Mayo

Mucho se ha escrito sobre el denominado Mayo del 68. Mucho se ha dicho sobre el ´Mayo Francés´ y todos los demás contextos denominados ´Mayos del 68´.

Alguna literatura producida al respecto tiene un aire gracioso, cómo el texto de André y Raphael Glucksmann titulado Mai ’68 expliqué à Nicolas Sarkozy. Lo gracioso no es el contenido del texto sino que siempre resulte necesario simplificarle la teoría, traducirle las ideas a los actores políticos de derecha mayormente acostumbrados a la profundidad panfletaria.

Llegado el aniversario número 40 del Mayo del 68 se escribieron textos que hoy son denominados clásicos en la materia, entre los cuales destaca el libro publicado por el sociólogo Edgar Morin, el filósofo Claude Lefort y el sicoanalista Cornelius Castoriadis: Mai ’68. La brèche. Suivi de vingt ans après. Dicho texto fue republicado con brutal éxito en 2008.

A 45 años del Mayo del 68, la primera pregunta que puede hacerse en voz alta es la siguiente. ¿Cuál es la fijación? Eduard Fougier afirma que esta pregunta tiene tres fáciles respuestas.1) Los medios continúan encontrando un mercado lucrativo con todo aquello que suene a Mayo del 68, 2) Los medios franceses y europeos sienten la obligación de referir constantemente a dicho movimiento para mantener viva la supremacía europea occidental sobre el germen de los movimientos sociales contemporáneos y, 3) La academia afirma y repite, repite y repite la importancia del evento.

Pero la respuesta más contundente proviene del ícono representante del Mayo Francés, Daniel Cohn-Bendit: ´Olvídenlo, el movimiento está muerto. Sobre él hay más de cuatro décadas de piedras y asfalto que sostienen un mundo radicalmente diferente´.

En algo tiene razón Cohn-Bendit, el mundo de hoy es diferente. ¿Qué tanto es posible unificar y universalizar las causas de lucha y resistencia? ¿Qué tanto es posible continuar este modelo para comprender la ´Primavera árabe´? ¿El movimiento 15M? ¿Los indignados estadounidenses frente a Wall Street?

Laura Passerini, Profesora de la Universidad de Turín, responde a esta pregunta puntualmente en el contexto de su propia experiencia en el Mayo Francés.

Si se trata de comprender a los movimientos revolucionarios europeos, habría que recordar el impacto –afirma Passerini− que los estudios culturales tuvieron en las Universidades a partir de las conceptualizaciones de Gramsci. Comprender en una forma menos rígida el concepto de identidad, el concepto de hegemonía, el concepto de lucha, para des-economizarlo y transformarlo en un problema de ´superestructuras´ permitió que los jóvenes europeos puedan plantearse rutas de transformación que no tengan obligadamente que pasar por el referente soviético. Romper con el referente soviético y comprender que había posibilidades de subsistir extendiendo la membresía de este movimiento no solamente a los obreros, sino a todos aquellos oprimidos no solamente por razones económicas, fue un enorme paso.[1]

Ernesto Laclau y Chantal Mouffé en Hegemony and Socialist Strategy refieren al punto de división entre la ortodoxia marxista y el revisionismo: ´…no era ni siquiera el punto relacionado a la necesidad del revisionismo sino… la suposición en cuanto a que lo político puede ser autónomo frente a la base económica´ (pg. 30). Si Bernstein comprendió la importancia de ello, el Mayo del 68 lo hizo explícito devolviendo al poder, arrancando el poder de manos de la clase política y volviendo a colocarlo en manos del ´demos´. Si bien Sartori argumenta que es un error suponer modernamente que la categoría del demos es equivalente a la de ´todo el pueblo´ (lo cual es cierto), también es cierto que el Mayo del 68 produjo un constructo social europeo profundamente heterogéneo, extenso, muy extenso y comprometido con las causas de lucha.

¿Y hoy? Allí es donde comienza el debate. Un punto es claro. El miedo, el miedo de buena parte de los mortales a cuestionar las formas organizativas, político-económicas demoliberales. Se llenan las plazas, se llenan los parques… se tiene claro la necesidad del cambio pero, ¿Por qué todo regresa siempre a la ´normalidad´?

¿Qué hacer? ¿Hay forma de políticamente dominar a la economía hoy? ¿Quién rescata lo político?

 

 



[1] El movimiento de Mayo 68 en la Plaza de las Tres Culturas tuvo un final trágico. Pero lo trágico fue que dicho movimiento se convirtió en un sentimiento de culpabilidad de las capas medias urbanas mexicanas cuya única herencia fue lograr que hasta muy recientemente se dijera toda la verdad sobre la atroz matanza. Ni las reivindicaciones sociales esperadas ni señalar al Régimen por sus abusos fueron metas posibles para la juventud mexicana del 68. Aún más trágico es notar que la derrota política del Régimen fue posible solamente proyectando un proyecto político abiertamente neoliberal. 

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