Llamar las cosas por otro nombre

Antes fue más común, pero aún podemos escuchar a personas mayores que se refieren a “cuando fueron las olimpiadas en Guatemala”, llamando de esta manera a los VI Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe que se celebraron en Guatemala en 1950.

El imaginario popular en una época en que el país se abría al mundo, identificó como olimpiadas a aquel evento para el cual se construyó la “Ciudad Olímpica” con todas las instalaciones que nunca antes habían sido vistas; el estadio, la piscina y todas, una a una, fueron apodadas  como olímpicas.

Supongo que fue una buena época, cuando la evidencia histórica nos muestra que nuestro capital humano se desarrolló como nunca antes y hubo oportunidad para practicar y destacar en el deporte, las artes y muchas de aquellas cosas que nos humanizan, que nos realizan más allá de una masa dedicada a producir y consumir; cuando se crearon instrumentos e instituciones que si bien no eran novedad en el resto del mundo, para nuestro país lo eran, fue como sacar adelante las materias retrasadas y el período iniciaba con el alzamiento popular de octubre de 1944.

Y si estoy convencido que esa época debió ser la mejor que como sociedad  hemos conocido, también creo que como con las olimpiadas, al movimiento de 1944 se le llama “revolución” cuando no lo fue. Una revolución como movimiento político sustituye la forma de gobierno imperante hasta ese momento por otra, absoluta y radicalmente opuesta, cosa que no sucedió en Guatemala.

Como revolución social, se supone que debió darse el corrimiento de clases dominantes desde posiciones de poder hasta posiciones  donde no lo ostentaran ni ejercieran ante el posicionamiento de nuevas clases. Y por último, si se hubiera dado una revolución en lo económico, hubiésemos incorporado  nuevas técnicas, fuentes de energía, nuevas maquinarias, medios de transporte y se hubiera mejorado la calidad de vida de las personas.

En un sentido estricto, durante octubre de 1944 se dio en Guatemala un alzamiento militar que terminó con una dictadura y sus secuelas, así mismo llevó a ejercer la función pública a políticos cultivados que modernizaron instituciones y dieron un breve período de lustre a nuestra historia, pero eso solamente; el evento ha sido llamado revolución pero no lo fue, igual que las olimpiadas no lo fueron. No alcanzó para revolución, ¡pero qué bueno que se dio!

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