Los sentimientos y las TIC (II)

El internet y las nuevas tecnologías de la información y comunicación han transformado de forma radical la comunicación. Estas herramientas se constituyen un una plataforma global que permite a las personas comunicarse sin límite de tiempo o espacio.

Es decir, hoy por hoy, en Guatemala podemos tener comunicación en tiempo real con alguien en China o en Inglaterra. Se da un crecimiento exponencial en la capacidad de expresar nuestros sentimientos y pensamientos. Y en este nuevo contexto digital es que se está repensando el derecho de libre expresión.

La libre expresión es un derecho humano reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos, pero regulado de forma distinta en cada país. Las limitaciones y alcances de este derecho son diferentes en cada país, pero cuando se trata de esa plataforma global sin fronteras, ¿qué aplica?

Eso es, precisamente, lo que se discute en la actualidad por el caso del video de 14 minutos titulado La inocencia de los musulmanes. El video, en mi opinión es de mala calidad, una parodia barata pero en los países árabes lo percibieron como una blasfemia. En Pakistán se ordenó el cierre temporal de YouTube, después de que la empresa se negara a quitar el video, a eso llegaron…

El video es un caso emblemático en materia de libertad de expresión en internet. Este fue creado en Estados Unidos, un país en el que el derecho de expresión es un pilar democrático. El derecho está contenido en la primera enmienda, en este país la libertad de expresión es sumamente amplia. En otros países, la libertad de expresión no está siquiera reconocida en las constituciones, y no es comprendida de la misma manera.

El problema radica en que los gobiernos formulen mecanismos, de forma inmediata, para paliar las consecuencias de ser parte de esta gran plataforma global. Los filtros de contenido o el bloqueo de sitios es el peor enemigo de la libertad de expresión en el entorno digital. Esto limita la capacidad de los ciudadanos de conocer y aprender a tolerar pensamientos, textos o ideas que no sean iguales a los de ellos.

La libertad de expresión implica aguantarse, escuchar cosas que no nos parezcan. Se constituye en un ejercicio básico para la convivencia global. Y por eso debemos de defenderlo y también asumir la responsabilidad de nuestros actos. Y esto nos lleva a analizar también la forma en que nos expresarnos en internet, ya que esto no debe de constituirse en una capa de anonimato, todo lo contrario. No somos dos personas diferentes, somos una que tiene nombre y apellido.

La forma en que se desarrolle este caso tendrá, seguramente, mucho que ver con los mecanismos legales que se adoptarán para regular el derecho de expresión en internet. Para mientras, les invito a poner sus nombres cuando se expresen en internet porque ese, a mi parecer, es el primer paso.

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