Ante este tipo de situaciones, la política, los políticos y el Congreso de la República se deslegitiman aún más de lo que ya están frente a los ojos de la ciudadanía. Está de más decir lo nefasto que esto resulta para la construcción de la democracia.
Las razones pueden ser de diversa índole: divisiones internas, búsqueda de protagonismo, caudillismo, etc. Estamos ya acostumbrados a escuchar una gran cantidad de argumentos para justificar el hecho. Sin embargo, eso no importa, lo que verdaderamente importa es la evidente debilidad institucional de los partidos políticos y la falta de compromiso de las y los diputados para con los ciudadanos y con el partido por el que resultaron electos.
Es difícil pensar que las razones por las que los diputados dejan un partido para volverse independientes o para irse a otro partido surgen en un abrir y cerrar de ojos. Los diputados de la UNE que recién anunciaron su renuncia al partido conocían de las divisiones internas o diferencias de criterio al interno del partido. Pero decidieron ser candidatos y buscar una curul, y el hecho de renunciar apenas unos días después de la segunda vuelta electoral evidencia lo que todos sabemos: los partidos no son más que vehículos para llegar al poder.
Este tipo de acciones debilita la institucionalización partidaria y del sistema de partidos. Tal proceder deteriora al sistema pues los electores, especialmente en sistemas electorales plurinominales, votan por un partido político, no por el representante, por lo que, al renunciar a su adscripción del mismo, traiciona en alguna medida la voluntad popular expresada en las urnas. Además, se alteran correlaciones de fuerza que no son producto de las elecciones sino de los juegos políticos, haciendo aún más difícil que la ciudadanía se sienta identificada o representada con el actuar de sus representantes.
Yo no voté por los diputados de la UNE, pero me pregunto, ¿Cómo se sentirán los electores de la UNE que depositaron su confianza en Alejos, Boussinot y otros y ahora ellos simplemente se van del partido? Y es que lo interesante es que no renuncian a la curul (lo cual tendría mayor sentido y sobre todo sería lo moralmente correcto), renuncian al vehículo que los llevó al Congreso, para ser independientes por ahora, pero quién sabe en el futuro, ¿Se irán a las filas de otro partido político? ¿Crearán un nuevo bloque y posteriormente un nuevo partido?
Y esto es solo el inicio, el transfuguismo es el pan de cada día en el Congreso de la República. Como Alejos vendrán muchos diputados más en el transcurso de la legislatura. Lo que resulta indignante es la burla, la traición y el poco compromiso con la ciudadanía, con el electorado, con las y los guatemaltecos. No es de extrañar que el Congreso de la República, la institución central de la democracia, sea el menos valorado por la población. Pero tenemos que tener claro que la culpa la tienen las personas que la integran, las personas que la deslegitiman con prácticas antidemocráticas y que solo buscan el beneficio personal… ¿Y la representación ciudadana? Me pregunto cuántos diputados y diputadas entienden qué es eso.