Palestina

La próxima semana se decidirá en Nueva York el reconocimiento de Palestina como Estado soberano para dejar de ser unos territorios ocupados por Israel y cumplir así con el plan por el que Guatemala y un par de decenas de países cabildeamos hace 60 años después de la Segunda Guerra Mundial. Y Guatemala, gracias al canciller Rodas y al presidente Colom, está a punto de volver a fallar en una cita histórica.

Regresemos en el tiempo. La Guatemala de la Revolución de Octubre, de Juan José Arévalo, apoyó al pueblo judío en su anhelo de un Estado soberano, Israel. Cabildeó en Latinoamérica para evitar votos en contra para la propuesta de la creación de dos Estados en los territorios palestinos, con una capital conjunta, Jerusalén. No lo aceptaron los árabes y empezaron las guerras, y han muerto diez palestino por cada israelí asesinado. Y no es algo natural ese odio. En el imperio otomano, judíos y árabes –primos al fin de cuentas– no se llevaban mal.

Guatemala empezó una doctrina diplomática de Estado de apoyo a Israel, como tantos países en el mundo. El tiempo transcurrió y Guatemala e Israel fueron convirtiéndose en estados militares, oscuros, bélicos para las décadas de los setenta y ochenta. Y cuando el Estado de Guatemala ejecutó actos de genocidio contra población civil y Estados Unidos prohibió venderle armamento militar desde 1978, los militaristas Israel y Taiwán se aprestaron a proveer de balas y bombas al Estado guatemalteco (para seguir masacrando).

Guatemala, a cambio de esto, continuó, en extremo, una doctrina diplomática de apoyo a cualquier voto en la Asamblea General de la ONU a favor de Israel y en contra de los árabes y de Palestina. Más allá que cualquier país del mundo. Es común, que toda la Asamblea condene violaciones israelíes y sólo Guatemala, Estados Unidos y las Islas Salomón voten en contra. Es que Israel cree que Guatemala “tiene la obligación” de votar por los intereses de Israel. Pero cuando les pedimos alguna mano con su poderoso lobby judío en Washington, se llenan de excusas y nos dan la espalda.

Por primera vez hay una amplia mayoría en el mundo, en América Latina y en Centroamérica, 140 países de 193 del mundo –con Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica– que la próxima semana votarán para reconocer a Palestina como Estado. Tienen tanto derecho como Israel a ser soberanos y vivir en ese territorio en paz y con seguridad.

El gobierno israelí de Netanyahu, extremista de derechas, ha hecho todo lo que ha podido para aplastar a los palestinos –sean milicianos o civiles– y ahora está aislado en el mundo. Ya no lo soportan ni Turquía, ni los árabes moderados, ni nadie. Ni sus mismos ciudadanos, que manifestaron hace unas semanas por la falta de acción de su gobierno para resolver los problemas nacionales por mantener a raya a los palestinos.

El presidente Álvaro Colom y el canciller Haroldo Rodas se niegan a escuchar a todos los expertos diplomáticos que le dicen que voten a favor de Palestina. A los miles de empresarios cardamomeros guatemaltecos que venden a los países árabes y dan empleo. A lo que queda de su alma socialdemócrata que les pide defender al más débil. Tienen una cita con la historia. Y, por favor, esta vez no nos hagan quedar mal a los guatemaltecos de hoy ni a la memoria de quienes cabildearon en 1947 porque Israel y Palestina pudieran vivir juntos, en paz. martinpellecer@gmail.com

*Esta columna fue publicada originalmente en www.elPeriodico.com.gt

 

 

 

 

 

 

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