Ordenando el crecimiento urbano

Este tema genera antipatía en ambos lados del espectro político chapín. Los fundamentalismos de izquierda desprecian las ciudades. Los fundamentalismos de derecha desprecian la regulación del espacio urbano.

Estamos, de una manera caricaturesca, entre dos extremos. Por un lado, los ruralistas, que aceptan ingenuamente a Rousseau y desean mantener la mayor cantidad de la población guatemalteca en las áreas rurales. Aun cuando eso signifique mantener altos niveles de pobreza. Por el otro, los espontáneos, que ingenuamente aceptan a Hayek y desean evitar la planificación urbana. Aun cuando eso signifique crecientes niveles de tráfico y de contaminación. Los que estamos en medio de dicho espectro debemos recordar, por un lado, que el desarrollo ha implicado históricamente mayor urbanización, y por el otro, que ordenar no es lo mismo que planificar.

Mientras tanto, la realidad es que necesitamos pensar en cómo ordenar el crecimiento de nuestras ciudades. ¿Por qué? Primero, viendo al pasado, porque hemos crecido de manera desordenada y no estábamos listos. Aquí se puede ver el crecimiento de la ciudad capital en los últimos 200 años. En Guatemala no ha existido lo que sí existió en su momento en Nueva York hace 100 años, cuando sus urbanistas empezaron a discutir cómo sería su ciudad si creciera siete veces. De ahí que las partes más al centro y al norte de Manhattan se vean más ordenadas y sean más fáciles de transitar.

Segundo, viendo al futuro, porque las ciudades guatemaltecas van a crecer, aunque cuáles y de qué manera dependerá de nuestras políticas económicas y urbanas. Si Guatemala impulsa su industrialización, y con ello empleo y desarrollo económico, las ciudades prósperas van a crecer, como ha sido la experiencia en Europa, Estados Unidos, Japón, Corea del Sur, Taiwán, etc. Aquí las ciudades cercanas a la de Guatemala y los puertos marítimos tendrán el mayor crecimiento. Si, por el contrario, Guatemala insiste en el modelo de exportación de recursos naturales (agro y minas), ello no genera empleo formal de manera masiva, pero aun así es probable que se impulse el crecimiento de ciudades pobres, como la experiencia en India y África lo muestra. En ese caso, la urbanización será menos concentrada, de modo que dificultará la provisión de servicios sociales e incrementará los problemas de congestión vehicular y de contaminación.

¿Y entonces?

Por suerte, cada vez hay más discusión sobre la necesidad de planificación urbana. Por ejemplo, en el período anterior, desde adentro de Segeplán. Viendo hacia adelante, además de discutir el modelo económico del país y el rol que debe jugar la industrialización en este, debemos empezar a construir nuestras ciudades futuras. Eso debe pasar, como mínimo, por discutir cómo lidiar con una ciudad como Guatemala o Quetzaltenango, que pueden llegar a crecer tres veces más, y cómo lidiar con Escuintla e Izabal, cuya urbanización podría llegar a crecer diez veces más.

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