Más águilas que pollos

Viajar es como leer un libro.

Cada rincón que uno recorre, cada paisaje nuevo que uno ve, cada plato distinto que uno saborea, una palabra nueva en otro idioma que nos hace gracia o una sonrisa inesperada que nos alegra el día son pasajes de una narración fantástica, de una historia que no acaba.

Recientemente tuvimos la dicha de visitar el templo hinduista de Prambanan, un complejo de 240 templos. El guía que nos hizo el recorrido hablaba perfecto español y tenía una sonrisa encantadora. Le pedimos a Eddy (así se llamaba) que nos mostrara los templos, pero él, en cambio, decidió darnos una lección de vida inolvidable.

En palabras sencillas, Eddy nos explicó que debemos buscar ser águilas, y no pollos. Las águilas vuelan alto y tienen una visión extremadamente aguda, con dos puntos focales en sus ojos: uno para mirar de frente y otro hacia los costados para escudriñar la distancia. El pollo, en cambio, solo mira su patio.

Una sencilla metáfora para decirnos que, cuando un individuo se centra solo en sí mismo, en su país, en su religión, en su negocio, en su aldea, es porque piensa como pollo. En cambio, cuando se piensa globalmente, como parte de un todo, se piensa como águila (garuda en sánscrito).

Para ser garuda debemos dejar de ver el beneficio individual y buscar el bien común. Debemos ver el futuro, y no solo vivir del ahora. Debemos comprender el contexto global, y no solo quedarnos mirando nuestro patio. Un individuo que antepone su ego, su religión, su nacionalidad, su riqueza, su puesto, en vez de servir a los demás, está actuando como pollo. Los celos, la intolerancia, la envidia, la codicia son características de los pollos.

Cuando un individuo se centra solo en sí mismo, en su país, en su religión, en su negocio, en su aldea, es porque piensa como pollo.

En esta lógica, un empresario que se procura ganancias a costa de bajos salarios, de la evasión de impuestos o de la coima para obtener prebendas es un empresario pollo, que solo piensa en su bolsillo, y no en el país ni en el futuro.

Los pollos abundan en todos los ámbitos. Trump es un político pollo. Con su política antimigrantes proclama una nación de pollos para pollos. También en Guatemala tenemos políticos pollos: son todos aquellos que gobiernan para beneficio propio, y no para garantizarle al pueblo mayor bienestar. El pacto de corruptos es un pacto de políticos pollos que buscan impunidad manipulando las leyes.

Un individuo que cree que su dios es único y que los otros dioses no significan nada estará actuando como pollo, nos decía Eddy. Tratar de imponer su dios y sus creencias a los demás, ignorando que su dios es solo una representación de las muchas que hay en el mundo, es actuar como pollo.

Necesitamos educar a nuestros hijos para ser garudas, no pollos, decía Eddy con insistencia todo el tiempo. Así tendremos empresarios águilas que buscarán incrementar la riqueza del país, y no hacerse ricos a costa de él; políticos águilas que pensarán en la siguiente generación, no en la siguiente elección; católicos águilas que no querrán imponer su creencia a los demás, sino que respetarán a todos los creyentes y a los no creyentes; ciudadanos águilas que exigirán sus derechos y cumplirán sus deberes, y hasta amantes garudas que procurarán el gozo de su pareja, y no solo su propio placer (pero esto será tema de otra columna).

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