Los representantes

¿Usted confía en los políticos?, ¿en los partidos, en las personas o en el sistema político?

Puede ser que su respuesta afirmativa la respalde con el hecho de una activa participación como afiliado o dirigente de algún partido, o más bien sea de los que su relativo nivel de confianza se manifiesta asistiendo a votar y manteniéndose al día en opinión y tertulia sobre el tema. Puede ser de los que afirman sin duda que no confían ni en las personas, ni en los partidos ni en el sistema político, que no vota e ignora el tema.

Las motivaciones para confiar en el sistema o soportarlo son distintas y por lo general se relacionan con la forma de relación económica que se tiene con el mismo sistema; da la impresión que quienes se sienten cómodos con el mismo son aquéllos que han aceptado como regla del juego que la ideología y el procurar el bien común no existen a estas alturas; que todo se limita a hacer negocios del Estado y con el Estado, o bien se encuentra desde una base precaria de partida en lo económico y sus intenciones se limitan a intentar obtener un puesto de trabajo en la burocracia que poco le durará por la misma ausencia de una carrera de funcionario.

La segunda opción parece estar más relacionada con personas cercanas al escaso funcionariado de carrera, o al trabajo intelectual, que se mantienen informados y que recibieron una formación en valores que fomentó la visión de participación ciudadana, los que en un momento dado deberían abogar por una reforma del sistema y la creación de una nueva clase política.

Para la tercera opción, podemos encontrar una legión de ciudadanos desilusionados o los que son una desilusión como ciudadanos, pregonando una oda al individualismo, o luciendo una ausencia de formación ciudadana que quién sabe, puede ser recuperable y en ningún caso llega a ser perversa como lo es el cinismo de los que se ubican en la primera clasificación.

Al fin de cuentas, tampoco tenemos una clase política como tal, que pueda integrar el triángulo persona – partido – sistema. En este tema no podemos decir que se empezaría de cero, se empezaría de menos algo porque la actividad del político y de lo político está desprestigiada como ninguna otra en nuestro medio.

El decir que se necesita renovar el sistema puede parecer una perogrullada, pero sin duda existe mucha gente que no quiere porque entiende demasiado bien las oportunidades que le presenta el engendro actual, y acá sin quererlo se encuentran fuertemente apoyados por los indolentes. Si no existe un debate político, es más una lucha por poder, y poder que conlleva hacer negocios; en medio de este desasosiego, deberíamos plantear a todos una pregunta que pudiera ser retadora en el buen sentido de la palabra: ¿se siente usted representado por sus políticos?

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