¿Participar en una de las 50,000 antorchas de las celebraciones?

La respuesta que se dé a esta pregunta puede estar muy relacionada con la pertenencia de clase.

Si se dice que no se participa en ellas (o que se detestan y no se está de acuerdo con que existan), es casi seguro que quien responde es de sectores medios o altos. Si se dice que sí se participa en ellas (o se está de acuerdo y se disfruta de ellas), es casi seguro que se pertenece a sectores populares. Aunque existen excepciones, es posible hipotetizar que las tradicionales antorchas del 14 de septiembre son una forma de expresión popular que enoja y que no se entiende desde los sectores no populares.

Conocí la noticia al leer un titular del Diario de Centro América del jueves 12 de septiembre compartido por algunos usuarios de Twitter. De acuerdo con la información presentada, 50,000 antorchas recorrerían el «territorio nacional» por las celebraciones de independencia. Esto significa que entre el 13 y el 14 de septiembre existió una movilización social verdaderamente grande. Si cada antorcha va acompañada de 10 personas, eso significa que hay medio millón de personas participando en dicha actividad. Si van 20 personas por antorcha, ello significa que hasta un millón de personas recorren el «territorio nacional» en la actividad de las antorchas de esos días. Simplemente impresionante [1].

Desconozco el origen y los alcances efectivos de dicha manifestación, pero los números posibles de participantes la hacen un fenómeno digno de estudio. Además, hasta donde se puede ver por la participación y las reacciones a ella, indudablemente incorpora un elemento de clase.

Es posible suponer que la mayoría de los participantes pertenecen a sectores populares, son jóvenes y son hombres, aunque puede haber recorridos de antorchas organizados por colegios de otros sectores y se ve también a personas de más edad y mujeres participando. Sería importante preguntar y escuchar qué significa para estos manifestantes participar en dicha actividad. Es una forma de expresar su nacionalismo (y habría que ver qué significa esto en los sectores señalados), pero también creo que, además, representa una actividad con ciertos componentes lúdicos. Dicho en otras palabras, también es una forma de recreación. De adueñarse de la calle quizá.

Se ha inducido a distintos sectores a celebrar de esta forma, pero también hay un sentido de apropiación que por las críticas existentes no se ha visto ni comprendido.

Por su parte, las capas medias y altas oscilan entre cierta antipatía y el detestar francamente los recorridos de antorchas. La razón más evidente, creo, es que las antorchas aumentan el tráfico (ya de por sí enorme) de la ciudad capital y de distintas carreteras. Irritados, enojados, frustrados y demás por un problema al que las municipalidades y el Gobierno no han dado solución (e impotentes para contribuir con alguna), los conductores y los pasajeros se enojan contra cualquier cosa que ocasione más problemas en el tráfico. Ciertas actitudes y la basura dejada al paso también contribuyen al desagrado.

Memes y otros mensajes de redes sociales muestran el enojo que esta manifestación causa. Pero también sospecho que la reacción observable en los sectores medios y altos se debe a que las antorchas son organizadas y protagonizadas por sectores de clase en este país que es clasista, machista y racista, lo que implica emitir cierta condena sobre una actividad que resulta ajena [2].

En realidad, se han criticado mucho ciertas formas de expresión de nacionalismo, como la participación en desfiles y las antorchas. Y hay mucha razón en ello por las exhibiciones de militarismo y machismo, por celebrar un acto que se hizo a espaldas de los mismos sectores populares, etc. Se ha inducido a distintos sectores a celebrar de esta forma, pero también hay un sentido de apropiación que por las críticas existentes no se ha visto ni comprendido. Esto es algo que debería pensarse y explorarse.

Creo que uno de los aspectos en los que quedaron cortas las protestas de 2015 (y ulteriores) fue la poca participación de los sectores populares, que por una u otra razón no se sintieron apelados. Pero estos participan en otros eventos, incluyendo los recorridos de antorchas del 14 de septiembre. Creo que explorar estas cuestiones daría algunas respuestas ligadas a la psicología de clase, pero también a la participación política.

 

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[1] A esto habría que agregar la participación en desfiles de colegios, escuelas e institutos de educación primaria y básica, así como los miles de personas que asisten a observar los desfiles y a otros actos protocolarios.

[2] Además, ¿qué se siente estar sentado por horas en el tráfico y ver a personas corriendo concentradas o contentas, festivas, que pasan más rápido que el irritado conductor?

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