Y todo esto lo hacemos sin darnos cuenta que estamos cediendo nuestra libertad en el intento, válido, de protegernos porque el Estado es incapaz de brindarnos seguridad.
En otros países, en los que la seguridad ciudadana está de una u otra forma resuelta, las cámaras de video son tan parte del entorno urbano que muchos ni nos damos cuenta que nos están controlando. Es una foto de lo que Adolous Huxley nos describía en su novela “Un mundo feliz”, en la que todos los ciudadanos eran escuchados y vigilados por el “Gran Hermano”.
Cada vez más personas se han rebelado contra el sistema de video vigilancia. En Alemania, el movimiento Camover es un movimiento radical que propuso una competencia. El reto consistía en que distintos grupos se unieran para destruir cámaras y grabaran el proceso. Los vídeos y las fotos se colgaban en una página y, posteriormente, el mejor vídeo fue electo ganador el mismo día en que se celebraba en Berlín un Congreso de la Policía.
De un lado menos extremista, están aquellas personas que en todo el mundo están creando consciencia sobre el derecho a la intimidad, la protección de la imagen y el derecho al habeas data.
En muchos países, existen leyes que regulan la video vigilancia y en Guatemala recientemente se presentó una iniciativa de ley. La iniciativa número 4877-2014, que a mi parecer deja muchos cabos sueltos. Tiene un enfoque de poca protección a la imagen y a la intimidad, puesto que no las define. Parece que deja al juez y a la Comisión esta labor, lo cual permite un margen de discrecionalidad enorme.
El principio de proporcionalidad tampoco es claro en esta iniciativa. La doctrina establece que siempre se tendrá que buscar otras alternativas para cumplir con el fin que se busca. Este principio impide que se instalen cámaras en colegios para vigilar a los niños durante los recreos, también impide la vigilancia en lugares laborales para el control de la productividad de los empleados.
La iniciativa tampoco tiene sanciones estrictas lo cual me hace presumir que no se le dio mucho énfasis a la protección de la imagen y al derecho de intimidad de las personas. Esto es preocupante y no tenemos que dejarlo a la discreción de unos pocos.