Los ODS y el mito del sueño americano

He estado leyendo con mucho interés los artículos que este medio ha venido publicando con ocasión de la adopción de Naciones Unidas y de sus países miembros de una nueva agenda de desarrollo compuesta por 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y sus respectivas 169 metas.

Los artículos de Ruta Milenio desglosan con minucia la pertinencia que tienen dichos objetivos y las acciones concretas que deberían implementarse en los próximos 15 años en Guatemala en áreas como acceso a la educación, la salud y el bienestar; la eliminación de la pobreza y el hambre; garantizar la igualdad de género; acciones para rescatar el medio ambiente, y la reducción de las desigualdades, entre otros. Los análisis y las propuestas de los expertos son tan completos y detallados que los actuales candidatos presidenciales bien podrían estar tomando nota y diseñando (o revisando) un proyecto integral de país, con políticas públicas atemporales en los próximos tres lustros.

Por lo general pensamos que estas metas son solo para países en desarrollo como Guatemala. Sin embargo, ¿son válidos los ODS para países desarrollados? ¿Tienen o no relevancia en un país como Estados Unidos, primera potencia económica, que ha visto una recuperación de su crecimiento económico durante las dos últimas administraciones del presidente Obama? Aunque el habitante promedio no sepa a qué se refieren los ODS, en qué consistían los Objetivos de Desarrollo del Milenio que los precedieron o en qué se basa el índice de desarrollo humano (IDH), lo que sí sabe, siente en sus bolsillos y ve en sus comunidades es que el clima pre- y posrecesión ha venido amenazando el llamado sueño americano, ese mito que hace creer que, si las personas trabajan duro, las oportunidades surgirán para realizar sueños y aspiraciones.

Pero el panorama podría lucir más como pesadilla en tanto no se cierren las brechas de desigualdad en el ingreso, no se revierta el estancamiento de los salarios, no se conciban los presupuestos de manera equitativa para mejorar los resultados académicos y los índices de salud de una población cada vez más diversa y subsistan un sistema de justicia discriminador y políticas que perpetúan la violencia y la exclusión racial. Esto, sin mencionar el papel que Estados Unidos juega a nivel internacional al no acatar o formar parte de tratados que reducirían el impacto nefasto del hiperconsumismo y de sus industrias en el cambio climático. Así pues, cada uno de los 17 ODS es relevante.

Con relación al ODS 10, sobre reducción de desigualdades, ya don Thomas Piketty se ha encargado, mejor que cualquier otro economista, de demostrar lo anterior para Estados Unidos y Europa y ha aconsejado que se aumenten los impuestos sobre los rendimientos del capital y las herencias, pues esta medida cerraría las desigualdades respecto de los ingresos de los asalariados.

En plena contienda electoral rumbo a las elecciones generales de 2016, el único candidato que consistentemente ha defendido una postura cercana a este tema es el demócrata Bernie Sanders, un senador judío por Vermont que a sus 74 años todavía saca energía para llenar auditorios con gente intrigada con su mensaje, que ha cambiado la conversación de la contienda electoral para enfocarse específicamente en el tema de la desigualdad y ha conseguido robarle protagonismo a la famosa y acaudalada candidata Hillary Clinton.

Que el mensaje resuene en muchos electores quizá no es sorpresa. Según encuestas citadas en la última edición de The New Yorker, el 63 % de los estadounidenses sienten que el dinero y la riqueza en el país deberían ser distribuidos de manera más pareja, el 71 % favorecen el aumento del salario mínimo y el 74 % creen que las corporaciones influyen mucho en la política y en la vida (CBS News y The New York Times). En otra encuesta, casi la mitad de los encuestados se consideran fuertemente redistribucionistas y apoyan impuestos altos para los ricos como una manera de redistribuir la riqueza (Gallup Poll).

Hoy martes se lleva a cabo el primer debate de los candidatos demócratas antes de las primarias. Dudo que haya alguna pregunta sobre los ODS, sobre cómo los incorporarían en sus agendas de gobierno y sobre qué papel juega el Estado en todo esto, pero ojalá que en su intercambio de ideas inspiren, más que los republicanos, a reformular ese famoso sueño, hoy maltrecho.

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