¿Proteger a la banca a toda costa?

HSBC, una de las mayores sociedades financieras del mundo, hizo público el martes 11 haber alcanzado, con las autoridades del Departamento de Justicia de los Estados Unidos de América, un acuerdo por más de 1,900 millones de dólares.

Ello, como concepto de una multa que se le impone por haber lavado dinero del narcotráfico mexicano, burlar el embargo económico a Irán, y financiar organizaciones terroristas islámicas a través de instituciones financieras en Arabia Saudí.

Esta multa, la más alta jamás impuesta a una organización financiera, fue la alternativa que Washington parece haber encontrado a lo que debería haber sido el inicio de un proceso penal contra esta entidad y sus directivos. ¿La justificación? Evitar males mayores, como la desestabilización del sistema financiero mundial, y sortear los peligros que podría acarrear para la recuperación económica, el iniciar un proceso contra una entidad de gran magnitud.

HSBC, en su sitio web, señala que reconoce lo que llama errores, pero que la entidad bancaria en la actualidad es fundamentalmente diferente de aquella que los cometió. Establece también su compromiso con la implementación de los más altos estándares para la proteger la integridad del sistema financiero mundial, y enlistó los correctivos, que de manera voluntaria, este banco habría adoptado en los últimos dos años. Esfuerzo que el Departamento de Justicia no tardó en valorar positivamente.

Así, luego de una investigación que ha tomado buena parte de 2012, nos hallamos frente a un final feliz de película. Después del mea culpa y el feliz sonido de la caja registradora, los protagonistas se dan un apretón de manos; y ni el banco ni sus directivos son acusados de nada, mientras la cámara realiza un zoom out, y en la pantalla aparecen los reconocimientos para el reparto secundario.

Todos los actores involucrados han evitado la palabra “delito” para hablar de una entidad que, por ejemplo, permitió a los carteles mexicanos lavar sus activos: sacando de México (solamente en el 2008) casi 4,000 millones de dólares, trasladados a Estados Unidos. Mientras 60,000 mexicanos han puesto los muertos en una guerra anti-drogas, que responde a los dictados de la política de Washington.

Nadie ha hablado del detalle superfluo, que mientras la obsesión de la secretaria Clinton y de la política exterior de los Estados Unidos es aislar a Irán y su programa nuclear. HSBC le permitió a este país acceder a sus 10,000 oficinas, en 82 países, y más de 267,000 empleados para que pudieran burlar los embargos y trasladar activos.

La quiebra de Lehman Brothers en 2008 y el inicio de la crisis financiera, parecían haber dejado una lección a los gobiernos de los países desarrollados sobre la importancia de regular el sector financiero con controles más estrictos. En algún momento de 2009-2010, las situaciones creadas por las actividades poco transparentes de las agencias calificadoras de riesgo avivaron este debate. Sin embargo, casi al inicio de la segunda administración Obama, nos encontramos frente a un empate técnico: el sistema financiero reconoce sus culpas, pero no es imputado, y el gobierno americano ejerce un papel contralor, que resulta en una multa cuantiosa, con la cual parece haber puesto precio a la vulnerabilidad de parte de su seguridad nacional.

El papel funesto del sistema bancario en las crisis económicas, y como los costos le son trasladados al ciudadano de a pie, son lecciones que seguramente no olvidarán millones de ecuatorianos, argentinos y españoles, además de los clientes de Bancafé en Guatemala. El elevado desempleo que aún persiste en los Estados Unidos, es una consecuencia directa de la crisis mundial de 2008, creada por la irresponsabilidad del sistema bancario y sus hipotecas subprime. En la España del rescate de la banca por los ciudadanos, los desahucios solamente han parado luego de la muerte de la mujer que se arrojó por la ventana, a la vista de los funcionarios judiciales que venían a echarla de lo que fue su casa.

En un mundo, en el que se puede acusar bajo la figura de terrorismo a un grupo de mujeres y niños que bloquean el acceso a una mina que contamina sus escasas fuentes de agua, no debería extrañarnos que una entidad bancaria sea exculpada por haber permitido a organizaciones terroristas trasladar millones de dólares para sus actividades ilícitas. Seguramente está en una de esas situaciones en las que hablar de ética y controles más férreos producirá la ira de aquellos que quieren dejar al mercado regular estas situaciones. Sin embargo, la evidencia es clara: la ética de los mercados y especialmente de los bancos, no conoce sus mejores días. Mientras tanto, los economistas jefes de HSBC y otros tantos bancos, seguirán dando conferencias de prensa sobre lo que esperan del sistema democrático para la seguridad de los mercados.

Autor