Normalidad no tan nueva

Cause We Ended as Lovers (1975), de Jeff Beck, suena mientras empiezo estas líneas.

«22:51», dice el reloj de la computadora mientras afuera las luces de la calle dejan pasar la sombra de algún vecino trasnochado que saca a pasear a su perro, imagen que no le hace justicia a la guitarra nostálgica de Beck, pero que seguramente dará combustible al grupo de WhatsApp del condominio si el vecino no recoge las gracias de su mascota.

Desde hace algunas semanas Centroamérica se asoma con alguna esperanza a la reactivación económica. Democracias frágiles lidiando con el reto de sobrevivirse a sí mismas y a su clase política buscan impulsar sus economías entre sistemas de semáforos destinados a moverse entre el naranja y el rojo y el cumplimiento de protocolos ambiciosos que reemplazan los estados de excepción.

Un vistazo a la calle nos deja ver que los sobrevivientes no son necesariamente los pequeños y medianos negocios, a los que se buscaba proteger a través de políticas públicas o paquetes de estímulo que en muchos casos no parecen haber llegado a sus destinatarios. Los anuncios de «se arrienda» sobre las puertas plegables se multiplican.

Muchos de ellos simplemente ya no están, y los noticieros publican con alguna frecuencia las crónicas de bares o restaurantes que cerraron después de varias décadas y que dejaron algunas historias memorables de su paso por las vidas de personas que atesoran recuerdos de amores, desamores u otras jornadas que tuvieron su inicio o final en una sobremesa.

Me rodea el silencio. Mis audífonos son esa garantía que ha mantenido la armonía en el hogar en estos recién cumplidos seis meses de confinamiento.

Mientras tanto, las noticias siguen trayendo las últimas cifras y los últimos estudios sobre lo que los científicos dicen estar aprendiendo sobre la pandemia bajo el titular de Estudio reciente afirma que… Nuestra avidez por entender cómo evoluciona el comportamiento del virus parece estar destinada a encontrar que no hay evidencia concluyente sobre nada que no sepamos ya, excepto que la vieja normalidad seguramente no estará de vuelta.

El verdadero reto para los protocolos de seguridad en el trabajo y en la reactivación vendrá con el inicio de la zafra. El azúcar tiene una participación importante en la economía de los países del Triángulo Norte y provoca un movimiento masivo de trabajadores, principalmente entre el altiplano y la costa Sur de Guatemala, en condiciones muy lejanas a un mínimo de distanciamiento físico. El cumplimiento de estándares laborales y de los protocolos de salud se antoja como una de esas materias que el diálogo de trabajadores, empresarios y Gobierno debería ser capaz de asumir urgentemente para evitar un nuevo brote de contagios.

Me rodea el silencio. Mis audífonos son esa garantía que ha mantenido la armonía en el hogar en estos recién cumplidos seis meses de confinamiento. Un universo de psicodelia y metal me ha hecho compañía mientras trabajo, escribo o entreno sin provocar mayores disturbios. Sonidos tan distantes entre sí como Spanish Rose (2019), de Wolfmother, o Hunter Moon (2020), de Russian Circles, se han probado a sí mismos como compañías invaluables.

A continuación, me dejo convencer de que escuchar una vez más Ritual de lo Habitual (1990), de Jane’s Addiction, es una idea inmejorable: «Señores y señoras, nosotros tenemos más influencia con sus hijos que tú tiene. Pero los queremos. Creado y regalo de Los Ángeles, ¡Juana’s Adicción!», dice la voz en off. Y el poderoso riff de Stop no da lugar a ninguna decepción.

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