Sangre y miel

Las formas y las figuras simbólico-discursivas juegan un rol importante en la forma cómo el mundo se comprende. En la utilización de discursos con formas simbólicas probablemente ninguno ha sido tan fantástico como Derrida.

Cuando tuve la oportunidad de estudiar el oscuro texto Glas (la s está demás pero, es parte de la pronunciación), la Profesora Patricia Mills, – quien había sido discípula de Derrida en Toronto– gustaba de listar una por una las figuras ocultas del lenguaje que aparecían en esta obra: El obelisco que se erige erecto; la figura de la Mädchen (tomada del discurseo Hegeliano) que ¨se encontrarᨠcon el Amo; y otras tantas que no hay espacio para listar aquí. Pero debo de reconocer que, en cuanto a Derrida, probablemente sea su lectura personal sobre las letras del himno francés, en concreto, la línea: L’étendard sanglant est levé haciéndolo significar el pene ensangrentado erecto después de penetrar a Francia (cual virgen): En esencia, Francia perdía su inocencia e ingresaba a la realidad.

Todo seminarista aprende que el Logos puede ser la palabra pero también la acción. En el principio era el Verbo (Logos), y el Verbo se hizo carne leemos en el llamado evangelio de Juan; en el Génesis se lee que en el principio… era dios… y dijo dios… יְהִי אוֹר, que es lo mismo que γενηθήτω φώς¸ y la luz se hizo. Acción y palabra son lo mismo. Las palabras son profundamente poderosas. Tan poderosas han sido algunas palabras que su significado ha sido olvidado, como el caso del nombre original de Dios. En última instancia, las formas אֲדֹנָי y יהוה son las formas comunes para referirse a la deidad. Otras formas de palabras y formas discursivas resultan poderosas por su significación y los estados de conciencia a los cuales pueden trasladarnos. Las palabras y su simbología son entonces, palabras de paso y llaves que abren puertas. Cuando la Escritura hace referencia al sabor que deja en la boca comer, probar, interiorizar sus preceptos dirá que es más dulce que la miel. La miel como figura resulta importante, fue al probar la miel que Jonatán, luego del ayuno obligatorio ordenado por su padre Saúl, recobró su fuerza. Literalmente el texto dice: su visión fue hecha clara.

Sin embargo, en la misma estructura de los pasajes bíblicos hay figuras discursivas que no resultan tan dulces. Por ejemplo, el primer pacto (o alianza) entre la deidad y Abraham se realiza en medio de un sueño (grotesco) en el cual Abraham observa cómo un antorcha encendida se pasea en medio de las vísceras desparramadas de animales. La violencia, como expresión concreta tiene una simbología que debe aprender a leerse: El cuerpo quebrantado del Ungido significa redención para todos, la lanza que penetra al hijo de dios momentos antes de su muerte hará que emanen sangre y agua, dos figuras muy claras que pueden significar vida. Por pasado e historia, podría atreverme a decir que la matriz civilizatoria mesoamericana tiene una fascinación con la sangre derramada, la violencia simbólica y el ritual del sacrificio humano: El glorioso pasado histórico precolombino mesoamericano no puede olvidarse que era antropófago, donde la sangre y la ofrenda de ¨piezas humanas¨ aplacaba la ira de los dioses. Algo así como las escenas de cuerpos y restos humanos que hoy aparecen con tanta cotidianidad en el México moderno o las últimas noticias de niñas descuartizadas en Guatemala

Acostumbrarse a percibir la violencia, la sangre, y no hacer nada, es fácil. Y estar dispuestos a aceptar la amenaza de derramar sangre para evitar su derramamiento es aún peor. ¿Cuándo entenderemos que la vida humana es sagrada? 

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