Me paso a la ultraderecha o a la ultraizquierda

Notorio el experimento realizado por Mario Roberto Morales sobre una serie de artículos donde, utilizando un lenguaje sarcástico, afirmaba en primera persona su visión sobre la derecha y la ultraderecha guatemalteca, sus postulados ideológicos y políticos.

Esto despertó en las personas que no conocen a Mario Roberto, especialmente de izquierda, indignación por el lenguaje tan crudo de su acostumbrada jerga, y en los que se ubican más en la derecha, que también lo desconocen, el alivio porque al fin un columnista se animaba a decir “lo que muchos no dicen sobre los terroristas”.

Es innegable que los numerosos premios y reconocimientos al autor de estos de artículos le permiten jugar un papel de inmaculado intelectual “por encima del bien y del mal” y luego puede señalar con su dedo a los mortales que se afanan por luchar por sus verdades.

Para los que están acostumbrados a escribir y los pocos que leen las diferentes columnas de los medios es un baño fresco encontrar a quien se atreve a enunciar lo que “estaba pensando», “lo que siento”. La derecha como la izquierda, y sus innumerables variaciones hacia el centro, arriba o abajo, todas son posiciones que generan pensamiento y muchas veces en contraposición a… cada una de ellas con sus fans, militantes, simpatizantes y demás. Los espacios de discusión política y académica en poco o nada han contribuido para que se generen espacios de discusión sincera, abierta y seria, resulta mejor verse al ombligo, hablar entre convencidos o tener un público dócil y agraciado a que se confronte.

Estos artículos desnudan, más que el pensamiento de derecha, la incapacidad del medio intelectual guatemalteco para generar discusión; no se dio oportunidad al otro, aun cuando ese otro no me agrade, que se pueda expresar y entonces me animo a escribir lo que “seguramente él piensa”, ¡puchis…! ¡Cuánta falta de humildad! Es tanta la solvencia enciclopédica de Mario Roberto que al querer humanizar al explotado, al marginado de la tierra, que utiliza el mismo parámetro para deshumanizar al otro, y bueno entre deshumanizados y deshumanizadores te veas, y como escritor faltó a su profesión al hacer una caricatura del otro, le puso uñas largas, nariz picuda, ojos saltones y barba crecida, y claro el caldero con pócimas.

Al cabo de unas semanas, regresa el autor afirmando mentalmente que su propósito era provocar y provocó, y claro ahora vuelve a lo que era, lo interesante es que no sé qué es lo que era, debemos de creer que es lo contrario a lo que afirmó en su serie de artículos, o nos está diciendo que eso de la izquierda y de la derecha en realidad es un performance (dicho en inglés) me imagino que de ahora en adelante el sonará más convincente.

¿Es posible el mismo performance desde la izquierda? ¡Claro! De hecho a diario se utiliza la misma batería de argumentos en justificaciones de proyectos, decenas de voceros de los más pobres sin serlo lo asumen, o por simple aceptación social se asume que el ser joven o estudiante te hace “dispuesto naturalmente” a la rebeldía.

Mario Roberto regresará a hacer apología de las luchas populares, de lo maya, del territorio, de las manifestaciones, los normalistas, y sus defendidos volverán a creerle, todo en la normalidad de los pensamientos. De los que se burló y encasilló en el execrable fanatismo contrainsurgente podrá afirmar que al fin tiene enemigos declarados.  El punto más álgido y glorioso para el intelectual “políticamente correcto”, el sentirse perseguido por su pensamiento, el columnista no lo necesitaba sin embargo lo hizo, piensa que por eso ahora es más leído y más oído.

Gracias Mario Roberto, por desnudar lo incapaces que somos los guatemaltecos para discutir.

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