Nervios por todo, ya sea por la comida que se pasó de sal, o porque la ropa esté bien planchada, que la casa esté limpia para cuando lleguen los suegros, aún por aquellos hombres vulgares de la calle. Cuando las cosas no salen como quisiéramos, aún muy dentro de nosotras mismas hay una lucha por no perder los estribos y por minimizar la situación. A veces no se logra, pero se lucha.
Y hay otros nervios más profundos. Aunque usted, lector y lectora, no lo crea, las causas de los nervios en muchas mujeres, puede que poco tenga qué ver con las “superficialidades” –les dirá usted– que he mencionado anteriormente. No hay que desestimar los nervios como síntoma de la angustia, son más complejos que una mal llamada “histeria” o un mal mencionado “drama”. En la región más desigual del mundo (hablo de América Latina, la “región injusta” la llamó alguien), la ansiedad tiene qué ver con la situación en la que vivimos, y viven en concreto las protagonistas del libro de Menjívar. En el oriente de Guatemala, las mujeres hablan de sus enfermedades y las relacionaban directamente con su cotidianeidad.
“Se le destrozan los nervios a uno de tanto pensar” en el esposo que anda con otra mujer públicamente, en los hijos que hay que llevar a la escuela, en el futuro de la familia, por los chismes malintencionados que solo se dirigen a las mujeres. Hay dolor de cabeza, de estómago, no se puede dormir, se siente colapsar. Esta violencia es con la que se convive en un país en donde no solo la vida es un reto diario, sino en el que la mujer es vista como “algo” menos. Las mujeres entrevistadas por Cecilia son mujeres preocupadas, atormentadas, apuradas siempre. Sin querer, recuerdo a las mujeres que he visto en el banco, mientras todas esperábamos pagar la luz. Las he notado preocupadas por los tres meses atrasados, por el nene que llora, y sin querer he pensado en cómo las historias de las mujeres del libro de Cecilia Menjívar han de ser muchas más.
No soy la única que se ha dejado atrapar por este libro y por las vidas de las mujeres que ahí se hacen dueñas de su voz, como Isabel, Leticia, Susana. Elizabeth Rojas ha compartido desde hace varios días en su Facebook (la pueden encontrar como Lizzie Reds), aquello que la ha cautivado de las historias de tantas mujeres ladinas, que comparten todas las otras mujeres del país, los nervios y la angustia por una vida que lucha por ser digna.
Leo a Cecilia, a las mujeres de San Alejo, a Elizabeth y me he dado cuenta que hay mucho por hablar, por poner en común, desde las diferentes formas de ser mujer que son atacadas, violentadas por una lógica de violencia que es la misma. “Eterna violencia. Vidas de mujeres ladinas en Guatemala” de Cecilia Menjívar y publicado por Flacso y El Pensativo es presentado hoy martes a las 17:30 hrs. en la sede de Flacso (3era calle 4-44 zona 10) y el jueves 20 en Casa Pensativa (4ta calle Oriente #38, Antigua Guatemala) a las 18:00. Dos veladas para abrir el corazón y compartir quiénes somos y quiénes queremos ser.