back, Leslie Buezo, Emilenne Mazariegos y unas cuantas más. A algunas las conozco por sus buenas acciones, a otras por lo contrario. Pero confieso que hay otras que no sé ni quiénes son. Mi conclusión: ser mujer u hombre no garantiza que vaya a hacer un buen trabajo. Hay quienes dicen que si imponen una cuota, resultarán en puestos las esposas, hijas, hermanas, de otros políticos. Como que eso no pasara con los hombres. Hay quienes dicen que las mujeres nos vamos a sentir mejor representadas si hay más mujeres. Esto puede ser cierto, como también puede ser cierto que yo me sienta mejor representada por un hombre.
La utilización de cuotas es considerada una manera de acelerar la equidad de representación política, ya que tradicionalmente, las mujeres están sub-representadas en los espacios de participación. La oportunidad real de una mujer a participar en política no existe simplemente porque se eliminen las barreras “formales” o legales. Existen barreras “invisibles”, basadas en factores económicos, sociales y culturales, que impiden que las mujeres accedan a puestos políticos en la misma proporción que los hombres. Esto es una realidad. Las cuotas serían entonces, una medida para luchar contra esas barreras estructurales que las mujeres enfrentan en el proceso electoral.
En mi opinión, a Guatemala le hace falta mucho para que los ciudadanos (hombres y mujeres) se sientan representados por las personas que están sentadas en el Congreso. Las cuotas, en sí, no son la solución a los problemas de inequidad en la representación política, pero bajo las circunstancias adecuadas, pueden ser un mecanismo útil. No creo que nos haga mal tener a más mujeres en política. Lo que sí es cierto es que, como país, nos hace falta discutir racionalmente sobre el tema. Además de recordar que esto, es sólo una esquinita de todo lo que debemos revisar a la hora de proponer una reforma a la Ley Electoral.