Presupuesto 2013: radares, aviones y barcos

El proyecto del presupuesto 2013 contiene un rubro en defensa, para la renovación de los equipos militares.

Al leer la semana pasada las columnas de Renzo Rosal y Jonathan Menkos en Plaza Pública, se podía anticipar que el presupuesto 2013 iba a generar algunos temas para el debate. Menkos apunta acertadamente que el análisis del presupuesto es obligatorio para conocer en qué se gastarán los impuestos y si se cumplirán o no las promesas de campaña; mientras Renzo destaca que las prioridades que no se encuentran en el presupuesto, no son otra cosa que letra muerta.

Si se sigue estos razonamientos, en 2013, las prioridades del Gobierno de Guatemala son las carteras de Comunicaciones, Defensa y Salud, que reciben el mayor incremento porcentual entre las entidades del Estado. Y en el caso de Defensa, este incremento se destina para la adquisición de armamentos, reflejando unas prioridades diferentes a las del discurso público por la despenalización de las drogas, aunque debe admitirse que fueron negociadas por la administración anterior.

El proyecto de presupuesto 2013 incluye la contratación de tres créditos para la adquisición de radares, embarcaciones rápidas para la detección en alta mar y aviones. Equipos que se pueden considerar estándar para unas fuerzas armadas que están orientadas al combate del narcotráfico. Se debería entender que la adquisición de estos equipos corresponde a una acertada apreciación estratégica, sobre un contexto internacional y regional, en el cual las amenazas externas a la seguridad del Estado provienen de grupos del crimen organizado, y no de otros gobiernos.

Ningún país que mantiene unas fuerzas armadas es ajeno a la necesidad de renovar periódicamente los equipos militares. Y este proceso nunca es barato, pese a la enorme oferta de armamento que proviene de casi todas las latitudes. Adicionalmente, en estos procesos, siempre habrá involucrado un crédito externo, normalmente de una entidad connacional del fabricante de las armas.

En la mayor parte de los países de América Latina, a partir de mediados de esta década, estos procesos se llevan adelante bajo las disposiciones de las políticas públicas de defensa, y de adquisición de armamentos. Al hacerse de esta forma, se determinan los equipos a ser adquiridos, con base a si sus características técnicas cumplen con las prioridades estratégicas fijadas para la defensa del Estado.

En el caso de Guatemala, la selección de proveedores de equipos militares está limitada por el embargo de armas que Washington mantiene desde 1977, y cuya finalización solicitó el Canciller a la Secretaria de Estado, Hillary Clinton, en febrero de 2012. En estas circunstancias, las alternativas las proveen otros mercados. En el caso de los aviones, que es el empréstito más caro que Guatemala contrataría, se ha seleccionado a la industria militar de Brasil. Los Super Tucano son aeronaves de turbo hélice, fabricados por la Empresa Brasileira de Aeronáutica S.A. (EMBRAER), que constituye un “best seller” de la industria militar brasileña.

Estos aviones, semejantes en características técnicas a un Me-262 de la Segunda Guerra Mundial, fueron diseñados como un caza ligero para operaciones de vigilancia de fronteras, intercepción de otras aeronaves y combate al narcotráfico, especialmente para la Amazonía. Hace pocos años, Colombia seleccionó a estas aeronaves, sobre otras opciones de proveedores de los Estados Unidos, para reforzar la capacidad de su Fuerza Aérea. De hecho, desde una de estas aeronaves se lanzó la bomba inteligente que acabó con Raúl Reyes en el campamento de las FARC en territorio ecuatoriano.

Cuando esta adquisición fue anunciada durante la administración de Álvaro Colom, el caso mereció editoriales de prensa y el rechazo del sector privado, señalando el carácter sospechoso de las negociaciones, y la inadecuación de emprender en la compra de armas frente a las otras urgencias que presentaba –y presenta– el país. Cabe preguntarse si se volverá a discutir estos temas, o si quedarán perdidos en medio de la aprobación del presupuesto.

Para finalizar, ¿cómo conjuga esta renovación de equipos militares, orientada al combate del narcotráfico, con la ofensiva diplomática del Gobierno de Guatemala para impulsar su propuesta de despenalización de las drogas?, seguramente nos encontramos frente a un caso muy práctico de “a Dios rogando, y con el mazo dando”.

Autor