Par de abrazos, par de pijazos (oda a la madre)

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Mis hermanitos y yo. Éramos terribles. Terriblemente irreverentes. Los tres.

Y jugábamos con soldaditos plásticos. De esos que se volvieron famosos después de Toy Story. Y mi mamá regañaba: «Patojos pisados, recojan esos chingados soldados tirados por todos lados». No entendía por qué nos daba tanta risa. Y va pijazo. «Andá a reírte de tu madre». Y más risas. (¿Y cómo no?).

Créanlo o no, tengo una madre. ¡Y una de las buenas!

Madre de esas maestras ninja de la chancleta voladora.

Madre de esas que te educan en la sabia equidad del par de abrazos, par de pijazos.

Madre de esas que llegan a caerte mal.

Madre de esas contra las que peleás a muerte por tu autonomía.

«No te metás. Yo puedo solo», les decís. Y lográs escuchar cómo esta solicitud les parte el alma.

Madre de esas que, a pesar de la ofensa, deciden no escucharte y al día siguiente están allí «atrás de vos». «Chingándote la vida». «Metiéndose en lo que no debería importarles». «Que shute es mi mamá».

Madre de esas que esperan de madrugada en la parada del bus con vos. Madres en pantuflas y con peinado de almohada. Sea sol o sea lluvia, firmes, con lonchera en mano, mientras terminan de quitarle los cheles a un niño medio dormido. «Vivo, mijo. Portate bien o te cae». Con beso en la frente y acomodación de peinado incluida.

Madre de esas que están pendientes de darte la medicina cuando estás enfermo y acompañan cada cucharada con un: «Hacele ganas, pisadito. Por eso te dije que te pusieras suéter. Te dio el chiflón, y vos, encima, andabas descalzo».

Madre de esas incondicionales, a las que les dedicamos nuestras primeras palabras y primeras letras: «Mi mamá me mima. Mi mamá me ama».

Madre de esas cuya pena es si el bebé hizo popó o no.

Madre hace-disfraces-a-medianoche-con-una-bolsa-plástica-dos-puntadas-y-goma-blanca solo para que el pobre nene no se desvele. Los puntos perdidos en clase no se recuperan así nomás.

Esas mismas que les enseñan fotos tuyas de bebé desnudo a tus novios cuando llegan a visitarte a casa por primera vez (mano, ¡qué clavo!).

Madre de esas que veo a diario en la puerta del Preventivo y de Pavón haciendo fila con trastes plásticos y muñecos de tortilla para sus nenes. Sin comer ellas, seguro, pero es que los hijos son primero.

Madre de esas que se hacen totalmente merecedoras del delantal de cocina con manos de niño impresas que les regalan cada 10 de mayo en la celebración del colegio.

Madre de esas incondicionales, a las que les dedicamos nuestras primeras palabras y primeras letras: «Mi mamá me mima. Mi mamá me ama».

Bien los equipara la siempre sabia Shakira: «Que el cielo y tu madre cuiden de ti». Y ha de ser porque, seguro, solo Dios y la madre son capaces de cuidar así. De amar así. Par de abrazos, par de pijazos.

(Feliz Día de la Madre, madre).

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